PD... pero a pesar de que discrepamos en este sujeto, se te quiere mucho y de gratis mi hermanita je, je...
((((((((ALABA))))))))
((((((((ALABA))))))))
Originalmente enviado por: LeViTa
PD... pero a pesar de que discrepamos en este sujeto, se te quiere mucho y de gratis mi hermanita je, je...
((((((((ALABA))))))))
je, je... cierto... no dijiste tal cosa.Originalmente enviado por: Elisa
Igualmente hermanazo ¡¡¡¡¡ Me encanta discrepar contigo !!!!!! es que da gusto hacerlo![]()
![]()
![]()
Y para seguir ¿ Donde dije yo que monos y humanos eramos de la misma especie ?
El que todos los organismos vivos , compartan modelos idènticos de vida , es prueba mas que suficiente que tienen el mismo origen .
¿ No ves ? Se creo un modelo ùnico , y todo lo vivo se sirve de ese pstròn ....
De hecho, el mismo origen del lenguaje es otro punto interesante. El ser humano posee una capacidad innata para aprender un lenguaje que no tiene parangón en ninguna otra especie conocida. Solamente en tiempo reciente (hace casi exactamente medio siglo) descubrimos el lenguaje común de la vida, en la forma del código de ADN. Llamar al código del ADN un lenguaje no es una metáfora.
Es un verdadero lenguaje con un alfabeto muy simple (cuatro "letras"), con sus palabras y sintaxis, que se emplea para codificar la información necesaria para todo ser vivo, que se puede copiar con una fidelidad virtualmente desconocida antes del advenimiento de los medios electrónicos, y que permite la reproducción de cada ser vivo "según su especie".
En arqueología, el hallazgo de mensajes, ya sea escritos o gráficos, por rudimentarios que sean, es evidencia segura de actividad inteligente.
Si se recibiera del espacio exterior un mensaje tan simple como "estamos aquí", ello sería fuerte evidencia de la existencia de vida extraterrestre.
Pues bien, aquí en la tierra tenemos billones de bibliotecas (una por cada ser vivo) con información que no ha sido codificada por el hombre, aunque éste sea capaz de entenderla. Para mí, creer que semejante caudal de información, que hace palidecer a la más completa biblioteca humana, surgió por procesos espontáneos exige muchísima más fe que admitir la existencia de un Creador inteligente.
Bendiciones en Cristo
Jetonius
<{{{><
Originalmente enviado por: Bart
Jetonius, me tomo la libertad de copiar este párrafo suyo es precioso.
¿Que opina de que cada ADN es cómo una melodía?
Gracias
Bart
Como el ADN consta de cuatro "letras" dispuestas en tripletes, es susceptible, asignándole arbitrariamente una nota a cada nucleótido ("letra") transformarlo, con los arreglos apropiados, en una melodía.
No obstante, la música resultante es un producto artificial, que simplemente muestra lo que pueden tener en común, con algunas convenciones, dos lenguajes diferentes.
Bendiciones en Cristo
Jetonius
<{{{><
Exelente artículo! Gracias!. Me pregunto, ¿Será el Gen de Dios, la medida de fe que todos tenemos?.http://www.protestantedigital.com/new/claves.php?973
Wenceslao Calvo
El gen de Dios
‘Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,
así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron...
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia
de la gracia y del don de la justicia.’ (Romanos 5:12, 17)
Recientemente el genetista Dean Hamer ha publicado un libro titulado El gen de Dios, en el que asegura haber encontrado en el ADN la clave para la espiritualidad humana. Según este científico, la dimensión espiritual de las personas creyentes se encontraría en un determinado gen que les faculta para tener fe y que se manifiesta en el cerebro, aunque, admite, su tesis no es una explicación total de la espiritualidad. Tampoco pretende con ello dar una respuesta global a la condición humana, sino solamente explicar ciertas características particulares que diferencian a unos individuos de otros.
Es evidente que la teoría de Hamer no puede ser una descripción aplicable a toda la familia humana, porque en tal caso eso le conduciría a un callejón sin salida, al tener que explicar por qué hay gente que cree en algo superior y otros que no creen en nada (aunque en última instancia también creen en algo, pero ésa es otra cuestión). Si ese gen de Dios fuera patrimonio de toda la raza humana, no habría en el mundo ateos ni agnósticos, por lo cual Hamer se guarda muy bien de hacer universalmente extensiva su tesis. El problema es que ni siquiera circunscribiendo su teoría a determinados individuos las cosas cuadran, porque todos conocemos a personas que no creen y sin embargo sus ascendientes eran muy religiosos, y viceversa, personas que creen pero cuyos padres y abuelos eran empedernidos ateos. ¿Cómo se perdió el gen de Dios en el primer caso y cómo surgió en el segundo? Tal vez, diría, se quedó latente en el salto generacional que va de los antepasados que creen a la persona que no cree y salió del estado de latencia en el salto generacional entre los antepasados que no creen y el individuo que cree.
En definitiva, el gen de Dios estaría, como el río Guadiana, apareciendo y desapareciendo a través del árbol genealógico de la raza humana. Lo cual nos lleva a otro callejón sin salida aún peor: si la espiritualidad o falta de ella dependen del ADN, entonces se trata de algo intrínseco a la naturaleza del individuo y, por lo tanto, la fe y la incredulidad son cuestiones por las que Dios nunca podrá juzgar a nadie, de la misma manera que no juzga a nadie por ser rubio o moreno. Más aún, si la fe y la incredulidad son fundamento de la cosmovisión y en ésta va incluida la moral, se sigue que Dios nunca podrá aprobar o condenar las acciones y motivaciones de nadie, porque en último análisis dependen del ADN. Con lo cual cada uno puede vivir, con total tranquilidad, según su código genético. Aquí tendríamos la justificación científica del relativismo moral.
Parece que estamos, una vez más, ante la vieja pretensión de materializar lo inmaterial y de atrapar en el microscopio lo que por esencia es inaprensible, aunque para ser justos con Hamer él deja la puerta abierta para que la fe o la incredulidad se expliquen mediante otras razones añadidas, además de la genética, probablemente porque se da cuenta de que por sí sola la tesis materialista crea más problemas que resuelve. Pero la reducción de lo espiritual y moral a lo material siempre ha sido, desde los tiempos de Demócrito (c. 460 a.C.-370 a.C.), el sueño de cualquier materialista. Ése es también el sueño del movimiento gay, una de cuyas obsesiones consiste en encontrar el gen de la homosexualidad para de esa manera justificar su postura, ya que la explicación de la homosexualidad mediante la educación o factores ambientales solamente, no es de su agrado. Si se consiguiera descubrir que hay un gen portador de la homosexualidad, ello significaría que sus tesis son correctas, pues la homosexualidad pasaría de ser algo moral a algo biológico.
Es evidente que no solamente al colectivo gay le gustaría que un descubrimiento de tal clase se realizara; me imagino que mucha gente que quiere vivir de acuerdo a sus propios patrones de comportamiento quiere escuchar algo así, algo que les justifique y les exima de responsabilidad y de dar cuentas de su conducta. Si se encontrara el gen de la bisexualidad, o se descubriera el gen del robo, o el del error, o el del cinismo, mucha gente sería dichosa; el gen de la violencia o el de la mentira también serían grandes descubrimientos que harían felices a muchos. Porque de esa manera todos estos desórdenes morales serían simplemente cuestiones biológicas.
Pero creo que hay una manera de explicar las cuestiones morales sin necesidad de recurrir al materialismo, y esa manera es la que nos propone la doctrina del pecado original. Ya sé que al leer este par de palabras -pecado original- a algunos le retiñirán los oídos como cuando se rasca el vidrio con el hierro, pero creo que una de las razones de la confusión actual, en tantos niveles, se debe al abandono u olvido de ciertas enseñanzas centrales de la fe cristiana.
El pecado original es la explicación del desorden moral que hay dentro de cada individuo y en el universo en su conjunto, a la vez que nos hace responsables del mismo. En otras palabras, se trata de una enseñanza que muestra la condición global de este mundo y también la particular de cada individuo, remitiendo todo ello a algo terrible que ocurrió en los albores de la humanidad. Sus características son tres: culpa, corrupción y castigo. La culpa procede del principio de solidaridad que toda la raza tiene en Adán, en virtud de su unidad federal con la cabeza; la corrupción procede del principio germinal que toda la raza tiene con Adán, en virtud de su unidad orgánica con la cabeza; el castigo es la consecuencia de la culpa y de la corrupción.
La corrupción colectiva e individual de la raza humana, tal como enseña la doctrina del pecado original, no es un plato de buen gusto para nadie, mientras que querer encontrar tal o cual gen sí es más ventajoso. Pero no hay tal gen que nos excuse. Lo que sí hay es una realidad muy oscura, llamada pecado original, del cual derivan todos los pecados personales y por la cual se nos piden responsabilidades penales. Todo intento de huir de la misma es un autoengaño. Por lo tanto, la mentira, el hurto, la fornicación, la homosexualidad, la injusticia y un largo etcétera no son más que facetas de aquella corrupción.
Ésa es la mala noticia. La buena es que a través de otra cabeza, Jesucristo, y en virtud de los principios de solidaridad y orgánico que se establecen con él por medio de la fe, somos libres de la culpa, del dominio de la corrupción y del castigo. Esta es la buena noticia del evangelio.
Wenceslao Calvo es conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid
© W. Calvo, ProtestanteDigital.com (España, 2006).
http://www.protestantedigital.com
EL SEGUNDO ADÁN: CRISTO
1Corintios 15:47 El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre que es el Señor, es del cielo.
La encarnación de Cristo se describe en la Biblia:
Filipenses 2:6 El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios:
7 Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres;
8 Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
El Hijo de Dios, viene al mundo para salvarnos. Para ello toma naturaleza humana.
¿Qué naturaleza habrá tomado? ¿La nuestra corrompida? ¡No!
El Espíritu Santo engendra en un vientre virgen, portador de un código genético mortal, un "segundo" ser humano, sin mancha de pecado. con un código genético vital.
Lucas 1:35 Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Al implantar en el seno de María virgen el "segundo Adán", se genera también la maravilla del insondable misterio de la unión de la divinidad con la humanidad en Cristo Jesús.
La Biblia nos revela que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.
Al venir a este mundo se despojó como leímos "de su gloria", pero no de su divinidad, así como tampoco su divinidad anuló su humanidad en la encarnación.
Algunos se preguntan: ¿JesuCristo poseía ADN humano.?
Claro que sí, de lo contrario no sería verdadero hombre. Pero "sin pecado" señala fuera de toda duda que Su ADN no estaba contaminado.
La Biblia nos dice que "lo santo que nacerá", esto también incluye el cuerpo físico del Señor.
Muchos intentan negar esto, lo cual es una blasfemia. ¡Es santo en todo Su ser!
El Espíritu Santo fue el creador del cuerpo santo de nuestro Señor el cual no estaba sujeto a la decadencia como el nuestro a causa del pecado.
El cuerpo del Señor fue sometido a las leyes físicas. (tuvo calor, tuvo sed, tuvo hambre, etc). Experimentó desarrollo y crecimiento, pero contradeciríamos las escrituras si afirmáramos que entró en decadencia.
Por el hecho glorioso que Jesús NUNCA PECÓ.
Hebreos 4:15... mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
¿Te das cuenta que al ir a la cruz, los clavos nunca podían matarlo?
¿Te das cuenta que siendo inocente y sin pecado, Cristo no estaba expuesto a la paga del pecado que es la muerte?
A pesar de esto Él se sometió a la muerte, para pagar el precio de nuestros pecados.
El justo muriendo por los injustos... o sea, ¡por nosotros!
Me podria exlpicar en esta perte, Cristo fue creado en una nueva ADN, por eso no peco, y nosotros tenemos la vieja ADN la contaminada segun Usted, por eso es que pecamos,...¿Puedo pensar que de la ADN nace la maldad o la iniquidad? por fabor no para contender.
Le agradesco de antemano.
Bendiciones.
Juvenal.
20 Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. (Mr. 7.)
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Ef. 2.)
Bendiciones
Bart