Tan lacayos y tan felices

18 Noviembre 1998
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Tan lacayos y tan felices
Por JUAN MANUEL DE PRADA

HUBO un tiempo en que juventud era sinónimo de inconformismo, irreverencia, rebeldía, heterodoxia y demás benditos síntomas de la vitalidad. Al calor de la revolución hormonal que se desataba en su organismo, el joven aspiraba a desmontar los andamios de un mundo heredado, a trastornar las convenciones instituidas por sus mayores, a revolverse contra el pensamiento dominante. Ciertamente, en muchos jóvenes estas tendencias ariscas y subversivas eran casi una actitud refleja, nacida del puro instinto de llevar la contraria; pero en ese instinto subsistía algún residuo de aquella sagrada insensatez que animó a Prometeo a robar el fuego a los dioses del Olimpo, que eran el gabinete ministerial de la época. De este modo, los jóvenes se convirtieron en la conciencia de la sociedad, en esa avanzadilla de «divinos locos» que mantenía encendida la antorcha de la rebelión, siquiera hasta que la revolución hormonal aplacaba sus furores; pero, para entonces, ya habían llegado otros a tomarles el relevo, y así se aseguraba la permanencia de un minoría dispuesta a impedir que las cosas siguiesen como estaban, dispuesta a prender la mecha del polvorín.
Pero ese tiempo ya quedó abolido. Según una encuesta divulgada por el Instituto Nacional de la Juventud, nueve de cada diez jóvenes se declaran satisfechos o muy satisfechos con su vida. Y, mientras retozan en el redil de su felicidad cautiva y gregaria, que los pobrecitos -acostumbrados a no mirar otro horizonte que el de su propio ombligo- confunden con un prado sin vallados, se adhieren con entusiasmo y fervor a los Principios del Movimiento: la experimentación con embriones les mola mazo, la eutanasia y el aborto también, aunque a renglón seguido se proclamen denodados defensores de la naturaleza y de los derechos humanos. A saber qué entenderán por naturaleza y por derechos humanos estos catecúmenos del Nuevo Régimen: en el primer concepto imagino que no incluirán los ciclos de la vida y la muerte; del segundo, por supuesto, excluirán el derecho a nacer, que es el único que verdaderamente deberían defender sin restricciones, ya que cuando se niega los demás se convierten en meros pronunciamientos retóricos y pomposidades hueras. Pero estos jóvenes reviejos y apoltronados han hecho del retoricismo vano una forma de placidez: aunque la encuesta no registra este dato, estoy seguro de que si les hubiesen preguntado por los derechos de los animales se habrían declarado también sus paladines más encendidos. Abortar no les provoca mayor reparo que explotarse un grano; en cambio, eso de que en la perreras maten a un perrito rabioso, aunque sea con una inyección indolora, se les antoja el colmo de la felonía y la inhumanidad.
Y eso que la encuesta no les pone en el brete de pronunciarse sobre asuntos de índole política; pero, de haber sido inquiridos, se habrían mostrado igualmente satisfechos con las iniciativas del Nuevo Régimen: la paparrucha de la memoria histórica, la búsqueda de la paz (aunque sea de rodillas), el buen rollito de la alianza de civilizaciones, el potaje plurinacional. ¡Pues claro que sí, faltaría más! La encuesta podría llevar cómo título ese lema coñón y lastimado que el maestro Burgos ha adoptado como diagnóstico sarcástico de nuestro tiempo: «No Passssa Nada». Ya ves, querido Burgos, que eres una voz que clama en el desierto. Tu percepción de la realidad no conecta con la sensibilidad de las nuevas generaciones; lo cual demuestra que, amén de bajito, eres un carca gruñón y aguafiestas. Aprende de estos jóvenes, orgullo del solar hispano, que en el colmo de la presunción optimista, se atreven a asegurar «que su vida mejorará en los próximos meses». Aprende de su conformismo, de su complacencia lamerona con el que manda, de su ortodoxia pacífica y risueña, de su vocación de acatamiento y sumisión. Míralos qué lacayos y qué felices son, míralos qué muertecitos están.

http://www.abc.es/20060807/opinion-firmas/lacayos-felices_200608070246.html


Se puede decir más alto. Más claro no.
 
Re: Tan lacayos y tan felices

Excelente articulo. Me impresiona mucho el comentario sobre la encuesta. De hecho hoy en dia se da por centado, lo que las encuestas dicen, como referencia para desestimar valores fundamentales, como el amor, el respeto, la verdad, la misericordia, etc... todos principios buenos y correctos que estan por ejemplo en el Evangelio de Jesucristo.

Gracias Luis Fernando, que Dios te bendiga siempre...
 
Re: Tan lacayos y tan felices

Excelente Articulo Luis Fernando Gracias por siempre traernos mensajes que nos mueven e inspiran
 
Re: Tan lacayos y tan felices

La verdad este articulo me hace un poco de gracia y me recuerda una historia que me contaron una vez. La historia trada de un viejo que andaba caminando con un burro y un niño. El viejo iba montado en el burro y el niño iba a pie. Entonces, al pasar por un poblado, la gente decia: que abusador es ese viejo, el anda montado en el burro y el pobre niño anda a pies. Al oir esto, el viejo decidio desmontarse del burro y montar al niño en su lugar. Mas al pasar por el siguiente poblado, la gente decia: que injusticia, el niño que es joven y fuerte anda montado mientras que el pobre viejo anda a pies. Debido a esto el viejo tomo la desicion de que tanto el como el niño irian montados en el burro para evitar comentarios. Pero al pasar por el siguiente poblado la gente exclamó indignada: que abuso!!! dos personas montadas sobre un pobre burrito!! Finalmente, para evitar ya todo tipo de reclamos, el viejo decidio que tanto el como el niño irian a pie al lado del burro y se desmontaron. Fue entonces cuando pasaron por un ultimo poblado y le gente exclamo, burlona: que pendejo son esos dos!! teniendo un burro al lado y andando a pie!!!

Bueno, lo que trato de decir es que como quiera es malo, la gente siempre habla. Si los jovenes son rebeldes, la gente se queja, y si estan tranquilos y son felices, la gente se queja. O seassss, por eso es que yo digo que no se puede vivir para el "qué dirán" porque la gente siempre habla.

HUBO un tiempo en que juventud era sinónimo de inconformismo, irreverencia, rebeldía, heterodoxia y demás benditos síntomas de la vitalidad. [...]
Pero ese tiempo ya quedó abolido. Según una encuesta divulgada por el Instituto Nacional de la Juventud, nueve de cada diez jóvenes se declaran satisfechos o muy satisfechos con su vida. Y, mientras retozan en el redil de su felicidad cautiva y gregaria, que los pobrecitos -acostumbrados a no mirar otro horizonte que el de su propio ombligo- confunden con un prado sin vallados, se adhieren con entusiasmo y fervor a los Principios del Movimiento:

Saludos!!