Respecto de "Definitivamente las apariencias engañan", yo digo, "Definitivamente doy mi voto por la Madre Teresa de Calcuta". Y atención, que soy "protestante" de origen.
Mis reflexiones son:
1) Sólo Dios conoce realmente el corazón humano
2) Sólo Dios decide a quien se revela y de quien se oculta
3) Sólo Dios sabe cuando las buenas obras son el frutos de la fe que obra por el amor, y cuando están inspiradas en motivos egoístas
Cada experiencia espiritual es irreproducible e intransferible, como las impresiones digitales. Somos llamados cada uno a vivir su propia vida cristiana, sin juzgar al hermano ni al prójimo. En "aquel día" el Señor dará la alabanza, la recompensa, la pérdida o la condenación según corresponda. No arranquemos la hierba, que confundiendo al trigo con cizaña haremos un terrible daño al Reino de Dios.
Sólo quienes hemos luchado por ser seres santos, victoriosos, iluminados, ungidos, etc., y hemos fracasado miserablemente, y hemos tenido que venir a ocupar el último lugar, sabemos el precio de la santidad. Sabemos cómo nuestra debilísima fe es sometida a la terrible presión de la zaranda satánica y encima, a Dios que, como distraído, parece dejarnos perecer solos al borde del abismo. Yo encuentro mucha más santidad (además de humildad y honestidad) en las "noches oscuras del alma" de la madre Teresa que en todas sus obras de caridad y servicio, sin desmerecer éstas.
Yo me identifico con ella, como con Jesús cuando patéticamente le ruega a sus discípulos que se queden cerca de El orando, cuando en su tremenda soledad e incomprensión, su alma comienza a angustiarse en gran manera, cuando su sudor cae a la tierra como grandes gotas de sangre, cuando baraja ante el Padre la posibilidad de que pase sin beberla la copa amarga del cargar los pecados del mundo y experimentar el total abandono de Dios.
La fe consiste en creer en Dios y obrar en consecuencia, cuando nada se siente, nada se sabe, cuando todo sale mal, cuando las circunstancias no acompañan, cuando los demás nos critican, cuando el infierno parecer morar dentro de nosotros, y no el cielo. ESA ES LA FE. Es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.
Claro, hoy en día, con tanto "evangelio de la oferta" y "evangelio de la prosperidad", esto suena a lenguaje arcaico y medieval. Pero yo me quedo con la antigua fe de Abraham, de José, de Moisés, de Daniel, y de tantos otros. Yo me quedo con "la noche oscura del alma" de Job, de Elías, de Jeremías en sus Lamentaciones. Yo me quedo con la oscuridad que rodeó el sacrificio de Abraham (Gen. 15) que fue cuando, en definitiva, la fé le fué contada por justicia. Me quedo con la oscuridad del calvario hasta la hora novena. Me quedo con el aguijón en la carne, con las bofetadas del mensajero de Satanás, de que habla Pablo en su expericiencia.
Definitivamente, voto a favor de la Madre Teresa de Calcuta, y ahora más que nunca lo hago sin dudar, ante el dominio público que han tomado sus escritos en esta área desconocida por el gran público, de su vida interior.
Por supuesto, la última palabra la tiene Dios, el Juez de todos.