La verdad es una, pero podemos acercarnos a ella de muchas maneras, al igual que podemos expresarla de muchas maneras. Existen dos maneras muy esenciales que pueden ser divididas en dos categorias básicas.
O nos acercamos a ella desde la mente, o nos acercamos a ella desde el corazón. Por eso hay dos tipos de religiones en el mundo, ambas verdaderas, ambas significativas, pero opuestas entre si: la religión de la mente y la religión del corazón.
La religión de la mente cree que si eliminamos los pensamientos, si te libras de la mente, llegas a la verdad. La mente es el obstáculo, la no-mente será la puerta. Budismo, Jainismo, Taoismo estas son las religiones de la mente. Son religiones del análisis profundo, religiones de la conciencia profunda, religiones de la iluminación.
Y luego tenemos las religiones del corazón: Judaismo, Cristianismo, Islam, Hinduismo. Creen que el camino discurre a través del corazón, que el corazón tiene que fundirse en el amado, en lo Divino.
Las primeras religiones son las religiones de la meditación, las segundas son las religiones de la oración.
Cuando Gautama Guda alcanzó la iluminación definitiva, el estado de no-mente, llegó al mundo del conocimiento del camino analítico, y el camino de cómo disolver todo pensamiento, volviéndose más o más consciente de los pensamientos. Basta con observar los pensamientos para que poco a poco vayan desapareciendo y te conviertes en un mero observador.
El camino de la oración no analiza; no intenta mantenerse consciente, o alerta. Al contrario, el camino de la oración se disuelve completamente en la oración. No debes ser testigo, no debes ser un observador. En el camino de la oración, el amor es el objetivo. Debes amar, debes estar tan lleno de amor que tu ego se disuelve en tu amor.
De ambas maneras el ego desaparece. Si estás totalmente alerta no hay ego, porque en estado de total alerta te vuelves tan transparente que no creas sombra alguna. Si estás profundamente enamorado de Dios, también desapareces, porque en el AMOR no puedes existir. El resultado es el mismo: el ego desaparece. Y cuando no hay ego, empiezas a saber lo que es la verdad. Por ambos caminos se llega al mismo final. La verdad es una.
Así que recordad esto. Todas las religiones conducen básicamente e intrínsicamente al mismo fin. Incluso cuando parecen contradecirse, incluso cuando parecen totalmente distintas, llevan al mismo final.
O nos acercamos a ella desde la mente, o nos acercamos a ella desde el corazón. Por eso hay dos tipos de religiones en el mundo, ambas verdaderas, ambas significativas, pero opuestas entre si: la religión de la mente y la religión del corazón.
La religión de la mente cree que si eliminamos los pensamientos, si te libras de la mente, llegas a la verdad. La mente es el obstáculo, la no-mente será la puerta. Budismo, Jainismo, Taoismo estas son las religiones de la mente. Son religiones del análisis profundo, religiones de la conciencia profunda, religiones de la iluminación.
Y luego tenemos las religiones del corazón: Judaismo, Cristianismo, Islam, Hinduismo. Creen que el camino discurre a través del corazón, que el corazón tiene que fundirse en el amado, en lo Divino.
Las primeras religiones son las religiones de la meditación, las segundas son las religiones de la oración.
Cuando Gautama Guda alcanzó la iluminación definitiva, el estado de no-mente, llegó al mundo del conocimiento del camino analítico, y el camino de cómo disolver todo pensamiento, volviéndose más o más consciente de los pensamientos. Basta con observar los pensamientos para que poco a poco vayan desapareciendo y te conviertes en un mero observador.
El camino de la oración no analiza; no intenta mantenerse consciente, o alerta. Al contrario, el camino de la oración se disuelve completamente en la oración. No debes ser testigo, no debes ser un observador. En el camino de la oración, el amor es el objetivo. Debes amar, debes estar tan lleno de amor que tu ego se disuelve en tu amor.
De ambas maneras el ego desaparece. Si estás totalmente alerta no hay ego, porque en estado de total alerta te vuelves tan transparente que no creas sombra alguna. Si estás profundamente enamorado de Dios, también desapareces, porque en el AMOR no puedes existir. El resultado es el mismo: el ego desaparece. Y cuando no hay ego, empiezas a saber lo que es la verdad. Por ambos caminos se llega al mismo final. La verdad es una.
Así que recordad esto. Todas las religiones conducen básicamente e intrínsicamente al mismo fin. Incluso cuando parecen contradecirse, incluso cuando parecen totalmente distintas, llevan al mismo final.