La Voz de Dios
La Voz de Dios
La Voz de Dios en Su Templo
Rev. William Soto Santiago, Ph.D.
Jueves, 29 de marzo de 2007
Manaus, Brasil
Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes y todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet; que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 52, versos 6 al 7, donde dice de la siguiente manera:
“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.
¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!”
“LA VOZ DE DIOS EN SU TEMPLO.”
Este pasaje es muy importante en el campo de la profecía, porque su cumplimiento será en el Templo de Dios; del Templo de Dios saldrá la Voz de Dios anunciando la paz.
Ahora, para poder ver la Voz de Dios en Su Templo, así como en el Cielo, en el Templo celestial está Dios y habla desde Su Templo, desde Su Trono, ahora para hablar en la Tierra para que los seres humanos escuchen Su Voz, Él tiene que tener un Templo en la Tierra.
En el Antiguo Testamento, el pueblo hebreo tenía el tabernáculo mientras viajaban por el desierto, y Dios estaba en aquel tabernáculo en el lugar santísimo sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro, y desde allí se manifestaba a Moisés, le hablaba a Moisés, allí estaba la Columna de Fuego, por consiguiente allí estaba la presencia de Dios.
Cuando Moisés entraba al lugar santísimo, entraba a la presencia de Dios, y Dios le hablaba cara a cara como habla un hombre con su compañero.
Luego encontramos a Dios en los Profetas (manifestado) hablándole al pueblo. Moisés es un ejemplo claro de los Profetas.
¿Por qué hablaba Dios a través de los Profetas? Porque esos Profetas son un templo humano de Dios, y así como un templo físico, como el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón tenían atrio, lugar santo y lugar santísimo, el ser humano siendo un templo de Dios, tiene atrio que es el cuerpo físico, tiene lugar santo que es su espíritu, y tiene lugar santísimo que es su alma.
Dios estaba en los Profetas, los cuales eran un templo humano de Dios, por eso Dios hablaba a través de ellos, tenían las dos conciencias juntas y por consiguiente podían ver y oír de Dios, y Dios hablar a Su pueblo a través de ellos.
Y ahora, tenemos el templo que construyó el rey Salomón; cuando lo dedicó a Dios, vino Dios en aquella Nube de luz, en aquella Columna de Fuego y entró a ese templo y moró en el lugar santísimo sobre el propiciatorio que es la tapa del arca del pacto, y moró en medio de los dos querubines de oro. Por eso el Salmo 80 dice, hablando de Dios: “Tú que habitas en medio de los querubines.”
Y ahora, hemos visto que Dios mora en un templo: en Su Templo celestial; habita en el templo humano (el ser humano), en los Profetas (que son seres humanos), habitó en el tabernáculo que construyó Moisés, habitó en el templo que construyó el rey Salomón; también lo encontramos habitando en el Huerto del Edén y hablando con Adán. Donde está Dios habitando, ahí es donde está Su Voz, porque Dios no es mudo, Él habla.
Y ahora, veamos a un hombre donde habitó Dios en toda Su plenitud, pero veamos primero un pueblo donde estaba ese hombre: el pueblo hebreo, ese pueblo fue conocido como el hijo de Dios: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” Por consiguiente Israel como hijo primogénito de Dios como pueblo, tuvo el privilegio de tener la presencia de Dios en medio de ellos.
Luego también tuvo los Profetas y luego tuvo al Hijo de Dios: Jesucristo, en quien Dios moró en toda Su plenitud. Por consiguiente en Jesús estando la plenitud de la Divinidad, estaba el misterio de la Trinidad: del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso la Escritura nos dice que estos tres son uno, y por eso Jesús decía. “El Padre y yo uno somos, una cosa somos.”
Y ahora, en una ocasión Jesús hablando frente al templo en Jerusalén, en San Juan, capítulo 2, dice algo muy importante. Capítulo 2, versos 19 al 22 de San Juan:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”
Aquí Jesús identifica Su cuerpo como el templo de Dios. Y ahora, siendo que el ser humano es cuerpo, espíritu y alma, allí estaba Dios en ese templo humano, como el templo perfecto donde la gloria de Dios fue manifestada.
Y ahora, encontramos la Voz de Dios hablando en ese templo y desde ese templo al pueblo.
Y ahora, pasamos a otro templo: la Iglesia del Señor Jesucristo, la Escritura nos dice que la Iglesia es Templo de Dios. Veamos en Primera de Corintios, capítulo 3 [versos 16 y 17] dice:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
En esta ocasión señala a los creyentes en Cristo como templo de Dios. También nos dice la Escritura en Hebreos, capítulo 3, versos 5 al 6:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”
Y aquí claramente nos habla que somos la Casa de Dios. Y ahora, veamos un poco más claro este misterio de la Casa de Dios. En el capítulo 2 del libro, de la carta a los Efesios, dice el apóstol Pablo, verso 14 en adelante dice:
“Porque él es nuestra paz (ahora, nuestra paz ¿qué es? ¿Qué es la paz para el creyente? Jesucristo. Jesucristo es nuestra paz), que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca.”
Aquí claramente nos muestra que el anuncio de Cristo son las buenas nuevas de paz, el Mensaje del Evangelio de la Gracia y el Mensaje del Evangelio del Reino son buenas nuevas de paz para el cristianismo y para los judíos, porque hace la paz con Dios por medio de Jesucristo. El secreto para la paz del ser humano con Dios, es Jesucristo.
“Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”
Y aquí nos muestra que el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, va creciendo para ser un Templo santo en el Señor, es el Templo de Dios que está siendo construido con piedras vivas (seres humanos) para Dios morar en toda Su plenitud en medio de Su Iglesia, y desde ahí, en el Día Postrero, hablarle a la humanidad.
Ahora, para el Día Postrero Él hablará desde el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual. En las edades pasadas estuvo hablando desde el Lugar Santo, que es el que corresponde a las siete etapas de la Iglesia y al tiempo de los apóstoles. Sigue diciendo:
“En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Así como Jesucristo es un templo humano, cada creyente es un templo humano también, como la Iglesia de Jesucristo es un templo espiritual, que es formado, construido por seres humanos, por piedras vivas cortadas por el Espíritu Santo que los llama por medio del Evangelio de Cristo y los corta y los coloca en Su Templo espiritual.
El apóstol Pedro también habló de este Templo en su primera carta, capítulo 2, versos 4 en adelante, cuando dice:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
Aquí nos muestra que somos piedras vivas, seres humanos, así como Jesucristo es la Piedra del Ángulo, la Piedra que los edificadores desecharon, la Piedra más importante, la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra.
“Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
y el que creyere en él, no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
Este pueblo es conocido como la Iglesia de Jesucristo y por consiguiente como el Templo Espiritual de Jesucristo. Jesucristo ha estado en Su Templo, en Su Iglesia en Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés, hablándole a Su Iglesia y hablando también a través de miembros de Su Iglesia de edad en edad, o sea, a través de Sus Mensajeros; y hablándole a la humanidad por medio de Sus diferentes Mensajeros que Él ha colocado en medio de Su Iglesia.
Esas personas también como individuos son un templo de Dios, cada creyente en Cristo es un templo de Dios perteneciente al Templo de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, ahí es donde ha estado la Voz de Dios: en medio de la raza humana, y de ahí ha salido para todas las naciones.
“LA VOZ DE DIOS EN EL TEMPLO DE DIOS.”
Para este tiempo final encontramos que la Voz de Dios que ha estado hablándole a Su Iglesia y a la humanidad en el Lugar Santísimo a través de Sus diferentes Mensajeros, en este tiempo la presencia de Dios se ha movido al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, de Su Iglesia, que es la Edad de la Piedra Angular, para de ahí y ahí manifestarse y hablarle a Su Iglesia y hablarle a la humanidad, por medio del instrumento correspondiente a ese tiempo; y de ahí sale la Voz de Dios para la humanidad, la cual es llevada por los Mensajeros que estarán brazo a brazo con el Mensajero de ese tiempo escuchando Su Voz y ellos llevarán esa Voz de Cristo a otras naciones.
“LA VOZ DE DIOS EN EL TEMPLO DE DIOS.”
Si Dios va a hablar algo en la Tierra en este tiempo, tiene que hacerlo como lo ha hecho en otros tiempos, en Su Templo y de Su Templo salir para todas las naciones la Voz de Dios.
La Voz de Dios en Su templo es la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo que ha estado en Su Iglesia todo el tiempo, y ha tenido Mensajeros enviados por Dios y ungidos por Dios a través de los cuales ha venido el mensaje correspondiente a cada tiempo, y de ellos ha pasado a los diferentes ministros que han sido bien instruidos por el Espíritu de Dios y han llevado el mensaje por diferentes naciones.
Así ha sido en las siete edades de la Iglesia, y así es en nuestro tiempo; así fue en el lugar santo de Su Templo espiritual, Su Iglesia, y así es en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, de Su Iglesia.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es la Voz de Dios en Su Templo hablándole a Su Iglesia y a cada ser humano.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón. Yo escuché Su Voz y la recibí en mi corazón, y recibí a Cristo como mi único y suficiente Salvador, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. A mi me trajo la paz, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también, la paz imperecedera. La paz imperecedera solamente puede ser obtenida a través del Mesías Príncipe.
Y ahora, si hay alguna persona aquí o a través del satélite Amazonas o a través de internet, que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y ha escuchado Su Voz en Su Templo en esta ocasión y ha nacido la fe de Cristo en su alma, ha llegado el momento para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador, para lo cual puede usted pasar al frente y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino.
Vamos a dar unos minutos para luego orar por las personas que estarán viniendo a los Pies de Cristo. Dios tiene mucho pueblo en la República del Brasil, en la República mexicana, en la República de Guatemala, en la República del Salvador, en la República de Panamá, en la República de Nicaragua, en la República de Honduras, en la República de Costa Rica, y en todas las demás Repúblicas y países de la América Latina y el Caribe, en Norteamérica también, en Canadá también, en el África también, en Japón, en China, en Rusia, en Israel y en el mundo entero, y los está llamando en este tiempo final.
Es la Voz de Dios en Su Templo, hablándonos desde el Lugar Santísimo y hablándonos directamente a nuestra alma a través del Evangelio de Cristo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir para que Cristo le reciba en Su Reino.
Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, y con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos aquí presentes y los que están a través del satélite o de internet. Con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché Tu Palabra y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo.
Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Sálvame, Señor, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Señor Jesucristo, quiero entrar a Tu Reino, quiero recibir la Vida eterna, quiero nacer en la Vida eterna, quiero vivir Contigo por toda la eternidad. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Y ahora, ustedes han recibido a Cristo como Salvador y me dirán, me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo y creí, y ahora quiero ser bautizado en Su Nombre lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos, para lo cual pregunto al reverendo aquí presente si hay agua: hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. ¿Hay vestidores de ropa también? ¿Hay personas que les bautizarán? Personas que les bautizarán también, hay personas también que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandato de Cristo que tiene que ser obedecido. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando es sumergido en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está siendo resucitado, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así usted se ha identificado con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo en el Reino de Cristo por toda la eternidad.
Dejo al ministro correspondiente aquí, y en cada país al ministro correspondiente, para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde.
“LA VOZ DE DIOS EN SU TEMPLO.”