Lo que sigue es de la autoría de Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España, de reciente aparición en
www.centrorey.org donde podrá leerse el artículo entero bajo el título: LA UNIDAD INTERRELIGIOSA ingrediente básico para el NUEVO ORDEN MUNDIAL
Por creerlo de sumo interés para nuestros hermanos ecumenistas, extraigo aquí la sección en que el autor prueba que como cristianos evangélicos seguimos desde Trento estando ANATEMATIZADOS – MALDITOS para la iglesia romana. Con gusto atenderé cualquier cuestionamiento que merezca esta lectura.
Ricardo, de Montevideo, URUGUAY
La Constitución Dogmática “Lumen Gentium”, publicada por el Concilio Vaticano II, es el texto más ensalzado por ser el más trascendental logro del Concilio. Este importante documento afirma claramente que no define ninguna doctrina o dogma nuevos. Por tanto, las doctrinas expresadas en el Concilio de Trento tienen vigencia absoluta. La siguiente es la declaración conciliar a la que nos referimos:
“Este concilio sagrado (Vaticano II) acepta lealmente la venerable fe de nuestros antecesores, y propone de nuevo los decretos del Segundo Concilio de Nicea, del Concilio de Florencia, y del Concilio de Trento”.
Por lo tanto, ya que vuelve a definir los mismos postulados dogmáticos que el Concilio de Trento, postulados estos que todo verdadero católico tiene que creer con fe católica, veamos pues algunas de esas declaraciones tridentinas:
En cuanto a la misa:
“Si alguno dijere que en la misa no se ofrece a Dios un sacrificio propio y verdadero, sea anatema” (es decir, sea maldito)
¿Se imaginan ustedes hermanos yendo de nuevo a misa, y creyendo que en ella, el presunto oferente (el cura), ofrece a Dios un sacrificio, cual es supuestamente, una y otra vez el sacrificio de Jesús, cuando dice la Escritura que El lo hizo una vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo? (He: 7: 27)
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue diciendo Trento:
“Si alguien niega que en el sacramento de la Santísima Eucaristía están presentes verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y consecuentemente Cristo mismo, sino que dice que es sólo un símbolo, figura o fuerza, sea anatema” (es decir, sea maldito).
¿Se imaginan ustedes, hermanos, creyendo que en el pan y en el vino están en sustancia el cuerpo, la sangre y la divinidad de Cristo, haciendo por tanto, un dios de esas formas?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue Trento diciendo:
“Si alguien niega que en el venerable sacramento de la Eucaristía el Cristo integral está contenido bajo cada forma y bajo cada parte de cada forma cuando se divide, sea anatema”.
¿Se imaginan ustedes, hermanos, afirmando que Quien es la persona de Cristo está contenido bajo cada forma y bajo cada parte de cada forma cuando se divide?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue Trento afirmando:
“Si alguien dice que en el santo sacramento de la Eucaristía, Cristo el unigénito Hijo de Dios, no ha de ser adorado con el culto de latría, también externamente manifestado, y que consecuentemente no ha de ser venerado en festividad solemne extraordinaria, ni ha de ser cargado solemnemente en procesión según los laudables y universales ritos y costumbres de la santa Iglesia, ni ha de ser exhibido públicamente ante el pueblo para que lo adoren, y que por lo tanto los adoradores son idólatras, sea anatema” .
¿Se imaginan ustedes, hermanos, adorando el pan que eleva el cura católico como el que adora a la persona de Cristo, etc. etc.?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Todas estas ridículas y blasfemas doctrinas son las que cada católico está obligado a creer, si es que quiere llamarse católico. ¿Podrá entonces un católico ser un verdadero cristiano? Difícilmente, ¿no es cierto?
Entonces, ¿qué verdadera comunión en el Espíritu podemos tener los cristianos con los católicos? La verdad es que ninguna.
A mí me parece más honesto el posicionamiento de los católicos sinceros y convencidos, que nos tienen a nosotros, los cristianos de la Biblia, por herejes y anatemas, porque es de acorde a su creencia tridentina.
Lo que no es de recibo, es la falsedad e hipocresía de todos aquellos católicos y presuntos evangélicos que, ignorando el dogma católico, y la Biblia, respectivamente, se lanzan en una sinrazón ecuménica, que no es más que una vergüenza, incluso a los ojos del mundo, que contradice el propio enunciado del slogan del III Encuentro Fraterno de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo) el cual dice así: “Para que todos sean uno, para que el mundo crea”¿en qué? ¿En una esquizofrenia doctrinal? ¿En una confusión espiritual?... ¿En qué deberíamos creer si los cristianos nos uniéramos a los católicos? ¿Deberíamos seguir creyendo sólo en la Biblia, o deberíamos, contradiciéndola, creer también en las declaraciones conciliares de los papas?, ¿y los católicos, deberían sólo creer en la Biblia, dejando entonces de ser católicos? Esto no es más que una vuelta hacia la torre de Babel: ¡Confusión!
¿Qué comunión hay entre la luz (la Biblia) y las tinieblas (Roma)? ¡Ninguna!
Como cristianos, así como hemos de amar a todos los hombres, amamos a las personas que practican el catolicismo, a los cuales llamamos católicos, orando por ellos (no con ellos) para que se conviertan al verdadero Cristo, y eso dista mucho a ser uno con ellos. A eso, no nos llama el Señor, sino todo lo contrario:
<<Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades>> (Apocalipsis 18: 4, 5)
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Diciembre 2006
www.centrorey.org
Quedo a vuestras órdenes para responder a cualquier comentario.
Ricardo.
www.centrorey.org donde podrá leerse el artículo entero bajo el título: LA UNIDAD INTERRELIGIOSA ingrediente básico para el NUEVO ORDEN MUNDIAL
Por creerlo de sumo interés para nuestros hermanos ecumenistas, extraigo aquí la sección en que el autor prueba que como cristianos evangélicos seguimos desde Trento estando ANATEMATIZADOS – MALDITOS para la iglesia romana. Con gusto atenderé cualquier cuestionamiento que merezca esta lectura.
Ricardo, de Montevideo, URUGUAY
La Constitución Dogmática “Lumen Gentium”, publicada por el Concilio Vaticano II, es el texto más ensalzado por ser el más trascendental logro del Concilio. Este importante documento afirma claramente que no define ninguna doctrina o dogma nuevos. Por tanto, las doctrinas expresadas en el Concilio de Trento tienen vigencia absoluta. La siguiente es la declaración conciliar a la que nos referimos:
“Este concilio sagrado (Vaticano II) acepta lealmente la venerable fe de nuestros antecesores, y propone de nuevo los decretos del Segundo Concilio de Nicea, del Concilio de Florencia, y del Concilio de Trento”.
Por lo tanto, ya que vuelve a definir los mismos postulados dogmáticos que el Concilio de Trento, postulados estos que todo verdadero católico tiene que creer con fe católica, veamos pues algunas de esas declaraciones tridentinas:
En cuanto a la misa:
“Si alguno dijere que en la misa no se ofrece a Dios un sacrificio propio y verdadero, sea anatema” (es decir, sea maldito)
¿Se imaginan ustedes hermanos yendo de nuevo a misa, y creyendo que en ella, el presunto oferente (el cura), ofrece a Dios un sacrificio, cual es supuestamente, una y otra vez el sacrificio de Jesús, cuando dice la Escritura que El lo hizo una vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo? (He: 7: 27)
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue diciendo Trento:
“Si alguien niega que en el sacramento de la Santísima Eucaristía están presentes verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y consecuentemente Cristo mismo, sino que dice que es sólo un símbolo, figura o fuerza, sea anatema” (es decir, sea maldito).
¿Se imaginan ustedes, hermanos, creyendo que en el pan y en el vino están en sustancia el cuerpo, la sangre y la divinidad de Cristo, haciendo por tanto, un dios de esas formas?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue Trento diciendo:
“Si alguien niega que en el venerable sacramento de la Eucaristía el Cristo integral está contenido bajo cada forma y bajo cada parte de cada forma cuando se divide, sea anatema”.
¿Se imaginan ustedes, hermanos, afirmando que Quien es la persona de Cristo está contenido bajo cada forma y bajo cada parte de cada forma cuando se divide?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Sigue Trento afirmando:
“Si alguien dice que en el santo sacramento de la Eucaristía, Cristo el unigénito Hijo de Dios, no ha de ser adorado con el culto de latría, también externamente manifestado, y que consecuentemente no ha de ser venerado en festividad solemne extraordinaria, ni ha de ser cargado solemnemente en procesión según los laudables y universales ritos y costumbres de la santa Iglesia, ni ha de ser exhibido públicamente ante el pueblo para que lo adoren, y que por lo tanto los adoradores son idólatras, sea anatema” .
¿Se imaginan ustedes, hermanos, adorando el pan que eleva el cura católico como el que adora a la persona de Cristo, etc. etc.?
¿Aceptarían ustedes esa doctrina? Seguro que no, como yo. Pues entonces, la iglesia de Roma nos maldice.
Todas estas ridículas y blasfemas doctrinas son las que cada católico está obligado a creer, si es que quiere llamarse católico. ¿Podrá entonces un católico ser un verdadero cristiano? Difícilmente, ¿no es cierto?
Entonces, ¿qué verdadera comunión en el Espíritu podemos tener los cristianos con los católicos? La verdad es que ninguna.
A mí me parece más honesto el posicionamiento de los católicos sinceros y convencidos, que nos tienen a nosotros, los cristianos de la Biblia, por herejes y anatemas, porque es de acorde a su creencia tridentina.
Lo que no es de recibo, es la falsedad e hipocresía de todos aquellos católicos y presuntos evangélicos que, ignorando el dogma católico, y la Biblia, respectivamente, se lanzan en una sinrazón ecuménica, que no es más que una vergüenza, incluso a los ojos del mundo, que contradice el propio enunciado del slogan del III Encuentro Fraterno de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo) el cual dice así: “Para que todos sean uno, para que el mundo crea”¿en qué? ¿En una esquizofrenia doctrinal? ¿En una confusión espiritual?... ¿En qué deberíamos creer si los cristianos nos uniéramos a los católicos? ¿Deberíamos seguir creyendo sólo en la Biblia, o deberíamos, contradiciéndola, creer también en las declaraciones conciliares de los papas?, ¿y los católicos, deberían sólo creer en la Biblia, dejando entonces de ser católicos? Esto no es más que una vuelta hacia la torre de Babel: ¡Confusión!
¿Qué comunión hay entre la luz (la Biblia) y las tinieblas (Roma)? ¡Ninguna!
Como cristianos, así como hemos de amar a todos los hombres, amamos a las personas que practican el catolicismo, a los cuales llamamos católicos, orando por ellos (no con ellos) para que se conviertan al verdadero Cristo, y eso dista mucho a ser uno con ellos. A eso, no nos llama el Señor, sino todo lo contrario:
<<Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades>> (Apocalipsis 18: 4, 5)
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Diciembre 2006
www.centrorey.org
Quedo a vuestras órdenes para responder a cualquier comentario.
Ricardo.