El estar y el no estar congregados

28 Febrero 1999
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Este tema no tiene siquiera como llegar a ser polémico, pues es evitado.
Aunque la verdad todavía no se perciba con claridad, por lo menos se intuye, e incomoda hasta fastidiar que se cuestione la autenticidad de esa buena costumbre de “estar congregados”, y que es básica para darnos el status mínimo aceptable en nuestra comunidad.
El conocido y siempre citado texto de Hebreos 10:25 lamentablemente suele ser mal entendido y peor aplicado. El Nuevo Testamento Viviente expresa no lo que dice el texto griego sino lo que todo el mundo entiende, porque así se les ha hecho entender: “No descuidemos, como algunos, el deber que tenemos de asistir a la iglesia y cooperar con ella”. De aquí que para muchos cristianos evangélicos su acatamiento al texto implica cumplir con la gimnasia dominical de entrar a un edificio destinado al culto, sentarse, escuchar, cantar, ofrendar, saludar a algunos e irse, para al domingo siguiente repetir la misma rutina. Algunos se sienten atraídos por el sermón; otros por el coro y algunos solistas; unos por testimonios impactantes y otros esperan ansiosos el tiempo de oración pues tienen algunos problemas muy preocupantes. En los lugares más grandes y de estilo más moderno, hay montado todo un show que asegura un tiempo sumamente entretenido. Ya sea una monótona reunión de un grupúsculo hiper fundamentalista, o un bullicioso espectáculo de una mega iglesia, en todo caso la actividad del “congregado” no difiere gran cosa de lo descrito. Siempre que se le pregunta dónde se congrega, disfruta contestando con suma satisfacción dando con lujo de detalles las indicaciones del caso. Unos, a veces con indisimulado orgullo cuando el prestigio del lugar lo amerita; otros, con timidez o hasta cierto dejo de vergüenza cuando es desconocido y tampoco entusiasma hacerlo conocer. Pero en cualquier caso, lo importante es que se está dando un sitio de referencia que sirve para ubicar eclesiásticamente a la persona, nivelando la índole de relación que se puede tener, pues se trata de alguien que “no anda fuera de orden”.
Cuando a algunos de los tales les hemos dicho que eso no es estar congregados, nos han quedado mirando con los ojos duros sin atinar qué responder.
A otros, les hemos dicho que el congregarse como lo hacen, es pecado. Han estado al borde del infarto. Previendo el síncope enseguida citamos 1Co.11:17: “no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor”.
El sentido del texto griego (He.10:25) en nuestro idioma sería: “no dejando de reuniros vosotros mismos”. O sea, es inconcebible el cristiano solitario y aislado de los demás. Los que son de la fe de Jesús, se reconocen, se aman y ayudan unos a otros. Visitar y ser visitados, acudiendo a cuanto ocasión se les presente para adorar juntos, orar, alabar a Dios y ser instruidos en su Palabra, es un ejercicio tan propio y natural para los hijos de Dios, como el respirar y alimentarse diariamente. El clima de la iglesia naciente en Hechos 2:46 y 5:42 ha sido recreado a lo largo de estos casi dos milenios de historia de la iglesia.
Pero esta co-participación de todos y cada uno de los reunidos hacia el nombre del Señor Jesús (Mt.18:20) se caracteriza por estar Él en medio. Así las cosas se hacen como el Padre quiere, el Espíritu guía y en sujección a la única cabeza que es el mismo Señor Jesucristo.
Esto es el estar congregados: sin importar el número, el lugar ni la ocasión, el Gran Pastor de las ovejas está en el centro, y ellas paciendo a su alrededor, alimentándose y aprendiendo de Él, conociéndole cada día mejor, y siendo transformadas a su semejanza.
No tener un gran edificio que cobije la congregación, ni un cartel mostrando el nombre de la iglesia y la denominación, ni un pastor que presida, haga y deshaga a su antojo, ni un programa que seguir, ni una habitual asiduidad, no deja al cristiano en condición de ilegalidad, si aprovecha de cuanta ocasión le es propicia para considerarse unos a otros, estimulándose al amor y a las buenas obras (versículo anterior. He.10:24). De una congregación así, ningún hermano se aparta.
Ricardo.
 
Re: El estar y el no estar congregados

O sea, es inconcebible el cristiano solitario y aislado de los demás.
Absolutamente de acuerdo. Tertuliano decía lo mismo en el año 200: UNUS CRISTIANUS, NULLUS CRISTIANUS. No hay cristianismo solitario.

Para nosotros, asistir a la liturgia dominical es ley de la Iglesia.
 
Re: El estar y el no estar congregados

Tampoco yo voy a negar el suspiro de alivio y satisfacción que me embargaba cada vez que llegaba y me sentaba en un largo y lustroso banco, y mi vista se recreaba en la contemplación del bien labrado púlpito, en aquel ámbito sencillo pero no carente de ciertas reminiscencias góticas. La misma estructura externa, ya sea que hubiera una cúpula o una torre ojival, en estilo victoriano o renacentista, predisponía favorablemente el ánimo de quienes nos acercábamos a ese lugar con la dulce sensación que allí de alguna manera Dios habitaba en forma más permanente y manifiesta que cualquier otro lugar en el mundo. En otras etapas de la vida, el edificio era más moderno y funcional; pero la sensación seguía siendo la misma. Una dulcísima impresión nos producía ese entorno de un lugar consagrado al culto divino, donde todo cuanto se hacía y oía contrastaba tanto con el diario trajinar, y la problemática familiar y laboral. La tan apetecida espiritualidad al fin era colmada durante esa hora o poco más que duraba el servicio, y salíamos de allí con la conciencia liberada de haber cumplido con Dios y los hermanos. ¡Estábamos congregados! – o al menos era lo que entonces imaginábamos.
La mayor prueba del amor fraternal consistía en no meterse en la vida de nadie. Nos inspirábamos en las palabras bíblicas “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Gn.4:9) sin preocuparnos de quien las dijo. Además, íbamos allí “por el Señor” no “por los hermanos”, así que si estaban presentes o no, si nos saludábamos o no, si tenían aspecto de santos cristianos o mundanos libertinos, etc., etc., era problema de ellos y no nuestro. En todo caso, allí estaba el pastor a quien le pagábamos un sueldo para que se ocupara de esos detalles. ¡Estábamos congregados!
No conocíamos tan bien las facciones de nuestros hermanos como sus nucas. Acostumbrados a sentarnos en una fila de bancos tras otra, apenas sabíamos da las arrugas del rostro o del maquillaje que las disimulaba, pero casi podíamos contar sus canas y darnos cuenta si alguien se estaba atrasando con el teñido de sus cabellos. Otra distracción interesante era admirar la distinta trama del encaje de las mantillas de las hermanas. Las jóvenes las usaban preferentemente blancas y las ancianas negras. De los hermanos, lo mejor que recordamos era su movimiento de cabeza de arriba abajo asintiendo a cada declaración del predicador, como si ellos tuvieran la responsabilidad de estar dando pública aprobación a lo que se decía. A los jóvenes nos resultaba gracioso cuando después de la reunión les preguntábamos su opinión sobre algún punto en especial, y no recordaban haberlo escuchado, pese a tantas muestras de asentimiento. ¡Estábamos congregados!
Apenas había un factor preocupante que probaba los límites de nuestra tolerancia – que no llegaban muy lejos – y que eran los disidentes. No los que habían pecado groseramente y puestos fuera de comunión, pues su propio pecado resaltaba nuestra santidad, y tarde o temprano podían arrepentirse y ser restaurados. Los que rompían nuestra paciencia eran los desconformes;
los que se pasaban señalando los equívocos y los defectos; usaban la Biblia nada más que para denunciar los errores predicados o tachando de “antiescriturales” algunas de nuestras prácticas. Amorosamente, y haciendo uso de su infinita paciencia nuestro pastor les decía:
- Allí está la puerta abierta. Aquí nadie es imprescindible. Pueden irse cuando quieran.
Pero estos insolentes no se iban, pues insistían en que como congregación debíamos volvernos al Señor y a su Palabra.
¡Pretendían que nos reconvirtiéramos! Al final, terminaban siendo expulsados y de ese modo eran escarmentados cuantos suspiraban por recrear una santidad que traería el avivamiento. Pero pese a todo, ¡estábamos congregados!
Ricardo.
 
Re: El estar y el no estar congregados

Siempre he creído que una cosa es la religiosidad y los efectos narco-espitualoides que produce asistir a los cultos, y otra muy diferente vivir A CRISTO, EN CRISTO Y CON CRISTO.

La religión es al espíritu del hombre, lo que un placebo a un enfermo. La auto-sugestión de tipo religioso es muy poderosa y atractiva, apacigua momentánemente nuestra sed espiritual, pero SÓLO CRISTO DA EL AGUA DE VIDA, Y NUNCA JAMÁS SE VUELVE A TENER SED.

Felicidades por tus aportes hermano Ricardo. Será un placer mantener contacto via e-mail contigo.

:elcaminan
 
Apreciado Caminante:

Apreciado Caminante:

Es recìproco el placer que me produce el leerte.En próximo aporte tratará de investigar más profundamente el asunto de la genuinidad de nuestra identidad cristiana.
Tú lo expresas muy bien con la leyenda:
"Hay quienes se alimentan con palabras de hombre que hablan sobre Dios, creer y obedecer la Palabra de Dios es algo muy distinto".
"Hay quienes se alimentan con palabras de hombre que hablan sobre Dios, creer y obedecer la Palabra de Dios es algo muy distinto".
Creo que por ahí está la cosa.
Nos seguimos hablando.
Ricardo-
 
III

III

En este tercer aporte, quisiera decir que el espíritu del Anticristo que ya estaba presente en el mundo desde los tiempos del apóstol Juan (1Jn.4:3), faltando ahora ya poco para la manifestación de aquel inicuo, viene operando en forma acelerada el misterio de la iniquidad (2Ts. 2:7,8), de tal manera que muchas veces no le es sencillo a los escogidos detectar esta acción impía, pues no salimos todavía del impacto producido por una sorprendente noticia que nos toma desprevenidos, cuando ya se nos viene encima otra todavía mayor que nos deja estupefactos. Como las diez vírgenes que cabeceaban todas hasta dormirse por la tardanza del novio, así muchos de nosotros pareciera que no salimos del letargo en que estamos sumidos.
El relativo confort en que algunos viven, disfrutando de éxitos y logros personales que invariablemente se toman como bendiciones de Dios cuando no siempre es así (a veces son pruebas), les mantiene indiferentes con respecto a la realidad espiritual del momento profético que estamos viviendo en el reloj de Dios.
Es así, que tras la marcha atrás experimentada recientemente en el movimiento ecuménico por el retroceso a la situación imperante antes del Concilio Vaticano II, se experimentará una vuelta de tuerca con la que Roma recuperará mucho cediendo muy poco. Protestantes, reformados y evangélicos de toda laya, finalmente minimizarán lo que tendrán que reconocer, y maximizarán las ventajas a obtener al lograr el objetivo largamente buscado de la unidad de toda la iglesia cristiana.
Sabemos que tras la manifestación del hombre de pecado que se opone al Hijo (Anticristo), del Falso Profeta que remeda al Espíritu Santo y del mismo Diablo y Satanás que se alza contra el Padre, esta trinidad diabólica en su gobierno espiritual universal comandará la Anti Iglesia revelada en el Apocalipsis como Babilonia la Grande, la madre de la rameras, en la que “se halló la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que han sido muertos en la tierra” (Ap.18:24).
De una manera similar al sistema impuesto en los regímenes totalitarios donde se concedía una relativa libertad de reunión a las iglesias registradas y controladas por el Estado, así también esta falsa “Iglesia” obligará a un cuidadoso registro de sus miembros. Así como la llamada “iglesia subterránea” o “iglesia del silencio” fue perseguida tras las cortinas de hierro o bambú, así también lo serán los cristianos que hayan quedado o que se convirtieron después del rapto.
Pero la nueva mentalidad ya se percibe en nuestros propios círculos evangélicos. Esta obsesión por denostar a cuantos no estén “congregados” en la forma generalmente asumida por todas las denominaciones, hace caso omiso del buen testimonio y sana doctrina que un hermano tenga, incluso hasta de estar activo en la obra del Señor, si no se está como miembro ordinario en alguna de las iglesias establecidas. De estarlo, poco importa todo lo demás con la sola excepción de su habitual aporte fiduciario. Existe actualmente una severa marginación de estos hermanos, recibiendo un trato similar a los inmigrantes ilegales o indocumentados en Norteamérica y la Comunidad Europea. Se les ve como enemigos del sistema, pues en lugar de apostatar, irse al mundo o naufragar en la fe, se mantienen lo más campantes en su ostracismo llegando al colmo hasta de apiadarse de los pastores formales, visitándoles y compartiéndoles cuanto aprendieron del Señor en su Palabra. Tal entusiasta actitud es de lo más desconcertante y mortificante. Así que la única forma de contrarrestarla es con la indiferencia, en una conspiración del silencio que les lleva a no dar trabajo, no visitar, no conversar y ni siquiera mentar a tales hermanos, como si fuesen raídos de sobre la faz de la tierra. ¡Cuidado con los congregados! Claro está, esto que decimos no atañe a todos los congregados. Los que lo están al nombre del Señor, pues Él es su única Cabeza, Maestro y Líder (Mt.23:10 gr.), el Espíritu Santo el único que reparte los dones como Él quiere, disponiendo con libertad y orden la forma correcta de su uso (1Co.cps.12 al 14), y la Sagrada Escritura como manual, confesión de fe o estatutos a la que todos se obligan como norma única a seguir, pues con tales congregados ¿qué problema podría haber? Pero cuando existe una tradición humana (- Nosotros siempre lo hicimos así);
una voluntad caprichosa de unos pocos activos sobre los muchos pasivos; una dinastía familiar que se trasmite de generación en generación, pero ya sin la piedad, testimonio y doctrina de los ancestros; una plutocracia donde los que tienen más reinan sobre los que tienen menos; y una falta de solvencia espiritual, moral e intelectual que tampoco la tuvieron los reyes sólo por ser de sangre azul; pues en tal caso habría que revisar en dónde, a quién y para qué se está congregado. Más de cuatro se llevarán la sorpresa de que el mantenerse “congregados” en la deplorable forma que sobrellevan su situación, responde al sólo efecto de exhibir el Pasaporte necesario que les acredite ante cualquier iglesia, denominación o institución cristiana cualquiera fuese, que por más dispares y antagónicas que sean, existe un tácito consenso impuesto por aquel “espíritu” del que hablaba San Juan, de aceptar a todos los que están dentro de ese régimen formal. Luego seguirá la marca en la mano o en la frente.
Responder al llamado del Señor en Ap.3:20 (es mejor estar fuera de la iglesia con el Señor que dentro de ella sin Él), saliendo a Él fuera del campamento llevando su oprobio (He.13:13), será un testimonio que sin duda animará de aquí a poco a muchos hermanos dentro del sistema que responderán al postrer llamado del Señor: “¡Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas!” (Ap.18:4).
¡Qué Dios nos dé mayor gracia para despertarnos del sueño y distinguir la diferencia entre estar congregados como SINAGOGA o como EKKLESIA!
Ricardo.
 
Epílogo

Epílogo

Una palabra final es necesaria para que no haya malentendidos. Con el contenido de este epígrafe de ninguna manera se pretendió desestimular a los congregados y disculpar a los no congregados. ¡Todo lo contrario! Si alguien presumiese de ser miembro de la iglesia universal desestimando su participación en la iglesia local, todavía le está haciendo falta aprender los rudimentos del evangelio. Jamás estuvo en el propósito de Dios que cada oveja perdida, buscada, hallada y salvada por el Buen Pastor que amándola puso su vida por ella, luego la soltase para que ella construyera su propio aprisco, disfrutando en su soledad de la bendición que pudiera arriesgar perderla de compartirla con los demás. ¡No, esto no ha pretendido ser jamás una apología del aislamiento individualista!
Lo que sí se ha procurado hacer con los aportes anteriores, es mostrar que:
a) No todos los que confiesan estar congregados, en realidad lo están.
b) No todos los que parecen no estar congregados, realmente no lo están.
Esto podría hacernos pensar, examinarnos a nosotros mismos, y así evitarnos cualquier apresuramiento tanto al convalidar como suficiente cualquier referencia a una afiliación eclesiástica, como a desconfiar y desestimar a cualquiera que no lo haga de la manera esperada. Podemos cometer injusticias capaces de acarrear dolorosas consecuencias en uno y otro caso. En ocasiones contravenimos el mandamiento del Señor al no juzgar con justo juicio sino según las apariencias (Jn.7:24). No siempre nuestro criterio está siendo inducido por la Palabra de Dios sino que inconscientemente la invalidamos al seguir las tradiciones de los hombres, pues los cristianos también asumen comportamientos farisaicos (Mr.7:3-13).
El problema se suscita por la ignorancia o por la deficiente doctrina en los siguientes dos aspectos:
1 – Qué es realmente una iglesia local (ya que con el concepto de iglesia universal no suele haber problema).
2 – Qué es realmente el estar congregado.
Apenas muy brevemente repasemos las ideas que sobre estos particulares se tienen, ya que algo ya llevamos dicho.
1 – La idea más vulgar sobre la “iglesia local” coincide con sólo dar vuelta la expresión, porque el local de la iglesia suele describirla, ya sea este un grande y majestuoso edificio construido al efecto, un ex cine o teatro, un salón alquilado o una sala en una residencia particular. Antiguamente bastaba cualquier recinto si al frente ostentaba un cartel: “Iglesia Evangélica Fulana de Tal”, con el anuncio de los días y horarios de las diversas reuniones. Actualmente se está prefiriendo evitar la palabra “Iglesia”, usándose otros términos religiosamente menos comprometidos. Antiguamente también bastaba que adentro del recinto hubiera una fila de bancos con Biblias e himnarios distribuidos sobre los mismos, textos bíblicos colgados de las paredes, un misionero o pastor predicando desde una plataforma, su esposa tocando el armonium en el rincón de al lado, y alguna mujeres con niños escuchando, con muy rara presencia de hombres. Actualmente las cosas han cambiado bastante, pues la banda musical y equipos de amplificación han pasado a ocupar un lugar predominante, así como otros artilugios de la más moderna tecnología. En nuestras ciudades modernas suele haber muchas de estas iglesias, y no ha sido raro ver dos en la misma cuadra o manzana, o una frente a otra. Así que la gente del vecindario dispone de muchas opciones, por lo que aquellas tienen que competir entre sí con ofertas que puedan ser atractivas para sus virtuales adeptos. En unas tendrán que afiliarse registrándose como miembros con todas las estipulaciones exigibles, incluyendo el pago puntual de los diezmos. En el otro extremo, están las que no requieren más que la simple habitual asistencia. En cualquier caso, los comparecientes a los cultos regulares tienen todo su derecho a sentirse legítimamente como congregados en ese lugar. Si luego no les gusta, o tienen algún problema, saben que se les abrirán las puertas de otras iglesias donde serán recibidos con bombos y platillos. Después, podrán seguir el ciclo de entradas y salidas ¡el asunto es el de estar congregados!
La doctrina bíblica, en cambio, enseña que la iglesia local es una expresión de la iglesia universal en un punto geográfico dado. La imposibilidad real de congregar al mismo tiempo y en un mismo lugar a todos los cristianos del orbe entero, exige que esa iglesia única esté representada por todos los hermanos que habitan una misma zona geográfica. De allí que el singular “la iglesia” siempre se emplee al lado del nombre de una ciudad, y el plural “las iglesias” cuando se trata de una provincia o región como: “las iglesias de Galacia” o “las siete iglesias que están en Asia”. Estas son las iglesias locales que el Señor reconoce como propias porque ellas también le reconocen a Él como única Cabeza. Esta es la iglesia que Él anunció que edificaría. La promesa de Mt.16:18 es para esta iglesia; no para la del pastor Fulano o el misionero Mengano. Del mismo modo que nosotros no elegimos la familia en la que nacemos, naturalmente tampoco elegimos iglesia si ya hay una expresión local del cuerpo de Cristo en la zona que vivimos. Pero si lo que hay, no es esa expresión local, sino la de una denominación vernácula o extranjera, con sede central en la capital del país o en alguna otra gran ciudad norteamericana o europea, pues entonces esa ya no es la iglesia de la que venimos hablando. Es una sucursal; y eso ya es otra cosa. Entonces, los que han recibido luz del Señor y entendimiento de su Palabra, no querrán asociarse en ese terreno divisivo y competitivo. Tendrán que sobrellevar el vituperio de Cristo como “no congregados” a ojos de los demás, aunque ellos lo estén a Cristo y con cuantos invocan su Nombre de corazón puro.
2 – Respecto al asunto de estar congregados, ya estuvimos viendo como para la generalidad de los cristianos no difiere gran cosa del estar asociado a un club mundano, ya sea social, cultural o deportivo. Se paga una cuota mutual, se asiste con regularidad a los eventos programados, y periódicamente se eligen autoridades y realizan asambleas ordinarias y
extraordinarias.
Bíblicamente, la idea es muy distinta. A más de lo que anteriormente fue dicho sobre el verdadero sentido de estar congregados al nombre de Cristo, y que más que proferir repetidamente su nombre implica el hacerle caso (Lc.6:46), lo que pudo haber incidido a distorsionar la noción - junto a otras malas interpretaciones de las Escrituras -, es la deplorable exégesis de Mateo 12:30: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama”.
Comúnmente suele enseñarse que aquí Jesús nos está hablando de que si no recogemos la cosecha junto con Él, las espigas de trigo las iremos perdiendo por el camino; o bien que de no estar pescando junto a Él siguiendo sus instrucciones, dejaremos ir los peces; o todavía quizás se tratara de estar llenando odres con agua o con vino, desperdiciando el contenido. Las palabras “recoge, desparrama”, parecen favorecer estas ideas. Pero al mirar el texto griego, mejor que recoger, la idea más bien parecía ser no sólo la de juntar ovejas en unión con Él, sino que se
proyectaba en el pensamiento el hecho de allegarlas, arrimarlas, agregarlas, añadirlas a Jesús mismo, como si Él fuese quien realmente las captaba como un gran centro de atracción.
Así, deberíamos también entender de Hch.2:41 que aquel día fueron agregadas o añadidas como tres mil personas, por supuesto que a la primitiva compañía de los ciento veinte, pero en primera instancia a Cristo mismo, quien era Él mismo que diariamente agregaba a aquella unidad a los que iban siendo salvados (v.47).
Así también Pablo en Col.2:19 no concibe posibilidad de crecimiento si no es en unidad a la Cabeza, nutriéndose de todo lo que el organismo entero aporta a la perfecta unidad del cuerpo. A diferencia de las empresas humanas, en la iglesia de Cristo todo miembro es imprescindible, de modo que no pueda prescindirse de ninguno, por lo cual hasta los que fuesen
disciplinados oportunamente deben ser restaurados a la comunión.
Finalmente, recuérdese siempre que en la reunión de la asamblea no se es nunca asistente, concurrente o compareciente, sino siempre participante. Cuando “toda la iglesia se reúne en un lugar… cada uno de vosotros tiene…” (1Co.14:23,26).
Por supuesto que en una iglesia numerosa no habrá oportunidad para la participación de todos, pero a lo menos “todos” deberán estar prontos y dispuestos para que si estando sentados, el Espíritu les impulsa a contribuir con algo (v.30), puedan hacerlo para edificación de todos, y jamás aprovechando para su lucimiento personal.
Por supuesto que todos entendemos que en este mundo que vivimos jamás podremos estar congregados a la perfección.
Si ya en los primeros tiempos Pablo debió reprender a las iglesias que no hacían las cosas bien, y el mismo Señor amonestó a seis de las siete iglesias en Asia, las deficiencias o anomalías no son razón suficiente para que cualquiera decida apartarse. Con todos sus defectos, aquellas todavía seguían siendo iglesias de Cristo. El problema actual es al revés: con todas sus virtudes, muchas de las así llamadas iglesias ni siquiera lo son; y aquí el problema no es de su estado o condición, sino de identidad. Sus dirigentes no reconocen la exclusividad del señorío de Cristo (2Pe.2:10) y el Señor no reconoce a los obreros de maldad (Mt.7:23). En un “lugar alto” o sinagoga de Satanás también puede rendirse culto y enseñarse Biblia, pero nuestro Señor no está involucrado en ello por más que se le invoque y se le cante.
Es posible que ahora un amable forista nos cuestione o nos comparta su dilema:
- Sé que no estoy lo que se dice “escrituralmente” congregado, sino apenas en la fórmula que todos entienden y asienten.
¿Pero qué puedo hacer ahora? ¿Acaso no es preferible estarlo en la forma en que todos parecen estarlo, por más Ilusos que seamos al respecto, que a no estarlo en absoluto como algunos pocos “iluminados” están ahora
presumiendo?
Si dejo de congregarme a la manera acostumbrada, para buscar hacerlo de una manera en la que pueda ser leal a mi conciencia, perderé mi trabajo, ministerio, lugar en la iglesia, prestigio ganado y reconocimientos a toda mi labor. No me animo.
- Lo comprendo. El riesgo es grande. Pero hay también una voz final que cada día nos va resultando audiblemente más próxima: “¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap.22:12).
Ricardo.
 
Re: El estar y el no estar congregados

Para todos aquellos que creemos que las Escrituras de la Biblia son el mapa
de Dios; ¿no nos resulta sospechoso, tanto esperto tratando de guiarnos?

Tantos "líderes" vendiendo la correcta interpretación del mapa; pero sin
mostrar los maravillosos paisajes y tesoros de la tierra a la que nos guía.

Asistir a una liturgia, culto, o servicio; ¿no se convierte en un "vicio"?

Y la selebración; ¿no se convierte en un show de "santo entretenimiento"?

Nuestro prójimo sediento de realidad espiritual, "de Dios"; y nosotros, ya
creyentes, ¿somos ayudados o distraidos en el camino espiritual, por las
formas tradicionales, de lo que llamamos "estar congregados"?

¿Será posible "consumir" algo no prefabricado?; que no rinda en la práctica
pleitesía a ningún hombre o grupo de ellos, denominación o sistema
dogmático. Que además no nos demande dinero y sumición, para sú própia
existéncia.

Si es de Dios, no va a morir. Si no es de Dios, por favor "déjela morir" pues
en tal caso, Dios mismo se alegrará. :pconfetti

Preste atención a quienes se ofenden con mis palabras, y vea si no son
aquellos que buscan glória los unos de los otros, los que no pueden creer. :05:


Y el Dios de paz sea con todos ustedes.
 
Re: El estar y el no estar congregados

creo que congregarse es una cosa buena, pero no obligatoria. si uno quiere estar solo y su conciencia no lo condena, que este.

si esta predicando con gentiles esta congregado? no lo creo pues esta con no creyentes.

si yo le he suplicado a mi Señor Jesus que venga a y habite en mi corazon y el Espiritu Santo esta conmigo como puedo estar solo?

Jesus Cristo regrese pronto
 
Re: El estar y el no estar congregados

si yo le he suplicado a mi Señor Jesus que venga a y habite en mi corazon y el Espiritu Santo esta conmigo como puedo estar solo?
Si no me equivoco, ese es el concepto evangelico de Iglesia: una suma de creyentes que está cada uno en su casa leyendo la Biblia.

Que peligroso esto: yo y Dios. Dios y yo. Relación personal, salvador personal, lectura personal, estudio personal. En otras palabras: cristianismo personal.

Yo soy enemigo acérrimo de los cristianismos personales. Tantas veces usó Jesús la comparación del Pastor y el rebaño. Es tan sugerente esa escena donde de alguna manera tiene su nascimiento la Iglesia, en Pestecostés, donde estaban todos los creyentes reunidos, y vino el Espíritu Santo sobre ellos. Dios podría perfectamente haber tenido a cada creyente y discípulo en su casa y mandar una llamita de fuego sobre cada uno por separado. Pero no fue así la voluntad de Dios.

Si los cristianos viven una relación aisalada y personal con Dios, no tiene sentido la Iglesia.
 
Saludos Ricardo

Saludos Ricardo

No tener un gran edificio que cobije la congregación, ni un cartel mostrando el nombre de la iglesia y la denominación, ni un pastor que presida, haga y deshaga a su antojo, ni un programa que seguir, ni una habitual asiduidad, no deja al cristiano en condición de ilegalidad, si aprovecha de cuanta ocasión le es propicia para considerarse unos a otros, estimulándose al amor y a las buenas obras (versículo anterior. He.10:24). De una congregación así, ningún hermano se aparta.
Ricardo.
Esto que describes hace parte de la organización que tiene una comunidad, tal como lo es una Iglesia o grupo de creyentes. Debe tener un espacio o edificio ya sea grande o pequeño. Un aviso o letrero para que puedan ubicar la dirección los nuevos creyentes o caminantes que busquen una Iglesia Cristiana. El pastor es el que dirige el grupo conforme a la doctrina de Cristo.
El programa habitual da un orden a la congregación. La asiduidad no es impositiva pero nace del corazón asistir con regularidad.

Saludos y un placer volver a leer tus excelentes comentarios Hermano
 
Re: El estar y el no estar congregados

Querido Petrino se equivoca, el concepto Evangélico de Iglesia, es demasiado
parecido al Católico, al Mormonista, y al Atalayista; de hecho es igual.
Sumisión a la autoridad de la organización, y "congregados" con tal fin.
Si en tales sistemas algunos conocemos algo de Dios, será por esta "relación
personal" tan peligrosa, de la cual tú eres enemigo acérrimo.
¿Como se te manifiesta amado, ésta tú enemistad? ¿Con amor que todo lo
soporta?

Solo una vez Jesús afirma ser el "único" pastor, del "único" rebaño Jn.10, y
es más que suficiente, para que salgamos mediante Él del "redíl" hacia los
ricos pastos Sal.23.

Si los cristianos "viven" solitária y personalmente con Dios, harán experiencia
del sentido de la Iglesia. La comunión de las almas, y no la competencia de
los egos.

Carlos, amado, como ya dije, Jesús el ÚNICO pastor y LÍDER, dirije sú rebaño
o Iglesia conforme a SÚ voluntad.

El programa habitual da un orden sectario y contrario a la voluntad de Jesús.

La asiduidad no puede ser menos que impuesta por ósmosis, y produce un
estereotipo de creyente denominacional.

Pero la luz, que es el Cristo, sigue brillando en lo profundo de nuestros
corazones, como en el caso de Mario.

¿Como estar solo en Cristo? ¿Como apoyar un sistema que retroalimenta la
soledad?

Si nosotros no alimentaramos el sistema falso, el tál moriria. Porque no tiene
vida propia.

Solo el Cristo tiene vida; ¡¡¡ VIVE !!!
 
Re: El estar y el no estar congregados

Excelente, se nos manda a no dejarnos de congregarnos... Y gracias a Dios que usas el termino congregarnos por que es el correcto. Pero no es sentarse y no mirar para los lados para evitar a los hermanos.... como tampoco es montar un club social y no parar de hablar con el que está a tu lado y peor salir al patio a caharlar con el maiguito... Las casa de Dios casa de oracion será llamada... Lo mas correcto segun lo que el mismo Cristo dijo es saludar en reverencia y silencia al entrar para luego sentarnos a orar esperando el comienzo de las alabanzas y la enseñanza. Gracias por tan hermoso tema: No dejemos de congregarnos, exhortemos, osea repitamos la palabra de Dios entre nosostros, no el chisme no a la murmuracion, las quejas y la discodia... Amamenos de corazon.
 
Re: El estar y el no estar congregados

Si no me equivoco, ese es el concepto evangelico de Iglesia: una suma de creyentes que está cada uno en su casa leyendo la Biblia.

Que peligroso esto: yo y Dios. Dios y yo. Relación personal, salvador personal, lectura personal, estudio personal. En otras palabras: cristianismo personal.

Yo soy enemigo acérrimo de los cristianismos personales. Tantas veces usó Jesús la comparación del Pastor y el rebaño. Es tan sugerente esa escena donde de alguna manera tiene su nascimiento la Iglesia, en Pestecostés, donde estaban todos los creyentes reunidos, y vino el Espíritu Santo sobre ellos. Dios podría perfectamente haber tenido a cada creyente y discípulo en su casa y mandar una llamita de fuego sobre cada uno por separado. Pero no fue así la voluntad de Dios.

Si los cristianos viven una relación aisalada y personal con Dios, no tiene sentido la Iglesia.


veras amigo pretino, discrepo de tu punto de vista en demasia, creo que hay cosas que son buenas para hacer, pero no obligatorias, como el bautizmo, la santa cena, el ayuno, etc.

si, me he congregado, he ayunado, he predicado y he tomado la santa cena, pero eso no es fundamental para la salvacion, solo El Señro es fundamental para la salvacion, lo demas son buenas obras.

si quieres conciderate mi enemigo eta bien, mi Dios y Señor me manda a amarte. pero lo que no amo es tu religion.

1º de San Juan 2:27 Pero la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe; mas como la unción misma os enseña de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado, perseveraréis en él.

veras yo no tengo la necesidad de que un cura me enseñe algo, yo he aceptado a mi Salvador y el me ha dado el Espiritu para que me guie.

un saludo a norberto 7

Jesus Cristo regrese pronto.
 
A Petrino y Mario Alvarez:

A Petrino y Mario Alvarez:

Petrino:
Lo que yo admito y denuncio de un mal muy de lamentar entre la generalidad de los evangélicos - el considerarse "congregados" cuando no son más que comparecientes a un culto-, es todavía más acuciante y notorio desde siempre en la generalidad del catolicismo, donde unos no se tratan con otros y ni siquiera se conocen. Las excepciones actuales en ciertas comunidades eclesiales con cierta vitalidad más dinámica no alcanza a desvirtuar el juicio anterior.

Mario Alvarez:
Hay muchísimas cosas que hacen a la vida cristiana, que aunque nada tengan que ver con nuestra salvación - sólo por gracia, sólo por Cristo, sólo por fe -, son tan importantes como las más pequeñas, si es Su voluntad y propósito revelado que las hagamos; como el bautismo que sigue a la conversión y el memorial de la Cena del Señor en expectación a su pronta venida. No existe otra "obligatoriedad" que la que nos impone nuestra incondicional obediencia al que llamamos Señor con propiedad, sólo si hacemos lo que Él nos manda.
Afectuosos saludos.
Ricardo.
 
Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Petrino:
Lo que yo admito y denuncio de un mal muy de lamentar entre la generalidad de los evangélicos - el considerarse "congregados" cuando no son más que comparecientes a un culto-, es todavía más acuciante y notorio desde siempre en la generalidad del catolicismo, donde unos no se tratan con otros y ni siquiera se conocen. Las excepciones actuales en ciertas comunidades eclesiales con cierta vitalidad más dinámica no alcanza a desvirtuar el juicio anterior.
Ok, acá yo veo dos cosas. Una es no asistir a la Iglesia y eso yo lo considero pésimo, tanto en catolicos como en evangelicos. Acá yo pongo la diferencia en que un evangelico que no va a la Iglesia, no siente ningun emordimiento de conciencia, y no considera malo lo que hace. El catolico que no va a la Iglesia sabe con objetividad que es malo y que falta a un precepto.

Ahora, tú te refieres a otro asunto, especificamente a asistir a la Iglesia y no relacionarse con nadie. Bueno, eso es malo, pero hay que entender algunas circunstancias en el caso catolico. Si tu vas a Misa en una parroquia, en la Misa dominical asisten unas 400 personas. Si uno no pertecene a algún grupo parroquial o algo, es muy probable que uno no conozca a la gente, o no converse con los del lado. Segundo, no es necesario conocer al del lado para orar juntos. No lo conozco ni sé como se llama, pero estamos orando juntos, y recibimos el mismo Pan y el mismo Vino. Sería muy bueno que la gente se conociera y no fueramos tan frios, ok, pero no es requisito indispensable para orar juntos y adorar juntos a Dios.

Saludos
 
Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Mario Alvarez:
Hay muchísimas cosas que hacen a la vida cristiana, que aunque nada tengan que ver con nuestra salvación - sólo por gracia, sólo por Cristo, sólo por fe -, son tan importantes como las más pequeñas, si es Su voluntad y propósito revelado que las hagamos; como el bautismo que sigue a la conversión y el memorial de la Cena del Señor en expectación a su pronta venida. No existe otra "obligatoriedad" que la que nos impone nuestra incondicional obediencia al que llamamos Señor con propiedad, sólo si hacemos lo que Él nos manda.
Afectuosos saludos.
Ricardo.

en ninguna manera niego que hacer buenas obras es para bien, bien de nosotros, de nuestros hermanos, del projimo. si uno no quiere hacer toda obra yo no le juzgo.

pero no se puede juzgar a uno que ha aceptado al Señor que debe o no debe hacer, lo que el haga el Señor lo permite para si, si es del Señor.

la ley del Señor esta escrita en el corazon que te da.

[COLOR="Blue"]Jeremías 31:33 Mas éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré yo á ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

A los Romanos 2:15 Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;

2º a los Corintios 3:6 El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. [/COLOR]

el Señor vino a darnos la libertad, no para convertirla en libertinaje, sino para adorarley hacer su voluntad.

San Juan 6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

Jesus Cristo regrese pronto
 
Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Re: A Petrino y Mario Alvarez:

Mario Alvarez:
Hay muchísimas cosas que hacen a la vida cristiana, que aunque nada tengan que ver con nuestra salvación - sólo por gracia, sólo por Cristo, sólo por fe -, son tan importantes como las más pequeñas, si es Su voluntad y propósito revelado que las hagamos; como el bautismo que sigue a la conversión y el memorial de la Cena del Señor en expectación a su pronta venida. No existe otra "obligatoriedad" que la que nos impone nuestra incondicional obediencia al que llamamos Señor con propiedad, sólo si hacemos lo que Él nos manda.
Afectuosos saludos.
Ricardo.

en ninguna manera niego que hacer buenas obras es para bien, bien de nosotros, de nuestros hermanos, del projimo. si uno no quiere hacer toda obra yo no le juzgo.

pero no se puede juzgar a uno que ha aceptado al Señor que debe o no debe hacer, lo que el haga el Señor lo permite para si, si es del Señor.

la ley del Señor esta escrita en el corazon que te da.

[COLOR="Blue"]Jeremías 31:33 Mas éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré yo á ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo

A los Romanos 2:15 Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;

2º a los Corintios 3:6 El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.


el Señor vino a darnos la libertad, no para convertirla en libertinaje, sino para adorarley hacer su voluntad.

San Juan 6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero.

Jesus Cristo regrese pronto
 
Re: El estar y el no estar congregados

Hace un par de años, yo era un buen católico, por tradición familiar, en el sentido de que no faltaba a la misa dominical y me consideraba un buen cristiano. Pero había un problema, el domingo iba a misa pero entre semana vivía en pecado. Veía las misas como algo monótono, a veces ni recordaba lo que decía el sacerdote, repetía las oraciones sin meditarlas, creía que sólo en la iglesia estaba la presencia de Dios, que hablarle a las estatuas de la iglesia era como hablarle a Dios, que al confesar cada mes los mismos pecados a un sacerdote hacía que Dios me perdonara. En mi adolescencia caí en fornicación, pero me parecía normal, todos lo hacían, eso comprueba que no tenía temor de Dios. Hace algo más de un año Dios tocó mi vida y encontré en el cristianismo evangélico algo diferente, empecé a asistir a una iglesia de asambleas de Dios, los cultos eran alegres, la gente danzaba, todos eran amables y yo podía sentir la ministración del Espíritu Santo. Sólo había un problema, con el tiempo me di cuenta de la religiosidad de algunas personas. Decidí con mi esposa asistir a la alianza cristiana, allí me sentí más cómodo hasta que empecé a notar que una doctrina herética estaba entrando en esta iglesia, el movimiento de la “apostolitis y profetitis”, todos se creían profetas, además la permisividad de la iglesia al aprobar el re-casamiento y el pecado me hizo replantear mis ideas. En ese momento conocí a un buen siervo de Dios que era acusado por muchos de promover la no congregación, eran notorios sus dones y su sabiduría, los argumentos que me compartió son basados en el salmo 23, me dijo “Jehová es mi pastor”, no necesito congregarme y volverme religioso para conocer a Dios y ser un buen cristiano lleno del Espíritu Santo. Yo no estuve de acuerdo con sus ideas pero las respeté. Muchas personas de la iglesia se fueron debido a este nuevo movimiento, como es catalogado en esta ciudad. Luego me fui a vivir a otra ciudad, he ido a varias denominaciones pero no me he sentido cómodo, en este momento apenas me estoy adaptando a una nueva congregación pero ha sido difícil volver a empezar, ya que en la alianza cristiana era un líder destacado y ahora soy un asistente más en una iglesia mediana. El tiempo que no me he congregado no me he sentido en pecado por estar apartado de una denominación, pero si he notado que he caído más fácil en pecado debido a la falta de tiempo en la presencia de Dios, yo sé que esto lo puedo hacer sólo en mi casa, pero en una iglesia la alabanza grupal es algo muy rico, el participar en la santa cena, el compartir con otros hermanos, el orar los unos por los otros es necesario. Los apóstoles, en la iglesia primitiva, se reunían en casas, algunas cartas del nuevo testamento son dirigidas a diferentes congregaciones. Lastimosamente, las diferencias personales y doctrinales han provocado divisiones, formando un sistema religioso de dependencia donde cada pastor se preocupa sólo por su denominación. ¿Pero que sería de las misiones sin congregaciones? Existen cinco ministerios básicos: apóstoles, profetas, maestros, pastores y evangelistas. ¿Para que serían los pastores si no hay congregaciones? ¿Son todos pastores? De ninguna manera. No todos tienen los mismos dones para interpretar la Palabra, a algunos Dios les da mayor sabiduría para enseñar, otros no pueden entender bien lo que leen. Considero que las congregaciones son un sistema que ha permitido la expansión del evangelio, el problema es cuando este sistema cae en la religiosidad o la apostasía.
 
Re: El estar y el no estar congregados

Apreciado Biblisista:
Ten por seguro que si no te apodaras así, tampoco te haría esta consulta:
Dices: “Lo más correcto según lo que el mismo Cristo dijo es saludar en reverencia y silencio al entrar para luego sentarnos a orar esperando el comienzo de las alabanzas y la enseñanza.”
Por supuesto, yo estoy muy de acuerdo que cuando nos reunimos procedamos de manera tan correcta como esa, pero ¿dónde encuentras en la Biblia que Cristo lo dijera?
Esperamos tu respuesta.
Ricardo.