Justificación significa hacer justo o declarar justo. ¿Puede el hombre ser justo por sí mismo? NO. Para ser justificado es necesario una entidad de afuera, ya que dentro de nosotros lo que hay es carroña.
El ser humano está ante el tribunal de Dios, acusado de alta traición contra las leyes del Altísimo. Pablo dice; "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". El mismo dice: "Porque la paga del pecado es muerte". Queda entonces claro que somos viles pecadores condenados a la muerte eterna.
Ante este escenario tétrico y fatal, nos aparece un texto esperanzador, 1 Juan 2:1: "Hijitos míos, estas cosas os ecribo para que no pequéis; mas si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". Juan añade la palabra JUSTO, porque es ahí que entra la justificación por la fe.
Un abogado común miente fácilmente ante un tribunal y arregla todas las cosas para que un culpable salga inocente. Pero el Abogado divino no puede mentir. No puede decir ante Dios que no he violado sus mandamientos. Pero maravilla de las maravillas: Cristo dice al padre: "Este hombre ha pecado, es un violador de tus mandamientos, pero ha confiiado en mí. Cree que mi sangre derramada en la cruz lo lmipia de sus pecados." Es entonces que viene el trueque: Cristo toma mi vida pecaminosa a cambio de su vida sin pecado. Por su justicia, yo soy declarado justo. Dios me ve a través del tamiz de la justicia de su Hijo. Me trata como si nunca hubiera pecado.
Elena White ha escrito una definición de esto de una manera sencilla: "La justificación por la fe es la obra de Dios, que abate al polvo la gloria del hombre y hace por el hombre lo que él no puede hacer por sí mismo."