Re: Maná en la Mañana -- Martha Kilpatrick
Maná- Recibiendo el Amor de Dios
Martha Kilpatrick
8 junio 2007
Marcos 10:17 f
Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.
Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.
El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.
Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Aquel hombre deseaba a Dios, y cuando llegó a Jesús el AMOR de Dios estaba presente en Jesús. Pero estaba demasiado lleno, demasiado rico. No pudo recibir el Amor de Dios. Su corazón pertenecía a sí mismo y su afecto estaba sobre sus riquezas y Jesús desgarró lo que había en el corazón de aquel hombre, dejando al descubierto lo que amaba.
Jesús no le había dado el mandamiento de amar a Dios sobre todo, con todo. Ese mandamiento solía era la respuesta dada a los judíos, a aquellos que querían allegarse a Dios por la senda de la ley. Llegar a Dios por “hacer”.
Este hombre no había recibido el amor de Dios y por tanto no pudo abandonar su corazón a Dios. Sus riquezas le hacían “sentirse” amado y estaba demasiado lleno como para comprender que su más profunda necesidad era – aun entonces- ser hallado en el amor de Cristo.
Se lo perdió. El final de la historia no se nos ha dado a conocer. Pero sí sabemos que el joven gobernante rico se topó con el increíble amor de Dios y lo perdió porque defendió el amor que se tenía a sí mismo.
El amor al dinero no es el amor al dinero. Es el amor egoísta del propio “yo”.