Urgente!! Para Jóvenes

17 Agosto 2001
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www.sermones-biblicos.org
POR QUÉ LOS ADOLESCENTES DEBEN ACUDIR
A CRISTO SIN TARDANZA


Por R. M. McCheyne 1813-1843
Joven predicador que impactó a Inglaterra, murió a los 30 años​


«Sácianos presto de tu misericordia y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días» (Salmo 90:14).


La última de las condesas de Huntington no sólo fue rica en este mundo, sino también en fe y una heredera del reino. Cuando tenía unos nueve años, vio el cuerpo inerte de un niño de su misma edad al ser conducido al sepulcro. Se añadió al cortejo y asistió al funeral, y fue así como el Espíritu Santo empezó a hacerle sentir su necesidad de un salvador.

Queridos jóvenes, cuando miréis al año que va a finalizar, quiera Dios que el Espíritu Santo produzca en vosotros la misma convicción, que pueda hacer oír también en vuestros oídos su voz penetrante: "Huye de la ira que vendrá; refúgiate en Cristo sin más tardanza". "Escapa por tu vida; no mires tras tí".

I. PORQUE LA VIDA ES MUY CORTA

"Los días de nuestra edad son setenta años; que si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo; porque es cortado presto y volamos" (Salmo 90:10). Aun aquellos que viven más años, cuando les llega la hora de la muerte tienen la impresión de que su vida ha sido un sueño. Y es que no en balde dice la Biblia une "es como un sueño". Mientras dormimos, las horas pasan rápidamente, tanto, que no nos damos cuenta de ello. Cuando nos despertamos que vemos cuánto tiempo ha pasado. Así es la vida. Es como un "cuento, o una fábula que se cuenta". Cuando estáis escuchando la narración de un cuento agradable pasa el tiempo rápidamente y parece como si os hubiesen robado las horas. Ciertamente "acabamos nuestros años como un pensamiento".

Posiblemente habéis visto más de una vez un barco en algún río con todos los marineros a bordo, las áncoras izadas y las velas henchidas al viento, cuando dulcemente se desliza y avanza rápido entre las ondulantes aguas. Así pasan nuestros días, "se deslizan en el mar del tiempo como los navíos". O quizá habéis tenido ocasión de contemplar algún águila cuando, de su nido colocado en lo más alto de las rocas, se abalanza volando como una flecha para apoderarse de algún ave. ¡Cuán suave, pero velozmente vuela! Así es con vuestra vida. "Se escapa rauda como el águila sobre su presa". Más de una vez habéis contemplado la neblina que se forma al pie de las montañas en las primeras horas de la mañana y habéis visto, cuando el sol sale con sus rayos templados, ¡cuán rápidamente se desvanecen las nieblas! Y ¿qué es la vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece (Santiago 4:14).

Algunos de vosotros habéis visto cuán corta es la vida en aquellos que os rodean. "Vuestros padres ¿dónde están? Y los profetas ¿han de vivir para siempre?" (Zac. 1:5). ¡Cuántos amigos tenéis que duermen en el sepulcro! Algunos de vosotros tenéis más amigos en el sepulcro que en este mundo. Dios los ha hecho pasar como avenida de aguas, como una catarata que se precipita y vosotros vais detrás. No pasará mucho tiempo y la iglesia donde ahora os sentáis estará ocupada por otros adoradores que os habrán sucedido, una nueva voz guiará en el canto de los salmos y un nuevo hombre de Dios ocupará el púlpito. Estad completamente ciertos de que dentro de pocos años todos vosotros que oís este mensaje yaceréis en el sepulcro. ¡Oh, cuán urgente y necesario es acudir a Cristo sin demora! ¡qué obra tan grande has de hacer, de cuánta responsabilidad! ¡Ser llevado realmente a Cristo! ¡Y con cuán poco tiempo cuentas para hacerla! Has de huir de la ira que vendrá, has de acudir a Cristo en busca de refugio, has de nacer de nuevo, has de recibir el Espíritu Santo para ser hecho apto para la gloria. El tiempo que tienes para buscar al Señor es un tiempo solemne. Aun los muchos años de una larga vida resultan harto breves para buscar al Señor. Busca hallar la convicción de pecado y el dar interés a Cristo y a tu alma. "Sácianos presto de tu misericordia y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días" (Sal. 90:1 14).

II. PORQUE LA VIDA ES MUY INCIERTA.

"El hombre es como la hierba, que crece en la mañana, en la mañana florece y crece; a la tarde es cortada y se seca". La mayoría de los hombres son cortados sin haber llegado a la edad madura; quizá hay un 50 por 100 de la humanidad que muere antes de alcanzarla. Únicamente en la ciudad de Glasgow mueren más de la mitad de sus habitantes antes de los 20 ó 30 años de edad. De la mayoría de los hombres se puede decir: "Sale como una flor y es cortado". La muerte es muy cierta, pero el tiempo en que nos sorprenderá muy incierto. Muchos creen que aún no morirán porque disfrutan de salud inmejorable, pero no tienen en cuenta que muchos muy sanos también murieron por accidente u otras causas fortuitas. Ni los buenos alimentos y vestidos de la mejor calidad constituyen una eficaz defensa contra la muerte. Está escrito: "El rico también murió y fue enterrado". Tampoco amables y atentos médicos o amigos pueden defenderos de la muerte. Cuando la muerte llega se burla de los esfuerzos de los más hábiles médicos y arranca al ser querido de los brazos más tiernos. Algunos hay que piensan que ellos no morirán todavía porque no están preparados para morir, pero no paran mientes en el hecho de que muchos murieron sin estar preparados, sin estar convertidos, sin ser salvados. Olvidáis que está escrito acerca de la puerta estrecha "que pocos son los que la hallan". La mayoría de las personas yace en una oscura tumba y en una eternidad más oscura todavía.

Algunos de vosotros creéis que no moriréis porque todavía sois jóvenes. Olvidáis lo que ya hemos dicho, que la mitad de la humanidad muere antes de alcanzar la edad madura. La mitad de los habitantes de esta ciudad muere antes de llegar a los veinte años.¡Oh, si tú tuvieses que estar presente como yo en el lecho de muerte de niños y adolescentes y pudieses ver su inquieta mirada y sus movimientos espasmódicos y trémolos y oír sus agonizantes lamentos, comprenderías cuán necesario te es acudir, escaparte a Cristo ahora! Puede estar cercano tu turno. ¿Estás preparado para morir? ¿Has huido a Cristo para refugiarte a Él? ¿Has sido perdonado? "No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de sí el día" (Proverbios 27:1).

III. LA MAYORÍA DE LOS SALVADOS ACUDIERON A CRISTO EN SU JUVENTUD.

Fue así en los días de nuestro bendito Salvador. Aquellos que eran entrados en años, eran, o mejor dicho, se consideraban demasiados sabios y prudentes para ser salvos por la sangre del Hijo de Dios y Él así lo reveló a aquellos que eran más jóvenes y que tenían menos sabiduría. "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos y las hayas revelado a los niños" (Mateo 11:25). "Junta a los corderos con su brazo y los lleva en su seno". Ha sido así en casi todos los tiempos de avivamiento. Si preguntáis a los cristianos ya maduros, veréis cómo os contestará la mayoría de ellos que fueron despertados, y tuvieron ansiedad o inquietud por sus almas y fueron salvos siendo aún jóvenes.

¡Oh, qué razón tan poderosa para buscar un pronto y urgente verdadero acercamiento a Cristo! Si no habéis sido salvados en vuestra juventud, puede que después nunca lo lleguéis a ser. Existe un tiempo especial y adecuado, el tiempo apropiado para la salvación. Jesús dijo a los de Jerusalén: "No has conocido el tiempo de tu visitación". Hay tiempos y períodos que bien podrían llamarse "días de conversión". Abundan especialmente y de forma inequívoca en más de un alma. El domingo es el gran día en que se reúnen las almas; el día del Señor puede ser llamado el día del mercado del Señor. E s el día de la gran cosecha de almas. Bien sé que hay una generación que se levanta contra ese día y se afana en hollarlo bajo sus pies, con su vil y nefanda conducta, pero vosotros apreciáis el día del Señor. El tiempo de aflicción es también un tiempo de conversión. Cuando Dios se lleva a algún ser amado y decís: "Esto es el dedo de Dios", recordad que Cristo con ello trata de salvaros: abridle la puerta y permitidle entrar. El tiempo en que el Espíritu Santo contiende con vuestra alma es también tiempo de conversión. Si sentís en vuestro corazón su llamamiento y su acción que os impulsa a buscar en la Biblia vuestra salvación, o a consultar a vuestro pastor, "no apaguéis el Espíritu"; "no resistáis al Espíritu Santo", "no afrentéis el Espíritu Santo de Dios". La juventud es tiempo de conversión. "Dejad a los niños venir a mí y no les impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos". ¡Oh, vosotros que sois como ovejas, buscad ser hallados y recogidos por los brazos del Salvador y permitid que os lleve en su hombro o junto a su seno! Acudid y confiad bajo las alas potentes del Salvador. "Aún hay lugar".

IV. PORQUE SE ES MÁS FELIZ ESTANDO EN CRISTO QUE FUERA DE CRISTO.

Muchos hay que al leer estas palabras dicen en su corazón: "Cosa triste es ser religioso". La juventud, piensan, es el tiempo del placer, de comer, de beber, de vivir desenfrenadamente". Yo sé que la juventud es el tiempo del placer; es en ella que los pies son más ligeros, que el ojo está más lleno de vida y brillo, que el corazón rebosa más alegría. Pero ésta es precisamente la razón que yo doy para acudir a Cristo. Se es más feliz estando en Cristo que fuera de Cristo.

1. Porque satisface el corazón. Nunca he negado que puedan hallarse alegrías fuera de Cristo. La música y el baile, los juegos y deportes están íntimamente ligados y atraen fuertemente a los corazones de los jóvenes. Pero, ¡ah! pensad un momento. ¿No es borroso vivir felizmente no estando salvado? ¿No es trágico ver a un hombre durmiendo plácida y tranquilamente en una casa en llamas? ¿Y no es suficiente para horrorizarnos veros bailando y divirtiéndoos sabiendo que Dios está enojado y su ira amenazando contra vosotros seriamente cada día?

Pensad otra vez. ¿No se hallan en Cristo placeres infinitamente más dulces? "El que beba de esta agua volverá a tener sed, mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:13, 14). "Hartura de alegrías hay en tu rostro y deleites a tu diestra para siempre". Ser perdonado, tener paz con Dios, tenerle a Él por Padre, contar con su complacencia y amor, disfrutar de su Espíritu Santo derramado en nuestros corazones y haciéndonos más y más santos, son todo ello placeres dignos de toda la eternidad. "Un día en tus atrios es mejor que mil fuera de ellos" (Salmo 84:10). ¡Oh, sed llenos de su favor y quedad satisfechos con la bendición del Señor! Vuestro pan de cada día se os hará más dulce. Comeréis entonces vuestro alimento "con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2:46). Vuestros pies se hacen más ligeros y emprendedores porque son los pies de un cuerpo redimido, de un cuerpo libertado. Vuestro sueño es más dulce "porque Jehová da a su amado el sueño". El sol brilla con un nuevo atractivo y la tierra presenta una nueva sonrisa porque conscientemente podéis decir: " Mi Padre lo ha hecho todo".

2. Porque Cristo hace felices todos los días. – Los deleites "temporales", no durarán. Pero al ser uno traído a Cristo, su experiencia se asemeja al amanecer de un día eterno; la serena alegría del cielo se extiende sobre todos los días de su peregrinación. En los días de angustia o tribulación ¿queréis decirme qué hará por vosotros el mundo?

"El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre" (Prov. 25:20). Creedme que cercanos están de vosotros los días cuando diréis "a la risa: enloqueces, y al placer: ¿de qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:2). Pero si acudís ahora a Jesucristo, Él cuidará de vuestros días malos. Cuando el viento es contrario y las olas son altas, Jesús se os acercará y os dirá alentadoramente: "No temáis, que Yo soy". Su voz dará paz al corazón aún en la hora más dolorosa. Cuando el mundo os reproche y censure y deseche vuestro nombre como malo, cuando se os cierren las puertas, Jesús se os acercará y os dirá: "Paz a vosotros". ¿Quién podrá explicar la dulzura y paz que Cristo da al corazón en tales horas? Una muchachita que en su edad temprana había sido llevada a Cristo, así lo sentía cuando fue confinada al lecho de una larga enfermedad. "No estoy triste, decía, de hallarme postergada en la cama, porque mi cama es mullida por el Señor y tengo la impresión de que está llena de un perfume de amor hacia mí. El tiempo, el día y la noche, el Señor hace que me sean dulces. La tarde me es placentera y la mañana refrescante".

Y finalmente, en el día de la muerte, ¿qué podrá hacer el mundo por vosotros? El baile, y la música, y los compañeros de diversión no podrán, estarán incapacitados para daros entonces consuelo y mucho menos alegría. Ninguna broma más os satisfará, ninguna sonrisa más os dará aliento. "Ojala fuerais sabios, que comprendierais esto y entendieseis vuestra postrimería" (Deut. 32:29). En cambio, en este mismo trance el alma de uno que está en Cristo se regocija con un gozo más íntimo, tan íntimo como inexplicable, y lleno de gloria. Jesús puede hacer el lecho de muerte más suave que lo hacen las más finas almohadas. Recordad que cuando murió Esteban, su noble pecho fue golpeado con crueles piedras, pero él, arrodillándose, dijo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Juan Newton nos habla de una joven cristiana que, en el día de su muerte, dijo: "Si esto es morir, dulce cosa es morir". Otro cristiano, niño de ocho años, llegó a su casa enfermo de una dolencia de la cual murió. Su madre le preguntó si tenía miedo de morir. "No, le respondió, yo deseo morir si es la voluntad de Dios: aquella dulce palabra de "dormir en Jesús" me hace feliz cuando pienso en el sepulcro".

"Hijitos, que vuelvo a estar de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros". Si queréis vivir y morir felices, acudid ahora al Salvador. La puerta del arca está ampliamente abierta. Entrad ahora, no sea que después ya no os sea posible entrar.



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Re: Urgente!! Para Jóvenes

PENSAMIENTOS PARA HOMBRES JÓVENES​

(por J. C. Ryle / traducción: Luis Simpson)​

Cuando el apóstol Pablo escribió su epístola a Tito acerca de su deber como maestro, se refirió a los hombres jóvenes como una clase que requiere de una atención peculiar. Después de hablar de hombres y mujeres ancianos, y de mujeres jóvenes, él añade este sustancial consejo: "Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes" (Tit 2:6). Voy a seguir el consejo del apóstol. Me propongo ofrecer unas pocas palabras de amistosa exhortación a los hombres jóvenes.

Yo mismo me estoy poniendo viejo, pero hay pocas cosas que recuerdo tan claramente como los días de mi juventud. Tengo los más variados recuerdos de los goces y placeres, las esperanzas y los temores, las tentaciones y las dificultades, los errados juicios y los mal orientados afectos, y de los errores y las aspiraciones, que rodean y acompañan la vida de un hombre joven. Si tan solo puedo decir algo para mantener a un joven en el camino recto, y preservarlo de las faltas y los pecados que pueden estropear sus prospectos tanto para el tiempo como para la eternidad, estaré muy agradecido.

Hay cuatro cosas que me propongo hacer :

I. Mencionaré algunas razones generales de por qué el joven necesita exhortación.

II. Señalaré algunos peligros especiales contra los cuales los hombres jóvenes necesitan ser advertidos.

III. Daré algunos consejos generales que insto a los hombres jóvenes a que reciban.

IV. Plantearé algunas reglas de conducta especiales, las cuales aconsejo encarecidamente a los hombres jóvenes que sigan.

En cada uno de estos cuatro puntos tengo algo que decir, y oro a Dios que lo que diga pueda beneficiar a algún alma.

I. RAZONES PARA EXHORTAR A LOS HOMBRES JÓVENES.

1. En primer lugar, ¿cuáles son las razones generales por las que los hombres jóvenes necesitan una exhortación peculiar? Mencionaré algunas de ellas por orden.

(1) Por un lado está el penoso hecho de que hay pocos jóvenes en cualquier lugar que parezcan tener siquiera religión. Digo esto sin distinción de personas; lo digo en forma global: altos o bajos, ricos o pobres, aristócratas o de humilde alcurnia, doctos o indoctos, de la ciudad o del campo, no importa. Me estremezco al observar cuan pocos jóvenes son guiados por el Espíritu, cuan pocos están por este camino angosto que lleva a la vida, cuan pocos están poniendo sus afectos en las cosas de arriba, cuan pocos están tomando la cruz y siguiendo a Cristo. Digo esto con mucho pesar, pero creo, ante Dios, que estoy diciendo nada más que la verdad.

Jóvenes, ustedes forman una numerosa y sumamente importante clase de la población de este país, pero ¿dónde y en qué condiciones se encuentran sus almas inmortales? ¡Es una lástima! Hacia dondequiera que miremos en busca de una respuesta, el reporte será uno y el mismo.

Preguntémosle a cualquier ministro fiel del evangelio y pongamos atención a su respuesta. ¿Cuántos jóvenes solteros puede él estimar que vienen a participar en la Cena del Señor? ¿Quiénes son los más rezagados en cuanto a los medios de la gracia, y los que asisten con mayor irregularidad a los servicios del domingo, y los más difíciles de atraer a las reuniones semanales y a los cultos de oración, los más distraídos en todas las prédicas? ¿Qué grupo de su congregación lo llena de la mayor ansiedad? ¿Cuáles son los Rubenes por los cuales tiene las más profundas "indagaciones del corazón"? ¿Quiénes de su grey son los más difíciles de manejar? ¿Quiénes requieren advertencias y reprensiones con mayor frecuencia? ¿Quiénes le ocasionan las mayores perturbaciones y penas? ¿Quiénes lo mantienen más continuamente en temor por sus almas y parecen estar más desesperanzados? Tú puedes estar seguro de que su respuesta será: Los Hombres Jóvenes.

Preguntémosle a los magistrados y funcionarios de la justicia y observemos lo que ellos responderán. ¿Quiénes son los que más van a tabernas y cervecerías? ¿Quiénes son los mayores infractores en el Día del Señor? ¿Quiénes componen bulliciosas turbas y mitines rebeldes? ¿Quiénes son los que con mayor frecuencia son detenidos por embriaguez, quebrantamiento de la paz, peleas, intrusión en propiedades ajenas, robos, asaltos y cosas semejantes? ¿Quiénes llenan las prisiones, penitenciarías y listas de convictos? ¿Quiénes componen la clase que más incesantemente requiere vigilancia y que los ocupa más? De seguro que apuntarán todos al mismo grupo, y dirán: Los Hombres Jóvenes.

Volvámanos en dirección a las clases más acomodadas y noten el reporte que obtendremos de ellas. En una familia, los hijos varones están siempre perdiendo el tiempo, la salud y el dinero en su egoísta búsqueda de placer. En otra, estos no seguirán profesión alguna y desperdiciarán los años más preciados de sus vidas haciendo nada. En otra, emprenderán una carrera por mero formalismo, pero sin prestar atención a sus deberes. En otra, estarán siempre estableciendo relaciones equivocadas, jugando y apostando, endeudándose, asociándose con malas compañías y manteniendo a sus amigos en una constante ansiedad. ¡Qué lamentable! Ni rango, ni título, ni riqueza, ni educación impiden o previenen estas cosas. Padres ansiosos, madres con corazones quebrantados y hermanas apenadas, podrían contar tristes historias sobre ellos si la verdad saliera a la luz. Muchas familias, con todo lo que este mundo puede ofrecer, cuenta entre sus parientes con algún nombre que nunca es mencionado,--o únicamente mencionado con pesar y vergüenza--, algún hijo, algún hermano, algún primo, algún sobrino que hace lo que quiere y es un motivo de aflicción para todos los que lo conocen.

Es raro encontrar una familia rica que no haya tenido algún aguijón en su costado, alguna mancha en sus páginas de felicidad, alguna fuente constante de dolor y ansiedad; y, a menudo, bastante a menudo, ¿no es esta la verdadera causa: Los Hombres Jóvenes?

¿Qué diremos a todo esto? Estos son hechos --hechos claros que saltan a la vista--, hechos con los que nos tropezamos por todos lados, hechos que no pueden negarse. ¡Qué espantosa realidad! ¡Qué terrible el pensamiento de que cada vez que me encuentro con un joven, me encuentro con alguien que con toda probabilidad es un enemigo de Dios, que camina por el ancho camino que lleva a la destrucción, no apto para el cielo! Indudablemente, con tales hechos delante de mí, no te sorprenderás de que yo te exhorte a tí, --debes admitir que existe una razón.

Para leer todo el mensaje http://www.iglesiareformada.com/Ryle_jovenes.html