Bartimeo

18 Noviembre 1998
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blogs.periodistadigital.com
“Maestro, que pueda ver”
28.10.06 @ 17:06:14. Archivado en Predicación

A comienzos del siglo XX la teología católica se interesó, como también en otras épocas, por lo que se ha llamado el “analysis fidei”; el estudio de cómo se relacionan, en el acto de creer, la gracia de Dios y la inteligencia y la voluntad del hombre. Entre los teólogos que escribieron sobre el tema destaca el jesuita francés Pierre Rousselot (1878-1915), autor de un interesante ensayo titulado Los ojos de la fe. “Habet namque fides oculos suos”, “y, en efecto, la fe tiene ojos”, decía ya San Agustín. Para Rousselot, en la estela del gran Obispo de Hipona, la fe es la capacidad de ver lo que Dios quiere mostrar y que no puede ser visto sin la fe. La gracia de la fe concede a los ojos ver acertadamente, proporcionalmente, su objeto, que no es otro más que Dios.

La imagen de los ojos y de la vista, para referirnos a la fe, sobresale en el texto de San Marcos que narra la curación del ciego Bartimeo (cf Marcos 10, 46-52). El ciego es aquel que no puede ver. Y en esa condición de invidencia se encontraba este personaje, Bartimeo. Sí podía oír y hablar, incluso gritar. Sentado en el borde del camino, a la salida de Jericó, oyó que pasaba a su lado Jesús Nazareno y el ciego no perdió la ocasión de gritar, venciendo todos los respetos humanos: “Hijo de David, ten compasión de mí”. El Señor escucha su grito y le llama. “¿Qué quieres que haga por ti?”. “Maestro, que pueda ver”. Jesús realiza el milagro y “al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”.

Con toda certeza, lo primero que habría visto Bartimeo sería el rostro de Jesús. Ya creía en Él, con la fe que viene por el oído (cf Romanos 10, 17), pero el encuentro con el Señor abre también su ojos para que pueda reconocerle y seguirle. Es Jesús el que se deja oír y el que se hace ver. La iniciativa es suya, aunque Bartimeo la secunde activamente.

Santo Tomás de Aquino comenta que se requieren dos condiciones para que se dé la fe. La primera es que se le propongan al hombre cosas para creer, y la segunda es el asentimiento del que cree a lo que se le propone (cf Suma de Teología, II-II, 6, 1). Tanto la proposición de lo que ha de ser creído como el asentimiento provienen, principalmente, de Dios. La fe es un don, un regalo. Las verdades de la fe “no caen dentro de la contemplación del hombre si Dios no las revela”; de manera inmediata, como a los apóstoles y a los profetas, o mediante la palabra de la predicación. También el asentimiento tiene su causa última en Dios. Es Él quien mueve desde dentro al hombre, con la gracia, para que pueda asentir a la revelación.

Los ojos de la fe nos permiten contemplar de modo nuevo la realidad, relacionando todos sus componentes, toda nuestra existencia, con Dios. De algún modo es como si Dios nos hiciese partícipes de su propia mirada; de la mirada con la que Él se contempla a sí mismo y con la que contempla, en sí, todas las cosas. El mundo de nuestra experiencia no se empequeñece al creer, sino que se dilata, abriéndose a un panorama inédito en el que Dios se da conocer como fin de nuestra vida, para que nosotros podamos tender hacia Él con nuestro pensar y nuestro obrar.

Creer es creer in Deum; caminando en Dios y hacia Dios; siguiendo a Cristo por el camino, como Bartimeo. La Iglesia es la peregrinación de los itinerantes que retornan del exilio, guiados entre consuelos “por un camino llano en que no tropezarán” (cf Jeremías 31, 7-9). Cristo va delante. Él, que “puede comprender a los ignorantes y extraviados” (cf Hebreos 5, 1-6), es el Guía. Él pone risas en nuestra boca y cantares en nuestra lengua (cf Salmo 125).

Guillermo Juan Morado.

Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/predicareneldesierto.php/2006/10/28/maestro_que_pueda_ver
 
Re: Bartimeo

Maestro, danos fe para ver
28.10.06 @ 22:00:00. Archivado en Biblia, Evangelio
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
- «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo:
- «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole:
- «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
- «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó:
- «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo:
- «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Marcos 10,46-52

La fe nos acerca a Dios, nos hace tener esperanza cuando todo alrededor nuestro parece venirse abajo. Nos hace levantar la voz cuando nos mandan callar. Nos hace pedir al Señor lo que necesitamos en la certeza de que nos lo concederá si en verdad redunda en beneficio de nuestra alma.

Bartimeo sabía bien en quién había creído. Probablemente había oído hablar de Cristo, de sus sermones, de sus milagros. Y su corazón dio un salto de alegría cuando supo que el Mesías estaba a pocos pasos de donde él se encontraba. Y como sintiendo que nunca en la vida volvería a tener la oportunidad de recibir la bendición de Dios, alzó su voz pidiendo misericordia de Aquel que era la misericordia de Dios encarnada. No permitió que ahogaran sus palabras. Podía ser ciego pero no mudo. Y su fe era firme. Esa fe le devolvió la vista. Pero al ser sanado no se fue a su casa. Siguió a Cristo.

¿Tenemos hoy esa fe? ¿levantaremos nuestra voz al paso de nuestro Señor cuando estemos postrados pidiendo limosna a un mundo que apenas puede darnos unas monedillas de falsa felicidad, ajena al verdadero amor? ¿Seguiremos a aquellos que nos piden que hablemos bajito para no molestar? ¿Dejaremos que Cristo pase por nuestras vidas sin tirarnos a sus pies pidiendo misericordia? ¿o es que no necesitamos de la misericordia de Dios? Y una vez obtenida, ¿volveremos sobre nuestros pasos o nos convertiremos en verdaderos discípulos del Señor?

Sigamos el ejemplo de Bartimeo. Hoy Cristo se nos acerca en la Eucaristía, fuente de misericordia. Cuando nos acerquemos a comulgar, dejemos que nuestra alma grite: "Hijo de David, ten compasión de mí". Y cuando le hayamos recibido, no regresemos a casa como si tal cosa. Porque mayor milagro y mayor bendición hay en recibir el cuerpo de Cristo que en recuperar la vista. No permitamos que el Día del Señor acabe tras salir de misa. Salgamos de ella como verdaderos discípulos, dispuestos a dedicar el resto del día a Aquel que nos da la vida.

Luis Fernando Pérez Bustamante


Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/coradcorloquitur.php/2006/10/28/maestro_danos_fe_para_ver
 
Re: Bartimeo

Maestro, danos fe para ver
28.10.06 @ 22:00:00. Archivado en Biblia, Evangelio
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
- «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
- «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo:
- «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole:
- «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
- «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó:
- «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo:
- «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Marcos 10,46-52

La fe nos acerca a Dios, nos hace tener esperanza cuando todo alrededor nuestro parece venirse abajo. Nos hace levantar la voz cuando nos mandan callar. Nos hace pedir al Señor lo que necesitamos en la certeza de que nos lo concederá si en verdad redunda en beneficio de nuestra alma.

Bartimeo sabía bien en quién había creído. Probablemente había oído hablar de Cristo, de sus sermones, de sus milagros. Y su corazón dio un salto de alegría cuando supo que el Mesías estaba a pocos pasos de donde él se encontraba. Y como sintiendo que nunca en la vida volvería a tener la oportunidad de recibir la bendición de Dios, alzó su voz pidiendo misericordia de Aquel que era la misericordia de Dios encarnada. No permitió que ahogaran sus palabras. Podía ser ciego pero no mudo. Y su fe era firme. Esa fe le devolvió la vista. Pero al ser sanado no se fue a su casa. Siguió a Cristo.

¿Tenemos hoy esa fe? ¿levantaremos nuestra voz al paso de nuestro Señor cuando estemos postrados pidiendo limosna a un mundo que apenas puede darnos unas monedillas de falsa felicidad, ajena al verdadero amor? ¿Seguiremos a aquellos que nos piden que hablemos bajito para no molestar? ¿Dejaremos que Cristo pase por nuestras vidas sin tirarnos a sus pies pidiendo misericordia? ¿o es que no necesitamos de la misericordia de Dios? Y una vez obtenida, ¿volveremos sobre nuestros pasos o nos convertiremos en verdaderos discípulos del Señor?

Sigamos el ejemplo de Bartimeo. Hoy Cristo se nos acerca en la Eucaristía, fuente de misericordia. Cuando nos acerquemos a comulgar, dejemos que nuestra alma grite: "Hijo de David, ten compasión de mí". Y cuando le hayamos recibido, no regresemos a casa como si tal cosa. Porque mayor milagro y mayor bendición hay en recibir el cuerpo de Cristo que en recuperar la vista. No permitamos que el Día del Señor acabe tras salir de misa. Salgamos de ella como verdaderos discípulos, dispuestos a dedicar el resto del día a Aquel que nos da la vida.

Luis Fernando Pérez Bustamante


Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/coradcorloquitur.php/2006/10/28/maestro_danos_fe_para_ver
Ivas tan bonito hasta que apareció la Eucaristía. Cristo está en los cielos y aquí en la tierra el otro consolador, el Espíritu Santo, al cual nadie puede ver porque es como el viento. La Eucaristía es visible, como los ídolos.

Saludos
 
Re: Bartimeo

Ivas tan bonito hasta que apareció la Eucaristía. Cristo está en los cielos y aquí en la tierra el otro consolador, el Espíritu Santo, al cual nadie puede ver porque es como el viento. La Eucaristía es visible, como los ídolos.

Saludos

Yo es que creo que, como dice San Pablo, la Eucaristía es la comunión con el cuerpo de Cristo. Nada que ver con la idolatría.
 
Re: Bartimeo

Muy muy bueno Luis Fernando!! Excelente!
 
Re: Bartimeo

Sigamos el ejemplo de Bartimeo. Hoy Cristo se nos acerca en la Eucaristía, fuente de misericordia.

¿Y ayer? ¿Y qué ocurre mañana?

Cuando nos acerquemos a comulgar,

Mejor va a ser que no.

dejemos que nuestra alma grite: "Hijo de David, ten compasión de mí".

¿Y eso sólo hay que hacerlo cuando nos acerquemos a "comulgar" (con las ruedas de molino católico-romanas, esto es)?

Y cuando le hayamos recibido, no regresemos a casa como si tal cosa.

Sobre todo sin dejar el diezmo, cosa importante donde las haya.

Porque mayor milagro y mayor bendición hay en recibir el cuerpo de Cristo que en recuperar la vista.

No se puede recibir el cuerpo de Cristo si la vista no ha sido recuperada. Es imposible recibir a Cristo si no se ha visto a Cristo.

No permitamos que el Día del Señor acabe tras salir de misa.

El Día del Señor aún no ha llegado, con lo cual es imposible que acabe en "x tiempo" (Hechos 2:20, 1Cor 5:5, 2 Cor 1:14, 1 Tes 5:2, 2 Tes 2:2, 2 Ped 3:13, Apoc 1:10)

Salgamos de ella como verdaderos discípulos, dispuestos a dedicar el resto del día a Aquel que nos da la vida.

¿Y eso en idioma "cristiano" qué diablos significa?
 
Re: Bartimeo

Yo es que creo que, como dice San Pablo, la Eucaristía es la comunión con el cuerpo de Cristo. Nada que ver con la idolatría.

El cuerpo de Cristo no es un trozo de harina, sino los creyentes en Cristo (1 Cor 12:27)

Lo digo porque usted suelta rebuznos teológicos por su teclado una día sí y el otro también, y no es bueno que su alma se acostumbre a semejante ejercicio de ignorante autocomplacencia religiosa.

Lástima que no tenga todo el tiempo que su interesada igorancia requiere, para estar día sí y el otro también enmendándole el librillo.

;)
 
Re: Bartimeo

El cuerpo de Cristo no es un trozo de harina, sino los creyentes en Cristo (1 Cor 12:27)

Lo digo porque usted suelta rebuznos teológicos por su teclado una día sí y el otro también, y no es bueno que su alma se acostumbre a semejante ejercicio de ignorante autocomplacencia religiosa.

Lástima que no tenga todo el tiempo que su interesada igorancia requiere, para estar día sí y el otro también enmendándole el librillo.

;)

¿Es que no te das cuenta IBERO lo mucho que sabe nuestro emérito LFP?
Sabe copiar-pegar con una maestria envidiable.

Claro que acabo de descubrir el porque lo copia y lo pega aquí.

PORQUE EN LOS FOROS ROMANISTAS NO ENTRA NADIE A LEER, NI SIQUIERA LOS DESPISTADOS.
 
Re: Bartimeo

¿Es que no te das cuenta IBERO lo mucho que sabe nuestro emérito LFP?
Sabe copiar-pegar con una maestria envidiable.

Claro que acabo de descubrir el porque lo copia y lo pega aquí.

PORQUE EN LOS FOROS ROMANISTAS NO ENTRA NADIE A LEER, NI SIQUIERA LOS DESPISTADOS.

Qué listo eres. Da la casualidad de que de los dos artículos que he copiado, uno es un comentario que hago sobre la lectura del evangelio de hoy. El otro es la homilía de Don Guillermo Juan Morado sobre ese mismo evangelio.
Lo copio aquí porque me da la realísima gana copiarlo, ¿algún problema?

No sé si en los foros romanistas me leerán pero en mi blog de Religión Digital me leen cientos de personas todos los días. O sea, bastante más gente que acá.

Al citar Tobi a ese blasfemo que escribe con el nick de Ibero y que tuvo la indecencia de decir que la madre de nuestro Señor era sexualmente apetecible, veo que el mismo dice que suelto rebuznos teológicos. Bueno, mil veces antes burro que miserable. Prefiero rebuznar a soltar blasfemias.
 
Re: Bartimeo

¿Es que no te das cuenta IBERO lo mucho que sabe nuestro emérito LFP?
Sabe copiar-pegar con una maestria envidiable.

Lo cual seguramente le honre... no todo el mundo sabe hacerlo correctamente. Muchos no saben para qué sirve el "ctrl+c", y lo hacen con el menú desplegable del botón secundario del ratón o se van al menú de "editar".

Estas cosas requieren su tiempo...

Claro que acabo de descubrir el porque lo copia y lo pega aquí.

PORQUE EN LOS FOROS ROMANISTAS NO ENTRA NADIE A LEER, NI SIQUIERA LOS DESPISTADOS.

Calle, calle, que hay mucho despistado por ahí que no sabe navegar correctamente en internet.
 
Re: Bartimeo

No sé si en los foros romanistas me leerán pero en mi blog de Religión Digital me leen cientos de personas todos los días. O sea, bastante más gente que acá.

Pues si que hay gente chalada en este mundo... das una patada a una piedra y te sale una piara.

Con todo el respeto para los mongoles, los esquizofrénicos, etc...