23 de mayo La congregación todavía es eficaz
“SOBRE ESTA ROCA EDIFICARÉ MI IGLESIA, Y LAS PUERTAS DEL HADES NO LA DOMINARÁN” (Mateo 16:18)
Un hombre viejo que estaba sordo como una tapia iba a la iglesia todos los domingos. Un día, un cínico le preguntó: “¿Por qué se molesta en venir si no puede oír nada?”. Sonriente, el anciano le respondió: “Porque quiero que la gente sepa en qué bando estoy”. Para algunos, la iglesia es el lugar donde uno se bautiza, se casa y lo entierran (¡“producción”, “empaquetado” y “envío”!). Pero para Dios es mucho más, es su proyecto personal. Las “olas” de los movimientos religiosos vienen y van, pero Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán” (Mateo 16:18). La iglesia no es perfecta (pues a fin de cuentas, nosotros somos sus miembros), y no siempre consigue mantener unos reglamentos aceptables. Aun así, el Dr. Jay Kessler dijo: (a) Es la única institución que todavía se encarga de temas como la salvación, la muerte, el juicio, la gracia, los propósitos divinos, el Cielo y el infierno; (b) Proporciona valor y dignidad a la vida humana. Vivimos en una sociedad secular que respalda el hecho de sentirnos inferiores. La iglesia contrarresta este mensaje negativo, predicando/al predicar el amor del Señor y su aceptación; (c) Ofrece un “ritmo” moral y espiritual. La sociedad ha modificado, atacado y rechazado los principios absolutos por abrazar el relativismo. En cambio, la iglesia se apoya en los eternos cimientos de la Palabra de Dios; (d) Es el lugar donde puedes encontrar compasión, sanidad y fraternidad. Ahí estamos todos a la par, y donde el Espíritu del Señor actúa para unirnos como creyentes, garantizándonos que “...los unos y los otros tenemos entrada... al Padre” (Efesios 2:18b); (e) Como ningún otro organismo, la iglesia ha motivado los cometidos más duraderos, abnegados, esenciales y valientes en la historia de la humanidad: misiones, escuelas, hospitales, comedores, centros de rehabilitación y orfanatos. Pero lo más importante es que Cristo mismo “...es... la cabeza del cuerpo... para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).
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“SOBRE ESTA ROCA EDIFICARÉ MI IGLESIA, Y LAS PUERTAS DEL HADES NO LA DOMINARÁN” (Mateo 16:18)
Un hombre viejo que estaba sordo como una tapia iba a la iglesia todos los domingos. Un día, un cínico le preguntó: “¿Por qué se molesta en venir si no puede oír nada?”. Sonriente, el anciano le respondió: “Porque quiero que la gente sepa en qué bando estoy”. Para algunos, la iglesia es el lugar donde uno se bautiza, se casa y lo entierran (¡“producción”, “empaquetado” y “envío”!). Pero para Dios es mucho más, es su proyecto personal. Las “olas” de los movimientos religiosos vienen y van, pero Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán” (Mateo 16:18). La iglesia no es perfecta (pues a fin de cuentas, nosotros somos sus miembros), y no siempre consigue mantener unos reglamentos aceptables. Aun así, el Dr. Jay Kessler dijo: (a) Es la única institución que todavía se encarga de temas como la salvación, la muerte, el juicio, la gracia, los propósitos divinos, el Cielo y el infierno; (b) Proporciona valor y dignidad a la vida humana. Vivimos en una sociedad secular que respalda el hecho de sentirnos inferiores. La iglesia contrarresta este mensaje negativo, predicando/al predicar el amor del Señor y su aceptación; (c) Ofrece un “ritmo” moral y espiritual. La sociedad ha modificado, atacado y rechazado los principios absolutos por abrazar el relativismo. En cambio, la iglesia se apoya en los eternos cimientos de la Palabra de Dios; (d) Es el lugar donde puedes encontrar compasión, sanidad y fraternidad. Ahí estamos todos a la par, y donde el Espíritu del Señor actúa para unirnos como creyentes, garantizándonos que “...los unos y los otros tenemos entrada... al Padre” (Efesios 2:18b); (e) Como ningún otro organismo, la iglesia ha motivado los cometidos más duraderos, abnegados, esenciales y valientes en la historia de la humanidad: misiones, escuelas, hospitales, comedores, centros de rehabilitación y orfanatos. Pero lo más importante es que Cristo mismo “...es... la cabeza del cuerpo... para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).
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