Este es un aparte de una carta escrita por Albert Einstein en 1954, un año antes de morir, que encontré en Wikipedia:
“Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla. [...] No creo en la inmortalidad del individuo, y considero que la ética es de interés exclusivamente humano, sin ninguna autoridad sobrehumana sobre él.”
Frases como esta fueron las que posiblemente provocaron que la relatividad de Einstein no solo se aplicara a la variabilidad del espacio-tiempo con respecto a un observador, sino también a la moral y la ética humanas. Es bien conocido que a través de la historia se han creado y derrocado modelos políticos con cierta regularidad, si los mismos que rigen esos modelos rigen también la moral y la ética de los pueblos, entonces dichos principios también serán derrocados.
El problema de no reconocer autoridad sobrehumana sobre la ética radica en que es natural del ser humano romper principios creados por humanos, y como ya lo había dicho derrocarlos, pero si estos principios son creados por una autoridad superior a la humana, una autoridad a la que solemos llamar divina, entonces romper estas reglas se vuelve un fuerte asunto de conciencia y pesa más sobre el ser que si dicha autoridad divina no estuviera establecida. Como cristianos hemos aceptado ciertos principios heredados del pueblo judío (curiosamente, pueblo al que pertenecía Einstein) que llegamos a considerar divinos e inspirados y en casos particulares escritos directamente por la mano de Dios, a quien reconocemos como la autoridad sobrehumana que domina sobre nuestras conciencias.
Si bien es cierto que todas las religiones proclaman sus principios como inspirados por autoridades sobrehumanas, no hay que negar que desde el momento en que surgió la doctrina protestante, surgió también en occidente una revolución que permitió y nos permite hasta hoy (como ejemplo puedo citar que puedo escribir y publicar sin ningún temor este artículo) la garantía de derechos individuales que nos garantizan un desarrollo amplio como personas y como cristianos. Es precisamente a esa libertad a la que principios éticos heredados de una autoridad superior debe apuntar y hoy tenemos esos principios y como principios legítimos divinos son universales, inmutables, aplicables a todo ser humano y ejecutables en cualquier cultura.
Con esto quiero dar por sentado que creo firmemente en que los principios cristianos no son relativos sino absolutos, aunque tenemos capacidad de elegir y reflexionar, siempre existirán los absolutos; incluso la teoría de la relatividad de Einstein está basada en un absoluto: la velocidad de la luz. Gracias a que la velocidad de la luz es absoluta es posible deducir que las variables que tienen que ser relativas a un observador para que ese absolutismo se mantenga son el tiempo y el espacio.
La preocupación de Einstein y muchos otros científicos, creo que puede estar fundamentada en que la religiosidad ha sido a lo largo de la historia un impedimento para el avance científico. Incluso la religión, y sobre todo la religión cristiana, ha sido herramienta fundamental para el sometimiento de masas, ha sido utilizada por emperadores y tiranos para lograr sus propósitos, e incluso hoy en día incluso en denominaciones evangélicas las conciencias son sesgadas. Tal vez, el error que hemos cometido como cristianos es no dar a conocer con certeza que el mensaje de Jesús es un mensaje de libertad y no de yugo, queriendo decir libertad en todo sentido como individuos. La doctrina de Jesús nos garantiza libertad de pensamiento y de obra y no es un sesgo para el desarrollo del pensamiento, antes al contrario, pienso que lo estimula. Jesús incluso permitía que su doctrina fuera debatida y no se oponía a ello, sino que demostraba con hechos que era verdadera.
Esta es mi opinión y espero que todos ustedes la comenten y opinen sobre la misma a favor o en contra no importa (somos libres de hacerlo).
Dios los bendiga y guíe sus caminos.
“Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla. [...] No creo en la inmortalidad del individuo, y considero que la ética es de interés exclusivamente humano, sin ninguna autoridad sobrehumana sobre él.”
Frases como esta fueron las que posiblemente provocaron que la relatividad de Einstein no solo se aplicara a la variabilidad del espacio-tiempo con respecto a un observador, sino también a la moral y la ética humanas. Es bien conocido que a través de la historia se han creado y derrocado modelos políticos con cierta regularidad, si los mismos que rigen esos modelos rigen también la moral y la ética de los pueblos, entonces dichos principios también serán derrocados.
El problema de no reconocer autoridad sobrehumana sobre la ética radica en que es natural del ser humano romper principios creados por humanos, y como ya lo había dicho derrocarlos, pero si estos principios son creados por una autoridad superior a la humana, una autoridad a la que solemos llamar divina, entonces romper estas reglas se vuelve un fuerte asunto de conciencia y pesa más sobre el ser que si dicha autoridad divina no estuviera establecida. Como cristianos hemos aceptado ciertos principios heredados del pueblo judío (curiosamente, pueblo al que pertenecía Einstein) que llegamos a considerar divinos e inspirados y en casos particulares escritos directamente por la mano de Dios, a quien reconocemos como la autoridad sobrehumana que domina sobre nuestras conciencias.
Si bien es cierto que todas las religiones proclaman sus principios como inspirados por autoridades sobrehumanas, no hay que negar que desde el momento en que surgió la doctrina protestante, surgió también en occidente una revolución que permitió y nos permite hasta hoy (como ejemplo puedo citar que puedo escribir y publicar sin ningún temor este artículo) la garantía de derechos individuales que nos garantizan un desarrollo amplio como personas y como cristianos. Es precisamente a esa libertad a la que principios éticos heredados de una autoridad superior debe apuntar y hoy tenemos esos principios y como principios legítimos divinos son universales, inmutables, aplicables a todo ser humano y ejecutables en cualquier cultura.
Con esto quiero dar por sentado que creo firmemente en que los principios cristianos no son relativos sino absolutos, aunque tenemos capacidad de elegir y reflexionar, siempre existirán los absolutos; incluso la teoría de la relatividad de Einstein está basada en un absoluto: la velocidad de la luz. Gracias a que la velocidad de la luz es absoluta es posible deducir que las variables que tienen que ser relativas a un observador para que ese absolutismo se mantenga son el tiempo y el espacio.
La preocupación de Einstein y muchos otros científicos, creo que puede estar fundamentada en que la religiosidad ha sido a lo largo de la historia un impedimento para el avance científico. Incluso la religión, y sobre todo la religión cristiana, ha sido herramienta fundamental para el sometimiento de masas, ha sido utilizada por emperadores y tiranos para lograr sus propósitos, e incluso hoy en día incluso en denominaciones evangélicas las conciencias son sesgadas. Tal vez, el error que hemos cometido como cristianos es no dar a conocer con certeza que el mensaje de Jesús es un mensaje de libertad y no de yugo, queriendo decir libertad en todo sentido como individuos. La doctrina de Jesús nos garantiza libertad de pensamiento y de obra y no es un sesgo para el desarrollo del pensamiento, antes al contrario, pienso que lo estimula. Jesús incluso permitía que su doctrina fuera debatida y no se oponía a ello, sino que demostraba con hechos que era verdadera.
Esta es mi opinión y espero que todos ustedes la comenten y opinen sobre la misma a favor o en contra no importa (somos libres de hacerlo).
Dios los bendiga y guíe sus caminos.