He elogiado y citado muchas veces a Benedicto XVI a quien admiro como teólogo y como persona sencilla y cercana; pero en el tema de la vuelta a la misa en latín lamento discrepar fraternalmente con él. No me parece una buena decisión el añadirle a la iglesia católica un componente elitista más que me parece totalmente innecesario.
Recuerdo lo aburridas que eran aquellas misas en latín a las que asistía de niño por obligación y cómo muchos asistentes abandonaban la iglesia antes de que el cura pronunciase el "Ite misa est". Todavía suenan en mis oídos los molestos golpes de la puerta de la iglesia de mi pequeña ciudad natal al cerrarse automáticamente por un sistema de muelle y los ruegos desesperados del sacerdote pidiéndole a los fieles que permaneciesen en su sitio hasta el final de la misa.
Benedicto, siento tener que anotarte un punto negativo.
Xoán
Volvemos al pasado
PERIODISTA DIGITAL 12.10.2006
El Papa Benedicto XVI ha firmado el indulto universal necesario para autorizar a los sacerdotes a restablecer la Misa en latín, denominada "Misa Tridentina". ¡Qué desafortunada decisión! Volver elitista el mensaje de Jesús con una lengua muerta que solo entiende un grupo minoritario. ¿No es más evangélico orar con la lengua del pueblo? La de Jesús era el arameo. Puestos a retomar lenguas muertas, yo apuesto por liturgia en arameo, total me voy a quedar sin enterarme tanto en una como en la otra. Me temo que si entro en una iglesia y escucho rezar en latín "ora pro nobis", salgo por pies. Casi afirmaría que ésta será la postura mayoritaria. Creo que la lógica del sentido común no obligará a poner en práctica dicha Misa.
El Papa me decepciona. No considero una medida acertada rescatar del olvido una liturgia impropia del siglo XXI. Contrasta el deseo de dialogar con todas las religiones y al mismo tiempo alejar a los fieles de la comprensión de la liturgia. ¿O tal vez ha sido una consecuencia de querer acercar oriente y occidente? Hablemos una lengua del pasado a ver si nos aclaramos declinando el rosa-rosae. Lo cierto es que me sorprendió que la primera misa de su pontificado pronunciase la homilía en latín. También me ha llamado la atención su afición a las puntillas y oropeles que habían desechado los últimos pontífices. De su pasión a la música y los gatos, no tengo nada que reprochar. He defendido su discurso en Ratisbona que tantas iras ha provocado en el Islam. Me pareció acertada su postura en el último viaje a Valencia con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. Alabo su defensa de las raíces cristianas de Europa. Estoy de acuerdo con sus reproches a "la dictadura del relativismo". Pero eso del latín supera mi entendimiento.
No parece una medida adecuada a los tiempos que corren. Ojalá me equivoque. Esperemos que la publicación del documento explique una decisión que parece beneficiar a los Lefebristas en detrimento del Concilio Vaticano II.
Carmen Bellver
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