el culto a la virgen maria

9 Noviembre 2007
39.899
1.004
el culto a la virgen maria​


El culto a la Virgen María Es, indudablemente, la más bendita y santa de las mujeres, habiendo sido la madre del Hijo de Dios en su encarnación por tal motivo merece ser amada, honrada e imitada. Es necesario, además, aceptar lo que declara el Evangelio respecto a su milagrosa concepción de la Persona de Nuestro Señor Jesucristo por obra del Espíritu Santo que hizo de esta santa doncella la Virgen Madre de las profecías del Antiguo Testamento. Todo esto creen y reconocen por lo general los fieles de las iglesias evangélicas, salvo, naturalmente, aquellos que han caído bajo un exagerado modernismo teológico. Sobre este asunto nos sentimos de una misma mente y corazón con los católicos más adictos al dogma básico de la Iglesia Cristiana en todos los siglos: El nacimiento virginal de Nuestro Señor Jesucristo por obra del Espirito Santo. Desafiamos a los teólogos modernistas, católicos o protestantes, a que nos prueben, con citas de la Biblia o de los primeros escritores cristianos, que no fue la concepción virginal de Jesucristo una doctrina creída y enseñada desde los mismos orígenes del Cristianismo. Ni los más disparatados sectarios de los primeros siglos de la Era cristiana se atrevieron a ponerlo en duda. Por tanta, estamos en este punto de perfecto acuerdo con la inmensa mayoría de los catódicos. Sin embargo, La Iglesia católica Romana continúa enseñando: · Que la misma Virgen María nació por Concepción milagrosa y sin pecado original, al igual que el propio Hijo de Dios. · Que Dios la ha nombrado y hecho Reina de los Ángeles (Letanía de la Virgen). · Últimamente el papa Pio XII decreto como dogma de fe, en el año 1950 la Asunción de la Virgen, o sea, la doctrina de que ella fue resucitada y ascendió al Cielo, igualándola así con las prerrogativas del santo y eterno Hijo de Dios. · El libro de san Alfonso María de Ligorio titulado Las glorias de María obra sumamente popular entre los católicos romanos, declara que: – “Seremos a veces más presto oídos y salvos acudiendo a María e invocando su santo nombre que el de Jesús nuestro Salvador. Más pronto hallamos la salud acudiendo a la madre que al Hijo” (página 82). – “Muchas cosas se piden a Dios y no se alcanzan: se piden a María y se consiguen. No porque María sea más poderosa que Dios sino porque Jesucristo decretó honrar así a su madre”. No rehusamos ampliar esta frase de San Alfonso Ligorio con la segunda sentencia, que nuestros críticos echaron a perder en nuestra anterior edición. Nos gusta ciertamente, en un autor tan mariano como es Alfonso Ligorio el reconocimiento de que María no es superior a Dios como podría mal interpretarse de su anterior declaración. Pero la última parte de la frase empeora el caso para los mismos católicos, pues ¿donde consta que Jesucristo decretó honrar así a su madre? Que nos presenten el famoso decreto y lo cumpliremos enseguida. Si no pueden presentarlo sométanse nuestros amigos católicos a la Palabra Divina recordando el texto de Proverbios: “Toda palabra de Dios es limpia. Es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras porque no te reprendan y seas hallado mentiroso” (Proverbios, cap. 30:5-6) – “María se llama puerta del Cielo porque ninguno puede entrar en está dichosa mansión si no pasa por ella” (Página 99). – “Todos obedecen los preceptos de María, aun Dios” (Página 115). (He aquí el latín del original para que no digan que la sentencia esta mal traducida: “Imperio Virginis omnia famulantur, etiam Deus”) – Jesucristo dijo: “Nadie viene a mí si mi madre no le atrae primero por sus ruegos” (La ampliación de esta otra frase que nos ofrece el autor de Santa María, Madre de Dios no cambia tampoco su sentido ni la hace más justificable. Es copia de San Alfonso Ligorio: “Dice Jesucristo: "Nadie puede venir a mí si no lo trajera el Padre Celestial"; e igual dice de su madre, como se expresa Ricardo de san Lorenzo: “Nadie puede venir a mí si mi madre no lo trajere con sus ruegos “) En efecto las palabras atribuidas falsamente al Salvador quedan en pie, solamente que ha responsabilidad acerca de las mismas paso de san Alfonso Ligorio a Ricardo de San Lorenzo. Por lo tanto podemos continuar preguntándonos: ¿de dónde sacó Ricardo de San Lorenzo y la iglesia Romana que la consiente semejante afirmación? ¿De los Santos Evangelios? ¡No!, Al contrario: Jamás habló Cristo de su humana madre en tal sentido No se trata aquí de una hipérbole o exageración propia del siglo en que se escribió el libro ya que falta en los evangelios cualquier clase de base para tal exageración o mala interpretación. Nosotros reconocemos que existe alguna base hiperbólica en los evangelios para las interpretaciones y exageraciones que con el tiempo dieron lugar a los dogmas de la Eucaristía y la confesión auricular: pero no hay una sola frase en los evangelios que reforzándola o exagerándola pueda dar lugar a una creencia en la mediación de María. Por otra parte la excusa con que el autor de Santa María, Madre de Dios trata de justificar las frases de san Alfonso Ligorio no sirve en ese caso ni puede convencer a nadie Dice: “Todos sabemos cómo gustaban los predicadores de los siglos pasados de esas “acomodaciones” de textos de la Escritura. Pero este gusto del tiempo que nosotros podemos muy honradamente abandonar era perfectamente inocuo en ellos No pretendan que Jesucristo hubiese dicho en su vida mortal las cosas que ellos le atribuían, ni que tuvieran, por tanto la autoridad de Él, sino solo afirmaban que ellos “creían” que Jesucristo las “pudo decir”. ¿Será eso una “blasfemia” muy grande?” Pero el caso es que el pueblo católico, que por lo general lee poco los evangelios da como cierto todo lo que ve escrito en letras de molde en un libro con censura eclesiástica, sin preguntarse si es verdad o no: si es un hecho literal o una exageración del autor: por consiguiente el censor y el obispo que autorizan el libro se hacen tan responsables de la exageración o falsedad como el escritor de la Edad Media que la concibió. – Dice María “El que acude a mí y oye lo que le digo, no se perderá (página 140) Otra frase gratuita y atrevidísima que el referido autor pone falsamente en la boca de María, la cual no se halla en los santos evangelios. Aunque existe una saludable tendencia de reforma en la iglesia Católico Romana a este respecto, como hacíamos notar en el capitulo dedicado al culto de los santos en general, todavía hay muchos católicos que pretenden que la bienaventurada Virgen se complace en verse reverenciada y honrada por medio de Imágenes, en muchos casos más que el mismo Redentor, y que no desaprueba el que se dediquen inmensas fortunas para vestir y coronar a las tales figuras de su persona con un lujo que ella jamás ostentó, mientras millones de pobres carecen de lo más necesario y millones de paganos mueren en la ignorancia del amor de Dios por no haber suficientes misioneros que les prediquen las buenas nuevas. Pero el Santo Evangelio dice: Que la Virgen María, a pesar de su inigualable perfección moral, necesitó, como todos los mortales, un Salvador: “Engrandece mí alma al Señor —declara ella misma—; y mí espíritu se alegró en Dios mi Salvador“ (S. Lucas 1: 43 47). Que el Omnisciente Hijo de Dios no quiere ser advertido o rogado por su misma madre, según la carne, porque Él conoce mejor lo que conviene hacer (Véase el caso de Caná, en el Evang. de S. Juan 2:4) Que nadie debe tributar expresiones de extremada alabanza a la bendita Virgen, por el mero hecho de haber sido el instrumento escogido por Dios para la Encarnación del Verbo. Así lo declara en aquella ocasión cuando una mujer, entusiasmada por las palabras de inigualable sabiduría que salían de la boca de Cristo, exclamaba: “Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos de que mamaste.” Jesús en lugar de seguir las inclinaciones de esta primera “Devota de la Virgen”, llenando de elogios a su bendita madre, o profetizando sus glorias declara en tajante réplica: “Antes bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la guardan” (S. Lucas 11:27-28) ¡Qué chasqueada debería quedar la interpelante devota y la misma madre de Jesús, si tuvo ocasión de escuchar tal respuesta de labios de su divino Hijo, si no hubiera sido tan humilde de corazón como nos consta que fue! Otra expresión no menos extraordinaria, pero muy natural si se considera que el Omnisciente Hijo de Dios conocía el abuso idolátrico que se haría en siglos posteriores del recuerdo bendito de la Virgen María, es aquella declaración de Cristo cuando su madre y sus hermanos estaban buscándole. En lugar de introducir a su santa madre en la asamblea y aprovechar la ocasión para llenarla de merecidas alabanzas, que vendrían de perlas a los futuros veneradores de María, el divino Señor responde enfáticamente: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? y mirando a los que estaban sentados alrededor de El, dijo: “he aquí mí madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano y mi hermana y mí madre” (S. Marcos 3:33-35) Los apóstoles declaran acerca de Cristo: “Y en ningún otro hay salud, porque no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombros, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Si los santos apóstoles hubiesen mirado a la madre del Señor como muchos católicos de hoy día, ¿no habían hecho una salvedad en favor del bendito nombre en quien, según dicen, se alcanzan todos los favores y, sobre todo, el de la salvación? Testimonio de los santos padres de la Iglesia Primitiva Ninguno de los siguientes y bien notables escritores de los tres primeros siglos, san Bernabé, san Hermas, san Clemente de Roma, san Policarpo, Tatiano, Atenágoras, Teófilo, san Hipólito, san Firmiliano, san Dionisio, Arnobio, etc. mencionan en todos sus escritos a la Virgen María ni una sola vez. Justino Mártir la menciona dos veces hablando del nacimiento de Cristo: pero tal como la haría un escritor evangélico de nuestros días: sin ninguna expresión especial de veneración o culto. Tertuliano la menciona cuatro veces en la misma forma. Orígenes, san Basilio y san Juan Crisóstomo hablan de sus defectos, Crisóstomo dice que “fue movida por ambición y arrogancia excesiva cuando envió un mensaje a Cristo para demostrar la influencia que tenía sobre Él” (Homilía de San Mateo 12:48) Sin duda es ésta una opinión exagerada que los evangélicos no compartimos; pero el haberla propuesto este gran padre de la Iglesia, demuestra que en su tiempo no existía el culto a la Virgen. Eusebio, célebre autor de la Historia Eclesiástica dice: “Ninguno está exceptuado de la mancha del pecado original, ni aun la madre del Redentor del mundo; solo Jesús quedo exento de la Ley del pecado, aún cuando haya nacido de una mujer sujeta a pecados (Emiss. In Horat. 2 de Nativ.) San Agustín dice: “María murió por causa del pecado Original, transmitido desde Adán a todos sus descendientes” (salmo 34, sermón III) San Anselmo declara: “Si bien la concepción de Cristo ha sido inmaculada, no obstante, la misma Virgen de la cual nació, ha Sido concebida en la iniquidad, y nació con el pecado original; porque ella pecó en Adán, así como por él todos pecaron” (Op. Pág. 9) Santo Tomás de Aquino, sumo doctor da la Iglesia Romana en s. XII, luchó valientemente en contra de la que él consideraba herejía de la inmaculada concepción, y dice: “La bienaventurada Virgen María, habiendo sido concebida por la unión de sus padres, ha contraído el pecado original'' (Summa teológica, part. 3 pág. 65) Los franciscanos, capitaneados por Duns Scott, defendieron la concepción Inmaculada de María y surgió de esto, entre ellos y los dominicanos secuaces de santo Tomas de Aquino, una áspera e interminable polémica. Opinión de algunos papas León I dice: “Entre los hombres Cristo solamente fue inocente, porque Él solo ha sido concebido sin la suciedad y la concupiscencia de la carne" (Op. T., pág. 78. No estamos de acuerdo con la opinión de estos escritores de la Edad Media de que la unión sexual dentro del santo lazo del matrimonio signifique suciedad o pecado (Hebreos 13:4)) Inocencio III declara: “Eva fue formada sin la culpa, y engendró en la culpa; María fue formada en la culpa y engendró sin la culpa” (Sermón Assumpt.) Sixto IV. Solicitado para decidir el litigio entre tomistas y scottistas, emitió un decreto prohibiendo que se pronunciaran ni en favor ni en contra de la inmaculada concepción de María." (Decret. Pont. Publicado en el año 1488) Origen Pagano del culto a María ¿De donde sacó la Iglesia Católica la idea de que doblan tributarse a María hombres casi divinos? Si no fue del ejemplo y autoridad apostólica, debía ser y fue únicamente del paganismo. El paganismo tenía sus diosas, que apelaban a tos sentimientos femeninos. Era halagador para las matronas y doncellas grecorromanas poder decir a una de su sexo: ”oh hija de Saturno señora venerable Que moras el gran fuego en la llama eternal, Los dioses han puesto en ti morada estable, Perenne fundamento de la raza mortal” (Los himnos de Orfeo. Himno a Vesta. Taylor, las dos Babilonias) Era costumbre muy arraigada entre las matronas romanas dirigirse a Juno (Diana) llamándola “Romana Reina del Cielo”; las vestales consagraban su virginidad a la diosa del fuego; y a la diosa Ceres se le llevaban ofrendas simbólicas de trigo de los campos (Jeremías 44:17-19 y 25); pero el cristianismo no tenía diosas de ninguna clase porque como dice san Pablo, en el reino de Dios “no hay varón ni hembra” Por esto los neófitos medio convertidos del paganismo, hallaron en falta una persona femenina que adorar: y existiendo entre los recuerdos venerabas de aquella breve Edad de Oro, en que el cielo se comunicó con la tierra, una grata memoria de aquella santa mujer que fue madre del Salvador, la idolatría tan arraigada en sus corazones empezó a manifestarse tributando a ella honores similares a los que hablan estado rindiendo a las diosas de su religión pagana. Era la misma actitud, el mismo lenguaje y a veces, hasta los mismos ídolos, a los que se cambiaba simplemente el nombre Oposición al culto de María Pero tal tendencia no pasó sin protestas peor parte de tos grandes escritores cristianos de los primeros siglos. Epifanio (año 403) arguye contra una herejía llamada de los corilidianos; así llamados porque, echando de menos la práctica idolátrica pagana que Jeremías denuncia (capitulo 7:18), empezaron a tributar ese culto a la Virgen María, y dice: “Ella fue una virgen honrada por Dios: pero no nos fue dada para ser adorada, sino que ella misma adoró a Aquel que fue nacido de ella según la carne” Cita Juan 2:4, y añade: “Esto dijo Jesús para que el pueblo entendiese que la Virgen era humana, y nada más. Porque si Cristo no quiere que los ángeles sean adorados, menos quiere que se rinda culto a esa que fue nacida de Ana... Dejad que María tenga honra y que solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo sea adorado. Que nadie de culto a María” (Contra las Herejías, LXXIV) Aunque a partir del tercer siglo hallamos que algunos padres tienen palabras de elogio para ella, no se exceden generalmente de lo que un Evangélico da nuestros días reconoce y diría de la bienaventurada de las mujeres. San Ambrosio (año 370), que escribió numerosas expresiones de reverencia para la Virgen, no tiene en sus numerosas obras una sola frase que ni remotamente pueda sugerir una rogativa a ella. La veneración cultual a la Virgen María no se encuentra antes del año 699 Desde entonces muchas protestas fueron formuladas por tal motivo por los mejores cristianos. Es interesante observar que ninguna de las sectas evangélicas de la Edad Antigua y de la Edad Media anteriores a Lutero (Montanistas, Novacianos, Donatistas, Valdenses, Hussistas, Anabaptistas, etc.) transigieron nunca con el culto idolátrico a la Virgen María como dejamos demostrado en el libro “El Cristianismo Evangélico o través de los siglos” Todas declaraban que la bendita Virgen seria la primera en rechazar tales honores. Ciertamente, la verdadera Virgen María, la humilde de doncella de Nazaret: la que recibió con dulzura, sin mostrarse jamás ofendida, los aparentes reproches de su divino hijo: la que se llamaba a sí misma “la criada del Señor", no podemos imaginarnos que aceptara complacida la pomposa veneración de la que ha sido hecha objeto, de un modo tan general dentro de la iglesia Católica Romana, ni que se sustituya el nombre de Dios y el de su Divino Verbo por su humildísimo nombre de criatura humana. Por esto, los cristianos evangélicos preferimos seguir el ejemplo apostólico y el de los primeros cristianos, por más que la práctica católica parezca más honorable para la bendita y santa madre del Señor: pues comprendemos, por la sencillez y humildad con que aparece en los Santos Evangelios, que ella seria la primera en rechazar ese culto fastuoso que se le rinde, a pesar de todas las imaginarias historias de apariciones que se le atribuyen, con las cuales se ha pretendido en vano demostrar lo contrario. Dónde termina la Revelación Una confesión extraordinaria y chocante, sin duda, para muchos católicos es la que encontramos en la página 122 del ya citado opúsculo Santa María, Madre de Dios, donde leemos: ”La Iglesia Católica no se ha pronunciado sobre la naturaleza de los fenómenos de Lourdes, como ni sobre la de los similares de Fátima en nuestro siglo. La canonización de Bernardo Soubiron mira sus virtudes heroicas. La “aprobación” del culto de Lourdes y Fátima sólo nos dice que nada hay en él contrario a la fe y moral cristianas, y que es provechoso a los fieles. El católico solo cree lo revelado por Dios en lo única Revelación pública y oficial que se cerró con la muerte del último apóstol, y como tal, propuesto por Magisterio Eclesiástico” No podemos por menos que aplaudir al autor católico de este excelente párrafo: pues esto creemos también los cristianos evangélicos: “que la única revelación pública y oficial de Dios en Cristo se cerró con la muerte del apóstol san Juan”, como parece demostrarlo el último capitulo del Apocalipsis, y particularmente los versículos 18 y 19, enfatizando la condenación que recaerá sobre el que añadiere o quitare a las palabras de Dios en la referida revelación. Pero el católico que cree a pies juntillas en la realidad de las apariciones de vírgenes y santos, no podrá menos que sorprenderse de que sus propias autoridades religiosas duden de ellas, y solamente “aprueben” el culto, pero sin definirse acerca de si hubo verdadera revelación sobrenatural o no. ¿Apariciones o sugestiones mentales? Esta duda queda aún más patentemente demostrada en el párrafo siguiente. donde el mismo autor y opositor nuestro continúa diciendo: ”podemos dar 1a interpretación que queramos a las mismas apariciones. Serán, posiblemente, representaciones mentales de los videntes. Pero las condiciones de impreparación subjetiva en que se produjeron, muestran una iniciativa no reducible o estados psicológicos, aunque luego el fenómeno se desarrolle —¿cómo iba a ser?— según leyes de la psicología humana. Dios está allí: por encima de todo queda flotando ineludible la intervención providencial atestiguada por el sello del milagro físico o moral” Esto significa que, según el autor católico, las supuestas apariciones de la Virgen en Lourdes y Fátima pueden ser simples ilusiones subjetivas de la mente de los protagonistas, permitidas por Dios para dar lugar a las consiguientes manifestaciones de devoción religiosa. En tal caso. ¿qué valor tienen las palabras y mensajes de la Virgen y de los santos que los “videntes” suponen haber recibido? ¿Para qué llevan tantos católicos el escapulario de la Virgen del Carmen, para ser librados del purgatorio el sábado siguiente después de su muerte, si lo que vio María del Monte Carmelo no fue realmente la Virgen sino una representación mental suya? Bien sabemos que las representaciones mentales, ya sea en vigilia o en sueños, suelen expresarse según la propia mente y pensamientos del sujeto que concibe la visión. Es pues, de comprender que María de Alacoque, impresionada por la idea obsesionante —sobre todo en aquellos tiempos— de los sufrimientos del purgatorio, concibiera la visión y el mensaje del escapulario: y que preocupada por los comentarios de su día acerca de Rusia, concibiera la niña Lucia o 1e fuera sugerido por otros el mensaje de Fátima. En cuando a los milagros físicos y morales que se dicen realizados en tales santuarios, remitimos al lector a lo que dejamos dicho al final del capitulo anterior, repitiendo que los tales milagros no son monopolio exclusivo del catolicismo, sino que pueden observarse también entre los cristianos más allegados a la Sagrada Escritura; los que hacen mas énfasis ea la conversión y en la relación personal del alma con Dios que en las ceremonias externas. Con la sola diferencia de que las respuestas a la oración de fe que tienen lugar entre los cristianos evangélicos suelen realizarse con menos aparato de propaganda exterior." Todo ello nos afirma en repetir lo que declamas en nuestra anterior edición: Que entre la virgen de imaginaciones histéricas, y la humilde sencilla y obediente doncella de Nazaret, compañera -y jamás señora- de los apóstoles y primeros discípulos de Jerusalén, nos volvemos a ésta y no a aquella.
 
Re: el culto a la virgen maria

MARIOLOGÍA

1. María antes de su Concepción

2. Desde su concepción a su Asunción. Gracia

3. Desde su concepción a su Asunción. Otras prerrogativas

4. Desde su concepción a su Asunción. Madre de Dios

5. Desde la Asunción a la Coronación

6. Después de la coronación. Otras prerrogativas

1. María. Antes de su concepción

-Ocupa «ab aeterno» después en la mente y en le corazón de Dios

-Fue predestinada para ser Madre de Dios

-Y Madre del Redentor

-Su predestinación es anterior a la de todas las demás criaturas

-Fue profetizada en el A. T.

-Fue prefigurada en el A. T

-Originaria de la tribu de Judá y de la familia de David

-Era de estirpe sacerdotal

-La Virgen María ocupa «ab aeterno» después de Cristo, el primer lugar en la mente y en el corazón de Dios.

No consta clara ni directamente en la Sagrada Escritura, pero la Iglesia aplica a María los versículos siguientes:

Yahvéh me creó, primicia de su camino,

antes que sus obras más antiguas.

Desde la eternidad fui moldeada,

desde el principio antes que la tierra.

Cuando no existían los abismos fui engendrada,

cuando no había fuentes cargadas de agua.

Antes que los montes fuesen asentados,

antes que la colinas, fui engendrada.

No había hecho aún la tierra ni los campos,

ni el polvo primordial del orbe.

Cuando asentó los cielos allí estaba yo,

cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,

cuando arriba condensó las nubes,

cuando afianzó las fuentes del abismo,

cuando al mar dio su precepto

para que las aguas no rebasaran su orilla,

cuando asentó los cimientos de la tierra,

yo estaba allí, como arquitecto (Prov. 8, 22-30).

-La Virgen María fue predestinada para ser Madre de Dios.

Yahvéh me creó primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui moldeada, desde el principio, antes que la tierra (Prov. 8, 22-23).

Yo salí de la boda del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra (Si. 24, 5).

Aclaración. Estos textos, aunque deban entenderse de la Sabiduría increada, no sólo esencial, sino hipostática, pueden, sin embargo, atribuirse a María en el orden de la predestinación. Pío IX.

-La Virgen María fue predestinada para ser Madre del Redentor.

Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva (Gál. 4, 4).

Aclaración. El orden de la ejecución manifiesta el orden de la intención. Por tanto, lo mismo que Cristo vino al mundo y la Virgen quedó constituida Madre del Redentor, así también los dos fueron predestinados.

-La Predestinación de María a su singular misión de Madre del creador y de las criaturas, es anterior a la de todas las demás criaturas.

No consta clara ni directamente en la Sagrada Escritura, pero la Iglesia aplica a María los versículos siguientes:

Yahvéh me creó, primicia de su camino,

antes que sus obras más antiguas.

Desde la eternidad fui moldeada,

desde el principio antes que la tierra.

Cuando no existían los abismos fui engendrada,

cuando no había fuentes cargadas de agua.

Antes que los montes fuesen asentados,

antes que la colinas, fui engendrada.

No había hecho aún la tierra ni los campos,

ni el polvo primordial del orbe.

Cuando asentó los cielos allí estaba yo,

cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,

cuando arriba condensó las nubes,

cuando afianzó las fuentes del abismo,

cuando al mar dio su precepto

para que las aguas no rebasaran su orilla,

cuando asentó los cimientos de la tierra,

yo estaba allí, como arquitecto (Prov. 8, 22-30).

-La Virgen María fue profetizada en el Antiguo Testamento.

He aquí que la doncella ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is. 7, 14).

-La Virgen María fue prefigurada en el Antiguo Testamento.

a) -Salomón construyó el Templo de Jerusalén en el monte Moria donde había una roca llamada Sión de la antigua Jerusalén.

Empezó, pues, Salomón a edificar la Casa de Yahvéh en Jerusalén, en el monte Moria,... (2 Cron. 3, 1).

La Casa que edificó el rey Salomón a Yahvéh tenía sesenta codos de largo, veinte de ancho y veinticinco de alto (1 Reg. 6, 2).

b) -Desde entonces el monte del Templo se designa Sión.

En aquel tiempo se presentará un obsequio a Yahvéh Sebaot, al lugar del hombre de Yahvéh Sebaot, el monte Sión,... (Is. 18, 7).

Ya tengo yo consagrado a mi rey en Sidón mi monte santo (Sal. 2, 6).

...el monte Sión, confín del Norte, ciudad es del gran Rey:... (Sal. 48, 3).

c) -La colina de Sión pasó a designar toda Jerusalén.

Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y supervivientes, del monte Sión;... (Is. 37, 32).

Los redimidos de Yahvéh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones,... (Is. 51, 11).

«Mi atropello y mis sufrimientos sobre Babilonia», dirá la población de Sión; y «mi sangre sobre los habitantes de Caldea», dirá Jerusalén (Jer. 51, 35).

Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! (Sof. 3, 16).

d) -y también todo Israel.

¡Regocíjese Israel en su hacedor, los hijos de Sión exulten en su rey;...! (Sal. 149, 2).

Pondré salvación en Sión, mi prez será para Israel (Is. 46, 13).

Aclaración. María puede llamarse «Hija de Sión» en cuanto que la vocación de la Antigua Jerusalén y de todo el pueblo elegido se concreta y culmina en su persona. Como «Hija de Sión» la Virgen es, pues, el punto de arribo del Antiguo Testamento y primicia de la Iglesia.

-La Virgen María era originaria de la tribu de Judá y de la familia de David.

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:... (Mt. 1, 1).

Estando reunidos los fariseos, les propuso Jesús esta cuestión: «¿Qué pensáis acerca de Cristo?

¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David» (Mt. 22, 41-42).

Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David» (Mt. 21, 9).

Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre;... (Lc. 1, 32).

Pero uno de los Ancianos me dice: «No llores; ha triunfado el león de la tribu de Judá, el Retoño de David;... (Apoc. 5, 5).

Yo, Jesús,...soy el Retoño y el descendiente de David... (Apoc. 22, 16).

...acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne,... (Rom. 1, 3).

acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David,... (2 Tim. 2, 8).

-La Virgen María era de estirpe sacerdotal.

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abias, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel (Lc. 1, 5).

Aclaración. La Virgen María provenía de estirpe sacerdotal porque era consanguínea de Isabel. El ángel dijo a María: «...María, también Isabel, tu pariente,...» (Lc. 1, 36).

2. María. Desde su concepción a su Asunción. Gracia

-Fue concebida por generación seminal

-Preservada del pecado original

-Su gracia en su primer instante fue más abundante que la de todos los ángeles y hombres

-Fue aumentando su gracia mientras vivió en la tierra

-Supera en muchísimo a todas las demás criaturas

-La Virgen María fue concedida por sus padres de modo natural. Es decir, por vía de generación seminal.

No consta claramente en la Sagrada Escritura, pero sí se pueden hacer deducciones dignas de crédito.

El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;...» (Lc. 1, 35).

Aclaración. Es evidente que «concibió», pero no que «fue concebida» por obra milagrosa del Espíritu Santo.

Además, el privilegio de ser concebido milagrosamente es exigido por la dignidad de la unión hipostática, que es propia solamente de Cristo.

Y el Verbo de hizo carne (Jn. 1, 14).

-La Bienaventurada Virgen María fue preservada inmune del pecado original, por gracia y privilegio de Dios, en el primer instante de su concepción y por los méritos de Cristo Salvador del género humano.

Antiguo Testamento.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tu su calcañar (Gén. 3, 15).

Aclaraciones:

-Tu linaje - los pecadores

-Su linaje - El Mesías, Cristo.

-La mujer - María.

-Enemistad - Negación de cualquier relación amistosa con el diablo,

-Inmunidad perfecta de la esclavitud del diablo,

-Inmunidad perfecta de todo pecado,

-Liberación del reino del diablo y de su enemistad que tiende a procurarnos el mal.

De aquí se deduce la enemistad común de la mujer (María) y de su descendencia (Cristo) y por tanto el triunfo consumado y común de una y otro.

Según lo anterior, la enemistad y el triunfo de Cristo y María contra el diablo, es común.

Pero la enemistad de Cristo contra el diablo es absoluta y perpetua y el triunfo totalmente perfecto. Por consiguiente, la enemistad de María contra él es también absoluta y perpetua y el triunfo perfecto.

Pero tal enemistad y triunfo de María contra el diablo no hubiesen podido ser tales si María hubiese sido manchada con el pecado original, por consiguiente María nunca tuvo pecado original, es decir, fue preservada de él.

Nuevo Testamento.

Y entrando donde ella estaba, dijo:

«alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc. 1, 28).

Aclaraciones:

Esta salutación singular y solemne expresa una nueva denominación propia, adecuada y proporcionada a la dignidad de la madre de Dios.

Pero esta plenitud de gracia no excluye ningún grado de limitación que Dios puede conceder a una persona creada, ni en la abundancia ni en la duración.

Por consiguiente, María obtuvo una continua unión con Dios por la gracia concedida ya en el primer instante de su concepción y en la plenitud máxima de que fue capaz como criatura.

Luego en María no hubo jamás pecado que es diametralmente opuesto a la gracia.

Comparando estos dos textos se ve que la plenitud de gracia que el Ángel le reconoce está en perfecta consonancia con la enemistad perpetua y absoluta con el diablo.

-La gracia concedida a la Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue más abundante que la gracia concedida a la vez a los Ángeles y a los hombres considerados colectivamente.

No hay textos claros en la Sagrada Escritura en que apoyar esta verdad, pero sí hay dos alusiones que permiten afirmarla sin temor a errar.

Su fundación sobre los santos montes ama Yahvéh: las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob (Sal. 86, 1-2).

Aclaración. Donde otros se consuman y terminan, allí empieza la Virgen María.

Sucederá en los días futuros que el monte de la Casa de Yahvéh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas (Is. 2, 2).

Aclaración. La gracia que para otros fue vértice y ápice, para María fue raíz y fundamento (S. Gregorio).

-La Virgen María fue recibiendo aumento de gracia mientras vivió en la tierra.

No hay testimonio cierto en la Sagrada Escritura, pero se le pueden aplicar aquellas palabras:

La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día (Prov. 4, 18).

-María supera en muchísimo a todas las demás criaturas en la plenitud de las gracias.

Llena de gracia (Lc. 1, 28).

Aclaración. María es saludada por el Ángel con la denominación «llena de gracia» como por nombre propio que le distingue y destaca de todas las criaturas.

El Señor es contigo (Lc. 1, 28).

Aclaración. Expresa la protección de Dios para que pueda cumplir la altísima misión confiada, y como ésta exige extraordinaria santidad interna, de aquí que la gracia concedida sea muy superior a la de todas las demás criaturas.

3. María. Desde su concepción a la Asunción. Otras prerrogativas

-Inmune a la Concupiscencia

-Inmune al pecado venial

-Fue presentada en el Templo

-Hizo voto de virginidad

-Se casó con José por ser su consanguíneo más próximo

-El Arcángel Gabriel elegido por Dios como mensajero de la encarnación

-Se le apareció en visión corporal

-El Arcángel se propuso tres fines, al visitarla

-Fue constituida en el Templo más grandioso de la Trinidad

-La encarnación debió anunciarse para obtener su consentimiento libre

-Conoció varios idiomas

-María fue inmune a la concupiscencia.

Concupiscencia en sentido dogmático es el apetito cuyo movimiento trastorna el acto deliberativo y el dictamen de la razón y persiste en contra del imperio de la voluntad.

María fue inmune al pecado original una de cuyas consecuencias fue la concupiscencia.

El pecado venial es consecuencia de la concupiscencia y como María nunca tuvo tal pecado venial, se deduce que estuvo libre de toda concupiscencia.

Parece más congruente que María nunca tuviese pecado por estar dotada de don de la integridad, que por el gobierno interior de sus apetencias.

-María fue inmune a todo pecado venial.

Y entrando donde ella estaba, dio: «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc. 1, 28).

Aclaración. La plenitud de gracia afirmada por el ángel, no sería tal si hubiese habido en ella cualquier pecado. Además si María hubiese pecado alguna vez, tal ignominia hubiese redundado en el Hijo identificada con la misma sabiduría y santidad de Dios.

-La Virgen María fue presentada en el templo para que se dedicara temporalmente al servicio del mismo.

No hay textos claros en la Sagrada Escritura para demostrar este hecho histórico, pero sí se puede deducir de la costumbre de ser presentadas en aquel tiempo muchas mujeres para que se dedicaran a la oración, al ayuno y al servicio del tabernáculo.

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones (Lc. 2, 36-37).

-Es muy probable que María, antes del anuncio del Ángel, hiciese a Dios voto de virginidad.

María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc. 1, 34).

Aclaración. San Agustín y muchos teólogos explican esta pregunta porque tenía ya hecho voto de virginidad.

Santo Tomás afirma que las obras de perfección son más laudables si se hacen con voto, y que por tanto María consagró así su virginidad a Dios.

-La Virgen María, como hija única de los bienes paternos, debió casarse con José por ser su consanguíneo más próximo, en virtud de la prescripción de la Ley de Moisés.

Tomarán por esposos a los que bien le parezca, con tal que se casen dentro de los clanes de la tribu de su padre. La herencia de los hijos que Israel no podrá pasar de una tribu a otra, sino que los hijos de Israel estarán vinculados cada uno a la herencia de la tribu de sus padres (Núm. 36, 6-7).

Aclaración. Unos dicen que el matrimonio de María con José fue por el milagro de la vara florida, otros por inspiración divina, otros por indicación expresa de un ángel, pero la razón que tiene fundamento en la Sagrada Escritura es prescripción de la Ley de Moisés.

-El Arcángel Gabriel fue elegido por Dios como mensajero del misterio de la Encarnación.

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la Virgen era María (Lc. 1,26-27)

Aclaración. Gabriel significa «fortaleza de Dios» y por eso fue elegido para anunciar a Cristo que había de luchar contra el diablo y obtener de él la victoria más completa.

-El Arcángel Gabriel se apareció a la Virgen María en visión corporal.

No consta claramente en la Sagrada Escritura, pero sí se puede deducir así de los siguientes detalles:

a) -De la entrada del arcángel en el lugar donde estaba María.

Y entrando donde ella estaba, dijo: «Alégrate, llena de gracia,... (Lc. 1, 28).

b) -Porque María se conturbó, pues nunca había sido saludada por ningún varón.

Ella se conturbó por estas palabras,... (Lc. 1, 29).

c) -María, que al principio temía al hombre, acaba el diálogo intrépida con el arcángel.

Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38).

d) -La mancha del arcángel.

Y el ángel dejándola se fue (Lc. 1, 38).

Aclaración. De la entrada del Arcángel, del temor de la Virgen María y de la marcha del mismo, parece que éste se apareció en forme corporal visible.

-El Arcángel Gabriel se propuso tres fines al visitar a la Virgen María: Disponerla a la consideración de tan grande misterio, instruirla sobre el mismo y mover su voluntad para que aceptase ser madre del Verbo encarnado.

a) -Disponerla a la consideración del misterio.

«Alégrate, llena de gracia, al Señor es contigo» (Lc. 1, 28).

b) -Instruirla sobre el mismo misterio.

«...vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo...» (Lc. 1, 31).

c) -Mover su voluntad para que aceptase ser madre del Verbo Encarnado.

1º -Proponiéndole el ejemplo de Isabel.

Mira, también, Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez,... (Lc. 1, 36).

2º -apoyándose en la omnipotencia de Dios.

...porque ninguna cosa es imposible para Dios (Lc. 1, 37).

-La Virgen María fue constituida en el templo grandioso y perfecto de la Santísima Trinidad.

a) -Toda alma en gracia es constituida en santuario de Dios.

Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1 Jn. 4, 16).

b) -La Virgen María fue llena de gracia.

Y entrando donde ella estaba, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc. 1, 28).

c) -La mayor grandiosidad y perfección de María como Templo de la Trinidad corresponden a la plenitud de gracia de que Dios la dotó.

-La Encarnación debió de anunciarse a la Virgen María, para obtener su consentimiento libre, sin el cual no se hubiera podido realizar.

Y entrado donde ella estaba, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (Lc. 1, 28-35).

Aclaración. En esta narración aparece pedido el consentimiento a la Virgen María para la obra de la Encarnación, puesto que el ángel no le intima el decreto de la voluntad divina, como si hubiera de ejecutarse aun sin quererlo ella, sino que expone a María el designio de Dios, y cuando María opone como obstáculo el voto de virginidad, contesta a su objeción y no se retira hasta que, convencida de que había de conservar íntegra su virginidad, dio su consentimiento diciendo: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra.» y el ángel dejándole se fue (Lc. 1, 38).

-La Virgen María conoció y habló, varios idiomas, durante su vida por la tierra.

No existen textos de la Sagrada Escritura que contengan esta verdad, pero se puede deducir de los siguientes:

a) -Normalmente hablaría con los Magos en su idioma, durante su visita.

Entraron en la casa; vieron al niño con su Madre María, y postrándose, le adoraron; luego abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra (Mt. 2, 11).

b) -En sus relaciones normales con los habitantes de Egipto, conversaría igualmente con ellos.

Él (José) se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y allí estuvo hasta la muerte de Herodes;... (Mt. 2, 14-15).

4. María. Desde su concepción a la Asunción. Madre de Dios

-Es Madre de Dios

-Desde momento en que manifestó su conformidad al mensaje de Arcángel

-Su dignidad es en alguna manera infinita.

-Fue Virgen antes, en y después del parto

-El alumbramiento de la Virgen fue profetizado en el A. T.

-Jesucristo que su hijo único y primogénito

-María tuvo dominio sobre Cristo, no por derecho sino de hecho

-La Virgen María es verdaderamente Madre de Dios.

No consta expresamente en la Sagrada Escritura que la Virgen María es Madre de Dios, pero sí consta que es Madre de Jesucristo y que Jesucristo es verdadero Dios.

a) -Que María es Madre de Jesucristo:

...vieron al niño con su madre María y, postrándose, le adoraron;... (Mt. 2, 11).

Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos ha hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando» (Lc. 3, 48).

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús (Jn. 2, 1).

Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus hermanos (Hch. 1, 14).

b) -Que Jesucristo es verdadero Dios:

Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna (1 Jn. 5, 20).

Aclaración. El que fue engendrado por el Padre desde toda la eternidad y el que fue engendrado de la Virgen en el tiempo es uno y el mismo.

...vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo,... (Luc. 1, 31-32).

Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley... (Gál. 4, 4).

-La Virgen María quedó constituida Madre de Dios en el mismo instante en que manifestó su conformidad al mensaje del Arcángel Gabriel.

Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38).

Aclaración. Dios no quiso tomar carne humana de María, sin que ella conociese el misterio y prestase su consentimiento, y lo prestó cuando dijo:

«...hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38).

-La dignidad de la maternidad divina, en alguna manera, es infinita.

Hay deducciones muy claras en la Sagrada Escritura.

Voy a anunciar el decreto de Yahvéh: él me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy...» (Sal. 2, 7).

Aclaración. Si bien es verdad que estas palabras se atribuyen al Eterno Padre, no es menos cierto que la Virgen María es la única criatura a la cual también se pueden atribuir. Pero, ¿si el Hijo es de dignidad infinita por se engendrado por el Eterno Padre, cómo esta dignidad no va a redundar en su Madre que le dio el ser?

Si la excelencia del fruto se atribuye al árbol ¿cómo la infinita dignidad del Hijo, no se va a atribuir también a la Madre?

-María fue Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.

Se admiten 4 aspectos de la Virginidad:

Virginidad del cuerpo, que es la inmunidad de una plena satisfacción venérea admitida libremente, sea lícita o ilícita.

Virginidad de la mente, que es un firme propósito de abstenerse perpetuamente de cualquier deleite venéreo.

Virginidad de alma, que es la dedicación total del hombre hecha a Dios por el Reino de los cielos.

Virginidad del sentido, que es la inmunidad de cualquier movimiento venéreo de la concupiscencia.

Aquí se hace referencia a la Virginidad del cuerpo que nunca fue violada.

a) -María es Virgen antes del parto:

El Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu esposa, porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:

Ved que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel» (Mt. 1, 20-23).

Despertó José del sueño, e hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su esposa. Y sin haberla conocido, dio ella a luz un hijo, a quien puso por nombre Jesús (Mt. 1, 24-25).

...fue enviado por Dios el Ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José... (Lc. 1, 26-27).

b) -María es Virgen EN el parto:

He aquí que la doncella ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is. 7, 14).

Despertó José del sueño, e hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su esposa. Y, sin haberla conocido, dio ella a luz un hijo, a quien él puso por nombre Jesús (Mt. 1, 24-25).

c) -María es Virgen DESPUÉS del parto:

Y Yahvéh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá y nadie pasará por él, porque por él ha pasado Yahvéh, el Dios de Israel. Quedará, pues, cerrado (Ez. 44, 2).

María respondió al Ángel: «¿Cómo será esto puesto que no conozco varón?» (Lc. 1, 34).

Aclaración. Esta respuesta supone propósito de guardad virginidad.

-El alumbramiento de la Virgen María fue profetizado en el Antiguo Testamento.

Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que la doncella ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is. 7, 14).

Por eso Yahvéh los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz (Miq. 5, 2).

Aclaración. Se trata de la madre del Mesías.

-Jesucristo fue Hijo único y primogénito de la Virgen María.

a) -Único.

-En el Templo aparece como Hijo único.

Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y,... (Lc. 2, 41).

-En Nazaret hablan del hijo de María.

¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joser, Judas y Simón? (Mc. 6, 3).

Aclaración. La palabra hermano se usa con sentido de otro parentesco.

Al oír Abram que su hermano había sido hecho cautivo,... (Gén. 14, 14).

Hijos de Majli: Eleazar y Quis. Eleazar murió sin tener hijos; sólo tuvo hijas, a las que los hijos de Quis, sus hermanos, tomaron por mujeres (1 Cor. 23, 21).

...encontró Jehú a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y preguntó: «¿Quién sois vosotros?» Ellos respondieron: «Somos los hermanos de Ocozías...» (2 Reg. 10, 13).

Aclaración. La palabra hermano se usa con sentido de otro parentesco, de sobrino.

-En la Cruz.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa (Jn. 19, 26-27).

Aclaración. Si Jesús hubiese tenido hermanos y la Virgen más hijos, es inconcebible que la hubiera dado a San Juan por madre.

b) -Primogénito.

Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,... (Lc. 2, 6-7).

-María tuvo dominio sobre Cristo, no por derecho sino de hecho.

a) -No tuvo dominio por derecho porque solamente lo tuvo Cristo.

Entonces dirá el Rey a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros... (Mt. 25, 34).

Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Si, como dices, soy Rey...» (Jn. 18, 37).

b) -Si tuvo dominio de hecho.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos (Lc. 2, 51).

Aclaración. María fue Madre de Cristo, y aunque los hijos tienen obligación de obedecer a los padres por derecho natural, sin embargo quiso mostrarse libremente sometido a sus padres.

5. María. Desde la Asunción a la Coronación

-Subió al cielo acabado el curso de su vida.

-En cuerpo y alma

-Fue coronada en los cielos

-La Virgen María fue asunta al cielo acabado el curso de su vida terrestre.

Alusiones del Cantar de los Cantares.

¿Qué es eso que sube del desierto,

cual columna de humo

sahumado de mirra y de incienso,

de todo polvo de aromas exóticos? (Cant. 3, 6).

¿Quién es ésta que surge cual la aurora,

bella como la luna,

refulgente como el sol,

imponente como batallones? (Cant. 6, 10).

¿Quién es ésta que sube del desierto,

apoyada en su Amado? (Cant. 8, 5).

-La Virgen María fue ascendida al cielo en cuerpo y alma.

Algunos Santos Padres y Teólogos refieren los textos siguientes;

¡Levántate, Yahvéh, hacia tu reposo,

tú y el arca de tu fuerza! (Sal. 132, 8).

¿Quién es ésta que sube del desierto,

apoyada en su amado? (Cant. 8, 5).

Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, fragor de truenos, temblor de tierra y fuerte granizada (Apoc. 11, 19).

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar (Gén. 3, 15).

Aclaraciones. El triunfo de Cristo sobre la serpiente, está integrado por una triple victoria: sobre el pecado, sobre la concupiscencia y sobre la muerte. Pero María está asociada a su linaje, es decir, a Cristo, en este triple triunfo, y por tanto María triunfó sobre el pecado por su inmaculada Concepción, sobre la concupiscencia por su maternidad virginal y sobre la muerte por su subida al cielo en cuerpo y alma. Además la inmunidad de María del Pecado original supone la inmunidad de las consecuencias del mismo pecado, y una de ellas es la corrupción del cuerpo y su separación del alma, por tanto cuerpo y alma perduran en la gloria.

-La Virgen María fue coronada en los cielos como Reina de toda la creación.

Textos de la Sagrada Escritura, sólo alusivos.

Hijas de reyes hay entre tus preferidas; a tu diestra una reina, con el oro de Ofir (Sal. 45, 10).

...en la eternidad, ceñida de una corona, celebra su triunfo porque vendió en la lucha por premios incorruptibles (Sab. 4, 2).

Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza;... (Apoc. 12, 1).

6. María. Después de la Coronación. Otras prerrogativas

-Cooperadora con su hijo a la obra de la Redención

-Distribuidora de las gracias

-Tesorera universal

-Mediadora

-Madre de todos los cristianos

-Su amor a los hombres es inmenso

-La Virgen maría cooperó verdadera y realmente con su Hijo a la obra de la Redención del género humano.

La obra de la Redención comprende dos aspectos: a) -La donación del Redentor y b) -La realización de la obra salvadora.

a) -La Virgen cooperó a la donación de Redentor.

1º -Dios Padre es la causa principal de la donación del Redentor al mundo.

Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca... (Jn. 3, 16).

2º -Pero el Redentor fue enviado por medio envió Dios a su Hijo, nacido de mujer... (Gál. 4, 4).

b) -La Virgen María colaboró en la realización de la obra redentora.

Dijo María: «...hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38).

Aclaración. La Virgen colaboró a toda la obra de Jesucristo, puesto que su realización dependía de su consentimiento, «Hágase».

...y vivía sujeto a ellos...Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc. 2, 51-52).

Aclaración. Jesús se preparaba para su redentora bajo la tutela y responsabilidad de sus padres, y así le prestaban una auténtica colaboración.

-Dios determina su plan de asociar íntimamente a María a la obra salvífica de Cristo en la adquisición y distribución de las gracias.

Indicios muy claros son los siguientes:

a) -La anunciación.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús (Lc. 1, 30-31).

b) -El milagro de las bodas.

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga» (Jn. 2, 1-5).

c) -La presencia de María en el Calvario.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María mujer de Clopás, y María Magdalena (Jn. 19, 25).

d) -La proclamación por Cristo de su maternidad espiritual.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a su madre» (Jn. 19, 26-27).

-La Virgen María fue constituida por Dios tesorera universal de todas las gracias.

No consta claramente en la Sagrada Escritura, pero la Iglesia le atribuye los siguientes versículos:

Yo soy la madre de amor hermoso, del temor... (Si. 24, 24).

Aclaración. María depositaria del amor divino y del temor, para distribuirlos a sus hijos.

En mí toda gracia de vida y de verdad (Si. 24, 25).

Aclaración. Para que sirva de luz a los hombres que caminan por este mundo.

En mí toda esperanza de vida y de virtud (Si. 24, 25).

Aclaración. Porque en la tierra esperamos la vida de la gracia y en el cielo la vida de la gloria, y porque adquirimos las virtudes por María.

-La Virgen María es mediadora de todas las gracias a los hombres.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar (Gén. 3, 15).

Aclaraciones. Enemistades entre ti y la mujer, es decir, entre Satanás y María.

Enemistades entre su linaje y su linaje, es decir, entre los pecadores y Cristo y sus seguidores. Por tanto Cristo y María unidos en su lucha contra Satanás. Pero la cooperación de María con Cristo no es completa con su sola maternidad física ni tampoco con su próxima cooperación a la obra redentora por lo que hace a la adquisición de las gracias, sino que exige la actual intervención de María en la concesión de las mismas.

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su señor, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo (Lc. 1, 39-41).

Aclaración. Antes de haber salido del seno virginal de María, Cristo concedió la gracia de la santificación a Juan Bautista, significada por aquella exultación y aquel salto de gozo en el vientre de Santa Isabel.

Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y como faltara vino, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer?. Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga» (Jn. 2, 1-5).

Aclaración. El primer milagro de Jesús al comenzar su vida pública fue aquella conversión admirable de agua en vino que se realizó por medio de María.

La erogación de los dones pertenece a Cristo por derecho propio y exclusivo, puesto que los adquirió con su Muerte, y él es potestativamente el mediador entre Dios y los hombres. (S. Pío X).

...si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo el justo (1 Jn. 2, 1).

María es cooperadora de Cristo en tal distribución de las gracias.

-La Virgen María es real y verdaderamente Madre de todos los cristianos.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre» (Jn. 19, 26-27).

Aclaración. Que Cristo designó con el nombre de «discípulo» a todos los cristianos, es más congruente con la universalidad de todas y de cada una de las acciones redentoras de Cristo.

...y dio a luz a su hijo primogénito... (Lc. 2, 7).

Aclaración. Si Cristo fue su hijo primogénito, es porque otros son sus hijos segundogénitos. Pero la Virgen no tuvo hijos carnales, luego es necesario que sean espirituales.

-El amor de la Virgen María para con los hombres es inmenso, por su caridad para con Dios y porque Cristo se los encomendó en la persona de Juan.

a) -Por su caridad para con Dios.

Y hemos recibido de él este mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su hermano (1 Jn. 4, 21).

Lo que os mando es que os améis los unos a los otros (Jn. 15, 17).

Este mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn. 15, 12).

Aclaración. Se deduce claramente que la Virgen María cumplió este mandamiento a la perfección.

b) -Porque Cristo se los encomendó en la persona de Juan.

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn. 19, 26-27).

Aclaración. Las últimas palabras que dijo Cristo a María, tienen un valor y una aplicación perenne para todos y cada uno de sus hijos, los cristianos representados en Juan
 
Re: el culto a la virgen maria

Héctor:

Leí todo tu artículo, pues lo creo muy inspirador y aclaratorio.

La verdad es que a Mará ni se le menciona en ninguna de las apístolas paulinas ni apostólicas, mucho menos su culto. A María la ponen como que es omnipresente al enseñar que escucha las oraciones de todos, aunque las hagan al mismo tiempo. Eso es cualidad específica de Dios.

Si el culto a María fuera cierto y necesario, algo debía decir Hechos de los apóstoles y los escritos del resto del Nuevo Testamento. Pero callan; razón poderosa para creer que todo ese engranaje cultístico es de origen netamente pagano.

Que Dios te bendiga y sigue con tan valiosas apoprtaciones,
 
Re: el culto a la virgen maria

Gál. 1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Ni más, ni menos. Que Dios les bendiga.
 
Re: el culto a la virgen maria

El culto a la Virgen María
Catequesis de S.S. Juan Pablo II en la audiencia general de los miércoles
15 de octubre de 1997

1. «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Ga 4, 4). El culto mariano se funda en la admirable decisión divina de vincular para siempre, como recuerda el apóstol Pablo, la identidad humana del Hijo de Dios a una mujer, María de Nazaret.

El misterio de la maternidad divina y de la cooperación de María a la obra redentora suscita en los creyentes de todos los tiempos una actitud de alabanza tanto hacia el Salvador como hacia la mujer que lo engendró en el tiempo, cooperando así a la redención.

Otro motivo de amor y gratitud a la santísima Virgen es su maternidad universal. Al elegirla como Madre de la humanidad entera, el Padre celestial quiso revelar la dimensión —por decir así— materna de su divina ternura y de su solicitud por los hombres de todas las épocas.

En el Calvario, Jesús, con las palabras: «Ahí tienes a tu hijo» y «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19, 26-27), daba ya anticipadamente a María a todos los que recibirían la buena nueva de la salvación y ponía así las premisas de su afecto filial hacia ella. Siguiendo a san Juan, los cristianos prolongarían con el culto el amor de Cristo a su madre, acogiéndola en su propia vida.

2. Los textos evangélicos atestiguan la presencia del culto mariano ya desde los inicios de la Iglesia.

Los dos primeros capítulos del evangelio de san Lucas parecen recoger la atención particular que tenían hacia la Madre de Jesús los judeocristianos, que manifestaban su aprecio por ella y conservaban celosamente sus recuerdos.

En los relatos de la infancia, además podemos captar las expresiones iniciales y las motivaciones del culto mariano sintetizadas en las exclamaciones de santa Isabel: «Bendita tú entre las mujeres (...). ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1, 42. 45).

Huellas de una veneración ya difundida en la primera comunidad cristiana se hallan presentes en el cántico del Magníficat: «Desde ahora me felicitarán todas las generaciones» (Lc 1, 48). Al poner en labios de María esa expresión los cristianos le reconocían una grandeza única, que sería proclamada hasta el fin del mundo.

Además, los testimonios evangélicos (cf. Lc 1, 34-35; Mt 1, 23 y Jn 1, 13) las primeras fórmulas de fe y un pasaje de san Ignacio de Antioquía (cf. Smirn. 1, 2: SC 10, 155) atestiguan la particular admiración de las primeras comunidades por 1a virginidad de María, íntimamente vinculada al misterio de la Encarnación.

El evangelio de san Juan, señalando la presencia de María al inicio y al final de la vida pública de su Hijo, da a entender que los primeros cristianos tenían clara conciencia del papel que desempeña María en la obra de la Redención con plena dependencia de amor de Cristo.

3. El concilio Vaticano II, al subrayar el carácter particular del culto mariano, afirma: «María, exaltada por la gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y hombres, como la santa Madre de Dios, que participó en los misterios de Cristo, es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial» (Lumen gentium, 66).

Luego, aludiendo a la oración mariana del siglo III «Sub tuum praesidium» —«Bajo tu amparo»— añade que esa peculiaridad aparece desde el inicio: «En efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la santísima Virgen con el título de Madre de Dios, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades» (ib.).

4. Esta afirmación es confirmada por la iconografía y la doctrina de los Padres de la Iglesia, ya desde el siglo II.

En Roma, en las catacumbas de santa Priscila, se puede admirar la primera representación de la Virgen con el Niño, mientras, al mismo tiempo, san Justino y san Ireneo hablan de María como la nueva Eva que con su fe y obediencia repara la incredulidad y la desobediencia de la primera mujer. Según el Obispo de Lyon, no bastaba que Adán fuera rescatado en Cristo, sino que «era justo y necesario que Eva fuera restaurada en María» (Dem., 33). De este modo subraya la importancia de la mujer en la obra de salvación y pone un fundamento a la inseparabilidad del culto mariano del tributado a Jesús, que continuará a lo largo de los siglos cristianos.

5. El culto mariano se manifestó al principio con la invocación de María como «Theotókos», título que fue confirmado de forma autorizada, después de 1a crisis nestoriana, por el concilio de Éfeso, que se celebró en el año 431.

La misma reacción popular frente a la posición ambigua y titubeante de Nestorio, que llegó a negar la maternidad divina de María, y la posterior acogida gozosa de las decisiones del concilio de Éfeso testimonian el arraigo del culto a la Virgen entre los cristianos. Sin embargo, «sobre todo desde el concilio de Éfeso, el culto del pueblo de Dios hacia María ha crecido admirablemente en veneración y amor, en oración e imitación» (Lumen gentium, 66). Se expresó especialmente en las fiestas litúrgicas entre las que, desde principios del siglo V, asumió particular relieve «el día de María Theotókos», celebrado el 15 de agosto en Jerusalén y que sucesivamente se convirtió en la fiesta de la Dormición o la Asunción.

Además, bajo el influjo del «Protoevangelio de Santiago», se instituyeron las fiestas de la Natividad, la Concepción y la Presentación, que contribuyeron notablemente a destacar algunos aspectos importantes del misterio de María.

6. Podemos decir que el culto mariano se ha desarrollado hasta nuestros días con admirable continuidad, alternando períodos florecientes con períodos críticos, los cuales, sin embargo, han tenido con frecuencia el mérito de promover aún más su renovación.

Después del concilio Vaticano II, el culto mariano parece destinado a desarrollarse en armonía con la profundización del misterio de la Iglesia y en diálogo con las culturas contemporáneas, para arraigarse cada vez más en la fe y en la vida del pueblo de Dios peregrino en la tierra.