Estimado Petrino:
Estimado Petrino:
Nos hace bien el dialogar, aunque ya de entrada reconocemos diferencias obvias que dificultan la comunicación.
Por ejemplo, tú hablas de “asistir a la Iglesia” y del “que no va a la Iglesia”, concepto vulgar y generalizado.
Bíblicamente, no es posible “asistir” o “no ir” a la Iglesia, porque la iglesia no es un espacio físico al que se va o no se va, sino que iglesia se es no bien los hermanos están juntos para darle al Señor la adoración y alabanza que merece, y recibir de Él la instrucción y bendición que todos necesitamos. Es posible que la pequeña congregación en determinado lugar apenas tenga para reunirse la sala de un hogar (como el de Priscila y Aquila), y otra mucho mayor cuente con un gran edificio capaz de acomodar miles de personas. Pero en cualquier caso, si toda la congregación pasara un día en el campo o en la playa a orillas del mar, la iglesia sigue siendo el conjunto de toda la hermandad congregada al nombre del Señor Jesús, y el edificio nunca es “iglesia” esté lleno o vacío, sino que iglesia es la asamblea de los santos reunidos, esté donde esté.
Estoy exponiendo el concepto neotestamentario, porque el común ya lo conocemos.
Por otro lado, en mi país (Uruguay) que es el menos cristiano del continente americano, las cosas funcionan al revés de lo que tú dices. Si el evangélico falta al culto dominical, su conciencia le molesta porque él está acostumbrado a asistir regularmente. Pero el católico no puede darse el lujo de “faltar”, ya que él ni siquiera va y el cura párroco no espera que vaya pues ni siquiera le conoce. Los hombres en su mayoría apenas pisan un templo católico para ceremonias familiares (bautizos, bodas y funerales), y consideran que “la iglesia es para las mujeres”. Es así, que aunque aquí también la católica es la religión mayoritaria (pues les alcanza con contar los bebés bautizados), si se contaran todos los católicos asistentes a la misa del domingo y los evangélicos a sus respectivas reuniones, estos últimos, pese a ser minoría, sumarían una mayor cantidad de asistentes. Aunque no todos los evangélicos en mi país son buenos practicantes de su fe, mayoritariamente sí son practicantes, lo que no ocurre con los católicos que apenas son profesantes de la religión tradicional y familiar. Como ves, el problema es bastante complejo.
Te saludo cordialmente.
Ricardo.
Estimado Petrino:
Nos hace bien el dialogar, aunque ya de entrada reconocemos diferencias obvias que dificultan la comunicación.
Por ejemplo, tú hablas de “asistir a la Iglesia” y del “que no va a la Iglesia”, concepto vulgar y generalizado.
Bíblicamente, no es posible “asistir” o “no ir” a la Iglesia, porque la iglesia no es un espacio físico al que se va o no se va, sino que iglesia se es no bien los hermanos están juntos para darle al Señor la adoración y alabanza que merece, y recibir de Él la instrucción y bendición que todos necesitamos. Es posible que la pequeña congregación en determinado lugar apenas tenga para reunirse la sala de un hogar (como el de Priscila y Aquila), y otra mucho mayor cuente con un gran edificio capaz de acomodar miles de personas. Pero en cualquier caso, si toda la congregación pasara un día en el campo o en la playa a orillas del mar, la iglesia sigue siendo el conjunto de toda la hermandad congregada al nombre del Señor Jesús, y el edificio nunca es “iglesia” esté lleno o vacío, sino que iglesia es la asamblea de los santos reunidos, esté donde esté.
Estoy exponiendo el concepto neotestamentario, porque el común ya lo conocemos.
Por otro lado, en mi país (Uruguay) que es el menos cristiano del continente americano, las cosas funcionan al revés de lo que tú dices. Si el evangélico falta al culto dominical, su conciencia le molesta porque él está acostumbrado a asistir regularmente. Pero el católico no puede darse el lujo de “faltar”, ya que él ni siquiera va y el cura párroco no espera que vaya pues ni siquiera le conoce. Los hombres en su mayoría apenas pisan un templo católico para ceremonias familiares (bautizos, bodas y funerales), y consideran que “la iglesia es para las mujeres”. Es así, que aunque aquí también la católica es la religión mayoritaria (pues les alcanza con contar los bebés bautizados), si se contaran todos los católicos asistentes a la misa del domingo y los evangélicos a sus respectivas reuniones, estos últimos, pese a ser minoría, sumarían una mayor cantidad de asistentes. Aunque no todos los evangélicos en mi país son buenos practicantes de su fe, mayoritariamente sí son practicantes, lo que no ocurre con los católicos que apenas son profesantes de la religión tradicional y familiar. Como ves, el problema es bastante complejo.
Te saludo cordialmente.
Ricardo.