¿ Es posible heredar una inclinación específica hacia el pecado la cual provenga de nuestros padres ?, y, si efectivamente así es, ¿ esta transmisión es genética, ambiental o espiritual ?, yo creo que la respuesta correcta es si para las tres.
Primero, hay abundante evidencia que demuestra que estamos genéticamente predispuestos hacia ciertas fortalezas y debilidades. Sin embargo, no se puede culpar a la genética por todas nuestras malas decisiones. Por ejemplo, se ha demostrado claramente que algunas personas están genéticamente predispuestas al alcoholismo, y aún así NADIE nace alcohólico. La gente se vuelve alcohólica por beber irresponsablemente.
Similarmente, algunos muchachos poseen niveles de testosterona mas elevados que los de otros muchachos, esto se evidencia por pelo facial, musculatura corporal, y características masculinas obvias. Otros muchachos con niveles inferiores de testosterona podrían presentar una apariencia mas afeminada. Lo anterior NO los hace homosexuales, sin embargo, estos muchachos podrían ser mas vulnerables a la posibilidad, especialmente si son objeto de burlas acerca de su apariencia por parte de amigos o familiares.
Segundo, los factores ambientales también contribuyen a un comportamiento pecaminoso que continuamente se transmite de una generación a la siguiente. Por ejemplo, si tu fueras criado en un hogar donde la pornografía estuviera a tu alcance y la promiscuidad sexual fuera aceptada, inequívocamente serías influenciado en esa dirección. A no ser que los padres renuncien a sus pecados y se arrepientan, inconscientemente preparan a la siguiente generación para que repitan sus fallas morales. “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.”
(Lucas 6:40)
Tercero, parece existir una inclinación espiritual hereditaria hacia el pecado hacia el pecado también. Por ejemplo, Abraham mintió acerca de su esposa, cuando la llamó su hermana. Más tarde su hijo Isaac hizo exactamente lo mismo. Después el hijo de Isaac, Jacob, mintió para poderle robar a su hermano su primogenitura. Después de la mentira de Abraham, su descendencia aparentemente estaba predispuesta espiritualmente a la mentira.
No peleamos únicamente contra el mundo y la carne en nuestra lucha para encontrar nuestra libertad en Cristo. La Santa Biblia nos menciona a un tercer e indeseable enemigo: Satanás.
“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre;” (Jeremías 32: 17-18).
Notemos que los pecados de los padres se repiten en los hijos. Esto NO es un factor ambiental o genético; esto es un factor intergeneracional causado por la desobediencia de los antepasados. Esta herencia perversa no puede enfrentarse de una forma pasiva. Concientemente debemos tomar nuestro lugar o posición en Cristo y renunciar a los pecados de nuestros antepasados.
No somos culpables de los pecados de nuestros antepasados, pero debido a que ellos pecaron, sus pecados pueden haber sido transmitidos espiritualmente a nosotros. Por eso en Levítico 26:40 se nos dice que debemos confesar nuestros pecados y el pecado de nuestros antepasados. Lo opuesto es encubrir y defender los pecados de nuestros padres, abuelos, etc. y continuar siendo esclavos del pecado.
La posibilidad de ser libres de los pecados generacionales se evidencia en la vida de José, uno de los hijos de Jacob. A José se le presentó la oportunidad de mentir para protegerse el mismo de sus hermanos celosos.De hecho, mientras más él decía la verdad, mas problemas se le presentaban. Si el estuvo predispuesto a mentir, escogió no sucumbir a esa predisposición. Eventualmente su honestidad hizo que su nombre fuera limpiado de toda mancha.
Frecuentemente las personas repiten los pecados de sus padre y abuelos. ¿ Están obligados a hacer estas cosas ? No, pero las repetirán si continúan guardando la iniquidad en sus corazones, esta iniquidad a la que no se renuncia puede alcanzar la tercera y hasta la cuarta generación.
No importa lo que nuestros antepasados hayan hecho, si nos arrepentimos y creemos en Cristo, Dios nos rescatará del reino de las tinieblas y nos trasladará al reino de su Hijo Amado (Colosenses 1:13). Estamos bajo un nuevo pacto el cual promete que “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17).
El arrepentimiento es la respuesta de Dios hacia la iniquidad, ya sea la nuestra o la de nuestros antepasados. Arrepentirse significa tener un cambio de actitud con respecto al pecado. El arrepentimiento es mas que un reconocimiento mental. El arrepentimiento significa renunciar a (y abandonar) nuestros malos caminos y creerle a Dios. El arrepentimiento significa que ya NO debemos retener iniquidad en nuestros corazones. Los primeros cristianos declaraban públicamente y a viva voz “Renuncio a ti, Satanás, a todas tus obras y a todos tus caminos”. Lo anterior sería una buena declaración para agregar a nuestras oraciones diarias para reafirmar nuestra fe en Cristo. La idea es reclamar el terreno perdido que nosotros o nuestros antepasados le cedimos a Satanás. Después le entregaremos todo lo que somos y todo lo que tenemos a Dios. De esta forma estamos siendo fieles administradores de lo que Dios nos ha confiado (1 Corintios 4:1-2)
Tal compromiso debe incluir nuestras posesiones, nuestros ministerios, nuestras familias, y toda actividad de nuestros cuerpos físicos, incluyendo la vida sexual. Al renunciar al uso previo que le dimos a cada una de estas áreas o cosas para servir al pecado y consagrarlas a Dios, estamos declarando que el dios de este mundo no tiene ya ningún derecho o autoridad sobre ellas. Tu vida ahora le pertenece a Dios y Satanás no puede ser el dueño de ella ni usarla.
Gracias por su atención mis hermanos, que Dios los bendiga.
Atentamente:
Lanza de Dios
Primero, hay abundante evidencia que demuestra que estamos genéticamente predispuestos hacia ciertas fortalezas y debilidades. Sin embargo, no se puede culpar a la genética por todas nuestras malas decisiones. Por ejemplo, se ha demostrado claramente que algunas personas están genéticamente predispuestas al alcoholismo, y aún así NADIE nace alcohólico. La gente se vuelve alcohólica por beber irresponsablemente.
Similarmente, algunos muchachos poseen niveles de testosterona mas elevados que los de otros muchachos, esto se evidencia por pelo facial, musculatura corporal, y características masculinas obvias. Otros muchachos con niveles inferiores de testosterona podrían presentar una apariencia mas afeminada. Lo anterior NO los hace homosexuales, sin embargo, estos muchachos podrían ser mas vulnerables a la posibilidad, especialmente si son objeto de burlas acerca de su apariencia por parte de amigos o familiares.
Segundo, los factores ambientales también contribuyen a un comportamiento pecaminoso que continuamente se transmite de una generación a la siguiente. Por ejemplo, si tu fueras criado en un hogar donde la pornografía estuviera a tu alcance y la promiscuidad sexual fuera aceptada, inequívocamente serías influenciado en esa dirección. A no ser que los padres renuncien a sus pecados y se arrepientan, inconscientemente preparan a la siguiente generación para que repitan sus fallas morales. “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.”
(Lucas 6:40)
Tercero, parece existir una inclinación espiritual hereditaria hacia el pecado hacia el pecado también. Por ejemplo, Abraham mintió acerca de su esposa, cuando la llamó su hermana. Más tarde su hijo Isaac hizo exactamente lo mismo. Después el hijo de Isaac, Jacob, mintió para poderle robar a su hermano su primogenitura. Después de la mentira de Abraham, su descendencia aparentemente estaba predispuesta espiritualmente a la mentira.
No peleamos únicamente contra el mundo y la carne en nuestra lucha para encontrar nuestra libertad en Cristo. La Santa Biblia nos menciona a un tercer e indeseable enemigo: Satanás.
“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre;” (Jeremías 32: 17-18).
Notemos que los pecados de los padres se repiten en los hijos. Esto NO es un factor ambiental o genético; esto es un factor intergeneracional causado por la desobediencia de los antepasados. Esta herencia perversa no puede enfrentarse de una forma pasiva. Concientemente debemos tomar nuestro lugar o posición en Cristo y renunciar a los pecados de nuestros antepasados.
No somos culpables de los pecados de nuestros antepasados, pero debido a que ellos pecaron, sus pecados pueden haber sido transmitidos espiritualmente a nosotros. Por eso en Levítico 26:40 se nos dice que debemos confesar nuestros pecados y el pecado de nuestros antepasados. Lo opuesto es encubrir y defender los pecados de nuestros padres, abuelos, etc. y continuar siendo esclavos del pecado.
La posibilidad de ser libres de los pecados generacionales se evidencia en la vida de José, uno de los hijos de Jacob. A José se le presentó la oportunidad de mentir para protegerse el mismo de sus hermanos celosos.De hecho, mientras más él decía la verdad, mas problemas se le presentaban. Si el estuvo predispuesto a mentir, escogió no sucumbir a esa predisposición. Eventualmente su honestidad hizo que su nombre fuera limpiado de toda mancha.
Frecuentemente las personas repiten los pecados de sus padre y abuelos. ¿ Están obligados a hacer estas cosas ? No, pero las repetirán si continúan guardando la iniquidad en sus corazones, esta iniquidad a la que no se renuncia puede alcanzar la tercera y hasta la cuarta generación.
No importa lo que nuestros antepasados hayan hecho, si nos arrepentimos y creemos en Cristo, Dios nos rescatará del reino de las tinieblas y nos trasladará al reino de su Hijo Amado (Colosenses 1:13). Estamos bajo un nuevo pacto el cual promete que “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17).
El arrepentimiento es la respuesta de Dios hacia la iniquidad, ya sea la nuestra o la de nuestros antepasados. Arrepentirse significa tener un cambio de actitud con respecto al pecado. El arrepentimiento es mas que un reconocimiento mental. El arrepentimiento significa renunciar a (y abandonar) nuestros malos caminos y creerle a Dios. El arrepentimiento significa que ya NO debemos retener iniquidad en nuestros corazones. Los primeros cristianos declaraban públicamente y a viva voz “Renuncio a ti, Satanás, a todas tus obras y a todos tus caminos”. Lo anterior sería una buena declaración para agregar a nuestras oraciones diarias para reafirmar nuestra fe en Cristo. La idea es reclamar el terreno perdido que nosotros o nuestros antepasados le cedimos a Satanás. Después le entregaremos todo lo que somos y todo lo que tenemos a Dios. De esta forma estamos siendo fieles administradores de lo que Dios nos ha confiado (1 Corintios 4:1-2)
Tal compromiso debe incluir nuestras posesiones, nuestros ministerios, nuestras familias, y toda actividad de nuestros cuerpos físicos, incluyendo la vida sexual. Al renunciar al uso previo que le dimos a cada una de estas áreas o cosas para servir al pecado y consagrarlas a Dios, estamos declarando que el dios de este mundo no tiene ya ningún derecho o autoridad sobre ellas. Tu vida ahora le pertenece a Dios y Satanás no puede ser el dueño de ella ni usarla.
Gracias por su atención mis hermanos, que Dios los bendiga.
Atentamente:
Lanza de Dios