Lee los aportes paisana, ya especifiqué que en plural es en sentido eclesial, y en ese sentido, la Iglesia es santa. No sucede en lo individual, no podemos decirnos santos y al mismo tiempo guardar celos, envidias, codicias, deseos mundanos, etc, en nuestro corazón.
Imagínate, un pastor evangélico que diga 'soy santo', y mantenga adulterio con una feligrés. Ustedes tuercen, pudren, el genuino sentido de la santidad. He aquí lo que nos dice el apóstol Pedro:
Si han aceptado la fe, no se dejen arrastrar ya por sus pasiones como lo hacían antes, cuando no sabían. Si es santo el que los llamó, también ustedes han de ser santos en toda su conducta, según dice la Escritura: Sean santos, porque yo soy santo. (1 Pe 1, 16)
Yo sólo les pido que no se engañen. ¿Qué le dijo Cristo al joven rico para hacerse santo?:
«Si quieres ser perfecto, vende todo lo que posees y reparte el dinero entre los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme.».
Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos. (1 Tes 3, 13)
La voluntad de Dios es que sean santos, que se abstengan del pecado carnal, que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto, sin dejarse arrastrar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios. (1 Tes 4, 3-5)
Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia. (Col 3, 12)
Sépanlo bien: ni el corrompido, ni el impuro, ni el que se apega al dinero, que es servir a un dios falso, tendrán parte en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie los engañe con razonamientos vacíos, pues son estas cosas las que Dios se prepara a condenar en los enemigos de la fe
sea que ustedes compartan su suerte.
En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz, con bondad, con justicia y según la verdad, pues ésos son los frutos de la luz. (Ef 5, 5-7)