Del relato Bíblico sobre la vida de Adán en el Edén, algunos concluyen, que antes de la caída de Adán, en la naturaleza no existían ni la muerte, ni la descomposición: la vida en toda la Tierra fluía sin tormentas, ni cataclismos, los predadores comían pasto; insectos, peces y animales no morían, sino, junto con el hombre, disfrutaban de la inmortalidad. Tal idealización del mundo primordial no tiene base
Tenemos nosotros el derecho de aplicar la palabra muerte en el mismo sentido al mundo vegetal y animal? La partida de los animales no es semejante a la partida de los hombres, hechos a semejanza de Dios y creados para la inmortalidad. La división de una célula viva, la desaparición de una bacteria o insecto, fin de procesos fisiológicos de un mono — no es lo mismo que la muerte de un hombre. La inmortalidad no fue prometida a los animales y ellos mueren no por haber faltado a un mandamiento. Todo lo contrario, su muerte es un proceso tan natural como su nacimiento. Desde la aparición de la primera célula viva en el mundo hasta la creación de Adán, los nacimientos y muerte fluían sin interrupción. Si no fuera así, el mundo muy pronto después de su creación se llenaría totalmente de animales, que no tendrían nada para comer. Solo la muerte y la descomposición podían asegurar el nacimiento de nuevos seres.
Adán fue creado para la inmortalidad — pero no por su naturaleza, sino condicionalmente — como recompensa por cumplir el mandamiento le fue otorgado el acceso al Árbol de la Vida. Avisando a Adán del peligro de la muerte, el Creador tenia en cuenta no solamente la muerte física, sino — mas la espiritual, el hecho que Adán será privado de la fuerza vivificadora del Espíritu Santo. Sin embargo, teóricamente, hasta después de si caída, Adán podría continuar su vida física, si comería de los frutos del Árbol de la Vida. Justamente porque Dios privo a Adán del acceso a ellos, él fue condenado a la muerte física. San Gregorio el Teólogo explica que Dios admitió la muerte física del hombre para que el "mal (que penetró en Adán) no se haga inmortal." Ya el hecho que Adán fue creado fuera del Edén nos habla que él debía conocer la muerte de los animales.
Tenemos nosotros el derecho de aplicar la palabra muerte en el mismo sentido al mundo vegetal y animal? La partida de los animales no es semejante a la partida de los hombres, hechos a semejanza de Dios y creados para la inmortalidad. La división de una célula viva, la desaparición de una bacteria o insecto, fin de procesos fisiológicos de un mono — no es lo mismo que la muerte de un hombre. La inmortalidad no fue prometida a los animales y ellos mueren no por haber faltado a un mandamiento. Todo lo contrario, su muerte es un proceso tan natural como su nacimiento. Desde la aparición de la primera célula viva en el mundo hasta la creación de Adán, los nacimientos y muerte fluían sin interrupción. Si no fuera así, el mundo muy pronto después de su creación se llenaría totalmente de animales, que no tendrían nada para comer. Solo la muerte y la descomposición podían asegurar el nacimiento de nuevos seres.
Adán fue creado para la inmortalidad — pero no por su naturaleza, sino condicionalmente — como recompensa por cumplir el mandamiento le fue otorgado el acceso al Árbol de la Vida. Avisando a Adán del peligro de la muerte, el Creador tenia en cuenta no solamente la muerte física, sino — mas la espiritual, el hecho que Adán será privado de la fuerza vivificadora del Espíritu Santo. Sin embargo, teóricamente, hasta después de si caída, Adán podría continuar su vida física, si comería de los frutos del Árbol de la Vida. Justamente porque Dios privo a Adán del acceso a ellos, él fue condenado a la muerte física. San Gregorio el Teólogo explica que Dios admitió la muerte física del hombre para que el "mal (que penetró en Adán) no se haga inmortal." Ya el hecho que Adán fue creado fuera del Edén nos habla que él debía conocer la muerte de los animales.