Maná – El Misterio del Discipulado
Martha Kilpatrick
7 Julio 2006
Mateo 28:19 “Id pues y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado y he aquí, que yo estoy con vosotros…”
Jesús dio este mandamiento a los discípulos. No a las multitudes, ni a los creyentes. Sólo a los discípulos.
Hay una diferencia entre un creyente y un discípulo. Sólo un discípulo puede “hacer” discípulos y esto sucede por esta promesa del Señor: Su presencia ACOMPAÑANDO a Sus discípulos. Y Su presencia es la que ‘hace’ discípulos. ¡Yo no puedo orquestar un discípulo, ni elegir quién habrá de serlo! Con frecuencia me quedo pasmada por a quién toca el Señor, a veces gente que ni siquiera conozco… ni de la que estoy al tanto.
Rosamaría respondió a la presencia del Señor Jesús en nuestra primer visita hace 7 años. Se postró ante Cristo y mediante el arrepentimiento se convirtió en Su discípulo. Empezó a cuidar de Elsa, pidiéndole perdón y orando por ella. Durante varios años (creo que fueron 3) se esforzó en seguir a Cristo y en cuidar de Elsa. El día en que el Señor tocó a Elsa, Rosamaría se hizo a un lado y me permitió guiarla a Cristo. ¡Pero yo sólo tuve que dar un pasito y cosechar con facilidad lo que ya Rosamaría había sembrado día a día!
Si Rosamaría no se hubiera convertido en discípulo, si no hubiera entrado en el discipulado, Elsa probablemente nunca se hubiera convertido en discípulo de Cristo. Elsa habría perdido la aventura de su caminar con su Señor, la restauración de su alma a través de Su amor personal. ¡Incluso podría haber ido al infierno! Pero Elsa es un reflejo de la respuesta de Rosamaría a Dios.
¡Cuán tremenda es nuestra influencia! ¡Cuán crucial es nuestro discipulado!
¡Sólo discípulos ‘hacen’ discípulos!
Os intento mostrar esta ‘gran comisión’ mediante un vivo ejemplo de personas reales en naciones reales. Pero la comisión en sí misma depende de discípulos que van “reproduciendo” otros discípulos. Y es a los discípulos a quienes les pertenece la sobrecogedora promesa de la cierta e indefectible presencia del Señor.
¡La presencia manifiesta del Señor!
Esto es el quid, el poder, el misterio mismo de hacer discípulos a todas las naciones.
Fuente: "Manna in the Morning", por Martha Kilpatrick. Traducido por "Son of Epafrodite".
Se puede solicitar el envío de este diario en inglés a [email protected]
Se puede contactar con Martha (preferiblemente en inglés, aunque creo que hay alguien que puede traducir del español al inglés) aquí: [email protected]
Martha Kilpatrick
7 Julio 2006
Mateo 28:19 “Id pues y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado y he aquí, que yo estoy con vosotros…”
Jesús dio este mandamiento a los discípulos. No a las multitudes, ni a los creyentes. Sólo a los discípulos.
Hay una diferencia entre un creyente y un discípulo. Sólo un discípulo puede “hacer” discípulos y esto sucede por esta promesa del Señor: Su presencia ACOMPAÑANDO a Sus discípulos. Y Su presencia es la que ‘hace’ discípulos. ¡Yo no puedo orquestar un discípulo, ni elegir quién habrá de serlo! Con frecuencia me quedo pasmada por a quién toca el Señor, a veces gente que ni siquiera conozco… ni de la que estoy al tanto.
Rosamaría respondió a la presencia del Señor Jesús en nuestra primer visita hace 7 años. Se postró ante Cristo y mediante el arrepentimiento se convirtió en Su discípulo. Empezó a cuidar de Elsa, pidiéndole perdón y orando por ella. Durante varios años (creo que fueron 3) se esforzó en seguir a Cristo y en cuidar de Elsa. El día en que el Señor tocó a Elsa, Rosamaría se hizo a un lado y me permitió guiarla a Cristo. ¡Pero yo sólo tuve que dar un pasito y cosechar con facilidad lo que ya Rosamaría había sembrado día a día!
Si Rosamaría no se hubiera convertido en discípulo, si no hubiera entrado en el discipulado, Elsa probablemente nunca se hubiera convertido en discípulo de Cristo. Elsa habría perdido la aventura de su caminar con su Señor, la restauración de su alma a través de Su amor personal. ¡Incluso podría haber ido al infierno! Pero Elsa es un reflejo de la respuesta de Rosamaría a Dios.
¡Cuán tremenda es nuestra influencia! ¡Cuán crucial es nuestro discipulado!
¡Sólo discípulos ‘hacen’ discípulos!
Os intento mostrar esta ‘gran comisión’ mediante un vivo ejemplo de personas reales en naciones reales. Pero la comisión en sí misma depende de discípulos que van “reproduciendo” otros discípulos. Y es a los discípulos a quienes les pertenece la sobrecogedora promesa de la cierta e indefectible presencia del Señor.
¡La presencia manifiesta del Señor!
Esto es el quid, el poder, el misterio mismo de hacer discípulos a todas las naciones.
Fuente: "Manna in the Morning", por Martha Kilpatrick. Traducido por "Son of Epafrodite".
Se puede solicitar el envío de este diario en inglés a [email protected]
Se puede contactar con Martha (preferiblemente en inglés, aunque creo que hay alguien que puede traducir del español al inglés) aquí: [email protected]