Re: El evangelio prehispánico
El otro dia un cliente de mi negocio que esta haciendo su tesis para titulacion nos dijo que en uno de los libros que el leia por que su tesis es acerca de la evangelizacion en lso primeros dias de la llegada de los españoles y nos menciono que el Frayle que narra esa parte del libro dice que ellos ya tenian el conocimiento de Cristo y muchos cumplian con esos mandamientos, yo buscando un dia encontre en una pagina chilena que culturas de ese pais tmb tenian ese conocimiento de Jesucristo.
En la siguiente narracion nos muestran los frayles que la gente de aqui estaba preparada para recibir el evangelio. Si no uno esta preparado es por que tiene un conocimiento.
Primeros frutos de esta evangelización
La evangelización llevada a cabo por estos dos grandes misioneros, que se encarnaron en la realidad cultural chinanteca de mediados del siglos XVI, que amaron y se entregaron celosamente a esos pueblos, y que compartieron con ellos sus propios valores culturales, fue sin duda el gran comienzo de la Misión. La evangelización y conversión de los pueblos Chinantecos no fue nada fácil, debido, entre otras cosas, a la dificultad extrema de la comunicación con los Chinantecos, “no sólo a causa de su lengua, sino también porque ellos vivían dispersos en rancherías” (Bevan Bernard), además en regiones sumamente fértiles, pero de difícil acceso y peligrosas a causa de los pantanos, los ríos y los animales ponzoñosos, regiones muchas veces en zonas de altas cumbres, donde el frío y la humedad hacían estragos entre la población y entre los mismos misioneros.
La respuesta de los Chinantecos a la actividad misionera de los predicadores Dominicos fue similar a la que estaban dando los diversos grupos étnicos en casi todo el estado de Oaxaca y, en general, en todo México. Los misioneros se quedaron sorprendidos por la rapidez de la conversión de caciques y pueblo en masa. Muchos misioneros realizaron muy profundas investigaciones sobre la cultura y la religión de estos pueblos, descubriendo en estas culturas prehispánicas altos valores muy similares a los preceptos cristianos, ya que en la Oaxaca prehispánica existían muchos aspectos que despertaban la admiración de los evangelizadores españoles. El obispo de Oaxaca Fray Bernardo de Alburquerque, dirigiéndose en 1577 al rey Felipe II, le expresa su admiración por la disciplina indígena. Por ejemplo, la educación de los niños era muy cuidada y separada de las niñas; los hombres no comían en compañía de mujeres (costumbre que todavía hoy se mantiene entre nosotros) y las muchachas eran de una castidad tan exquisita que podía servir de modelo a las vírgenes enclaustradas de España. Se castigaba con severidad hasta la más ligera infracción del código moral, y en cuanto a los delitos graves, como el homicidio, la fornicación, el adulterio, el robo y el consumo de bebidas embriagantes se imponían fuertes penas. Antes de la conquista el orden y la disciplina eran muy apreciados.
Los misioneros constataron en muchas de estas actitudes la semilla del espíritu cristiano, y a pesar de las idolatrías descubiertas, con sacrificios humanos inclusive, creyeron encontrarse entre pueblos ya preparados para recibir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. También se dieron cuenta de la gran solemnidad de las ceremonias religiosas prehispánicas que congregaban al aire libre a la población en medio de danzas, cantos y ofrendas, para alabar a sus divinidades a través de la mediación de sus sacerdotes. Los misioneros, en colaboración con los indígenas instruidos por ellos, crearon toda una cultura religiosa india-cristiana, llena de música y colorido, de tal manera que los pueblos indígenas aceptaron gradualmente el cristianismo y permitió a las culturas chinanteca, oaxaqueñas e indígenas de México en general darle al Evangelio que anunciaban los misioneros un rostro autóctono, a través del teatro, la poesía, la música, el canto, la danza, la arquitectura, la pintura, la escultura y el arte en general. Algo realmente fabuloso. El resultado fue que Jesucristo desplazó al sol, María a la luna, y los Santos a las divinidades o fuerzas protectoras.
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