Re: Seminario de Pastores
El pastorado es un ministerio;. Es uno de los dones o facultades que registra su palabra: “Y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, PASTORES y doctores” (Ef. 4:11)
Cuando sabemos que este ministerio ha de desarrollarse en la obra de Dios, es decir, en un plano espiritual, es obvio que se debe contar también por excelencia con una obra espiritual dentro del corazón,… tan obvio también es que el llamado a cumplir tal ministerio debe venir necesariamente de parte de Dios; pues no estamos hablando de una profesión común y corriente; … y aunque podemos identificarlo como una “profesión de fe”, es más bien una facultad, ministerio o don recibido de parte de Dios.
Estos ministerios no se aprenden a gusto de cualquiera que sienta deseos de hacerlo… ya digo que debe imperar por sobretodo, el llamamiento de parte de Dios. Esto no es como estudiar una carrera, profesión u oficio: ingeniero, abogado, albañil, carpintero etc. etc. Ser pastor, no se aprende…se recibe (de Dios). Muchos son atraídos por el prestigio (que aparentemente existe) por un sueldo o por “la carrera” a seguir; esto mismo a llevado a muchos a terminar sus carreras en un seminario para adquirir junto con el “titulo” también un rotundo fracaso;… luego…se debe salir a buscar “trabajo” en alguna iglesia. El verdadero pastor o siervo de Dios, no debiera percibir sueldo alguno, más que lo que Dios quiera proveerle: "No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas; ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; PORQUE EL OBRERO ES DIGNO DE SU SALARIO" (mAT. 10:9,10) Con frecuencia el sueldo puede aparejar el camino para formar pastores "asalariados".
El llamado de Dios debe ser tan claro y categórico como debe serlo el respaldo que se necesita para realizar este ministerio; … sería una locura, asumir un pastorado sin la absoluta certeza de que existe antes un llamado de Dios. Se necesitan recursos divinos para realizar una tarea de la magnitud como es “pastorear” almas; y esos recursos Dios se ve comprometido a darlos en respaldo de sus hijos…cuando él los ha llamado…
El llamamiento, puede ser una experiencia distinta particularmente en cada uno… pero lo que sí es igual en todos, es que Dios otorga una absoluta certeza y profunda convicción de la existencia de un llamado divino al ministerio… amén de las facultades y capacidades espirituales “innatas” de un ministro de Dios.
El sello de un ministerio de Dios, será el rebaño, …pero de ovejas… no de cabritos ni lobitos… sino de ovejas… genuinas, legítimas, convertidas verdaderamente a Dios, con una obra regeneradora, transformadora; con la experiencia de la obra de Dios dentro del corazón que garantice seguridad de vida eterna en la presencia de Dios. El rebaño… califica al verdadero pastor. Si no hay rebaño… no hay pastor: “Mal haya el pastor de nada” (Zac. 11:16)
La calidad, cualidad y recursos divinos, para una tarea divina... no se aprende ni se reciben en el mejor de los Seminarios, Universidades o Institutos Bíblicos.
Saludos y bendiciones.