es esta una prueba mas que vosotros sois los mentirosos
en este teatro falso de vuestra iglesia catolica
las pruebas que vuestros filigreses se postran y adoran a pedazos de arbol con forma humana vos lo negareis hasta el canzancio don palermo
pero mirad vos las fotos y decidme es acaso eso falso??o cierto?
ved la revoltura vosotros catolicos
Muchos mayas y ladinos rinden culto a Maximon (Mashimon) al quien le hacen ofrendas a cambio de que les conceda deseos. Maximon tambien esta en venta. Un par copas de ron diario y el te va a ayudar en todos tus menesteres
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Hace muchos años Santiago era católico. Ahora la mitad del pueblo abraza el credo protestante, y el 90 por ciento practica alguna forma de sincretismo maya-cristiano. “Es como si no hubieran digerido todo el catolicismo ni enterrado todo el paganismo”, decía el novelista estadounidense Nathaniel Tarn, que escribió La rebelión en la casa de las aves, luego de vivir treinta años en la zona.
Hay dos iglesias católicas, 17 templos protestantes y media docena de cofradías que organizan el rito en torno a Maximón. La Cofradía principal se llama La Santa Cruz y es la encargada de mantener vivo y en orden el culto a un santo que atrae más por sus vicios que por sus virtudes: tiene dos esposas, fuma, bebe, colecciona corbatas, usa perfume y cambia de casa una vez por año. En cada lugar donde se rinde culto a Maximón, éste tiene diferente apariencia. En San Jorge Laguna, cerca de Santiago, tiene la expresión de un ahorcado, con la lengua de fuera; en San Simón de Zunil lleva lentes oscuros y reloj digital; en zonas donde la guerra civil fue muy intensa, la imagen va vestida de militar, no desprecia el traje de soldado raso y lleva con boato el de general. El que está en Santiago viste traje discreto con varias corbatas de colores chillantes. “Tiene más corbatas que yo”, exclamó un ex presidente cuando lo conoció. Tiene cara de personaje de película de los años 40, con el rostro blanco, nariz respingada, bigote a la Arturo de Córdoba y sombrero negro de fieltro, de esos que llevan los malos en las películas de vaqueros.
En 1951 un cura de la región, que se llamaba Godofredo le declaró la guerra a Maximón y quiso quemarlo. No pudo. Les dijo a sus adoradores, “es él o yo”. Tuvo que irse, recuerda entre risas Miguel, un hombre muy viejo que es el vestidor o telinel de Maximón este año. Le ha puesto más de 20 corbatas y algunas mascadas. Le gusta tocarlo, dice que le da fuerza al tacto. Muestra unas manos callosas, arrugadas y con venas saltonas. Lleva 50 años trabajando en el campo y es la primera vez que ocupa una posición de prestigio en su comunidad. Tiene un anillo de oro de graduación de una universidad. Es analfabeto.
El cuarto donde se adora a Maximón es pequeño. Afuera hay un letrero escrito a mano, sobre un cartón clavado a un poste. Tiene tarifas: 2 quetzales para entrar; 10 por tomar una foto y 50 para filmar video. “A Maximón le gusta el dinero y a nosotros también”, dice Pedro, que trabaja con el tesorero de la Cofradía. Lo que se recauda sirve para hacer frente a los gastos cotidianos y para preparar la fiesta anual, que cuesta el equivalente a 7 u 8 mil dólares, se celebra el 28 de octubre y congrega a miles de personas. En ella Don Simón sale de su encierro y se pasea por el pueblo, como las vírgenes en su día. Hay una diferencia: este santo no puede entrar a la iglesia.
Don Simón sería una forma de traducir Maximón al castellano, según el antropólogo Edelberto Torres, pues Mam es una palabra maya que denota respeto. Afirma que el culto a Maximón es una forma de adoración a Simón el Mago o San Simón, patrón de los brujos, cuyo culto llegó a América perseguido por la inquisición. Aquí se fusionó con la adoración al dios yucateco Mam, el abuelo.. El premio Nobel Miguel Ángel Asturias da cuenta de una versión que relaciona a Maximón con el conquistador Pedro de Alvarado. Otras voces indican que tiene que ver con el nombre de un líder maya, llamado K´Maximón, que fue quemado, amarrado a una silla por los conquistadores españoles a mediados del siglo XVI.
Muchos católicos toman distancia del culto a Maximón porque están convencidos que se trata de Judas Iscariote, el que vendió a Cristo. A los cofrades no les importa, “si es Judas, el que vendió a Cristo por 30 monedas, será bueno para el dinero”, dice Juana, que ha viajado desde Quetzaltenango a pedir un favor. A Maximón le piden cosas que no le pedirían a otros santos, porque piensan que no juzga. Juana viene a pedir una manita para empezar un negocio, no dice de qué tipo. Hay quien le pide ayuda para cometer un fraude o para ganarse la lotería porque no quieren seguir trabajando, “nos deja sincerarnos” dice Juana. Como ofrendas, lleva una cajetilla de cigarros, un cuarto de aguardiente y una candela verde. “Aquí sirve más que el gobierno”, se despide luego de persignarse.
Uno de los cigarros que lleva se encenderá en la boca de Maximón, que está sentado sobre un banquito. Mientras el humo siga ascendiendo es que está escuchando. El único que puede fumar en el cuarto es el santo, aunque nadie notará el olor del cigarro, el incienso domina el aire. Del aguardiente, un trago será para Don Simón. Al santo, que mide 1.20, lo inclinan un poquito y dejan caer el líquido en el orificio de la boca hasta que caiga en un recipiente que está debajo de la silla. Si la boca lo rechaza, es que no habrá suerte esta vez. Los que no lo rechazan son los custodios de Maximón que se toman una parte de cada resto. Permanecen de pie junto a él, con los ojos vidriosos y una posición vertical que tiene más de S que de I. La candela verde se colocará en una parte del cuarto. Hay cientos, de todos colores, rojas para el amor; blancas para proteger a los niños; rosas para la salud y amarillas para los ancianos. Con tantas velas la luz se mueve por oleadas, al ritmo de las flamas que han ahumado la pared. Junto a Maximón, yace un Cristo en una caja de cristal. Tiene los ojos cerrados y está iluminado con una serie de foquitos parecida a la que tienen las series de los árboles de Navidad. Mientras se mueven las luces, de la caja de Cristo sale una música electrónica que quiere sonar como Para Elisa de Beethoven.
La candela que ha llevado Juana se ha colocado en un altar. Ahí, además de las velas, hay piezas de pan dulce; frutas; decenas de envases de mezcal marca Queztalteca y cascos de refresco Tiki. Un grupo de doce velas moradas integra una familia que llama la atención. Están hechas de un sebo que parece más fino. Su flama es más intensa. En voz baja, alguien explica: Vino la dueña de un burdel con todas sus muchachas a dar gracias por la buena marcha del negocio. Las velas moradas protegen contra los malos pensamientos.
Entre los que rinden culto a Maximón ha empezado a crecer el grupo de aquellos que tienen más dinero o cultura. Jorge Suárez es un universitario de la ciudad de Guatemala que lleva una candela azul, ideal para pedir suerte en el estudio o los viajes. “Me quiero ir a Estados Unidos a estudiar un posgrado”, comenta. Tiene tipo criollo. Lleva mocasines con bolitas que se han llenado de tierra en el último tramo y una camisa marca Hillfiger empapada. “No es sudor, sino agua de Maximón”, aclara mientras huele con fuerza en su camisa para demostrar que no siente asco. Esta agua es considerada milagrosa y nace del sobrante del lavado de las prendas del santo. Se envasa y se distribuye entre los adoradores. La toman en casos de enfermedades graves o riegan con ella las casas donde la discordia se ha instalado. Algunos comerciantes usan el líquido para regar la puerta de su negocio, en especial los viernes a mediodía. Sirve para que la clientela no siga de largo. Mezclan el agua con un licor y agua bendita, ponen 21 monedas y la dejan frente a la imagen de Maximón por una noche. Dicen que es infalible.
Hay quienes le piden al santo con oraciones y no reprimen su odio mientras hacen su plegaria. Para los celos, es buena una candela roja y una recitación, dice una señora guapa. Tiene como cuarenta años y un aire de venganza en su apariencia. En su maquillaje predominan los tonos vivos. Se nota que es apasionada. Afirma que hay que decirle a Maximón “Hazla sufrir, señor San Simón, que el dolor caiga sobre ella, que camine por las calles desnuda y que nadie la ayude”. Se ríe ante el escepticismo de los que estamos escuchando. Dice algo más, para reforzar su argumento: Esta oración es más eficaz si se ejecuta en medio de un círculo de fuego, formado por azúcar, incienso y candelas.
Como los incubos medievales, Maximón se le aparece a la gente en sueños. Dice la tradición que sólo el indio Felipe pudo hablar con él y que esto ocurrió en Llanos de Zunil hace muchos años. Cuando aparece, significa que habrá ventura para el soñador y la petición será cumplida. Para que aparezca, se necesita encender la candela, tener los cigarros y el aguardiente listo. No hay que ser santo, pero ayuda mucho portarse bien. La leyenda dice que, a pesar de sus contradicciones, Maximón prefiere a los buenos.
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http://www.puntog.com.mx/2000/081200/REC081200.htm