Solo puede ser Satanás.
Desde mi niñez, siempre creí en Dios y me alegraba por ello, quizás debido a que mi madre, aún sin ser religiosa, siempre me decía que Dios existía.
Me sentía feliz de saber que alguien nos había hecho, y que según nos decían, nos quería mucho y nos protegería.
Sin embargo, entrar a una iglesia me ponía los pelos de punta, todas aquellas imágenes de santos, una imagen de una supuesta réplica de la Virgen María, conseguían estremecerme hasta lo más hondo, pero si algo me resultaba verdaderamente doloroso de ver, era a aquella otra imagen ensangrentada, colgada de una cruz, y mirándome.
Verdaderamente me daba escalofríos.
En más de una ocasión me imaginé, tener que pasar la noche allí, yo solo, y entonces me daban ganas de salir corriendo, no sea que se olvidaran de mí, y me dejaran encerrado.
¿He de sentir miedo estar cerca de la presencia de Dios o Cristo?
Nada más lejos de eso, sin embargo, hoy comprendo por qué.
No eran ni Cristo ni Dios los que allí habitaban, sino el mismísimo Satanás.
Pero aún quedaba algo por resolver en mi mente confusa, ¿por qué si Cristo murió por nosotros en un madero de tormento? Y eso era nuestra salvación, ¿por qué entonces me resultaba tan desagradable ver aquella imagen?
Hoy lo comprendo.
Imaginaros que vais un buen día de paseo con vuestro padre cuando apenas sois un chaval, y de repente, unos desaprensivos criminales, intentan robarle a tu padre la cartera, como no tiene la suma de dinero que ellos desean, le amenazan con matarte a ti para forzarle a conseguir más dinero.
Sin embargo, al ser imposible complacerlos, tu padre les pide que le maten a él, y que te dejen a ti vivir.
Por lástima de ti que eres un niño, así lo hacen, y poniendo a tu padre de rodillas, le pegan un tiro en la nuca y lo matan.
Realmente tu padre murió por ti, de alguna manera hizo todo cuanto pudo y te salvó la vida.
A partir de ese momento, siempre llevas colgando del retrovisor interior de tu vehículo, de la pared de tu dormitorio, encima de la televisión, una figura en la que podemos ver a tu padre arrodillado mientras le pegan un tiro.
Yo prefiero acordarme de Cristo, mientras predicaba por Judea o Getsemaní y ciento de personas lo seguían. O cuando dio el sermón del monte y miles de personas escucharon atónitas sus maravillosas enseñanzas.
Cuando curó a los ciegos y paralíticos, que daban gracias a Dios por haber mandado a su hijo, para que nos adelantase lo que a de ser el nuevo mundo.
Sí, sé que Jesús murió por nosotros, al igual que el padre de la ilustración murió por su hijo, pero no es así como deseo recordarlo.
Que Dios nos perdone, y nos guíe con su paciencia hasta el fin de los días.
Desde mi niñez, siempre creí en Dios y me alegraba por ello, quizás debido a que mi madre, aún sin ser religiosa, siempre me decía que Dios existía.
Me sentía feliz de saber que alguien nos había hecho, y que según nos decían, nos quería mucho y nos protegería.
Sin embargo, entrar a una iglesia me ponía los pelos de punta, todas aquellas imágenes de santos, una imagen de una supuesta réplica de la Virgen María, conseguían estremecerme hasta lo más hondo, pero si algo me resultaba verdaderamente doloroso de ver, era a aquella otra imagen ensangrentada, colgada de una cruz, y mirándome.
Verdaderamente me daba escalofríos.
En más de una ocasión me imaginé, tener que pasar la noche allí, yo solo, y entonces me daban ganas de salir corriendo, no sea que se olvidaran de mí, y me dejaran encerrado.
¿He de sentir miedo estar cerca de la presencia de Dios o Cristo?
Nada más lejos de eso, sin embargo, hoy comprendo por qué.
No eran ni Cristo ni Dios los que allí habitaban, sino el mismísimo Satanás.
Pero aún quedaba algo por resolver en mi mente confusa, ¿por qué si Cristo murió por nosotros en un madero de tormento? Y eso era nuestra salvación, ¿por qué entonces me resultaba tan desagradable ver aquella imagen?
Hoy lo comprendo.
Imaginaros que vais un buen día de paseo con vuestro padre cuando apenas sois un chaval, y de repente, unos desaprensivos criminales, intentan robarle a tu padre la cartera, como no tiene la suma de dinero que ellos desean, le amenazan con matarte a ti para forzarle a conseguir más dinero.
Sin embargo, al ser imposible complacerlos, tu padre les pide que le maten a él, y que te dejen a ti vivir.
Por lástima de ti que eres un niño, así lo hacen, y poniendo a tu padre de rodillas, le pegan un tiro en la nuca y lo matan.
Realmente tu padre murió por ti, de alguna manera hizo todo cuanto pudo y te salvó la vida.
A partir de ese momento, siempre llevas colgando del retrovisor interior de tu vehículo, de la pared de tu dormitorio, encima de la televisión, una figura en la que podemos ver a tu padre arrodillado mientras le pegan un tiro.
Yo prefiero acordarme de Cristo, mientras predicaba por Judea o Getsemaní y ciento de personas lo seguían. O cuando dio el sermón del monte y miles de personas escucharon atónitas sus maravillosas enseñanzas.
Cuando curó a los ciegos y paralíticos, que daban gracias a Dios por haber mandado a su hijo, para que nos adelantase lo que a de ser el nuevo mundo.
Sí, sé que Jesús murió por nosotros, al igual que el padre de la ilustración murió por su hijo, pero no es así como deseo recordarlo.
Que Dios nos perdone, y nos guíe con su paciencia hasta el fin de los días.