Todos los Hijos de Dios, en virtud del nuevo sacerdocio que es de todos los creyentes, poseemos ese poder del que habla la Confesión de Westminster, y que no sólo firman los teólogos que la hicieron sino todas las Iglesias que la reciben como constitución de orden doctrinal y disciplinar.
Ese poder del que hablan no tiene nada que ver con la confesión católica; porque ni es un sacramento, ni los pecados se perdonan por un poder que tenga el creyente.
Pero eso sí. Sólo se perdonan en la Iglesia, es decir en el Cuerpo de Cristo, Iglesia que sí lees la confesión de Westminster te darás cuenta de que no está definida como la presbiteriana sino como la universal invisible que es.
El perdón de los pecados pasa por la predicación de la palabra, pues sino es así el creyente no puede interiorizar en evangelio y saber que Cristo perdona sus pecados, sino toma esta consciencia personal en la Fe dentro de el único receptáculo que hay para la Fe, que es la Iglesia, sus pecados no pueden ser perdonados. Pues la expiación de Cristo sólo cubre a los que son de Cristo por el evangelio, y no a todos sin diferencia.
