Re: La Mafia Del Vaticano
las puertas del Vaticano
En 1969, el Papa Pablo VI, presionado por el Gobierno
italiano para que pagara impuestos, decidió vender
gran parte del patrimonio empresarial del Vaticano.
Deseaba también evitar situaciones embarazosas, como
explicar la propiedad de los Laboratorios Sereno, una
industria que fabricaba píldoras anticonceptivas.
A fines de los años '60 y comienzos de los '70,
convergieron en Italia al menos cinco organizaciones
que, con distintos fines, dieron forma a una poderosa
estructura criminal cuyas complejas ramificaciones
políticas y económicas aún permanecen en la más densa
oscuridad. Los protagonistas fueron la Mafia
ítalo-norteamericana, la logia masónica Propaganda 2
(P-2), la CIA, el Partido Demócrata Cristiano de
Italia y varios de los más encumbrados habitantes del
Vaticano.
La trama tiene orígenes diversos y remotos, pero es
posible ubicar un punto de inflexión en el otoño
europeo de 1964. En algún lugar de los montes
Apeninos, en una mansión vigilada por cámaras de
televisión y guardias armados, 12 hombres vestidos de
esmoquin, con sus cabezas cubiertas con capuchas de
seda negra, flanqueados por grandes retratos de
Hitler, Mussolini y Perón, esperan el inicio de una
ceremonia ritual que dirige un sujeto canoso, el único
con la cara descubierta.
Un desconocido ingresa al gran salón. Lleva capuz pero
sus ojos están tapados. Jura ser fiel al grupo y no
revelar sus secretos. Los iniciados entregan un sobre
cerrado y depositan una gota de su sangre en un frasco
de cristal. El celebrante extrae de los sobres las
fotografías de cada uno de los asistentes y las
deposita en un recipiente de oro. Agrega la del recién
llegado y una gota de la sangre ya mezclada sobre los
retratos, sellando el pacto suscrito.
En las fotografías aparecen, entre otros, Vito Miceli,
general del Servicio Secreto de Información Italiano
(SID); Carmelo Spanuolo, juez de la Corte Suprema y
primer fiscal de Milán; Raffaele Giudice, jefe de
Carabineros de Hacienda; Ugo Zilletti, jefe del
Consejo Supremo de los Magistrados de Italia; Joseph
Miceli Crimi, cirujano jefe del Departamento de
Policía de Palermo; Roberto Calvi, administrador del
Banco Ambrosiano, y Antonio Viezzer, coronel del SID.
El recién iniciado es Michele Sindona, banquero que
desde 1957 lava el dinero obtenido del tráfico de
heroína por la familia Gambino, cabeza de la Mafia de
Nueva York. El sujeto de rostro descubierto es Licio
Gelli, el gran maestro, el "Naja Hannah" (Rey Cobra)
de la organización. Los conjurados integran el núcleo
principal de la logia masónica Propaganda 2, creada
por Gelli para oponerse a la creciente influencia del
Partido Comunista Italiano, el más activo de Europa, y
actuar como dique ante la ola izquierdista que invade
América Latina.
Gelli, nacido en 1919 cerca de Florencia, había
combatido muy joven junto a los franquistas en la
división italiana de los "camisas negras". En 1940 se
enroló en el Partido Nacional Fascista y dos años
después viajó a Albania, donde se transformó en el
hombre de confianza del secretario de los fascios
italianos en el exterior. En 1943 adhirió a la
República Social Italiana y constituyó en su tierra
natal uno de los primeros fascios republicanos.
También fue oficial de enlace de la SS alemana,
interrogando prisioneros ingleses y cazando
desertores. Concluida la guerra fue condenado a dos
años y medio de cárcel. En marzo de 1946 recuperó su
libertad y comenzó a trabajar en comercio minorista, y
al año siguiente consiguió pasaporte a Francia,
España, Suiza, Bélgica y Holanda, donde amplió sus
negocios y contactos. Se inscribió sucesivamente en la
Democracia Cristiana, en el Partido Monárquico y en el
Movimiento Social Italiano. Acosado por la policía,
viajó a Argentina, donde gobernaba Juan Domingo Perón.
Gelli regresó a Italia en 1960 e ingresó a la Orden
Masónica de la Francmasonería, conocida como el Gran
Oriente. En 1962, como ejecutivo de la empresa
Permaflex, gestionó una masiva venta de colchones para
los ejércitos de la OTAN. Sus vínculos con jefes
militares, políticos y empresarios aumentaban. En 1967
se radicó en Arezzo, como ejecutivo de la Colchonería
Dormire y se convirtió en uno de los principales
agentes de la "Operación Gladio", un plan de la CIA
para impedir la expansión del comunismo en Europa y
que dirigía el general Alexander Haig, antiguo
comandante en jefe de la OTAN.
Gladio forjó acuerdos entre la Mafia y ciertos
funcionarios de la Curia vaticana, reclutó a
neofascistas para atentados que se atribuían a la
izquierda y repartió miles de millones de liras entre
los partidos políticos y la prensa.
En 1973, Perón retornó a la Argentina. En el chárter
de Alitalia que lo condujo a Buenos Aires iba también
Gelli, quien asistió a su ceremonia de asunción y
recibió la Orden del Libertador San Martín, en el
grado de Gran Cruz. La P-2 se consolidaba en el país
transandino. Entre sus hombres destacaban "El Brujo"
José López Rega, el canciller Alberto Vignes, el
almirante Emilio Massera y el general Carlos Suárez
Manson.
En 1974 surgieron por primera vez indicios de las
operaciones de Gelli con el terrorismo de ultraderecha
y del financiamiento masónico a las vanguardias de la
subversión neofascista.
En gran maestro de la P-2 entraba y salía de Hungría,
Rumania, Libia y diversos países de Europa y el Medio
Oriente. Gestionaba millonarios contratos para
Argentina y otros países, proveía de armas a los
árabes, a las dictaduras militares y a guerrillas
izquierdistas. De todo ello obtenía jugosos
dividendos. Operaba en secreto desde una habitación de
un hotel en Roma, y desde allí adquiría costosas
villas y haciendas en el norte de Italia, en Mónaco y
en Sudamérica, pero además –y eso era lo
decisivo– acrecentaba la fuente de su poder: el
acopio y el manejo de información.
Fue en ese momento en que Gelli se acercó al Vaticano
a través del cardenal Paolo Bertoli, un viejo conocido
de la región de Toscana. Conoció a los cardenales
Sebastiano Baggio, Agostino Casaroli, Ugo Poletti y
Jean Villot, entre otros, quienes le facilitaron el
acceso a una serie de audiencias con Pablo VI. El jefe
de la P-2 añadió glamour a su figura consiguiendo que
se le nombrase caballero de la Orden de Malta y
caballero del Santo Sepulcro.
La P-2 había nacido en Italia a principios del siglo
XIX, cuando se fundó la Sociedad Secreta de los
Carbonari, logia similar a la masonería, donde
militaban francmasones, militares y mafiosos. Lucharon
contra Napoleón, reclutaron miembros para combatir por
la independencia de Grecia e influyeron en España.
Pertenecer a los Carbonari involucraba aceptar reglas
implacables. Cualquier miembro que violase los
secretos de la logia tendría una muerte segura y
violenta, era la ley del silencio, la 'omertá'.
Desde 1960, cuando Gelli vislumbró que una sociedad
similar le permitiría lograr sus fines, planificó
cuidadosamente su asalto al poder. La estrategia
constaba de tres partes: primero debía conseguir el
apoyo de jefes militares; el paso siguiente era
provocar el caos económico en Italia, para lo cual
organizó una sostenida fuga de capitales que convertía
a dólares en el exterior, retornándolos al país para
adquirir industrias y volver a sacar los beneficios en
un círculo creciente hasta lograr el quiebre de la
balanza de pagos. La última etapa, casi simultánea,
consistía en fomentar la violencia política para crear
el caos y convencer a los italianos de la necesidad de
reimponer el orden, con una autoridad fuerte y
centralizada, lo que él llamaba la nueva era del
fascismo.
Tres hombres serían sus principales apoyos: Humberto
Ortolani, Michele Sindona y Roberto Calvi.
Ortolani, abogado, jefe del contraespionaje italiano
durante la Segunda Guerra Mundial, amigo íntimo del
secretario de Estado del Vaticano, el cardenal
Agostino Casaroli, anfitrión de una veintena de
cardenales que se reunieron los días previos al
cónclave que eligió a Pablo VI, caballero de Su
Santidad, era el brazo derecho de Gelli.
Sindona, formado por los jesuitas, rey del mercado
negro de alimentos durante la Segunda Guerra Mundial,
lavandero de los fondos provenientes del tráfico de
heroína que dirigían Vito Genovese y Carlo Gambino,
había adquirido su primer banco en 1959 (ver capítulo
II: Las redes de la Mafia). Después de incorporarse a
la P-2, en 1964, compró otros seis bancos en Italia,
Alemania, Suiza y Estados Unidos, logró el control de
CIGA, la mayor cadena de hoteles de Italia, el Grand
Hotel de Roma, el Hotel Meurice, de París, el diario
"Daily American", de Roma, y al menos otras 500
sociedades.
Presiones fiscales
En 1969, el Papa Pablo VI, presionado por el Gobierno
italiano para que pagara impuestos, decidió vender
gran parte del patrimonio empresarial del Vaticano.
Deseaba también evitar situaciones embarazosas, como
explicar la propiedad de los Laboratorios Sereno, una
industria que fabricaba píldoras anticonceptivas. La
operación era compleja y el Pontífice eligió al
empresario del momento, el hombre que le pareció
ideal: Michele Sindona. A su lado puso al cardenal
Paul Marcinkus, presidente del Instituto para las
Obras de Religión (IOR), la verdadera caja fuerte del
Vaticano.
La primera gran operación financiera fue la venta de
la Societa Generale Immobiliare (SGI), nave insignia
del tramado empresarial de la Santa Sede. Sus acciones
fueron transferidas al Paribas Transcontinenal de
Luxemburgo y de allí a Fasco AG, compañía fundada por
Sindona para administrar los dineros de la Mafia. El
paso siguiente fue invertir la liquidez del Vaticano
en multinacionales como Procter & Gamble, General
Motors, Westinghouse, Standard Oil, Colgate, Chase
Manhattan y General Food, entre otras.
Casi como una ironía de la historia, en 1970 la SGI
adquirió la mitad de Paramount Pictures, ingresando al
negocio de Hollywood al mismo tiempo en que la
compañía empezaba el rodaje de "El padrino". Buena
parte de los ingresos percibidos por las tres
películas sobre los Corleone engrosaron las arcas de
uno de los mayores entramados financieros de la Mafia.
En mayo de 1972, Sindona enfrentó una crisis
financiera, y Gelli, para quien "las puertas blindadas
de los bancos se abren siempre hacia la derecha",
acudió en su ayuda. Tapado el escándalo hubo que
devolver el favor, y pronto las arcas del Vaticano se
transformaron en la lavandería de los dineros negros
de los negocios de la P-2, de la Democracia Cristiana
y de la Mafia. Los fondos eran captados por el banco y
sociedades del Vaticano y transferidos por Sindona a
cuentas secretas del Finebank y del Amincor, dos
bancos suizos que controlaba él mismo y que eran
propiedad de la Cosa Nostra estadounidense.
El soporte de estos negocios estaba en Sicilia, donde
las tres principales instituciones de entonces en
Italia monopolizaban el manejo del miedo: la Mafia,
con sus 'luparas' (escopetas con el cañón recortado);
la Iglesia, blandiendo la ira de Dios, y la Democracia
Cristiana, amenazando con la llegada del comunismo.
Escape hacia Argentina
El 8 de octubre de 1974 se inició la debacle. El
Franklin National Bank de Estados Unidos, propiedad de
Sindona, sufrió el mayor colapso financiero en la
historia norteamericana, y el Gobierno debió responder
por pérdidas que sobrepasaron los dos mil millones de
dólares.
Italia ordenó el arresto de Sindona, quien huyó a
Estados Unidos, mientras se desmoronaban las empresas
de su imperio y las pérdidas del Vaticano bordeaban
los mil millones de dólares. La Santa Sede recurrió
entonces a un nuevo gestor, Roberto Calvi, quien
pertenecía al Banco Ambrosiano desde 1947. Allí a
nadie se le daba una cuenta corriente sin que
exhibiera su certificado de bautismo. Su prestigio era
intachable e incluso había sido nombrado Cavaliere del
Lavoro por el Presidente Giovanni Leone. Muy pocos
sabían que era el tesorero de la P-2.
Ocho años después, Calvi experimentaría el mismo
trance que Sindona. Huyendo por Europa mientras
intentaba conseguir armas para Argentina, en plena
guerra de las Malvinas, apareció colgado de un puente
en Londres.
En 1981 estalló el escándalo en Italia. Durante un
allanamiento a las oficinas de Gelli en Arezzo, la
policía confiscó archivos donde figuraban 962
presuntos miembros de la P-2, entre ellos dos
ministros, cardenales, banqueros, altos mandos de las
Fuerzas Armadas, la policía y los servicios secretos,
magistrados, fiscales y otras personalidades. Gelli
huyó con rumbo desconocido y el Gobierno de Arnaldo
Forlani cayó, mientras la península Itálica se sacudía
hasta sus cimientos.
Un año antes, 85 personas habían sido destrozadas en
la estación ferroviaria de Bolonia, en un ataque
organizado por Gelli como un intento de desviar la
atención ante la eventual caída de su red financiera.
Los ejecutores de la masacre fueron llevados desde
Bolivia. Dos de ellos –Pierre Luigi Pagliai y
Stefano delle Chiaie– eran conocidos integrantes
de la manada de lobos negros de la ultraderecha
internacional, usados más de alguna vez por los
gobiernos militares de Argentina, Chile, Bolivia y
Paraguay (ver capítulo V: Los novios de la muerte
llegan a Bolivia).
En septiembre de 1982, Gelli fue arrestado en Ginebra
cuando, con una identidad falsa, intentaba sacar de
una cuenta secreta 100 millones de dólares depositados
por las filiales sudamericanas del Banco Ambrosiano.
Conducido a la prisión de alta seguridad de
Champ-Dollon, escapó en agosto de 1983, poco antes de
ser extraditado a Italia. El 21 de septiembre de 1986,
Gelli reapareció en el Palacio de Justicia de Ginebra,
flanqueado por cuatro abogados. El juez Pierre
Trembley, que lo recibió, declaró luego que se le veía
agotado, "en el límite de sus fuerzas".
"Il Corriere della Sera", el mayor diario italiano,
reveló que el escape de Gelli desde Champ-Dollon contó
con el apoyo de la Unión de Bancos Suizos (UBS). Según
el periódico, un grupo de agentes del FBI y de la DEA
armaron un tinglado financiero en Luxemburgo y en el
Caribe para seguir las huellas del dinero de la Cosa
Nostra hacia los paraísos fiscales. La UBS organizó la
fuga y la salida de Gelli hacia Argentina para evitar
que se descubrieran otras cuentas secretas, aseguraron
los agentes del FBI.
Muerte súbita
En agosto de 1978, un ataque al corazón terminó con la
vida de Pablo VI. Pocos días después, contra todos los
pronósticos, Albino Luciani, patriarca de Venecia, fue
elegido Papa y tomó el nombre de Juan Pablo I. "No
tenemos bienes materiales para negociar ni intereses
económicos que defender", dijo el nuevo Pontífice a
los representantes del cuerpo diplomático cuando
fueron a felicitarle por su elección.
El 27 de agosto, Juan Pablo I cenó con el cardenal
Jean Villot y le pidió una rápida investigación sobre
las operaciones financieras que llevaba adelante el
Vaticano. Le preocupaba mucho lo que ocurría en el
Instituto para las Obras de Religión, que dirigía el
cardenal Marcinkus. Una semana después, Luciani
examinó los primeros datos que había pedido y algunos
cardenales le pusieron al tanto de lo ocurrido en los
últimos años.
El 5 de septiembre, Juan Pablo I recibió a una de las
mayores autoridades de la Iglesia Ortodoxa, el
metropolita Nicodemo de Leningrado. Ambos se sentaron
a tomar café, pero tras el primer sorbo Nicodemo cayó
al suelo y murió casi al instante. La versión oficial
señaló que había sufrido un infarto. Tenía 49 años y
una muy buena salud.
Tres semanas después, el 28 de septiembre de 1978,
apenas 33 días después de haber sido elegido, falleció
sorpresivamente Juan Pablo I. No hubo autopsia y hasta
hoy se desconocen las razones de su muerte. Los
secretos del Vaticano nuevamente estaban seguros.
LND
Tomado de:
www.lanacion.cl - 10/06/2007