Re: ¿22 de Octubre del 1844 = Día de expiación?
Respondiendo la "inquietud" de Gabriel47:
Adar 2 se añade al final del año Judìo Bìblico dependiendo del estado de la cosecha de cebada en Jerusalèn. Si la cebada no està "en estado quebradizo", se añade un mes adicional al calendario. De lo contrario, se comienza el nuevo año con "el Primer Mes" (Hodesh HaRishon) o "Mes de el Abib" (Hodesh Ha'Abib). Entonces, es obvio que Adar2 siempre està al final del año Judìo que es a principios (marzo/abril) del calendario Gregoriano.
Desde hace mucho tiempo los Judìos cambiaron el sistema de "Abib" por el ciclo de 19 años donde se intercala un mes adicional en 7 de cada ciclo de 19 años (años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19). Tambièn cambiaron el principio del año (esto no es Bìblico) comenzando con el mes 7mo (Tishri) por lo que el mes 13 comienza en el medio del año y no al final del mismo. Esta ha sido parte de tu confusiòn; usas el calendario Civil y no el calendario Bìblico.
De todas formas... Quiero que aprendas esta fòrmula:
"Para saber si determinado año hebreo es o no bisiesto, hay que dividirlo por el número 19: si el cociente obtenido luego de la división, nos deja un resto luego del entero con uno de los siguientes guarismos: 0, 3, 6, 8, 11, 14 ó 17, estamos ante un año de 13 meses. Así, el año hebreo de 5765, equivalente al gregoriano de 2005, al dividirlo por 19 nos da 303 enteros, y un resto de 8 (5765/19 = 303 8/19). Por ende, el año de 5765 fue bisiesto, y se le agregó como tal el mes de Adar "A" antes del último mes del año, el mes de Adar "Bis"."Al decir que el año 2005 (5765) fue bisiesto debes entender que el año CIVIL Judìo 2005 comenzò en el 2004 año Gregoriano y terminó en Octubre del 2005 año Gregoriano. O sea que el calendario Civil Judío comienza 6 meses antes que el calendario Gregoriano. El primer més del 2005 Civil Judío comenzó con el 16 Sept. 2004 Gregoriano (1 Tishri) y terminò el 3 Octubre del 2005 (29 de Elul) y el mes de Adar 2 comenzó el 12 de Marzo del 2005. Si no entiendes este punto no podrás entender el resto.Ahora hagamos el mismo ejercicio con el año 1844 CIVIL. (Año 5604 Civil Judío). Si Dividimos 5604 entre 19 nos da 294 enteros, y un resto de 18. Por ende, el año de 5604 (1844) NO fue bisiesto. Prueba de ello es que cualquier programa que calcula el calendario Judío te dirá que el año 5604 comenzò con 1 Tishri (25 Sept. 1843) y terminó el 29 de Elul (13 Sept 1844). Esto quiere decir que 1 Tishri 5605 cayó el 14 de Septiembre del 1844 y el 10mo dìa, el dìa de la expiaciòn (Yom Kippur) fue el 23 de Septiembre del 1844.
¿Viste?
Ahora hagamos el mismo ejercicio con el año 1845 CIVIL JUDIO o 5605El mismo comenzò el 1 Tishri (14 Sept. 1844) y terminó el 29 de Elul (1 de Oct 1845). Si Dividimos 5605 entre 19 nos da 295 enteros, y un resto de 0. Por ende, el año de 5605 fue bisiesto y el mes de Adar 2 comenzó el 10 de Marzo del 1845. Como yo cuento los meses tal y como dice la Biblia (comenzando con Abib o Nisan), entonces puedo decir que el año 1844 Judío comenzó en Marzo 1844 y terminó con el final de Adar 2 en Abril 1845. Mientras que el Civil (el que tú cuentas) comenzó en Sept 1843 y terminó en Sept 1844.Por eso es que siempre he dicho que el 1844 fue embolismal aunque contando los años de Tishri a Elul (Calendario Civil), tendríamos que decir que el 1845 fue el año embolismal. ¿Entiendes?
Permitanme incluirme en este foro solo por esta vez ya que aquí nadie me ha invitado...
PARA MIS HERMANOS ELG Y GABRIEL 47...
Cómo saber cuándo debía caer el Día de la Expiación en 1844
Esta pregunta es necesaria a la hora de determinar si los milleritas estuvieron en lo correcto al intercalar un mes adicional en el año 1844. A simple vista, esto sería fácil simplemente mirando a la luna en ese año. El problema se levanta, sin embargo, al momento de tener que determinar si en ese año hay que agregar un mes intercalario o no. ¿Qué criterios usar para determinar si se requería un mes bisiesto en ese año? ¿El de la cosecha? ¿El astronómico?
Información histórica del calendario
Los dos profetas más notables que nos trajeron una información más definida con respecto al calendario, fueron Moisés educado en la corte egipcia, y Daniel en la corte babilónica. A pesar de eso, Moisés no implementó el calendario solar que usaban los egipcios. Tampoco Daniel, ni los que volvieron del cautiverio babilónico, utilizaron el calendario babilónico para contar los años de los reyes de la época. Daniel, sin embargo, reveló conocer, en términos generales, un calendario anual de 360 días que requería un décimotercer mes al cabo de 6 años, lo que coincide con un período sabático. Aunque es probable que a este cómputo hubiesen llegado ya desde la época del rey Acaz que contaba con un reloj solar especial (2 Rey 20:11).
Del profesor de matemáticas Adolfo Lista, astrónomo por vocación y pasión personal, recibí la siguiente información.
“Moisés parte de la cultura egipcia y de un nivel muy elevado en ella, atemperado por cuarenta años de vida pastoril. Los conceptos astronómicos que constituían su acervo eran los del sacerdocio egipcio. La astronomía de aquella nación tenía como instrumentos el gnomon (los obeliscos) y construcciones arquitectónicas que permitían, mediante orificios, observaciones más finas que la de la posición del sol mediante la sombra que arrojaban, como ser la aparición helíaca de un astro (por ejemplo la primera observación visible de Sirio en el crepúsculo).
“Nada de eso se encuentra en Israel, salvo la referencia al reloj de Acaz (2 Rey 20:11). Era un calendario agrícola el indicado por Dios para ellos. La agricultura tiene un ciclo anual regido por el sol. La maduración de la cebada que les permitiría asegurar la ofrenda del omer catorce días después determinaba en forma sencilla y práctica la iniciación del año. Incluso, esa misma práctica y sencillez que hace concluir a muchos que el pueblo hebreo carecía del conocimiento de las ciencias, supera hasta un grado de sincronización del período anual en largos períodos de tiempo maravillosamente exacto.
“Aún la iniciación del año era diferente de la que regía en Egipto y en los pueblos que ocupaban el territorio conquistado, estos últimos relacionados con la civilización caldea. Esto fue probablemente indicado por Dios como una manera de diferenciarlos y preservarlos de influencias idolátricas. En el momento de considerar la determinación de fechas producidas por calendarios ajenos al indicado por Dios y la contaminación pecaminosa a la cual tuvo una tendencia manifiesta el pueblo israelita, ya sea en el período comprendido entre la esclavitud en Egipto y el cautiverio en Babilonia, y aún en e inmediatamente después de este cautiverio, debemos tener en cuenta que no es mucho el progreso en el conocimiento astronómico. Aquí nos encontramos, además de con Moisés, con Daniel en la cima de su cultura contemporánea.
“La novedad caldea astronómica después de Nabonasar es simplemente el astrolabio. La capacidad de predecir eclipses a que llegaron puede ser fácilmente entendible si se considera que los eclipses de luna ocurren en series que vuelven a repetirse. El interés astrológico adquiría cierta solidez en esa capacidad. Una acumulación de datos en período suficiente les permitía saber que, después de un eclipse, cada seis lunaciones, volvía a producirse un eclipse en cuatro o cinco oportunidades.
“Y aquí aparece un elemento cultural que provoca diferencia de opiniones: los conocimientos astronómicos con que se manejaban en la época bíblica que nos interesa a los fines proféticos, son totalmente ajenos a los que se iniciaron por los griegos y crecieron en el correr de los siglos hasta alcanzar la información sobre el movimiento de los astros que poseemos hoy. Recién con ellos apareció el conocimiento de la Geometría y de la Trigonometría que permitieron afinar los cálculos de una manera adecuada.
“El descubrimiento de que 235 lunaciones difieren aproximadamente en una hora y media de
19 años julianos se le reconoce a Metón, astrónomo griego del siglo V A.C.. Es de esa época el conocimiento de que las lunaciones se repiten en el mismo día del año con un adelanto de aproximadamente una hora y media respecto al ciclo anterior. La determinación de fechas durante aquel período queda supeditada a la documentación arqueológica a la cual se tenga acceso y su posible sincronización con eventos históricos coincidentes con el resultado de cálculos astronómicos dirigidos hacia el pasado” (mensaje personal enviado por internet).
El cambio rabínico introducido en el S. IV DC
A partir del S. IV DC, los rabinos judíos comenzaron a fijar la fecha del comienzo de sus años lunares por su acercamiento al equinoxio de invierno que, en el hemisferio norte, corresponde más o menos al 21 de marzo cuando el sol pasa por el ecuador del sur hacia el norte, cambiando la estación del invierno por la de primavera, y la noche y el día tienen el mismo tiempo de duración.
En lugar de regirse por la cosecha, los judíos de entonces decidieron iniciar el primer mes del año por el cambio de luna más cercano al equinoxio vernal o de primavera (el que marcaba la terminación del invierno y el comienzo de la privamera). De esta forma, cuando el cambio de luna se daba antes del equinoxio, la fiesta de las primicias poco más de medio mes más tarde caía también antes de la maduración adecuada de la cebada. Esto hacía que, a partir de entonces, terminasen a menudo celebrando la fiesta de las Primicias muy temprano, cuando la cosecha no había madurado suficientemente, y el resto de las demás fiestas de cosecha quedaba igualmente descolocado.
Al querer fijar así su calendario por el sol y no por el cambio de luna que estuviese más cerca de la maduración de la cebada, los rabinos medievales cambiaron el método bíblico de computación y se encontraron muchas veces comenzando el año demasiado temprano. Mientras que la ley divina determinaba que la estación de la cebada debía preceder a la celebración de las “primicias”, los rabinos judíos de Jerusalén a partir del S. IV DC terminaron celebrando a menudo la estación de la cebada antes que ésta aparezca.
Por tal razón,
una secta del judaísmo conocida como Caraítas, decidió rechazar el Talmud (interpretación rabínica de la Mishnah y de la Biblia posterior al S. III DC), así como al método de computación de los rabinos medievales, y adoptar el que les pareció más concorde con el que indica la Biblia. El problema para muchos de estos judíos de la dispersión se dio con el hecho de que
la cosecha y la visibilidad de la luna no se daban al mismo tiempo que en Jerusalén. Por lo cual, con el tiempo, fueron igualmente abandonando su enfoque bíblico y terminaron por adoptar el sistema rabínico que, a menudo, por comenzar mal, terminaba desajustando todo el resto de las fiestas judías en relación con las diferentes cosechas del año.
Los milleritas se enteraron de esta confrontación judía, porque un converso rabino judío expuso el problema en abril de 1840, en el American Bible Repository. Esto llevó a los milleritas a no hacer caso de la celebración judía determinada por los rabinos, ni a lo que muchos caraítas de la dispersión estaban haciendo también al ajustar sus calendarios al rabínico de Jerusalén, por vivir lejos de Palestina y resultarles más complicado estar averiguando siempre si la cosecha había madurado ya lo suficiente como para saber si intercalar o no un mes bisiesto el año en consideración. Al enterarse de ésto, los milleritas decidieron regirse por el método más simple determinado por Dios en la Biblia. Decidieron basarse en testimonios de viajeros que provinieron de Palestina sobre el estado de la cosecha al comenzar la primavera de 1844, lo que los llevó a concluir que en ese año debían intercalar un mes bisiesto. Astronómica e históricamente, se puede probar hoy que estuvieron en lo correcto.
Los datos con los que contamos hoy de los judíos de Elefantina, contemporáneo de Esdras y Nehemías, más los de Babilonia desde el S. VII AC hasta los días de Cristo, no dan evidencias de comenzar el primer mes del año religioso antes del equinoxio vernal (o de primavera). El 1 de Abib o Nisán, fecha en que debían iniciar el calendario de primavera y de cosecha, cayó siempe después del equinoxio, es decir, en principio después del 21 o 22 de marzo (dependiendo del año), según las referencias que consignaron en sus documentos. Esto es importante porque, de acuerdo a los datos astronómicos, si en 1844 no se intercalaba un mes bisiesto, la celebración iba a caer un día antes de ese equinoxio. Esta es una prueba adicional de que los milleritas estuvieron en lo correcto cuando decidieron no hacer caso a la computación rabínica de entonces, y agregar un mes adicional que los llevó a determinar que en 1844, el Día de la Expiación correspondió al 22 de octubre en los EE.UU.
De acuerdo a lo que ya consideramos sobre el año 457 AC y las referencias históricas dejadas por Esdras y escaneadas por las computadoras astronómicas actuales, en ese año se debió agregar un mes intercalario, y el Día de la Expiación debió caer, por consiguiente, en ese año también en octubre. Esto encuentra una confirmación también en el calendario babilónico y en el que consignaron los judíos de Elefantina, con un mes agregado en años que se corresponden astronómicamente con el año 457 AC.
Al aplicar el principio introducido por
Metón en relación con los movimientos de la luna y su relación con la tierra
(cada 19 años vuelve aproximadamente a su posición original), descubrimos que se corresponde también con el año 31 DC. Ese es el único año que para entonces, con un mes intercalario adicional, permitía astronómicamente que el jueves cayese en el 14 de Nisán (la Pascua), y el viernes 15 (primer día de los Panes Ázimos) en viernes, de acuerdo al testimonio de los evangelios. Y aunque el año 1844 no entra dentro del mismo ciclo de años metónicos,
astronómicamente se corresponde con los años que requerían agregar también un mes bisiesto.
Todos estos datos históricos, bíblicos y astronómicos, nos permiten ver que el período de 70 años y de los 2300 días se corresponde en tiempos completos hasta en los años que requerían un mes bisiesto. El cuadro traducido a nuestro calendario romano es Octubre (457 AC) – Abril (31 DC) – Octubre (1844 DC).
La confirmación celestial
Teniendo en cuenta un mes bisiesto para el año 1844, el Día de la Expiación debía caer el 23 de octubre en Jerusalén. ¿Por qué eligieron los milleritas, entonces, el 22 de octubre de 1844 como el día que correspondía al de la Expiación en ese año? ¿Observaron mal el cambio de luna? ¡No, en absoluto!
Ellos sacaron la cuenta de la diferencia de horas entre Jerusalén y Boston, y dedujeron que mientras en Jerusalén el Día de la Expiación debía caer el 23 de octubre, en Boston iban a estar todavía en el 22 de octubre. Por esa razón, muchos esperaron la venida del Señor hasta la media noche.
Hiram Edson, uno de los milleritas que esperaron hasta pasada la media noche la venida del Señor, pasó junto con otro grupo de creyentes toda la noche, llorando desconsolados, aún más afligidos que si hubiesen perdido un ser querido, según testificaron luego. Al amanecer sintió que “debía haber luz y ayuda” para su angustia, e invitó a algunos hermanos a ir al granero para orar por esa luz. “Continuamos en sincera oración hasta que el testimonio del Espíritu fue dado diciéndonos que nuestras oraciones eran aceptadas, y que se nos daría luz, se explicaría nuestro chasco, haciéndolo claro y satisfactorio”.
Después del desayuno, Hiram Edson invitó a los que habían ido a orar con él al granero, a salir para alentar a otros con esa confirmación del Espíritu que habían tenido. “Mientras pasábamos por un extenso campo, fui detenido por el medio del campo. El cielo pareció abrirse ante mi vista, y ví distinta y claramente que en lugar de que nuestro Sumo Sacerdote saliese del lugar santísimo del santuario celestial a esta tierra en el día diez del séptimo mes, al final de los 2300 días, El, por la primera vez, entró en ese día en el segundo apartamento de ese santuario, y que tenía una obra que llevar a cabo en el lugar santísimo antes de volver a la tierra; que El vino a la boda, o en otras palabras, al Anciano de Días, para recibir un reino, dominio y gloria; y que nosotros debíamos esperar su regreso de la boda” (P. A. Gordon, The Sanctuary, 1844, and the Pioneers (Washington, DC, Review and Herald, 1983), 24-25.
“¿En qué momento tuvo Hiram Edson esa experiencia, en la mañana del 23 de octubre? ¿Entendió esta verdad en el mismo momento en que Jesús entró en el segundo apartamento del santuario celestial? No lo sabemos con precisión. Pero lo que podemos decir es que a las 7 de la mañana, en Port Gibson, donde Edson vivía o a las 8 de la mañana en Boston, el centro del adventismo, debía ser equivalente a las 3 de la tarde, la hora del sacrificio vespertino en Jerusalén, y que las 10 u 11 de la mañana de Boston sería equivalente a la puesta del sol en Jerusalén.
“La experiencia de Hiram Edson sincronizaba con la hora del sacrificio de la tarde el 10 de Tishri=22/23 de octubre en Jerusalén. Su experiencia fue similar a la que tuvieron Jesús y Esteban en el comienzo, mitad y fin de la septuagésima semana” (de Oliveira, 104).
El cumplimiento tanto de la profecía de las 70 semanas como de la profecía de los 2300 días-años tuvieron confirmación celestial en la tierra.
En el otoño del año 27, “tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento, el cielo se abrió, y Jesús vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y una voz del cielo dijo: ‘Este es mi Hijo amado, en quien me complazco’” (Mat 3:16-17).
En la primavera del año 31, Jesús vio a su Padre que ocultó de él el rostro mientras pendía de la cruz y exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mat 27:46). Luego de dar un fuerte grito de victoria dirigiéndose a su Padre, diciendo “consumado es”, expiró y “el velo del templo se rasgó en dos, desde arriba hacia abajo. La tierra tembló, y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros de muchos santos que habían muerto, y volvieron a la vida después que Jesús resucitó. Y salidos de los sepulcros fueron a la ciudad santa, y aparecieron a muchos” (Mat 27:48-53).
En la mañana del 23 de octubre hora de Boston, Hiram Edson recibió la confirmación del Espíritu que le traería la aclaración del chasco que habían sufrido. Tuvo una visión del santuario celestial con la puerta abierta al lugar santísimo en torno a la la hora en que, en Jerusalén, terminaba el Día de la Expiación con el sacrificio de la tarde (Lev 16:24; Núm 29:11). De una manera equivalente, Esteban tuvo una visión de Cristo en el santuario celestial al concluir la profecía de las 70 semanas.
En el año 34 Esteban, luego de dirigir su último llamamiento a la nación judía como en el estilo en que lo habían hecho los profetas en lo pasado, fue apedreado sellando así la nación judía su rechazo al evangelio y abriendo la puerta a la proclamación del evangelio a los gentiles. Antes de morir “Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la diestra de Dios. Y dijo: ‘Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios’” (Hech 7:55-57). Al morir apedreado se expresó como Jesús al ser crucificado diciendo: “¡Señor, no les atribuyas este pedado!” (Hech 7:60).
Poco después Felipe es llevado por el Espíritu para bautizar a un etíope (Hech 8), Saulo de Tarso tiene una visión semejante a la de Esteban y es llamado como apóstol a los gentiles (Hech 8), y Pedro tiene la visión de los alimentos inmundos a los que Dios limpió, en referencia a la aceptación de los gentiles en su reino (Hech 10-11). Habían concluido las 70 semanas que Dios había “cortado para” el pueblo judío, y el movimiento del evangelio se desplazaba de Jerusalén y Judea hacia Samaria, hacia Grecia, hacia Roma y finalmente, “hasta lo último de la tierra” (Hech 1:8). Era la confirmación del “poder” del “Espíritu Santo” que debían esperar para cumplir con el plan trazado por Dios y anticipado cronológicamente por la profecía.
En el otoño de 1844, más precisamente en la mañana del 23 de octubre, cuando debía concluir el Día de la Expiación correspondiente en Jerusalén en ese año,
Hiram Edson recibió el testimonio del Espíritu y vio, en forma clara y nítida, abrirse el cielo y el cambio de ministerio que debía llevarse allí del lugar santo al lugar santísimo para concluir la obra de intercesión celestial en el juicio final (Dan 7:9-10,13-14; 8:14). Una visión semejante la proyectó el apóstol Juan para la séptima trompeta en los siguientes términos, sugiriendo de antemano que la atención de la gente sería dirigida desde entonces hacia el lugar santísimo del templo celestial. “Entonces fue abierto el templo de Dios en el cielo, y quedó a la vista el Arca de su Pacto en su templo” (Apoc 11:19). Dos meses más tarde E. de White recibe su primera visión y ve al pueblo adventista dirigiéndose hacia la ciudad de Dios.
La entronización de Jesús en el santuario celestial en el año 31 DC, en ocasión del Pentecostés, fue confirmada en la tierra mediante el don de lenguas que Dios dio a los apóstoles para capacitarlos para predicar el evangelio (Hech 2). Ese era el don que más necesitaba la naciente iglesia cristiana para poder llegar al mundo conocido de aquel entonces con el cometido evangélico. Con el llamado al don profético que Dios extendió a E. de White ese mismo año de 1844, se dio la confirmación celestial de que Jesús había pasado al lugar santísimo del templo celestial, y que había ido allí para concluir su obra de intercesión en el juicio previo a su venida. Ese juicio tenía como propósito coronarlo Rey de la Nueva Jerusalén, y determinar quiénes serían admitidos en su reino y en su Santa Ciudad. El don de profecía prometido al remanente final en Apoc 12:17 (cf. Apoc 19:10), era el don que más necesitaba el naciente último remanente para ir a todo el mundo y preparar
un pueblo que estuviese en pie para la venida del Hijo del Hombre.
Elg por fin presentas el cómputo te demoraste bastante...
(Ojalá no me juzmen por cortar y copiar no estoy en condiciones de poder escribir con mis propias ideas, espero me entiendan, de antemano gracias)
Daniel 8 :14
"Y el le dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el Santuario será purificado"
QUE MI DIOS Y BUEN SALVADOR LES BENDIGA GRANDEMENTE