Los andaluces se confiesan católicos, pero no actúan según esas normas
Reconocen que lo son más por tradición o inercia que por convencimiento .Un estudio sociológico revela que son los españoles que menos van a misa
SANDRA FERNÁNDEZ/SEVILLA
El proceso de desarrollo y transición que ha experimentado la sociedad andaluza en los últimos 25 años se ha dejado notar en todos los aspectos de la vida. Desde la política, el deporte o la economía, hasta la cultura, el ocio e incluso la religión.
Nadie duda que Andalucía es la imagen religiosa de España por excelencia, sobre todo y debido a las tradiciones tan arraigadas que a lo largo del año se ponen de manifiesto. Pues nada más lejos de la realidad en lo que a la práctica se refiere. El libro La sociedad andaluza [2000] , coordinado por los investigadores del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía, Eduardo Moyano y Manuel Pérez Yruela, lo deja bien claro.
Las instituciones eclesiásticas han dejado de influir en la vida de los andaluces, por lo que ya no condiciona su comportamiento social y económico. Es decir, el andaluz disfruta y respeta las tradiciones religiosas, pero se siente libre para decidir su marco de convivencia cotidiana.
Lo curioso es que según la última Encuesta Europea de Valores, el 87% de los andaluces dice pertenecer a alguna religión y el 13% a ninguna. Y entre los creyentes andaluces, el 86% se confiesa católicos, lo que supone un 5% más que en el territorio nacional. Pero, como casi siempre suele pasar, una cosa son las opiniones personales y otra la realidad práctica cotidiana. Porque, aunque sean muchos los que de palabra se denominen católicos, los que en realidad cumplen con lo que la Iglesia quiere de ellos son bastante menos. Tan pocos, que, por ejemplo, los católicos andaluces son los que menos van a misa de todos los españoles.
Sexo y rituales
Como argumento para certificar esta nueva tendencia religiosa, se ha analizado las actividades de los andaluces respecto al comportamiento sexual diferenciado de hombres y mujeres, al control de la natalidad y la liberación sexual, comprobándose que los principios y normas religiosas «no son seguidas ni siquiera por los que se consideran cristianos».
Los matrimonios ya no buscan procrear según los dictados de la norma eclesiástica, sino han puesto los medios necesarios, no aceptados por la Iglesia, para controlar la natalidad. Además, la juventud masculina y femenina ha roto mayoritaria y drásticamente con los preceptos sociales y religiosos de la pureza y la virginidad, «tan queridos por los padres y madres de generaciones anteriores». Estos jóvenes -apunta el informe- han roto el precepto eclesiástico y social y ha hecho bandera del principio de igualdad de oportunidades de acceso de ambos géneros a la sexualidad, a la vez que se aceptan con normalidad las opciones homosexuales a partir del respeto a la libertad individual, algo que antaño era impensable.
Otro aspecto que no deja lugar a la duda y que también son los rituales (sacramentos y sacramentales) mostrándose su escasa presencia entre los andaluces; sólo el bautismo y el matrimonio son solicitados todavía de forma generalizada, mientras que otros están en franco retroceso (como la confesión o la comunión) o casi han desaparecido de la práctica religiosa de los andaluces (como el óleo de los enfermos, el sacerdocio o la profesión religiosa).
De todos los sacramentos sólo el bautismo y el matrimonio son solicitados y recibidos de forma generalizada por creyentes y no creyentes, aunque se ha cambiado su concepción, y ahora el ritual religioso de echar el agua o acristianar , que a veces no se realiza, no es sino el comienzo de una celebración festiva que tiene especial énfasis entre las clases bajas y en la etnia gitana. Lo mismo ocurre con el casamiento, que antes suponía la consagración de la unión monogámica, y ahora la mayoría de los andaluces sigue contrayendo el canónigo por el atractivo del ceremonial que ofrecen los templos, frente al desangelado de los juzgados y algunos ayuntamientos. A pesar de este cambio, es verdad que en España y Andalucía la presencia social del catolicismo sigue siendo más importante que la de ninguna otra religión y confesión cristiana, pero cada vez más parece confirmarse la evolución hacia un catolicismo sociológico.
Inercia
Una gran mayoría se confiesa católico más por tradición o inercia que por convencimiento personal. Así parece indicarlo en Andalucía, por ejemplo, dos hechos significativos: la escasa asistencia a las misas dominicales (una de las prácticas más recomendadas a los católicos) y los pocos católicos que destinan el 0,52% del IRPF a la Iglesia católica. Según los datos del informe, de los que hicieron la declaración de la renta en 1994, lo hicieron a favor de la Iglesia un 56,85%, cifra que en 1997 descendió al 39,85%.
En contraposición a estas dos realidades, por tradición y costumbre se siguen celebrando los grandes acontecimientos de la vida con rituales religiosos, «porque no conoce aún ningún otro». Ante este nuevo panorama, la Iglesia guarda silencio.
Fuente: www.ideal.es
Reconocen que lo son más por tradición o inercia que por convencimiento .Un estudio sociológico revela que son los españoles que menos van a misa
SANDRA FERNÁNDEZ/SEVILLA
El proceso de desarrollo y transición que ha experimentado la sociedad andaluza en los últimos 25 años se ha dejado notar en todos los aspectos de la vida. Desde la política, el deporte o la economía, hasta la cultura, el ocio e incluso la religión.
Nadie duda que Andalucía es la imagen religiosa de España por excelencia, sobre todo y debido a las tradiciones tan arraigadas que a lo largo del año se ponen de manifiesto. Pues nada más lejos de la realidad en lo que a la práctica se refiere. El libro La sociedad andaluza [2000] , coordinado por los investigadores del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía, Eduardo Moyano y Manuel Pérez Yruela, lo deja bien claro.
Las instituciones eclesiásticas han dejado de influir en la vida de los andaluces, por lo que ya no condiciona su comportamiento social y económico. Es decir, el andaluz disfruta y respeta las tradiciones religiosas, pero se siente libre para decidir su marco de convivencia cotidiana.
Lo curioso es que según la última Encuesta Europea de Valores, el 87% de los andaluces dice pertenecer a alguna religión y el 13% a ninguna. Y entre los creyentes andaluces, el 86% se confiesa católicos, lo que supone un 5% más que en el territorio nacional. Pero, como casi siempre suele pasar, una cosa son las opiniones personales y otra la realidad práctica cotidiana. Porque, aunque sean muchos los que de palabra se denominen católicos, los que en realidad cumplen con lo que la Iglesia quiere de ellos son bastante menos. Tan pocos, que, por ejemplo, los católicos andaluces son los que menos van a misa de todos los españoles.
Sexo y rituales
Como argumento para certificar esta nueva tendencia religiosa, se ha analizado las actividades de los andaluces respecto al comportamiento sexual diferenciado de hombres y mujeres, al control de la natalidad y la liberación sexual, comprobándose que los principios y normas religiosas «no son seguidas ni siquiera por los que se consideran cristianos».
Los matrimonios ya no buscan procrear según los dictados de la norma eclesiástica, sino han puesto los medios necesarios, no aceptados por la Iglesia, para controlar la natalidad. Además, la juventud masculina y femenina ha roto mayoritaria y drásticamente con los preceptos sociales y religiosos de la pureza y la virginidad, «tan queridos por los padres y madres de generaciones anteriores». Estos jóvenes -apunta el informe- han roto el precepto eclesiástico y social y ha hecho bandera del principio de igualdad de oportunidades de acceso de ambos géneros a la sexualidad, a la vez que se aceptan con normalidad las opciones homosexuales a partir del respeto a la libertad individual, algo que antaño era impensable.
Otro aspecto que no deja lugar a la duda y que también son los rituales (sacramentos y sacramentales) mostrándose su escasa presencia entre los andaluces; sólo el bautismo y el matrimonio son solicitados todavía de forma generalizada, mientras que otros están en franco retroceso (como la confesión o la comunión) o casi han desaparecido de la práctica religiosa de los andaluces (como el óleo de los enfermos, el sacerdocio o la profesión religiosa).
De todos los sacramentos sólo el bautismo y el matrimonio son solicitados y recibidos de forma generalizada por creyentes y no creyentes, aunque se ha cambiado su concepción, y ahora el ritual religioso de echar el agua o acristianar , que a veces no se realiza, no es sino el comienzo de una celebración festiva que tiene especial énfasis entre las clases bajas y en la etnia gitana. Lo mismo ocurre con el casamiento, que antes suponía la consagración de la unión monogámica, y ahora la mayoría de los andaluces sigue contrayendo el canónigo por el atractivo del ceremonial que ofrecen los templos, frente al desangelado de los juzgados y algunos ayuntamientos. A pesar de este cambio, es verdad que en España y Andalucía la presencia social del catolicismo sigue siendo más importante que la de ninguna otra religión y confesión cristiana, pero cada vez más parece confirmarse la evolución hacia un catolicismo sociológico.
Inercia
Una gran mayoría se confiesa católico más por tradición o inercia que por convencimiento personal. Así parece indicarlo en Andalucía, por ejemplo, dos hechos significativos: la escasa asistencia a las misas dominicales (una de las prácticas más recomendadas a los católicos) y los pocos católicos que destinan el 0,52% del IRPF a la Iglesia católica. Según los datos del informe, de los que hicieron la declaración de la renta en 1994, lo hicieron a favor de la Iglesia un 56,85%, cifra que en 1997 descendió al 39,85%.
En contraposición a estas dos realidades, por tradición y costumbre se siguen celebrando los grandes acontecimientos de la vida con rituales religiosos, «porque no conoce aún ningún otro». Ante este nuevo panorama, la Iglesia guarda silencio.
Fuente: www.ideal.es