En lucha por la paz

6 Diciembre 2006
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En lucha por la paz

El siglo que despedimos –tan fecundo en tantas cosas- pasará a la historia como el siglo más belicoso. Millones de hombres y de mujeres fueron victimas de está barbarie inhumana. El dinero dedicado a fabricar armamento podría arreglar sobradamente el problema del hambre en el mundo. ¿Podremos hacer del siglo XXI un siglo de paz? Si, si la paz es fruto de la justicia, este ideal es impensable sin hacer frente a las tremendas injusticias que anidan entre las personas y los pueblos. Los países menos desarrollados participan tan solo en el 3% del comercio mundial. 1300 millones de personas con menos de un dólar al día, y como contraste europeos y americanos gastan 1700 millones de dólares cada año en animales domésticos.
Hoy en día tenemos que implorar a Dios para que venga sobre nosotros el don de su paz que cure nuestro pecado y nos pacifique.
Un corazón pacificado crea ámbitos de paz en la familia, en la comunidad, y en el trabajo.
El pacificador no sortea los conflictos, pero aprende a resolverlos desde el diálogo y la no violencia. Sabe perder seguridad para ganar la paz. Este entrenamiento diario nos permite contribuir también a las grandes causas de la paz mediante la solidaridad con todos los que denuncian las injusticias, la participación en todas aquellas iniciativas que no sirvan para “lavar nuestra conciencia” sino que expresen el don que recibimos.
 
Re: En lucha por la paz

HAY UN GRAN PRECIO QUE PAGAR POR LA PAZ
La Verdadera Vida en Dios 9.01.1991



(Lloré por todas las falsas acusaciones dichas sobre mí por "..." y que dañaron tanto).

Flor, ésta es también Mi Cruz, pero permíteme tratarte como Me place. Tu amor llega hasta Mí como el incienso. Cuando un repentino azote mortal desciende sobre ti, Mi niña, ofrécemelo y Yo haré buen uso de él. Las naciones están al borde de la guerra, ¡¿no lo entiendes?! Pequeña, ofréceme tus sufrimientos, porque hay una cólera lista a inflamarse... ten Mi Paz... ten confianza en Mí, Vassula Mía, recuerda que Yo te confortaré. Además, está tu ángel a tu lado para consolarte y para curar tus heridas. Pero, por ahora, permíteme dejar Mi Cruz sobre ti. ¡Ten valor, hija! Mi Cruz es pesada y está pesando sobre ti, pero sé que tú estarás dispuesta a llevarla hasta el final.

Yo, el Señor, te bendigo. Yo te recompensaré en el cielo.

(Daniel, mi ángel).

Tu Jesús te ama. Soy Yo, Daniel. Recuerda que el Señor te ha hecho descansar, pero ahora, ¿no quisieras descansarlo a Él también? Entonces, Vassula, satisfácelo, y permítele oprimirte con sufrimientos. Hay un gran precio que pagar por la Paz, hay muchas vidas en juego. ¿Cuántas veces te oprime el Señor con dicho peso?

No a menudo.

No, no muchas veces. Así que, las pocas veces que Él lo hace, acéptalas y no estés ansiosa por ello. Vassula, todos estos sacrificios no van a ser en vano. Ellos te fortalecen, también. Permanece en el Amor de Dios.


ansioso está Él de purificarte,
ansiosa estés tú de glorificarlo.
Daniel, tu ángel.


(Sonreí. De algún modo, mi ángel siempre se las arregla para hacerme sonreír. Sonreí por la prosa que él escribió. Esto es típico de mi ángel.)