Re: Ecumenismo
Código de la nada. Encuentros para la nada
23.08.07 @ 09:31:03. Archivado en Actualidad, Ecumenismo, Ecumenismo protestantes, ecumenismo ortodoxos
En
Protestante Digital aparece la siguiente noticia:
Con la participación de representantes evangélicos y pentecostales se ha celebrado una consulta en Toulouse del 8 al 12 de agosto, en la que el proceso de estudio conjunto Vaticano-Consejo Mundial de Iglesias sobre conversión religiosa avanza un paso más hacia el objetivo de desarrollar un código común de conducta sobre la conversión al cristianismo.
Tras recomendar la lectura de
todo el texto de la información, quisiera hacer algunas reflexiones. Si alguien piensa que por unas reuniones en tal o cual sitio y por la aprobación de tal o cual código de no se sabe qué conducta, la mayoría, o tan siquiera un porcentaje muy significativo, de los protestantes evangélicos van a dejar de predicar el evangelio a su manera a católicos u ortodoxos... es que demuestra tener una ignorancia supina sobre lo que es el protestantismo evangélico. O sea, a ver si nos vamos haciendo a la idea de que el tan cacareado proselitismo -término por lo general despectivo del que se abusa para no tener que enfrentar el fracaso propio en la tarea evangelizadora y catequizadora- no se para con reuniones absurdas que no obligan a nadie y que son objeto de desdén, cuando no del más absoluto de los desprecios, por quienes creen tener el llamado de Dios a evangelizar a bautizados, por lo general poco o nada adoctrinados, de otras iglesias o denominaciones cristianas.
Por lo que a mí respecta, y creo que por lo que respecta a centenares de ex-pastores protestantes convertidos al catolicismo en EEUU, no tengo la más mínima intención de dejar de ayudar, facilitar, animar, promover y trabajar a favor de la conversión al catolicismo de todo aquel cristiano que no sea católico. Ya sea protestante, ya sea ortodoxo, ya sea miembro de alguna secta. Entiendo que quienes no han estado fuera de la Iglesia y alejados de la fe católica, quizás no sean capaces de entender bien lo que se pierden aquellos que permanecen fuera, ya sea por haber nacido en una familia no católica, ya sea por haber abandonado el seno materno-eclesial católico. Los que sí hemos estado fuera, ya sea por nuestros pecados o ya sea por circunstancias de la vida, y luego la gracia de Dios nos ha traído de vuelta, sí sabemos muy bien lo que uno se pierde fuera de nuestra Iglesia. Y creo que tenemos el deber de decirlo.
En otras palabras, pienso hacer todo el proselitismo posible para la conversión de todos los cristianos no católicos a la plenitud de la fe cristiana que sólo se da en la fe católica. Eso sí, siempre respetando totalmente al que no quiera seguir este camino de vida y aceptando que la conciencia, como decía Henry Cardinal Newman, es el primer vicario de Cristo para el hombre. Y siempre teniendo muy claro que al final será Dios ante el que tendremos que rendir cuentas todos, católicos y no católicos. Pero si de mí depende, y por la gracia de Dios, lo de la ignorancia invencible no será excusa para ningún no católico que demande de mí las razones de mi fe.
Item más, estoy absolutamente convencido de que, si no la única, la principal barrera contra el tan temido avance del protestantismo evangélico y las sectas (no son lo mismo, señores) en Latinoamérica y en otros lugares de presencia católica importante, es precisamente retomar la iniciativa y buscar el regreso a la Iglesia de los que la han abandonado. Claro que para ello hace falta un esfuerzo ingente de formación de sacerdotes y laicos para que puedan defender y hacer avanzar la fe católica ya sea en los púlpitos, ya sea en los medios de comunicación, ya sea en la mismísima calle, casa por casa y puerta por puerta. Y ello, no con el fin de ganar una batalla numérica sino con la intención de regalar de gracia lo que hemos recibido de gracia: la fe que nos salva, la plenitud de los medios de salvación.
Al mismo tiempo que afirmo ese convencimiento, también digo que no tengo muchas esperanzas de que la actual dirección de la Iglesia quiera andar por ese camino, pues seguramente se impondrán las tesis de los ecumenistas de salón, de encuentros pomposos y de jornadas de estudio común y bla, bla, blaaaa, bla, bla. Pero esta desesperanza mía es sin dudo fruto de mi falta de fe. Si tuviera más fe, pensaría lo contrario o, ¿por qué no?, caería en la cuenta de que el equivocado soy yo y no los representantes católicos que han estado reunidos en Toulouse.
Y acabo diciendo que de poco o de nada valen documentos del magisterio reafirmando la doctrina católica sobre la Iglesia y su fe, si luego en la práctica no hay quien tenga el valor de decir que el rey del ecumenismo está desnudo y el cuajo de afirmar que se está traicionando el mandato de Cristo de llevar el verdadero evangelio -no uno adulterado- a toda criatura.
Dicho esto, supongo que se pondrán de acuerdo progres y conservadores oficialistas para abroncarme con gran energía por pensar como pienso y por tener el atrevimiento de decirlo. Pues hale majetes, que os cunda.
Luis Fernando Pérez
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