El falso evangelio de la prosperidad

17 Agosto 2006
4.772
6
EL “EVANGELIO” DE LA PROSPERIDAD
Por Fernando Saraví


Con el título “La vieja cruz y la nueva”, A.W. Tozer notó proféticamente hace ya algún tiempo:
“Sin anuncio previo, y casi sin ser detectada, una nueva cruzha llegado en los tiempos modernos a los círculos evangélicos populares. Es como la vieja cruz, pero diferente:
las semejanzas son superficiales; las diferencias, fundamentales. De esta nueva cruz ha brotado una nueva filosofía de la vida cristiana... Este nuevo evangelismo emplea el mismo lenguaje que el antiguo, pero su contenido no es el mismo ni el énfasis es el de antes ... La nueva cruz ... no predica contrastes, sino similitudes. Busca introducirse en el interés del público mostrando que el cristianismo no tiene exigencias desagradables;
más bien, que ofrece lo mismo que el mundo, sólo que a un nivel superior. Se
demuestra astutamente que, fuere lo que el mundo enloquecido por el pecado esté exigiendo en este momento, es exactamente lo mismo que el Evangelio ofrece, sólo que el producto religioso es mejor...” [1]
Estas palabras son hoy aún más ciertas que cuando fueron escritas. Muchos líderes cristianos han “descubierto”, y están muy ocupados en propagar, un nuevo evangelio. En el lugar antes reservado a la sana doctrina, se han instalado las experiencias subjetivas, cuanto más espectaculares mejor; en
donde antes hallábamos la humillación y la negación de uno mismo, habita ahora el culto a la autoestima; la morada del arrepentimiento y la confesión de los pecados está ahora ocupada por el aconsejamiento psicológico; el sitio central de la gracia providencial y soberana de Dios ha sido usurpado por el de los presuntos derechos del creyente; la casa de la sanidad del alma ha sido
invadida por la de las curaciones del cuerpo y, claro, en la mansión de la riqueza espíritual se ha instalado la prosperidad material.
El engaño es sutil, por una parte porque todo lo que tiende a ser reemplazado no se ha suprimido por completo; simplemente ha sido desplazado de su posición central en lavida cristiana; y en segundo lugar, porque los sustitutos no son generalmente cosas malas en sí mismas. Es el énfasis exagerado en ellos lo que desvirtúa y pervierte el Evangelio.


El cristiano opulento

El sensacional descubrimiento de que los cristianos no solamente pueden gozar de bienes materiales, sino que están llamados a ser
ricos como parte integral del mensaje bíblico, ha sido popularizado por un conjunto de conocidos evangelistas estadounidenses que
forman parte del denominado “Movimiento de Fe”, entre los que se destacan Kenneth Copeland, E.W. Kenyon, Don Gossett (mentor
y amigo del infame “pastor” Giménez), T.L. Osborn, John Avanzini, Robert Tilton, Oral Roberts, Paul Crouch y Frederick Price.
La riqueza no solamente es considerada por estos predicadores como una parte integral del Evangelio, un derecho adquirido, sino que
es señal inequívoca de prosperidad espiritual. A la inversa, la pobreza material es signo de fracaso espiritual y falta de fe; es hasta
pecaminosa porque supuestamente va contra la voluntad expresa de Dios para sus hijos.
Del verdadero origen de esta enseñanza y de sus motivos hablaré luego. Por el momento, examinaré sus presuntas bases escriturales.
1. El pacto con Abraham. Supuestamente, Dios le habría propuesto a Abraham un pacto, que éste aceptó porque lo consideró
conveniente. Dicho pacto o convenio incluía la promesa de riquezas materiales. Los cristianos, dicen, como descendientes
espirituales de Abraham, heredan los mismos derechos que él. Si uno examina el llamado pacto de Abraham y sus términos, como
puede leerse en Génesis 12:1-3; 15:1-20; 17:1- 18:15), notará de inmediato que: (1) el pacto y sus condiciones son establecidos
unilateralmente por Dios; el hombre no puede rechazar el llamado sin sufrir las consecuencias, ni tampoco modificar sus
condiciones; y (2) que el pacto no habla de la prosperidad material de Abraham, sino de darle una gran descendencia, una tierra en la
cual habitar y de tornarlo una bendición apar toda la humanidad (en 15:14 dice Dios que los israelitas saldrían de Egipto “con gran
riqueza”; pero se trata de una profecía, y no de una parte esencial del Pacto). Hebreos 11 contradice de plano la noción de que la
prosperidad material de Abraham –que la tuvo- haya sido un aspecto importante del pacto. Aquí se nos dice que por la fe “alcanzaron
buen testimonio los antiguos”, y que la esperanza de Abraham estaba puesta en al Jerusalén celestial (v. 10). Todos los héroes de la fe
del Antiguo Pacto “murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que
eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (v. 13). Lo que ellos realmente esperaban estaba a un nivel infinitamente superior a la
riqueza material, y por esta esperanza, enfrentaron con valor todo sufrimiento: “Anduvieron de acá para allá ... pobres, angustiados,
maltratados” (v. 37). Precisamente la misma clase de esperanza celestial es la que se requiere de los cristianos (1 Pedro 2:11).
2. Jesús era rico, y sus seguidores también. Se argumenta que el Señor tuvo a Judas Iscariote como tesorero (Juan 12:6; 13:29),
pagó impuestos (Mateo 17: 24-27), y disponía de medios para alimentar a la multitud que le seguía (Marcos 6:37). Sobre esto hay
que decir que: (1) No se sabe cuánto había en la bolsa (griego glössokomon) que llevaba Judas. Ciertamente no sería mucho si la
llevaban consigo. (2) El impuesto del templo era una obligación religiosa de todo varón judío (Exodo 30:13-16; 38:26). Su valor era
de sólo dos denarios por año, menos del 1 % del salario anual de un obrero; sin embargo, Jesús recurrió a un milagro para pagarlo.
(3) En ninguno de los relatos de la alimentación de los cinco mil se dice que Jesús dispusiese de los doscientos denarios que, según la
estimación de los discípulos, se requerían para comprar suficiente pan (del mismo modo en que es muy dudoso que hubiese cerca una
panadería con semejante disponibilidad; aunque en Jeremías 37:21 se menciona una “calle de los panaderos” en Jerusalén,
normalmente cadafamilia horneaba su propio pan) [2]. Por el contrario, la perplejidad de los Apóstoles se debía con seguridad a la
imposibilidad de disponer de semejante suma. Por lo demás, Jesús encargó a los suyos que alimentasen a la multitud paraponerlos a
prueba, “porque él sabía lo que iba a hacer” (Juan 6:5-6).
3. ¿Ciento por uno?. Oral Roberts y otros han desarrollado la teoría de la “semilla de fe”. Según esta noción, si uno quiere recibir
algo de Dios, primero debe dar; y cuanto más dé, más recibirá. Desde luego, “darle a Dios” significa en realidad colaborar
económicamente con el evangelista de turno. Un texto favorito de estos predicadores es Marcos 10:29-30, que según ellos enseña la
centuplicación de lo ofrendado: $ 100 por cada peso entregado “a Dios”. Sin embargo, tal interpretación violenta el texto bíblico: (1)
No se habla allí en absoluto de las ofrendas, sino de la renuncia del creyente por amor a Jesús; (2) se omite que la recompensa viene
“con persecuciones”; y (3) la centuplicación de casas y tierras puede parecer atractiva, pero el anuncio de centuplicación de
familiares nos impide tomar la promesa literalmente. Como observa Wessel:
“El retorno centuplicado en esta vida (v. 30) debe ser entendido en el contexto de la nueva comunidad a la que ingresa el discípulo de Jesús. Allí encuentra una multiplicación de parentescos a menudo más cercanos y con mayor significación espiritual que los lazos de sangre” [3]
Del mismo modo, las casas y tierras son aquellas de nuestros hermanos, que se abren en cristiana hospitalidad, no nuestra propiedad privada.
4. “Todo lo que pidieren en mi nombre”. La promesa de Jesús de que aquello que los discípulos pidiesen en su nombre les sería
concedido (Mateo 7:7-11; Juan 14:12-14; 15:7; 16:23-24) se amplía hasta abarcar todo cuanto una persona podría llegar a desear.
Esto incluye, claro está, la prosperidad material. Observamos, empero, que (1) una cosa es la provisión de nuestras necesidades y otra
muy diferente la satisfacción de nuestros antojos; y (2) la promesa está indisolublemente ligada a esta condición: “Si permanecéis en
mí y mis palabras permanecen en vosotros” (Juan 15:7).
El origen y las motivaciones del “evangelio de la riqueza”
Las enseñanzas de estos predicadores pueden trazarse sin dificultad a fuentes ajenas a la Biblia, y de hecho opuestas a la Escritura
[4]. Se basan en nociones esotéricas, según las cuales las palabras y la fe tienen poder en sí mismas: “Lo que dices, recibes”. El
poder para obtener lo que deseamos se supone entonces presente en nosotros mismos, y es independiente de la gracia de Dios. Así, ya
que se supone que los cristianos tienen derechos adquiridos a los bienes materiales, se inculca que todo lo que necesitamos para
acceder efectivamente a ellos es pedirlos con total convicción de que nos serán dados. De modo que si tenemos fe en nuestra propia
fe, Dios está obligado, por alguna oscura ley cósmica, a darnos lo que queremos. En el “Movimiento de Fe”, el hombre pretende
manipular a Dios para hacerle un instrumento para la satisfacción no ya de sus necesidades, sino de sus caprichos. Desde luego, esta
enseñanza es por completo opuesta a las Escrituras, según las cuales la más alta dignidad a la que un hombre puede aspirar es la de
ser un siervo de Dios (Lucas 17:7-10). Los Apóstoles y sus discípulos estaban sumamente honrados de ser llamados siervos de
Jesucristo (Romanos 1:1; 2 Pedro 1:1; Santiago 1:1; Judas 1).
¿Qué hay detrás de esta “teología” de la prosperidad?
En primer lugar, esta la “nueva cruz”, fácil, placentera, acomodada al mundo, encaminada a satisfacer los deseos carnales y a
obtener, como los políticos, numerosos adherentes (y contribuyentes) sobre la base de falsas promesas. Claro está que, como
asimismo ocurre en la política, se corre el riesgo de que los seguidores se pierdan con tanta facilidad como se reclutaron, cuando las
promesas no se cumplen. En segundo lugar, hay un afán indecente y pecaminoso de riqueza y poder por parte de los predicadores de
este evangelio diferente. Durante una estancia en Estados Unidos, solía sintonizar una emisora de televisión cristiana. La mayoría de
los programas incluían una solicitud de apoyo económico para el sostenimiento del ministerio en cuestión. Sin embargo, mientras que
muchos lo hacían con prudencia y discreción, otros eran desaforados hasta el punto de dedicar más de la mitad del tiempo
disponible para esquilmar a los televidentes. Es en extremo dudoso que este “evangelio de la prosperidad” haya de veras enriquecido
a sus seguidores, pero por cierto que sí ha prosperado materialmente a muchos de sus predicadores. Contra esta clase de “ministros”
nos advierte solemnemente la Escritura (Hechos 20:29-31; 2 Timoteo 3:1-5; 2 Pedro 2:1-3; Judas 3-16).


La Biblia y las riquezas

La perspectiva bíblica es ajena a las enseñanzas de estos maestros. Si bien la prosperidad material puede acompañar a las bendiciones
espirituales (Gén 13:2; Salmo 112: 1-3; Proverbios 8:18), ya en el Antiguo Testamento se nos advierte del peligro que representan las
riquezas: Salmo 39:6; Proverbios 11: 4,28; 22:1-2, etc. En Proverbios leemos: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, que no son nada?” (23: 4-5). En el libro de Job se enseña, por otra parte, que las enfermedades, la pérdida de familiares y el empobrecimiento no son en absoluto signos seguros de decadencia espiritual o desfavor divino; el Salmo 73 deja bien claro que la prosperidad material no implica para nada riqueza espiritual; más bien lo contrario puede
ser cierto.
El Nuevo Testamento es todavía más claro. El Evangelio se dirige de manera especial a los pobres (Lucas 4:18; Mateo 11:4-5). Los ricos tienen dificultades especiales en aceptarlo (Marcos 10:23-25; 1 Corintios 1:26). Desde que comenzó su ministerio público, el Señor Jesús vivió voluntariamente en la pobreza (Mateo 8:20; Lucas 8:1-3). Al tiempo que nos mandó pedir por nuestras necesidades (Mateo 6:25-34), enfáticamente desalentó la búsqueda de riqueza material y nos llamó en cambio a hacernos tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20; Lucas 12:16-21; 16:13).
Las enseñanzas de los Apóstoles son, desde luego, consistentes con las de Jesús. Pablo vivió en la pobreza (1 Corintios 4:9-13) y, aunque tenía derecho a su sustento, renunció voluntariamente a éste (1 Corintios 9; Hechos 20:33-35). Es evidente que el Apóstol no compartía las ideas del “Movimiento de Fe” sobre la prosperidad material de los ministerios cristianos, ¡y sobre todo la de los ministros! (1 Timoteo 6:9; 2 Timoteo 3:1-5). Pedro nos exhorta a no vivir conforme a las pasiones (1 Pedro 4:1-6). Santiago nos convoca a honrar y proteger a los pobres, y amonesta severamente a los ricos (Santiago 1:9-10; 2:1-7; 5:1-6). Juan le desea a Gayo salud física y prosperidad material en la medida en que poseía riqueza espiritual, para que hiciese buen uso de sus recursos (3 Juan 2).


Conclusión

El llamado “evangelio de la prosperidad” es una distorsión grave de la enseñanza bíblica, que tiende a crear seguidores que desean
llenar su vientre antes que su corazón, y que en muchos casos al resultar desengañados se tornan rebeldes al auténtico Evangelio. La
posición bíblica con respecto a los bienes materiales fue establecida con exactitud en las siguientes palabras inspiradas por el Espíritu
Santo, escritas por un santo del Antiguo Pacto:
“Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobrezas ni riquezas,
sino susténtame con el pan necesario; no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y
blasfeme contra el nombre de mi Dios.” (Proverbios 30:7-9).

Notas
[1] Citado por Francis Grim, Heaven and Hell. Kempton Park : HCF Publications, p. 88-89.
[2] Joachim Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, 2ª Ed. Madrid: Cristiandad, 1980, p. 25.
[3] Walter W. Wessel, Mark. En F.E. Gaebelein (Ed.), The Expositor’s Bible Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1984, 8:717.
[4] Esto ha sido irrefutablemente documentado por el autor pentecostal Daniel R. McConnell en A different Gospel: An Historical
and Biblical Analysis of the Modern Faith Movement. Peabody: Hendrickson, 1988.

Bibliografía adicional
Crenshaw, Curtis I. Man as God: The Word of Faith Movement.
Memphis: Footstool, 1994.
Hanegraaf, Hank. Cristianismo en crisis. Miami: Unilit, 1993.
MacArthur, John F. Charismatic Chaos. Grand Rapids:
Zondervan , 1992.
Saraví, Fernando D. Control mental: Una perspectiva cristiana.
Buenos Aires: Certeza, 1994.
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

EL “EVANGELIO” DE LA PROSPERIDAD
Por Fernando Saraví


Con el título “La vieja cruz y la nueva”, A.W. Tozer notó proféticamente hace ya algún tiempo:
“Sin anuncio previo, y casi sin ser detectada, una nueva cruzha llegado en los tiempos modernos a los círculos evangélicos populares. Es como la vieja cruz, pero diferente:
las semejanzas son superficiales; las diferencias, fundamentales. De esta nueva cruz ha brotado una nueva filosofía de la vida cristiana... Este nuevo evangelismo emplea el mismo lenguaje que el antiguo, pero su contenido no es el mismo ni el énfasis es el de antes ... La nueva cruz ... no predica contrastes, sino similitudes. Busca introducirse en el interés del público mostrando que el cristianismo no tiene exigencias desagradables;
más bien, que ofrece lo mismo que el mundo, sólo que a un nivel superior. Se
demuestra astutamente que, fuere lo que el mundo enloquecido por el pecado esté exigiendo en este momento, es exactamente lo mismo que el Evangelio ofrece, sólo que el producto religioso es mejor...” [1]
Estas palabras son hoy aún más ciertas que cuando fueron escritas. Muchos líderes cristianos han “descubierto”, y están muy ocupados en propagar, un nuevo evangelio. En el lugar antes reservado a la sana doctrina, se han instalado las experiencias subjetivas, cuanto más espectaculares mejor; en
donde antes hallábamos la humillación y la negación de uno mismo, habita ahora el culto a la autoestima; la morada del arrepentimiento y la confesión de los pecados está ahora ocupada por el aconsejamiento psicológico; el sitio central de la gracia providencial y soberana de Dios ha sido usurpado por el de los presuntos derechos del creyente; la casa de la sanidad del alma ha sido
invadida por la de las curaciones del cuerpo y, claro, en la mansión de la riqueza espíritual se ha instalado la prosperidad material.
El engaño es sutil, por una parte porque todo lo que tiende a ser reemplazado no se ha suprimido por completo; simplemente ha sido desplazado de su posición central en lavida cristiana; y en segundo lugar, porque los sustitutos no son generalmente cosas malas en sí mismas. Es el énfasis exagerado en ellos lo que desvirtúa y pervierte el Evangelio.


El cristiano opulento

El sensacional descubrimiento de que los cristianos no solamente pueden gozar de bienes materiales, sino que están llamados a ser
ricos como parte integral del mensaje bíblico, ha sido popularizado por un conjunto de conocidos evangelistas estadounidenses que
forman parte del denominado “Movimiento de Fe”, entre los que se destacan Kenneth Copeland, E.W. Kenyon, Don Gossett (mentor
y amigo del infame “pastor” Giménez), T.L. Osborn, John Avanzini, Robert Tilton, Oral Roberts, Paul Crouch y Frederick Price.
La riqueza no solamente es considerada por estos predicadores como una parte integral del Evangelio, un derecho adquirido, sino que
es señal inequívoca de prosperidad espiritual. A la inversa, la pobreza material es signo de fracaso espiritual y falta de fe; es hasta
pecaminosa porque supuestamente va contra la voluntad expresa de Dios para sus hijos.
Del verdadero origen de esta enseñanza y de sus motivos hablaré luego. Por el momento, examinaré sus presuntas bases escriturales.
1. El pacto con Abraham. Supuestamente, Dios le habría propuesto a Abraham un pacto, que éste aceptó porque lo consideró
conveniente. Dicho pacto o convenio incluía la promesa de riquezas materiales. Los cristianos, dicen, como descendientes
espirituales de Abraham, heredan los mismos derechos que él. Si uno examina el llamado pacto de Abraham y sus términos, como
puede leerse en Génesis 12:1-3; 15:1-20; 17:1- 18:15), notará de inmediato que: (1) el pacto y sus condiciones son establecidos
unilateralmente por Dios; el hombre no puede rechazar el llamado sin sufrir las consecuencias, ni tampoco modificar sus
condiciones; y (2) que el pacto no habla de la prosperidad material de Abraham, sino de darle una gran descendencia, una tierra en la
cual habitar y de tornarlo una bendición apar toda la humanidad (en 15:14 dice Dios que los israelitas saldrían de Egipto “con gran
riqueza”; pero se trata de una profecía, y no de una parte esencial del Pacto). Hebreos 11 contradice de plano la noción de que la
prosperidad material de Abraham –que la tuvo- haya sido un aspecto importante del pacto. Aquí se nos dice que por la fe “alcanzaron
buen testimonio los antiguos”, y que la esperanza de Abraham estaba puesta en al Jerusalén celestial (v. 10). Todos los héroes de la fe
del Antiguo Pacto “murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que
eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (v. 13). Lo que ellos realmente esperaban estaba a un nivel infinitamente superior a la
riqueza material, y por esta esperanza, enfrentaron con valor todo sufrimiento: “Anduvieron de acá para allá ... pobres, angustiados,
maltratados” (v. 37). Precisamente la misma clase de esperanza celestial es la que se requiere de los cristianos (1 Pedro 2:11).
2. Jesús era rico, y sus seguidores también. Se argumenta que el Señor tuvo a Judas Iscariote como tesorero (Juan 12:6; 13:29),
pagó impuestos (Mateo 17: 24-27), y disponía de medios para alimentar a la multitud que le seguía (Marcos 6:37). Sobre esto hay
que decir que: (1) No se sabe cuánto había en la bolsa (griego glössokomon) que llevaba Judas. Ciertamente no sería mucho si la
llevaban consigo. (2) El impuesto del templo era una obligación religiosa de todo varón judío (Exodo 30:13-16; 38:26). Su valor era
de sólo dos denarios por año, menos del 1 % del salario anual de un obrero; sin embargo, Jesús recurrió a un milagro para pagarlo.
(3) En ninguno de los relatos de la alimentación de los cinco mil se dice que Jesús dispusiese de los doscientos denarios que, según la
estimación de los discípulos, se requerían para comprar suficiente pan (del mismo modo en que es muy dudoso que hubiese cerca una
panadería con semejante disponibilidad; aunque en Jeremías 37:21 se menciona una “calle de los panaderos” en Jerusalén,
normalmente cadafamilia horneaba su propio pan) [2]. Por el contrario, la perplejidad de los Apóstoles se debía con seguridad a la
imposibilidad de disponer de semejante suma. Por lo demás, Jesús encargó a los suyos que alimentasen a la multitud paraponerlos a
prueba, “porque él sabía lo que iba a hacer” (Juan 6:5-6).
3. ¿Ciento por uno?. Oral Roberts y otros han desarrollado la teoría de la “semilla de fe”. Según esta noción, si uno quiere recibir
algo de Dios, primero debe dar; y cuanto más dé, más recibirá. Desde luego, “darle a Dios” significa en realidad colaborar
económicamente con el evangelista de turno. Un texto favorito de estos predicadores es Marcos 10:29-30, que según ellos enseña la
centuplicación de lo ofrendado: $ 100 por cada peso entregado “a Dios”. Sin embargo, tal interpretación violenta el texto bíblico: (1)
No se habla allí en absoluto de las ofrendas, sino de la renuncia del creyente por amor a Jesús; (2) se omite que la recompensa viene
“con persecuciones”; y (3) la centuplicación de casas y tierras puede parecer atractiva, pero el anuncio de centuplicación de
familiares nos impide tomar la promesa literalmente. Como observa Wessel:
“El retorno centuplicado en esta vida (v. 30) debe ser entendido en el contexto de la nueva comunidad a la que ingresa el discípulo de Jesús. Allí encuentra una multiplicación de parentescos a menudo más cercanos y con mayor significación espiritual que los lazos de sangre” [3]
Del mismo modo, las casas y tierras son aquellas de nuestros hermanos, que se abren en cristiana hospitalidad, no nuestra propiedad privada.
4. “Todo lo que pidieren en mi nombre”. La promesa de Jesús de que aquello que los discípulos pidiesen en su nombre les sería
concedido (Mateo 7:7-11; Juan 14:12-14; 15:7; 16:23-24) se amplía hasta abarcar todo cuanto una persona podría llegar a desear.
Esto incluye, claro está, la prosperidad material. Observamos, empero, que (1) una cosa es la provisión de nuestras necesidades y otra
muy diferente la satisfacción de nuestros antojos; y (2) la promesa está indisolublemente ligada a esta condición: “Si permanecéis en
mí y mis palabras permanecen en vosotros” (Juan 15:7).
El origen y las motivaciones del “evangelio de la riqueza”
Las enseñanzas de estos predicadores pueden trazarse sin dificultad a fuentes ajenas a la Biblia, y de hecho opuestas a la Escritura
[4]. Se basan en nociones esotéricas, según las cuales las palabras y la fe tienen poder en sí mismas: “Lo que dices, recibes”. El
poder para obtener lo que deseamos se supone entonces presente en nosotros mismos, y es independiente de la gracia de Dios. Así, ya
que se supone que los cristianos tienen derechos adquiridos a los bienes materiales, se inculca que todo lo que necesitamos para
acceder efectivamente a ellos es pedirlos con total convicción de que nos serán dados. De modo que si tenemos fe en nuestra propia
fe, Dios está obligado, por alguna oscura ley cósmica, a darnos lo que queremos. En el “Movimiento de Fe”, el hombre pretende
manipular a Dios para hacerle un instrumento para la satisfacción no ya de sus necesidades, sino de sus caprichos. Desde luego, esta
enseñanza es por completo opuesta a las Escrituras, según las cuales la más alta dignidad a la que un hombre puede aspirar es la de
ser un siervo de Dios (Lucas 17:7-10). Los Apóstoles y sus discípulos estaban sumamente honrados de ser llamados siervos de
Jesucristo (Romanos 1:1; 2 Pedro 1:1; Santiago 1:1; Judas 1).
¿Qué hay detrás de esta “teología” de la prosperidad?
En primer lugar, esta la “nueva cruz”, fácil, placentera, acomodada al mundo, encaminada a satisfacer los deseos carnales y a
obtener, como los políticos, numerosos adherentes (y contribuyentes) sobre la base de falsas promesas. Claro está que, como
asimismo ocurre en la política, se corre el riesgo de que los seguidores se pierdan con tanta facilidad como se reclutaron, cuando las
promesas no se cumplen. En segundo lugar, hay un afán indecente y pecaminoso de riqueza y poder por parte de los predicadores de
este evangelio diferente. Durante una estancia en Estados Unidos, solía sintonizar una emisora de televisión cristiana. La mayoría de
los programas incluían una solicitud de apoyo económico para el sostenimiento del ministerio en cuestión. Sin embargo, mientras que
muchos lo hacían con prudencia y discreción, otros eran desaforados hasta el punto de dedicar más de la mitad del tiempo
disponible para esquilmar a los televidentes. Es en extremo dudoso que este “evangelio de la prosperidad” haya de veras enriquecido
a sus seguidores, pero por cierto que sí ha prosperado materialmente a muchos de sus predicadores. Contra esta clase de “ministros”
nos advierte solemnemente la Escritura (Hechos 20:29-31; 2 Timoteo 3:1-5; 2 Pedro 2:1-3; Judas 3-16).


La Biblia y las riquezas

La perspectiva bíblica es ajena a las enseñanzas de estos maestros. Si bien la prosperidad material puede acompañar a las bendiciones
espirituales (Gén 13:2; Salmo 112: 1-3; Proverbios 8:18), ya en el Antiguo Testamento se nos advierte del peligro que representan las
riquezas: Salmo 39:6; Proverbios 11: 4,28; 22:1-2, etc. En Proverbios leemos: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, que no son nada?” (23: 4-5). En el libro de Job se enseña, por otra parte, que las enfermedades, la pérdida de familiares y el empobrecimiento no son en absoluto signos seguros de decadencia espiritual o desfavor divino; el Salmo 73 deja bien claro que la prosperidad material no implica para nada riqueza espiritual; más bien lo contrario puede
ser cierto.
El Nuevo Testamento es todavía más claro. El Evangelio se dirige de manera especial a los pobres (Lucas 4:18; Mateo 11:4-5). Los ricos tienen dificultades especiales en aceptarlo (Marcos 10:23-25; 1 Corintios 1:26). Desde que comenzó su ministerio público, el Señor Jesús vivió voluntariamente en la pobreza (Mateo 8:20; Lucas 8:1-3). Al tiempo que nos mandó pedir por nuestras necesidades (Mateo 6:25-34), enfáticamente desalentó la búsqueda de riqueza material y nos llamó en cambio a hacernos tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20; Lucas 12:16-21; 16:13).
Las enseñanzas de los Apóstoles son, desde luego, consistentes con las de Jesús. Pablo vivió en la pobreza (1 Corintios 4:9-13) y, aunque tenía derecho a su sustento, renunció voluntariamente a éste (1 Corintios 9; Hechos 20:33-35). Es evidente que el Apóstol no compartía las ideas del “Movimiento de Fe” sobre la prosperidad material de los ministerios cristianos, ¡y sobre todo la de los ministros! (1 Timoteo 6:9; 2 Timoteo 3:1-5). Pedro nos exhorta a no vivir conforme a las pasiones (1 Pedro 4:1-6). Santiago nos convoca a honrar y proteger a los pobres, y amonesta severamente a los ricos (Santiago 1:9-10; 2:1-7; 5:1-6). Juan le desea a Gayo salud física y prosperidad material en la medida en que poseía riqueza espiritual, para que hiciese buen uso de sus recursos (3 Juan 2).


Conclusión

El llamado “evangelio de la prosperidad” es una distorsión grave de la enseñanza bíblica, que tiende a crear seguidores que desean
llenar su vientre antes que su corazón, y que en muchos casos al resultar desengañados se tornan rebeldes al auténtico Evangelio. La
posición bíblica con respecto a los bienes materiales fue establecida con exactitud en las siguientes palabras inspiradas por el Espíritu
Santo, escritas por un santo del Antiguo Pacto:
“Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobrezas ni riquezas,
sino susténtame con el pan necesario; no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y
blasfeme contra el nombre de mi Dios.” (Proverbios 30:7-9).

Notas
[1] Citado por Francis Grim, Heaven and Hell. Kempton Park : HCF Publications, p. 88-89.
[2] Joachim Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, 2ª Ed. Madrid: Cristiandad, 1980, p. 25.
[3] Walter W. Wessel, Mark. En F.E. Gaebelein (Ed.), The Expositor’s Bible Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1984, 8:717.
[4] Esto ha sido irrefutablemente documentado por el autor pentecostal Daniel R. McConnell en A different Gospel: An Historical
and Biblical Analysis of the Modern Faith Movement. Peabody: Hendrickson, 1988.

Bibliografía adicional
Crenshaw, Curtis I. Man as God: The Word of Faith Movement.
Memphis: Footstool, 1994.
Hanegraaf, Hank. Cristianismo en crisis. Miami: Unilit, 1993.
MacArthur, John F. Charismatic Chaos. Grand Rapids:
Zondervan , 1992.
Saraví, Fernando D. Control mental: Una perspectiva cristiana.
Buenos Aires: Certeza, 1994.
muy reketebueno tu post caminate, pero teflto nombrar otros lideres de latino america ke tambien andan por esa onda DIOS te bendiga
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

muy reketebueno tu post caminate, pero teflto nombrar otros lideres de latino america ke tambien andan por esa onda DIOS te bendiga

Bueno, el escrito es del Dr Fernando D. Saraví, y creo que trata más bien el tema desde una amplia perspectiva y sin personalizar demasiado, aunque se deben citar casos concretos.

Si usted conoce esos ejemplos, bueno sería que nos compartiera los nombres de esos "falsos pastores de la prosperidad".

Saludos

:elcaminan
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Las sagradas escrituras nos hablan de Dios como el dueño del oro y la plata, tambien dice la palabra que Dios nos a dado el poder de ser sus hijos . SI tenemos un PADRE RICO (dueño del oro y la plata);como consecuencia de ser sus hijos tenemos que ser PROSPERADOS. MY RELACION CON DIOS DETERMINA MY PROSPERIDAD.:iroc-fron:iroc-fron
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Las sagradas escrituras nos hablan de Dios como el dueño del oro y la plata, tambien dice la palabra que Dios nos a dado el poder de ser sus hijos . SI tenemos un PADRE RICO (dueño del oro y la plata);como consecuencia de ser sus hijos tenemos que ser PROSPERADOS. MY RELACION CON DIOS DETERMINA MY PROSPERIDAD.:iroc-fron:iroc-fron


Mi situación económica nada tiene que ver con mi relación con Dios.

¿También ha sido usted seducido por el falso evangelio?.Parece que usted aún no ha entendido que el Reino de Dios es mucho más que vivir pobre o rico, sano o enfermo.

No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Yaveh?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.

Proverbios 30:8-9
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Luc. 12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Rom. 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Las sagradas escrituras nos hablan de Dios como el dueño del oro y la plata, tambien dice la palabra que Dios nos a dado el poder de ser sus hijos . SI tenemos un PADRE RICO (dueño del oro y la plata);como consecuencia de ser sus hijos tenemos que ser PROSPERADOS. MY RELACION CON DIOS DETERMINA MY PROSPERIDAD.:iroc-fron:iroc-fron


Seras de los que te metiste al Cristianismo con el fin de buscar la prosperidad economica si es asi mira lo que dice Pablo

Filipenses 4:11-13 11 No lo digo movido por la necesidad, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.
12 Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación.
13 Todo lo puedo en Aquel que me conforta.


Hubo momentos en que pablo no tubo nada y no quiere decir que no era prospero asi que el fundamento de estar en Cristo es necesario tener plata eso es falso, lo que si promete Dios es que nada te faltara pero no simpre abra abundancia, por este tipo de doctrinas es que muchos vienen al evangelio y al ver que la economia no crecern se descepcionan y le hechan la culpa a Dios cuando en realidad es de los hombres que no saben que hablar de prosperidad debe ser de prosperidad espiritual...
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Las sagradas escrituras nos hablan de Dios como el dueño del oro y la plata, tambien dice la palabra que Dios nos a dado el poder de ser sus hijos . SI tenemos un PADRE RICO (dueño del oro y la plata);como consecuencia de ser sus hijos tenemos que ser PROSPERADOS. MY RELACION CON DIOS DETERMINA MY PROSPERIDAD.:iroc-fron:iroc-fron

Bueno, entonces Dios ha premiado en gran suma a Carlos Slim, a Bill Gates, y al hindú Mukesh Ambani, seguramente por ser buenos cristianos... seguro que si lo son.

Los que se mueren de hambre en África, pues, simplemente se lo merecen ¿verdad Rony?
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

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No sean engañados por la codicia y la avaricia que son cosas que Dios aborrece ...

1 Timoteo 6:5

disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.

1 Timoteo 6:6

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;

1 Timoteo 6:7

porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.

1 Timoteo 6:8

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

1 Timoteo 6:9

Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;

1 Timoteo 6:10

porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

1 Timoteo 6:11

Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.

1 Timoteo 6:12

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.


Que diferencia ... entre la Palabra de Dios ... y los falsos profetas.

Que Dios les bendiga a todos

Paz a la gente de buena voluntad
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Mi situación económica nada tiene que ver con mi relación con Dios.

¿También ha sido usted seducido por el falso evangelio?.Parece que usted aún no ha entendido que el Reino de Dios es mucho más que vivir pobre o rico, sano o enfermo.

No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Yaveh?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.

Proverbios 30:8-9

Super correcta tu afirmación, es que no entiendo como ciertos pastores estan diciendo que Dios nos demuestra su amor dándonos prosperidad Económicas o ciertas cosas que pertenecen a este mundo.

Me sorprende la forma como tergiversan las escrituras, sacan pequeños fragmentos de toda la Biblia haciendo su propio texto y a la final dicen que el mensaje de la Biblia afirma lo que ellos dicen, que no nos puede hacer falta nada de lo queremos y que supuesta mente merecemos todas la riquezas de este mundo, solo porque creemos en El y tenemos Fe.

Una cosa patetica que presencie la otra vez en una iglesia de mi ciudad era como un pastor le hablaba a gente muy muy pobre, y les decia que demostraran cuanto amor sentían hacia Dios, que la forma de demostrarlo era sacando un billete y dándolo a la iglesia, entonces el pastor decia, "vamos a ver quien quiere mas a Dios" y los pobres feligreses se buscaban en sus bolsillos dinero que NO tenian para darlo a la iglesia. Este pastor parecia en una subasta, gritaba "este quiere mas a Dios.... no no .. este otro lo quiere mas" Joder que tristeza.

Me entristece que en las iglesias que se mencionan en este post, los feligreses empiecen a creer que entre mejor le vaya a uno u otro asi mismo Dios lo esta amando.

Van a tener muchas desilusiones y lo que van a hacer es alejar a toda esta gente del verdadero mensaje y de la verdadera Fe.
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Malaquias 3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Job 42:10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
Job 42:11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.
Job 42:12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,
Job 42:13 y tuvo siete hijos y tres hijas.
Job 42:14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.
Job 42:15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.
Job 42:16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Job 42:17 Y murió Job viejo y lleno de días


Dios nos prospera, en bendiciones, en economia algunas veces o en alguna otra forma.

Dios les bendice!
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Malaquias 3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Job 42:10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
Job 42:11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro.
Job 42:12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas,
Job 42:13 y tuvo siete hijos y tres hijas.
Job 42:14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc.
Job 42:15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.
Job 42:16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Job 42:17 Y murió Job viejo y lleno de días


Dios nos prospera, en bendiciones, en economia algunas veces o en alguna otra forma.

Dios les bendice!



El versículo de Malaquías habla de diezmos sobre la cosecha, no sobre el dinero.

Alfolí significa granero

Vayan y díganlo a esos falsos pastores que reclaman el diezmo del sueldo bajo falsas promesas de bendición material.

:elcaminan
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Las sagradas escrituras nos hablan de Dios como el dueño del oro y la plata, tambien dice la palabra que Dios nos a dado el poder de ser sus hijos . SI tenemos un PADRE RICO (dueño del oro y la plata);como consecuencia de ser sus hijos tenemos que ser PROSPERADOS. MY RELACION CON DIOS DETERMINA MY PROSPERIDAD.:iroc-fron:iroc-fron

Falso.

Este plantemiento simplista es típico entre los pseudoevangélicos neopentecostales, cuyo amor por el dinero les desvia de la Verdad del evangelio.

Saludos
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

Bueno, entonces Dios ha premiado en gran suma a Carlos Slim, a Bill Gates, y al hindú Mukesh Ambani, seguramente por ser buenos cristianos... seguro que si lo son.

Los que se mueren de hambre en África, pues, simplemente se lo merecen ¿verdad Rony?

Estimado Bari, el falso evangelio de la prosperidad o la fiosofía de la avaricia, es un fruto del neopentecostalismo y son una vergüenza para el cristianismo

Saludos
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

El versículo de Malaquías habla de diezmos sobre la cosecha, no sobre el dinero.

Alfolí significa granero

Vayan y díganlo a esos falsos pastores que reclaman el diezmo del sueldo bajo falsas promesas de bendición material.
Alfolí tambien significa recamara, amacén, y esta hablando del que esta en la Casa del SEÑOR.
Otras versiones lo traducen así:
(DHH) Traigan su diezmo al tesoro del templo, y así habráalimentos en mi casa. Pónganme a prueba en eso, a ver si no lesabro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más ricabendición.[3]

(BJ) Llevad el diezmo íntegro a la casa del tesoro, para que haya alimento en mi Casa; y ponedme así a prueba, dice Yahveh Sebaot, a ver si no os abro las esclusas del cielo y no vacío sobre vosotros la bendición hasta que ya no quede,

No es mentira de pastores, en la Verdad del SEÑOR.
Respecto a esto de que se refiere a la cosecha, Dios manda la decima parte, de que? de lo que el nos ha dado como fruto del trabajo, que era para muchos Israelitas? La Cocheca, que es para muchos en la actualidad, el salario o lo que te den diario para gastos.
Opino que si alguna persona diezma por querer que Dios le prospere para tener dinero, esta perdiendo el verdadero significado del diezmar, el recordar que Dios es el soberano de todo, aun de lo que decimos "nuestro" dinero, tal diezmo si es dado por avaricia es desagradable al SEÑOR.
Hermanos, no se pierdan la bendición de diezmar!

Dios les bendice!
 
Re: El falso evangelio de la prosperidad

2ª Cor 9:7

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.