Al principio de la era evangélica, Dios bendijo a su iglesia derramando el poder del Espíritu Santo en Pentecostés. Como fruto de esta manifestación, 3,000 almas fueron salvadas, dando inicio a la Iglesia del Nuevo Pacto. Esto es conocido como La LLuvia Temprana. Ya muy pronto, a punto de verificarse el retorno del Maestro, Dios hará un nuevo prodigio: enviar de nuevo el poder del Espíritu Santo sobre los leales cristianos. Esto es la LLuvia Tardía.
La Lluvia temprana cae, en el Medio Oriente, en octubre. Esta ablanda el terreno para la siembra de los cereales. Luego siguen los chubascos intermedios, los que yudan a engrosar las espigas. Para abril, los labradores esperan ansiosos la lluvia tardía, la que logrará la madurez de los granos para la siega, que es en mayo.
El principio de la obra del Espíritu constituye la LLuvia temprana. Los chubascos intermedios son los movimientos que Dios usó para preservar la pureza del Evangelio. Nos aguarda el último gran reavivamiento del Espíritu en la LLuvia Tardía, un poco de tiempo antes de la cosecha, que es el segundo advenimiento del Salvador.
Mientras aguardamos ese momento glorioso hemos de prepararnos mediante lo que resta de la lluvia temprana, hasta que lleguemos a la preparación adecuada para el recibimiento de la segunda venida del Espíritu Santo.
La Lluvia temprana cae, en el Medio Oriente, en octubre. Esta ablanda el terreno para la siembra de los cereales. Luego siguen los chubascos intermedios, los que yudan a engrosar las espigas. Para abril, los labradores esperan ansiosos la lluvia tardía, la que logrará la madurez de los granos para la siega, que es en mayo.
El principio de la obra del Espíritu constituye la LLuvia temprana. Los chubascos intermedios son los movimientos que Dios usó para preservar la pureza del Evangelio. Nos aguarda el último gran reavivamiento del Espíritu en la LLuvia Tardía, un poco de tiempo antes de la cosecha, que es el segundo advenimiento del Salvador.
Mientras aguardamos ese momento glorioso hemos de prepararnos mediante lo que resta de la lluvia temprana, hasta que lleguemos a la preparación adecuada para el recibimiento de la segunda venida del Espíritu Santo.