El dolor os purifica, el dolor es el cincel que modela el corazón del hombre para que éste alcance espiritualidad. Para que vuestro dolor no sea estéril, necesitáis que la antorcha de la fe os ilumine para que tengáis elevación y paciencia en las pruebas.
Yo soy quien permite las pruebas en vuestro paso, para detener a vuestro espíritu cuando se aparta del camino de mi Ley para vivir sujeto tan sólo a su libre albedrío. Examinad el fondo de las pruebas; Yo os lo permito, para que comprobéis que cada una de ellas es como un cincel que va puliendo vuestro corazón. Esa es una de las razones por la cual el dolor os acerca a Mí.
Cada día trae sus pruebas y Yo miro cómo las recibís y el fruto que me presentáis. Muchas de esas pruebas son pequeñas y con ellas podíais dar principio a una vida de enmienda y perfeccionamiento, pero sin analizarlas las desecháis, y si así obráis ¿cómo podréis prepararos para pruebas mayores?
Las pruebas que encontráis en vuestro camino, tienen la virtud de retirar la materialidad de vosotros, para que así vuestro espíritu, engrandecido y lleno de Luz y Gracia, quede limpio, y al limpiar las pruebas también vuestra vida material, hayáis limpiado el vaso por dentro y por fuera.
Bendigo vuestras penas y lágrimas, pueblo amado, pero os digo que todavía no habéis aprendido a aceptar con amor y conformidad el cáliz de amargura.
No olvidéis que el mérito no consiste en sufrir, sino en saber sufrir con amor hacia el Padre, con fe y paciencia, a fin de extraer del sufrimiento el mayor provecho y las más profundas lecciones.
Si en vuestras pruebas no hubiese amor hacia la voluntad de vuestro Padre, no habréis hecho méritos ante Mí, no habréis sabido aprovechar la oportunidad de elevaros un poco más; por tanto, tendréis que volver a pasar por aquella prueba que es necesaria a vuestro espíritu.
Yo soy quien permite las pruebas en vuestro paso, para detener a vuestro espíritu cuando se aparta del camino de mi Ley para vivir sujeto tan sólo a su libre albedrío. Examinad el fondo de las pruebas; Yo os lo permito, para que comprobéis que cada una de ellas es como un cincel que va puliendo vuestro corazón. Esa es una de las razones por la cual el dolor os acerca a Mí.
Cada día trae sus pruebas y Yo miro cómo las recibís y el fruto que me presentáis. Muchas de esas pruebas son pequeñas y con ellas podíais dar principio a una vida de enmienda y perfeccionamiento, pero sin analizarlas las desecháis, y si así obráis ¿cómo podréis prepararos para pruebas mayores?
Las pruebas que encontráis en vuestro camino, tienen la virtud de retirar la materialidad de vosotros, para que así vuestro espíritu, engrandecido y lleno de Luz y Gracia, quede limpio, y al limpiar las pruebas también vuestra vida material, hayáis limpiado el vaso por dentro y por fuera.
Bendigo vuestras penas y lágrimas, pueblo amado, pero os digo que todavía no habéis aprendido a aceptar con amor y conformidad el cáliz de amargura.
No olvidéis que el mérito no consiste en sufrir, sino en saber sufrir con amor hacia el Padre, con fe y paciencia, a fin de extraer del sufrimiento el mayor provecho y las más profundas lecciones.
Si en vuestras pruebas no hubiese amor hacia la voluntad de vuestro Padre, no habréis hecho méritos ante Mí, no habréis sabido aprovechar la oportunidad de elevaros un poco más; por tanto, tendréis que volver a pasar por aquella prueba que es necesaria a vuestro espíritu.