CREO QUE ES POSIBLE QUE UN CRISTIANO LLEGUE A SER PERFECTO COMO DIOS ES PERFECTO EN ESTA VIDA...UNA DOCTRINA QUE HA SIDO OLVIDAD POR LAS IGLESIAS.....CREO QEES POSIBLES LLEGRA A LA PERFECCION.....
Para ser más explícito sobre este punto, diré: 1. No sólo lo propiamente llamado pecado (la trasgresión voluntaria de una ley conocida), sino lo impropiamente llamado pecado (la trasgresión involuntaria de una ley divina, ya sea conocida o no), necesita la sangre expiatoria. 2. Creo que no hay tal perfección en esta vida que excluya estas transgresiones involuntarias, las cuales, entiendo, se deben naturalmente a la ignorancia y los errores que no pueden separarse de la personalidad. 3. Por lo tanto, la perfección sin pecado es una frase que nunca uso, no sea que dé la impresión de contradecirme a mí mismo. 4. Creo que una persona llena del amor de Dios está todavía expuesta a estas transgresiones involuntarias. 5. Usted puede llamar pecado a tales trasgresiones si le place; yo no las llamo así por las razones ya mencionadas.
Es gradual o instantánea la muerte al pecado y la renovación del amor?
Respuesta — Un hombre puede estar agonizando por mucho tiempo; sin embargo, no está muerto propiamente hablando, hasta el instante en que el alma se separa del cuerpo; y en ese instante pasa a la eternidad. De la misma manera uno puede estar agonizando por algún tiempo en cuanto al pecado; sin embargo no está muerto al pecado hasta que éste sea quitado de su alma, y en este instante pasa a vivir la plena vida de amor. Y así como es dife*rente el cambio que se opera cuando muere el cuerpo, así es infinitamente más sublime el cambio que se opera cuando el pecado es quitado del alma. Este cambio trascendental y sublime no puede ser comprendido hasta haberlo experi*mentado. No obstante esta transformación incomparable, él continúa creciendo en gracia, en amor, y en el conoci*miento de Cristo, reflejando la imagen de Dios, y continua*rá creciendo ahora y por la eternidad.
Pregunta — ¿Cómo debemos esperar este cambio?
Respuesta — En fervorosa, vigorosa y cuidadosa obediencia, en celoso cumplimiento de todos los mandamien*tos, en vigilancia y disciplina, negándonos a nosotros mis*mos, y llevando nuestra cruz diariamente; también en oración sincera y ayunos, y en atento cumplimiento a todas las ordenanzas de Dios, sin permitir que la indiferencia o pereza entorpezca nuestro deseo. Si alguno procura de otra manera obtenerlo (o conservarlo una vez obtenido, aun cuando lo haya alcanzado en toda plenitud), engaña a su propia alma. Es verdad, que lo recibimos por la fe sen*cilla; pero Dios no da, ni dará esa fe a menos que la bus*quemos con toda diligencia y de la manera que El ha or*denado.
Esta exposición puede satisfacer a los que preguntan por qué tan pocos han recibido esta bendición. Mejor, preguntad cuántos la están buscando de la manera indi*cada, y tendréis el secreto de por qué tan pocos la reciben.
El secreto se encuentra en la falta de oración. ¿Quién persevera en la oración? ¿Quién lucha con Dios hasta al*canzarla? Es por esto que Santiago dice: “...no tenéis porque no pedís...porque pedís mal...” (Santiago 4:2, 3), puesto que deseáis ser renovados en las mismas puertas de la muerte. ¡En el momento de la muerte! ¿Te satisfará eso? Creo que no.
Para ser más explícito sobre este punto, diré: 1. No sólo lo propiamente llamado pecado (la trasgresión voluntaria de una ley conocida), sino lo impropiamente llamado pecado (la trasgresión involuntaria de una ley divina, ya sea conocida o no), necesita la sangre expiatoria. 2. Creo que no hay tal perfección en esta vida que excluya estas transgresiones involuntarias, las cuales, entiendo, se deben naturalmente a la ignorancia y los errores que no pueden separarse de la personalidad. 3. Por lo tanto, la perfección sin pecado es una frase que nunca uso, no sea que dé la impresión de contradecirme a mí mismo. 4. Creo que una persona llena del amor de Dios está todavía expuesta a estas transgresiones involuntarias. 5. Usted puede llamar pecado a tales trasgresiones si le place; yo no las llamo así por las razones ya mencionadas.
Es gradual o instantánea la muerte al pecado y la renovación del amor?
Respuesta — Un hombre puede estar agonizando por mucho tiempo; sin embargo, no está muerto propiamente hablando, hasta el instante en que el alma se separa del cuerpo; y en ese instante pasa a la eternidad. De la misma manera uno puede estar agonizando por algún tiempo en cuanto al pecado; sin embargo no está muerto al pecado hasta que éste sea quitado de su alma, y en este instante pasa a vivir la plena vida de amor. Y así como es dife*rente el cambio que se opera cuando muere el cuerpo, así es infinitamente más sublime el cambio que se opera cuando el pecado es quitado del alma. Este cambio trascendental y sublime no puede ser comprendido hasta haberlo experi*mentado. No obstante esta transformación incomparable, él continúa creciendo en gracia, en amor, y en el conoci*miento de Cristo, reflejando la imagen de Dios, y continua*rá creciendo ahora y por la eternidad.
Pregunta — ¿Cómo debemos esperar este cambio?
Respuesta — En fervorosa, vigorosa y cuidadosa obediencia, en celoso cumplimiento de todos los mandamien*tos, en vigilancia y disciplina, negándonos a nosotros mis*mos, y llevando nuestra cruz diariamente; también en oración sincera y ayunos, y en atento cumplimiento a todas las ordenanzas de Dios, sin permitir que la indiferencia o pereza entorpezca nuestro deseo. Si alguno procura de otra manera obtenerlo (o conservarlo una vez obtenido, aun cuando lo haya alcanzado en toda plenitud), engaña a su propia alma. Es verdad, que lo recibimos por la fe sen*cilla; pero Dios no da, ni dará esa fe a menos que la bus*quemos con toda diligencia y de la manera que El ha or*denado.
Esta exposición puede satisfacer a los que preguntan por qué tan pocos han recibido esta bendición. Mejor, preguntad cuántos la están buscando de la manera indi*cada, y tendréis el secreto de por qué tan pocos la reciben.
El secreto se encuentra en la falta de oración. ¿Quién persevera en la oración? ¿Quién lucha con Dios hasta al*canzarla? Es por esto que Santiago dice: “...no tenéis porque no pedís...porque pedís mal...” (Santiago 4:2, 3), puesto que deseáis ser renovados en las mismas puertas de la muerte. ¡En el momento de la muerte! ¿Te satisfará eso? Creo que no.