Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

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Simarro, suma y sigue...

Madrid, 21/3/2006

Estoy de acuerdo contigo en cuanto a nuestra posición como cristianos, es decir una actitud de perdón y mano tendida para buscar la paz. Pero por el contrario es cierto que en tu escrito se ve un tinte político que además comulga con una gran mentira. No han pasado mil dias sin armas, han pasado mil dias sin muertes que es muy diferente, pero ETA ha seguido extorsionando a empresarios, políticos y demás, ha sido colocando bombas y no ha rebajado ni un ápice su discurso y no está dispuesta a dejar las armas por el momento, cosa que ha dejado clara en sus últimos comunicados.

Es por ello que seamos también serios a la hora de hacer una reflexión, es cierto que los cristianos debemos desear la paz a toda costa, que debemos trabajar por ella, que debemos tener ojos de gracia, pero no podemos dejar de denunciar el pecado y el pecado es que ETA no se arrepiente y sin arrepentimiento no hay perdón y eso está muy claro en la Palabra de Dios.

Un cordial saludo y gracias,

Israel Martorell Alonso
Diseñador
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Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

OLOR A CIRIO Y SACRISTIA - LA CONVERSION DE SIMARRO AL EVANGELIO DE ZAPATERO

Simarro firma una larguísima vida de militancia protestante. Desde Valdepeñas hasta la actualidad, pasando por El Porvenir (A juzgar por algunas firmas que han salido de ese lugar, mas que de cristianos evangélicos, pareciera un centro de formación de las juventudes socialistas). Bueno, pues independientemente de la filosofía que preside las actuaciones de la ONG Misión Urbana que dirige y que merecería un largo análisis aparte, le ha servido de trampolín para conseguir un cierto conocimiento en el mundo protestante nacional (aunque a nivel social, los protestantes nacional seamos prácticamente la nada más absoluta, cosa nada extraña con tales elementos como destacados).

De verdad no sé por que se rasga nadie las vestiduras ante el artículo que ahora ha firmado Simarro en Protestante Digital, porque tampoco es peor que cualquier otro articulo suyo anterior. Además está en la linea general de ese medio para el que utilizan como reclamo a un par de honrosísimas firmas, que dicho sea de paso yo no entiendo que pintan ahí, salvo atraer con su prestigio a lectores en los que extender la basura oficial que sostienen los otros.

Protestante Digital es un medio para la promoción del PSOE y sus políticas entre los protestantes españoles a cambio de que algunos reciban cierta consideración oficial y alguna que otra subvención. Darle más categoría es una estupidez. Hace mucho que no entro ahí, porque a mi nada se me ha perdido en tal sitio y solo leo aquellos artículos que algunos foristas traen a www.iglesia.net porque no quiero contribuir a engordar sus estadísticas de visitas con mis entradas.

Hace años que vengo denunciando el herodianismo (entiéndase la politiquería) que contaminó a ciertas personas en las iglesias evangélicas españolas (o como algunos polítiqueros se han introducido en algunas iglesias evangélicas) y que pretenden servir a dos señores cuando sabemos que por el evangelio solo se puede servir a uno. Y que cuando se ama a uno, se aborrece al otro. O si se aproxima a uno, se menosprecia al otro. Así que cuando estos individuos se han aproximado a Herodes y le aman, lo que hacen es menospreciar y aborrecer a Cristo.

Puestos en este punto uno ya no puede llamarles hermanos, porque nadie que menosprecia y aborrece a Cristo entregándose a lealtades que le son contrarias puede ser mi hermano en la fe, y menos cuando usan el nombre de Dios en vano con el propósito de obtener ventajas políticos. Como no voy a sentir asco cuando en lugar de decir a Herodes “no te es lícito...” aunque te cueste la cabeza, te unes a él para constituir matrimonios homosexuales. Por ciero, el director de ese medio, sale ha salido todo sonriente para tender puentes de entendimiento. ¿Cristiano? ¿Hermano? No, hombre no. Podrás ponerte protestante de título, asistir a una iglesia, pero no eres nada mío, amigo.

Volviendo al artículo de Simarro, esta gente nos menosprecia, piensa que somos estúpidos, insulta nuestra inteligencia personal y cristiana, como si no nos diésemos cuenta de que esa conversión al amor cristiano que expresa Simarro procediese de los contenidos del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Pero ya todos sabemos que si su interés estuviese en el lado cristiano, conociendo a Jesucristo como afirma conocer desde hace años, hubiese encontrado antes ese concepto del perdón, pero no fue así puesto que recientemente no perdonaba con semejante amor a su “enemigo” el Sr. Bush. Luego ha tenido que llegarle "la fe" y "la doctrina" al escuchar las homilías pacificadora de monseñor Zapatero, y demás miembros del PSOE con respecto a ETA que le han convertido y mostrado el verdadero amor que todo lo perdona y todo lo soporta, pero que nunca antes había comprendido de tal manera.

De ahora en adelante estoy seguro que escribirá en el mismo sentido pidiéndonos el perdón para el Sr. Pinochet, los generales argentinos, el dictador Somoza y hasta para el propio general Franco. O ¿acaso hay enemigos de primera y enemigos de segunda? De hecho, me aseguran que en el PSOE, en IU, y en ERC tienen ya encendidos artículos firmados por el Sr. Simarro pidiendo que entierren de una vez sus referencias a la guerra civil española y dejen de desenterrar cadáveres para aplicar a todos el amor cristiano. Pero es más. Seguro que en el ministerio del interior hay un artículo de Simarro abogando por el cierre de las prisiones españolas, por la abolición de las políticas represivas del código civil y penal, de los tribunales de todo tipo y genero porque tenemos que perdonar a nuestros enemigos.

También su “compañero” el Sr. Tarquis, Director de Protestante Digital, ha sido amonestado hacia el amor Simarro, y en cuanto pueda soltar la mano del Sr. Zerolo, se dedicará a desmontar el sindicato del que es miembro tan destacado, pues reivindicación y presión social es incompatible con el perdón cristiano que Simarro promueve. Y si no lo hiciera demostraría que también él huele cirio y sacristía.

Simarro, convertido al amor por Zapatero, va mucho más allá que Jesucristo que nunca pidió que se cerrasen las cárceles de Herodes, ni de Pilato, que desapareciesen los tribunales de justicia, los magistrados y jueces. ¡Que pena que Jesús no hubiese empleado Luc. 12:58 y 59 para dejar establecida la doctrina Simarro, etiquetando de olor a cirio y sacristía a los que acuden a los jueces a reclamar justicia.

La teología que despliega Simarro en su seguidismo del Sr. Zapatero es la de esos que suprimen el arrepentimiento y la conversión en la salvación. Los que eliminan la justicia de la esencia y la personalidad de Dios, y en el fondo se han vuelto marcionitas de nuevo cuño y gustosamente quemaría el Antiguo Testamento y amplias partes del Nuevo. Pero además, para colmo, y por lo que me han contado, no es el Sr. Simarro en su vida cotidiana el perdonador que se nos muestra en el artículo, sino que también tiene un buen numero de fobias hacia otros miembros y figuras del protestantismo español. Tal vez por eso, a pesar de la fragancia de la rosa que sujeta en su mano, él mismo también desprende un cierto olor a cirio y sacristía.
 
Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Pabloblanco dijo:
OLOR A CIRIO Y SACRISTIA - LA CONVERSION DE SIMARRO AL EVANGELIO DE ZAPATERO

Muy bueno el aporte.
¿Se lo has enviado a Protestante Digital?
A ver si se enteran del daño que le están haciendo al evangelismo.
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Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Demócrito dijo:
Muy bueno el aporte.
¿Se lo has enviado a Protestante Digital?
A ver si se enteran del daño que le están haciendo al evangelismo.
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A Pablo Blanco ya le censuraron un artículo en Protestante Digital. Me da que si envía eso no se lo van a publicar. A mí desde luego no me han publicado un comentario más light que el que puse acá
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Anuncio de tregua de ETA:
Mensaje de ETA al pueblo vasco

"Euskadi Ta Askatasuna ha decidido declarar un alto el fuego permanente a partir del 24 de marzo de 2006.

El objetivo de esta decisión es impulsar un proceso democrático en Euskal Herria para construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos que como Pueblo nos corresponden y asegurando de cara al futuro la posibilidad de desarrollo de todas las opciones políticas.

Al final de ese proceso los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro.

Los Estados español y francés deben reconocer los resultados de dicho proceso democrático, sin ningún tipo de limitaciones. La decisión que los ciudadanos vascos adoptemos sobre nuestro futuro deberá ser respetada.

Hacemos un llamamiento a todos los agentes para que actúen con responsabilidad y sean consecuentes ante el paso dado por ETA.

ETA hace un llamamiento a las autoridades de España y Francia para que respondan de manera positiva a esta nueva situación, dejando a un lado la represión.

Finalmente, hacemos un llamamiento a los ciudadanos y ciudadanas vascas para que se impliquen en este proceso y luchen por los derechos que como Pueblo nos corresponden.

ETA muestra su deseo y voluntad de que el proceso abierto llegue hasta el final, y así conseguir una verdadera situación democrática para Euskal Herria, superando el conflicto de largos años y construyendo una paz basada en la justicia.

Nos reafirmamos en el compromiso de seguir dando pasos en el futuro acordes a esa voluntad.

La superación del conflicto, aquí y ahora, es posible. Ese es el deseo y la voluntad de ETA.

Euskal Herrian, 2006ko martxoan

Euskadi Ta Askatasuna E.T.A.

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Nihil novum sub sole.

Nada nuevo bajo el sol.

Es la séptima tregua de ETA. No es definitiva sino permanente. Siguen pidiendo lo mismo que han pedido siempre. Siguen sin abandonar definitivamente las armas. Siguen sin pedir perdón por sus asesinatos. Siguen siendo los mismos.

Que la tregua se declare justo tras la aprobación del estatuto catalán en la ponencia constitucional del Congreso es muestra clara de lo unidos que van esos dos procesos de deconstrucción de una nación llamada España. Deconstrucción que nunca podría llevarse a cabo sin la complicidad traidora de Rodríguez Zapatero. Si hoy anuncian una tregua es porque creen que podrán obtener los réditos políticos que un gobernante decente y un parlamento fiel a la constitución jamás les concedería.
Si consiguen la autodeterminación, la sangre de miles de inocentes habrá sido en vano. Porque si al final logran lo que quieren, ¿de qué ha servido esa sangre? ¿no habría sido mejor rendirse antes de que mataran a más gente?

Este país va camino, nuevamente, de dar una victoria al terrorismo. Lo hizo en el 14-M. Está a punto de volverlo a hacer. Pero millones de españoles no nos quedaremos de brazos cruzados.

Por otra parte, notemos la coincidencia entre la petición de los etarras y la de Simarro.

Piden los etarras:
ETA hace un llamamiento a las autoridades de España y Francia para que respondan de manera positiva a esta nueva situación, dejando a un lado la represión.

Pedía Simarro:
Así, a muchos de los sectores que huelen a cirio y sacristía, no les importaría, quizás, seguir acorralando a ETA con las fuerzas de Seguridad del Estado, aunque esta presión hiciera que las pistolas volvieran a hablar. Se quiere acabar la violencia con la violencia, lo cual no tiene otro resultado que acumular más violencia, como diría Luther King

y

El cese de la lucha armada debe dar lugar al diálogo, a la negociación. Es la única forma de vehicular este silencio de las pistolas. Si éste se da, el diálogo es la única vía para la paz.
 
Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Luis Fernando dijo:
Por otra parte, notemos la coincidencia entre la petición de los etarras y la de Simarro.

Ahora queda claro que Simarro contaba con información privilegiada, de ahí
el apoyo incondicional de Pedro Tarquis y toda la plana mayor de Protestante
Digital.

Esta gente nos toma por tontos.

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Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Demócrito dijo:
Ahora queda claro que Simarro contaba con información privilegiada, de ahí
el apoyo incondicional de Pedro Tarquis y toda la plana mayor de Protestante
Digital.

Esta gente nos toma por tontos.

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No, no creo que tenga información privilegiada. Creo que ha sido mera casualidad. Se sabía que Eta podía declarar esta tregua en cualquier momento. Han esperado a lo del estatuto catalán
 
Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

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ETA ha anunciado el cese de la violencia en diez ocasiones
Efe. 22.03.2006

La organización terrorista ETA ha anunciado hasta hoy al menos en diez ocasiones el cese de sus acciones violentas.

Sin embargo, la tregua que entró en vigor el 18 de septiembre de 1998 fue la primera y única anunciada como "unilateral e indefinida" aunque finalizó catorce meses después.

A estos anuncios hay que sumar hasta tres treguas de ámbito limitado, la primera de ellas el 20 de noviembre de 1997 cuando ETA suspendió todas las acciones previstas en "el frente de las cárceles".
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Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

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ETA, más fuerte que nunca
Pío Moa

“La tregua anterior se dio en una situación de debilidad de la banda, y como un modo de ganar tiempo para rehacerse. La actual es toda una declaración de triunfo: la ETA se siente muy próxima a ganar la partida.”

En la última etapa de Aznar, la ETA se hallaba acosada, fracasando una y otra vez en sus atentados, con su financiación semidestrozada y proscrito su aparato político. La hazaña se había logrado partiendo de un principio muy simple: la aplicación de la ley a los criminales: aunque parezca mentira, fue la primera vez que se hacía desde la Transición. Antes se perseguía a la banda bajo el supuesto de que no existía "solución policial", sino "política", y, por consiguiente, la vía policial –la legal en un estado de derecho– se supeditaba a la busca de acuerdos con los jefes terroristas. Ello significaba la quiebra de la ley y la legalización del asesinato como modo de hacer política. Era la vía preconizada desde el principio por el grupo Prisa y seguida vergonzantemente por todos los gobiernos, de derecha o de izquierda. Vergonzantemente, porque mentían a los ciudadanos negando sus tratos fraudulentos con la ETA, para ser desenmascarados de vez en cuando por los ufanos terroristas. La "vía política" consistió, en todos sus puntos, en una estafa a la democracia. Por el contrario, los gobiernos de Aznar demostraron que sólo la vía legal daba resultados y acercaba el fin de la pesadilla.

En tales circunstancias, la llegada del gobierno actual ha sido la mejor noticia que haya tenido la ETA en su historia: tras verse al borde del abismo, ha podido recomponer sus aparatos y sus finanzas, se ha rearmado, ha probado que podía golpear donde y cuando quería, y ha logrado una parte muy sustancial de sus proclamados objetivos: liquidar la Constitución y abrir un proceso constituyente, o más bien desconstituyente, hacia la desintegración de España y de la democracia, que destruya todo lo construido desde la Transición. No es probable que se conforme con lo ya obtenido, pero ya ha adelantado un enorme trecho.

Los terroristas y los separatistas jamás habrían logrado acercarse tanto a sus objetivos con sus solas fuerzas. Precisaban la colaboración de una fuerza nacional, y en los penúltimos tiempos de Aznar eso parecía imposible. El PSOE había optado por una política rara en él, renunciando a la mezcla de claudicación y terrorismo (GAL), para adherirse a la línea legalista de Aznar, en el Pacto Antiterrorista y por las Libertades. Ello cegaba las salidas a los pistoleros y a los demás separatistas, y establecía la base obvia de cualquier estado que aspire a sostenerse: una plataforma de principios inatacables (democracia y unidad nacional), sobre los que hacer política, e impidiendo hacer política contra ellos. Sin embargo, esa actitud socialista duró muy poco, y las mismas fuerzas que presionaban por la "solución política", provocaron un cambio radical de postura: determinaron como enemigo fundamental al PP, no a los asesinos y secesionistas, y buscaron la alianza o complicidad de estos últimos para atacar directamente la Constitución. Una inversión completa del anterior pacto. Todos juntos organizaron grandes campañas desestabilizadoras.

La maniobra, no sé si elaborada con detalle, se ha producido del siguiente modo. En primer lugar, el Plan Ibarreche-Ternera, plan separatista aunque conservase una ficción de unidad, útil para mantener a las Vascongadas en la Unión Europea. El plan fracasó aparentemente en el Parlamento, aunque sólo llevarlo a él ya pisoteaba la Constitución. Entonces entró el juego el plan B, de los separatistas catalanes, equivalente al anterior. La aprobación del estatuto secesionista catalán traería consigo, inevitablemente, la del plan Ibarreche-Ternera y un proceso de disgregación del país. Así, por una vía ligeramente indirecta, la alianza del PSOE con los secesionistas y los terroristas está destruyendo aceleradamente la Constitución.

No es casual que la ETA declare su tregua cuando unas Cortes envilecidas, a impulsos de un gobierno anticonstitucional, aprueban la disgregación de España en pseudonaciones. La tregua anterior se dio en una situación de debilidad de la banda, y como un modo de ganar tiempo para rehacerse. La actual es toda una declaración de triunfo: la ETA se siente muy próxima a ganar la partida. Durante dos años ha advertido al gobierno de Zapatero: "tienes que ir hasta el final, o atente a las consecuencias". Y Zapatero y los suyos van cumpliendo, como hicieron después del 14-M con los islámicos. La ETA se siente más cerca que nunca de sus objetivos. Sus largos años de crímenes parecen tener por fin recompensa, y ésta sólo podía dárselo un gobierno enemigo y conculcador de la Constitución, es decir, de las libertades y de la unidad de España; es decir, un gobierno ilegal, porque lo es todo aquel que no guarda y hace guardar la ley, aunque haya salido de unas elecciones.

Algunos ingenuos se preguntan cómo es posible esta colaboración. Muy simple: el "rojo" Zapatero y la ETA tienen la misma concepción de base: la idea de que las democracias –identificadas con "la derecha" o "el imperialismo"– crean un "océano de injusticia y de pobreza". Discrepan en los métodos para combatir la "injusticia", pero se trata de una diferencia menor. En lo fundamental, en atacar a los causantes, según su trastornado juicio, de ese "océano", están de acuerdo.
Y el pobre Rajoy diciendo que apoyará al gobierno para que no pague un precio político a los terroristas. Y luego llama bobo a Zapatero... El precio político está ya pagado en gran parte, señor lince, a costa de la ley; otra cosa es que la ETA quiera más todavía. Siga usted "mirando al futuro", a ver si nos aclara algún día qué es lo que ve.

24 de marzo de 2006
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Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Al leer todo lo que se ha dicho sobre la posición que se debe tomar ante el anuncio del alto fuego de ETA me produce, sinceramente, desolación.
Parece que estemos viviendo en otro mundo.
Los políticos del PNV invocan las guerras carlistas para tomar posiciones ¿cuantos años hacen que se acabaron?. Les preguntaría: ¿Que opinión les merecerían si los descendientes de los que tuvieron que huir de las tierras vascas por motivos políticos en esos tiempos tuvieran un comportamiento contrario al deseo de convivencia pacífica auspiciada por algún grupo radical?. ¿Desean realmente una convivencia pacífica o por el contrario que se perpetue un clima de violencia que lleve al Pais Vasco a la ruina? ¿O tal vez esos privilegios que tienen los ciudadanos vascos les sean anulados, cuando saben que en justicia distributiva no debería ser?.
Pienso que el proceso de paz o como queramos llamarlo, ante todo, debe decirse que no se inicia en el franquismo la eliminación del contrario por motivos ideológicos sino en el segundo tercio del siglo XIX. Solo que en estos últimos cuarenta años nos ha tocado vivir.
Este proceso, si ha de ser de paz, necesita aplicar la ley y después, si es posible, medidas de gracia.
Aunque tengo mis dudas que el final del terrorismo esté en puertas si no hay un movimiento social desde el Pais Vasco dispuesto acercarse a todos los territorios de España y desde estos hacia el Pais Vasco.
Mucho se ha sufrido en España por la subestimación de unos territorios con otros. Echen un vistazo a los apellidos de muchos nacionalistas vascos o catalanes y verán que no son de ascendencia vasca. ¿Por algo será, digo yo?.
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

http://www.protestantedigital.com/new/lavoz.php?527

César Vidal

Víctimas y terroristas


La plaga del terrorismo es una trágica realidad en la sociedad española desde hace cuatro décadas. No tengo intención de abordar el tema desde una perspectiva histórica y tampoco lo haré desde una óptica política, primero, porque considero que no es correcto abordar ese tipo de temáticas en un foro de la naturaleza de éste y, segundo, porque considero además mucho más urgente aproximarse al tema desde una perspectiva de reflexión bíblica.


En diversas entregas, quisiera, por lo tanto, referirme a la actitud que, a mi juicio, deberíamos mantener como creyentes en Jesús hacia el tema del terrorismo en las dos caras – desiguales sin duda – que son los victimarios y las víctimas, los asesinos y los asesinados.


I. LAS VÍCTIMAS: LA JUSTICIA

El acercamiento a las víctimas del terrorismo debe girar sobre varios ejes que aparecen expresados con enorme claridad en la Biblia. El primero de esos ejes es la justicia.


No deja de ser significativo que entre los mandamientos que Dios le dio a Noé tras el Diluvio (Génesis 9, 1 ss) y que según las Escrituras deben regir las relaciones entre todos los seres humanos independientemente de su credo, lengua o nación se encuentren dos relacionados con nuestro tema. El primero es el que establece la creación de tribunales de justicia y el segundo, el que informa de la santidad de la vida. Como dice la Biblia: “de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derrame sangre de hombre, por el hombre será su sangre derramada porque a imagen de Dios fue el hombre creado” (Génesis 9, 5-6). El texto difícilmente puede ser más claro. La vida humana es sagrada precisamente porque cada ser humano ha sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Por ello, Dios espera de cualquier cultura, civilización y sociedad que no deje impune a aquellos que derramaron la sangre de un semejante.

La ley de Moisés – la Torah – mantiene precisamente este mismo enfoque
y no deja de ser significativo, al respecto, que considere que la santidad de la vida humana exige que el que la quitó pague con la suya, salvo en los casos en que lo hizo de manera accidental. Sin embargo, incluso en esos casos, seguía enfatizándose la importancia de la vida humana y el homicida debía escapar a las ciudades de refugio (Deuteronomio 19, 1-14). En Éxodo 23, 7, se nos dice taxativamente que Dios no justificará al impío que prive de su vida al inocente y en Deuteronomio 19, 13 se insiste en que “no compadecerás” al que ha privado de su vida al prójimo y añade a esa conducta la promesa de que a los que castigan al que ha actuado de esa manera les “irá bien”.

Por supuesto, se puede argumentar – y el argumento es sólido – que los cristianos no se hallan bajo la Torah. No es menos cierto, sin embargo, que todo lo contenido en ella aparece para nuestra enseñanza (I Corintios 10, 11) y que no podemos despreciar principios claramente trazados en la Palabra de Dios. A decir verdad, esos mismos principios aparecen en el Nuevo Testamento. No deja de ser iluminador, por ejemplo, que Jesús no discutiera la justicia de la ejecución de los dos ladrones crucificados a su lado – uno de ellos era más que consciente de que se merecía ese final (Lucas 23, 39-41), pero sobre el tema de los malhechores volveremos más adelante. De la misma manera, es enormemente relevante que cuando Pablo se refiere a las finalidades del poder político (Romanos 13, 1 ss) indique que entre ellas está la de llevar la espada – un término bien gráfico – como “servidor de Dios, vengador para castigar al que practica el mal” (Romanos 13, 4). De forma transparente, el apóstol – que, de manera bien significativa, nunca predicó la sublevación armada contra el imperio romano – enseña que los magistrados deben “infundir miedo... al que hace el mal” (Romanos 13, 3) y “castigar al que practica lo malo” (Romanos 13, 4). Posiblemente, para ciertas corrientes ideológicas el planteamiento – inspirado por el Espíritu Santo – del apóstol pueda parecer ramplón, pero, difícilmente, puede ser más claro. Del magistrado, de las autoridades políticas se espera que infundan temor a los malhechores y que los castiguen. Ésa es no sólo su razón de ser sino además la causa fundamental por la que los cristianos nos sometemos a las autoridades y pagamos impuestos (Romanos 13, 6).

La primera actitud que deberíamos mantener, pues, frente al fenómeno del terrorismo es una sincera sed de justicia – no de venganza - que, siguiendo los principios establecidos por Dios, señala que la vida es un bien sagrado, y que espera que las autoridades judiciales y políticas intimiden a los criminales y los castiguen ya que no debe escapar a su castigo quien privó de ella a una criatura creada a imagen y semejanza del Creador. No otra cosa piden la aplastante mayoría de las víctimas del terrorismo.


Pasemos al segundo eje de nuestra conducta hacia ellas. Esto será en el próximo artículo.

(Continuará)

César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

© C. Vidal, Libertad digital, ProtestanteDigital.com (España, 2006).

Fuente: http://www.protestantedigital.com
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

http://www.protestantedigital.com/new/lavoz.php?543

César Vidal


Compasión y terrorismo

VICTIMAS Y TERRORISTAS (II)

En el artículo anterior me acerqué al primer imperativo que, creyentes y no creyentes, deben sentir y obedecer en relación con las víctimas del terrorismo. Me refería entonces al imperativo de la justicia indispensable en un mundo caído. En esta segunda entrega, deseo referirme a un segundo imperativo que afecta de manera más especial a los creyentes. Se trata de la compasión.


Los términos que utiliza el Nuevo Testamento para referirse a la compasión son varios.

En I Pedro 3, 8 es sympazes, es decir, el que padece con otro, es decir, el que sabe asumir los padecimientos de otros como propios colocándose a su altura. Pedro la presenta como una cualidad específica de los cristianos. En otros doce lugares, la palabra utilizada es alguna forma del verbo splagjnídsomai. Dicho sea de paso, es la utilizada para referirse a Jesús cuando vio a la gente sin enseñanza espiritual (Mateo 9, 36); cuando los vio enfermos (Mateo 14, 14); sin comida (Mateo 15, 32); o inválidos (Mateo 20, 34).

El ejercicio de esa compasión es, precisamente, el que deberíamos mostrar hacia las víctimas del terrorismo. Por un lado, Dios espera de nosotros que podamos colocarnos a la misma altura – no superior, no paternalista – de las víctimas, que padezcamos con ellos, que “simpaticemos” si puede castellanizarse la expresión helénica. Pero, al mismo tiempo, en las víctimas encontramos claros paralelos con aquellos a los que Jesús mostró compasión. Entre ellos también hay, en virtud de la acción de los terroristas, personas que han perdido a sus hijos o a sus cónyuges como la viuda de Naín; inválidos como los curados por Jesús; enfermos a consecuencia de las secuelas psicológicas o físicas de los atentados; supervivientes que, económicamente, quedaron arruinados o sin capacidad para seguir trabajando de una manera normal y un largo y trágico etcétera.

Incluso pasajes como el de Santiago 1, 27 que afirma que la “religión pura y sin mancha” incluye “visitar las viudas y a los huérfanos en sus tribulaciones” adquieren un significado especialmente luminoso y profundo.

De manera que debería llamar a la reflexión, no existe – al menos hasta donde yo sé – ninguna entidad evangélica atendiendo de manera específica a los millares de víctimas del terrorismo que viven en España.

El hecho no deja de ser significativo porque el terrorismo, hoy por hoy, ha creado muchas más víctimas a las que se pueda atender en la actualidad que, por ejemplo, la droga. Sin embargo, a pesar del peso, verdaderamente precursor y extraordinario, que las iglesias evangélicas tienen desde hace décadas en relación con la ayuda a los toxicómanos no existe nada parecido hacia las víctimas del terrorismo.

De la misma manera, la atención de las iglesias evangélicas hacia los inmigrantes resulta extraordinaria, pero no se produce esa misma labor en relación con las víctimas del terrorismo que, en términos generales y con todos los matices que se desee, se encuentran por regla general en peor situación desde cualquier punto de vista.

Ignoro cuáles son las causas de esa carencia y deseo de todo corazón que no obedezcan a consideraciones de carácter político - ¿qué política podría justificar la ausencia de compasión hacia las víctimas de un atentado terrorista? – pero sí debería movernos a reflexión y – me temo - al arrepentimiento.

Existe, junto a la justicia y la compasión, un tercer aspecto que deberíamos tener en cuenta con las víctimas del terrorismo, pero de eso me ocuparé en la próxima entrega.

(CONTINUARÁ)



Artículos anteriores de esta serie:

1 VICTIMAS Y TERRORISTAS (I)

César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

© C. Vidal, Libertad digital, ProtestanteDigital.com (España, 2006).

Fuente: http://www.protestantedigital.com
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Demócrito dijo:
Como siga así lo echan de Protestante Digital.
¿Te apuestas una cena con vino albariño?
...

No tienen narices a echarle
 
Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

Luis Fernando dijo:
No tienen narices a echarle.

Además se quedarían más solos que la una, porque
el nivel de la mayoría es como para echarse a llorar.
Salvo raras y honradas excepciones, como siempre.
...
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

http://www.protestantedigital.com/new/leerCarta.php?630

Madrid, 25/4/2006

Gracias Don Cesar Vidal por su clara y contundente respuesta sobre el tema de la compasión y el terrorismo.

Sería prudente que algunos que escriben y se presentan como teólogos y filósofos en este medio digital, leyeran sus artículos con frecuencia, pues asumen posturas que además de no ser bíblicas en su totalidad (son sincretistas político-religiosos) critican a quienes discrepan con sus supuestos.

Con algunos otros artículos que se han escrito pareciere que el cristiano que reclama justicia deja de serlo y todo parece indicar que aquellos que piden "perdón y comprensión al terrorismo" son los representantes del resto de la cristiandad y que con ellos la inspiración y el “canon” de las opiniones se ha dado por concluido.

Le animo y le bendigo por ser consecuente con su exégesis interpretativa de las Escrituras, alentándole a continuar adelante “aunque los perros ladren”.

Solo una observación para terminar señor Vidal, en algunos casos los afectados por el terrorismo no quieren saber nada en primera instancia de Dios y muchos menos de los evangélicos, que como usted sabe no dejamos de ser una especia de secta, para la sociedad donde vivimos. Dado que usted tiene una fluida comunicación con el mundo católico, sería aconsejable que influyera para cambiar esta perspectiva de nosotros. Con todo “recojo el guante” e intentaremos ocuparnos de forma más eficiente por las victimas del terrorismo. Sufriremos y lloraremos con los que lloran, como lo venimos haciendo. Si usted toma alguna iniciativa al respecto cuente con nuestro total e incondicional apoyo, dentro de nuestras posibilidades.

José Ignacio Rodríguez Cancio
Pastor


Fuente: http://www.protestantedigital.com
 
Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

http://www.protestantedigital.com/new/lavoz.php?559

César Vidal

Esperanza y consuelo

VICTIMAS Y TERRORISTAS (III)

En las semanas anteriores, me he referido a algunas conductas que el pueblo de Dios debería tener hacia las víctimas del terrorismo. He mencionado el apoyo a la justicia y también la compasión. La tercera de esas conductas elementales e indispensables es la esperanza y el consuelo. La persona que ha sufrido un atentado terrorista – si ha sobrevivido - no sólo necesita que alguien padezca a su lado. También precisa de un impulso para seguir viviendo su presente y su futuro.


Personas que han perdido a familiares, que se encuentran privadas de un miembro, que descubren que su vida no podrá ser como antes, deben ser objeto de una atención especial, una atención que les lleve a no rendirse ante el dolor, una atención que les muestre que existen motivos para la esperanza.

Una conducta de ese tipo es la que encontramos, por ejemplo, en Santiago 5, 1 ss. En la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén abundaban los necesitados y, aprovechando la revuelta situación que padecía el país, no eran pocos los empleadores que decidían no pagar a sus asalariados e incluso retener su salario. Era una conducta vil que recaía, de manera inmerecida e injusta, sobre gente que no podía defenderse. Santiago insta a la paciencia a los creyentes que se encuentran en esa situación (v. 7), algo que – me temo – chocaría con ciertas visiones políticas, pero, a la vez, les proporciona un claro consuelo. Pase lo que pase con esa situación, Dios no dejará de hacer justicia (5, 7). Los que han dado muerte a inocentes que no se han resistido, los que actúan de una manera que contradice las reglas más elementales de la convivencia entre seres humanos no escaparán del juicio de Dios (5, 7). Esa seguridad de que, hagan lo que hagan los hombres, el Señor aplicará su justicia es lo que permitirá afianzar los corazones (5, 8).

Este mensaje de Santiago no pretende ser original. A decir verdad, repite unas enseñanzas muy claras de la Escritura, la de que Dios es justo, la de que no pasará por alto el mal, la de que las riendas de la Historia están en Sus manos y la de que ejecutará Su juicio sobre los que violan unas normas eternas grabadas en el corazón de los hombres. David había ya indicado siglos antes – y sabía de lo que hablaba – que los malhechores serían destruidos (Salmo 37, 9) y que, de manera quizá sorprendente, un día se observaría el lugar que ocupaban para contemplar que no quedaba nada (37, 11). En buena medida, la Historia de la Humanidad constituye una repetición de ese principio de justicia cósmica. Los que una vez parecieron victoriosos, aquellos sin los que no se concebía la realidad política, los que derramaron la sangre de los demás acaban desapareciendo y con el paso del tiempo, poco importa que su nombre fuera Nabucodonosor o Baltasar, Napoleón o Lenin, Hitler o Stalin, Mao o Pol Pot (Salmo 53, 5).

A las víctimas del terrorismo debe anunciárseles que, por fortuna, su esperanza no descansa sólo en lo que puedan decidir otros hombres. Lamentablemente, en algunas ocasiones, éstos pueden renunciar a hacerles justicia considerando, de manera indecente, inmoral y vil, que son más importantes otras consideraciones de interés personal. Pueden desoír las lágrimas de las viudas y de los huérfanos (Isaías 1, 23) e incluso sentarse al lado de los asesinos. Conductas semejantes constituyen un ejemplo de hasta donde puede traicionar el ser humano los principios más elementales de la justicia por su propia conveniencia, pero, como nos muestran episodios como el de la viña de Nabot (I Reyes 21), Dios jamás pasa por alto esos comportamientos. Por añadidura, esa circunstancia, de darse, nunca debería arrastrar a las víctimas al desánimo. En Dios está su esperanza más real, una esperanza que les asegura la justicia, la compasión y la ayuda para seguir y restaurar una vida cruelmente golpeada.

Y ahora pasemos a los terroristas.

(CONTINUARÁ)


César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

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Re: Juan Simarro equipara la violencia etarra a la actuación policial

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César Vidal


Terroristas y pecado


Contaba en mi último artículo como la predicación del pueblo de Dios hacia los terroristas debía ser, en primer lugar, de enfrentamiento con la terrible realidad del pecado. Lejos de realizar esfuerzos por ponerse a la altura de los terroristas o por comprender sus posturas, la iglesia debe exponer – como en el caso de todos los pecadores – el horror del pecado y sus innegables consecuencias.


Pero, en segundo lugar, esa predicación ha de ser de arrepentimiento. Ciertamente, pocos espectáculos hay más repugnantes que el de un terrorista que, jactanciosamente, arroja miradas de desafío a sus víctimas como, casi a diario, se puede ver en nuestros tribunales. Pero, incluso dejando ese aspecto aparte, aún suponiendo que los terroristas fueran gente educada y aseada, dotados de un especial encanto personal, es indiscutible que la predicación del arrepentimiento no deja de ser esencial.

La llamada al arrepentimiento fue la esencia de la predicación de Juan el Bautista y de Jesús (Mateo 3, 2; 4, 17). Sin arrepentimiento, sólo existe la perspectiva de perecer (Lucas 13, 1 ss). El arrepentimiento es causa de gozo en el cielo (Lucas 15, 7) y – de manera bien significativa – el arrepentimiento aparece como una condición para recibir el perdón no sólo de Dios, sino también de los hombres (Lucas 17, 3-4). Por supuesto, cabe la posibilidad de perdonar sin que exista ese arrepentimiento y en la Biblia encontramos varios ejemplos de esa actitud.

La persona que actúa de esa manera, sin duda, se comporta de una manera encomiable. Sin embargo, a pesar de todo, no deja de ser significativo que Jesús, en términos generales, condicione el perdón al arrepentimiento del ofensor. Es precisamente cuando el pecador se arrepiente y pide perdón cuando resulta obligado perdonarlo. No comprenderlo así puede conducir a colocar un peso no pocas veces insoportable sobre personas que además sufren las consecuencias del pecado de otro.

El mensaje de la Biblia no es que la iglesia invite a los pecadores – excluir a los terroristas de esa categoría parece un sarcasmo sangrante – a creer que no pasa nada, que no tiene importancia lo sucedido o que en la lucha entre el Bien y el Mal no debe haber “vencedores ni vencidos”.

Por el contrario, hay un claro mensaje de que el pecado es malo y que debe operarse un arrepentimiento respecto a él. Como diría Pablo en 2 Corintios 5, 20, se traduce en un llamamiento claro de “reconciliarse con Dios”. Si el pueblo de Dios pierde de vista esa misión absolutamente central al mensaje de la Biblia quizá pueda aspirar a ser calificado como políticamente correcto e incluso recibir el aplauso del mundo y de ciertos sectores sociales, pero estará traicionando de manera grave la misión para la que ha sido llamado.

Por usar un símil derivado del mismo Jesús, estará siendo una sal que pierde su sabor y que sólo merece ser pisoteada (Mateo 5, 13). Sin embargo, no basta con anunciar la existencia de pecado y la necesidad de arrepentimiento. Hay otro factor que debería formar parte de nuestra predicación a los terroristas, y, en general, a los pecadores, pero de él me ocuparé en la próxima entrega.

(CONTINUARÁ)


César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

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César Vidal

Terrorismo y restauración

VICTIMAS Y TERRORISTAS (V)


En los últimos artículos me detuve en la necesidad ineludible de que la predicación del pueblo de Dios hacia los terroristas implique el enfrentamiento con la terrible realidad del pecado y el llamamiento al arrepentimiento. Ambos elementos son indispensables como lo son en toda predicación dirigida a los pecadores de cualquier tipo. A ellos debe añadirse un tercero al que me voy a referir en las siguientes líneas. Me refiero a la necesidad de reparación.


Un pecador empedernido como el corrupto – pero dispuesto a cambiar – Zaqueo lo apuntó cuando Jesús le anunció la posibilidad de emprender una nueva vida. “Si en algo he defraudado a alguno se lo devolveré cuadruplicado” dice en Lucas 19,8 enunciando el principio de reparación. Zaqueo era un pecador, incluso un gran pecador, pero eso no obstaculizaba su conocimiento de la ley de Dios, una ley que exige reparar el mal hecho.

En Éxodo 22, 1, por ejemplo, se señala como el castigo por robo incluye una restitución del cuádruplo si no se encuentra lo hurtado; en 22, 4, la restitución es del doble si se puede recuperar lo hurtado y en 22, 7, se muestra como incluso la negligencia hacia lo ajeno debía castigarse con una doble indemnización. Puede pensarse lo que se quiera de estas normas – por cierto, en una época en que no pocos criminólogos creen que ese aspecto ha sido injustamente olvidado durante décadas - pero el principio implícito en ellas debería llevarnos a reflexión.

En el marco del pacto de Dios con Israel, las relaciones entre seres humanos estaban dominadas entre otros principios por el de la reparación del daño. Precisamente por ello, David, al juzgar la historia que le contó Natán, habló de restitución (2 Samuel 12, 6) y es que el hecho de privar al prójimo de sus posesiones tenía tanta importancia que la Torah establecía que el que mataba a un ladrón que robaba por la noche no debía ser considerado homicida (Éxodo 22, 2).

Estos aspectos en absoluto obstaculizaban el que todos los años el sumo sacerdote sacrificara a un animal por los pecados del pueblo. En realidad, eran su complemento. Ante Dios, sin sangre no había remisión de pecados, pero, entre los hombres, resultaba obligada la reparación.

Por supuesto, en la vida cotidiana, no siempre es posible reparar los efectos del pecado. Ciertamente, cabe la posibilidad de devolver lo robado o de indemnizar lo hurtado, pero ¿cómo se puede compensar el destrozo sufrido en un matrimonio por el adulterio o el daño emocional derivado de la fornicación? Tampoco es posible devolver la vida a un asesinado – un caso propio del terrorismo – o un miembro perdido a una víctima de un atentado. Sin embargo, el principio sigue vigente.

Por supuesto, la parte dañada podría renunciar a ese derecho (o no), pero aquellos que han estado involucrados en actividades terroristas no sólo deben enfrentarse con la maldad de sus actos y abandonarlos, sino que, por añadidura, han de intentar reparar en la medida de lo posible lo hecho.

Y aún queda un último aspecto que, Dios mediante, veremos la próxima semana.

(CONTINUARÁ)


César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

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César Vidal


Terrorismo y escatología

VICTIMAS Y TERRORISTAS (VI)

En el curso de las últimas semanas he abordado algunos de los temas esenciales en relación con el problema verdaderamente angustioso del terrorismo y de las víctimas. He intentado realizar ese acercamiento desde una perspectiva bíblica y no determinada por posiciones sociales o políticas concretas. Precisamente por ello considero que el análisis quedaría incompleto si no se le uniera una nueva dimensión que podríamos denominar escatológica.


El problema del terrorismo es vivido – y resulta lógico – desde una perspectiva cercana que distorsiona considerablemente la realidad. El terrorista ve sólo a través de sus objetivos y así puede asesinar e incluso burlarse de los parientes de los asesinados como hemos visto trágicamente hace unos días en TV con ocasión del proceso de Txapote, el asesino de Miguel Ángel Blanco.

Desde su perspectiva limitada, el mundo queda reducido a “la lucha por la independencia”, a la “implantación del socialismo”, al “combate contra el imperialismo yanqui” o a “la liberación de la agresión sionista”. No existe nada más o poco más y desde ese ángulo limitado, distorsionado y falso, el terrorismo aparece legitimado.

Por lo que se refiere a las víctimas, su punto de vista sí se corresponde lamentablemente con la realidad y se trata además de una realidad que ha costado vidas, miembros o felicidad. Con todo, el dolor terrible sufrido no pocas veces limita su perspectiva.

Desde mi punto de vista, el terrorismo va mucho más allá de lo que habitualmente pensamos y queda engarzado en una dinámica espiritual maligna de consideraciones mundiales.

Históricamente considerado, el terrorismo es un fenómeno muy reciente que apareció en el s. XIX de la mano de la internacional socialista. Sus primeros pasos los dio en Rusia y España y contribuyó en ambos casos a descarrilar procesos de progreso reformista para implantar, en la primera nación, el primer estado totalitario de la Historia y, en el segundo, quebrar la monarquía parlamentaria y arrastrarnos a una de las peores crisis de la Historia de España. La implantación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en Rusia vino acompañada de la financiación y ayuda a los movimientos terroristas de todo el mundo. Esa situación comenzó ya en 1917 en naciones como Finlandia, pero se retrasó en otras partes del mundo hasta el final de la segunda guerra mundial. Con media Europa sometida a dictaduras socialistas, la URSS utilizó el terrorismo como una de las armas destinadas a debilitar al bloque occidental.

De manera nada casual, los terroristas del IRA y de ETA, de las FARC y de la OLP, por citar unos cuantos se entrenaban en los mismos campamentos del norte de África, Siria o el Líbano con manuales redactados en la URSS. Con seguridad, para los dirigentes soviéticos la independencia de Irlanda o Euzkadi no eran valores en si mismos, pero resultaban útiles en la medida en que contribuían a desestabilizar al enemigo.

La guerra fría – gracias a Dios – concluyó con la derrota del denominado socialismo real, eso sí, no antes de que éste hubiera costado la vida a más de cien millones de personas, más del doble que la guerra que provocó el nacional-socialismo alemán en 1939. La desaparición de la URSS y de las dictaduras socialistas en Europa significó un golpe durísimo para el terrorismo en sus más diversas manifestaciones. Desprovistos de su paraguas logístico, los distintos grupos terroristas intentaron adaptarse a la situación de las maneras más diversas. En ocasiones, como los palestinos, comenzaron a buscar una vía hacia la política convencional; en otras, se transformaron en redes de delincuencia internacional como en Colombia o el PKK kurdo; en otras, como ETA, sobrevivieron gracias a la ayuda de diverso tipo proporcionada por distintos partidos nacionalistas.

Con todo, parecía que la bestia había sido herida de muerte siquiera porque ya no había detrás de ella un respaldo internacional. Esa ilusión – me temo – apenas ha durado unos años. A inicios de nuestro siglo, los restos del naufragio de las dictaduras socialistas, los restos del fracaso de los movimientos tercermundistas y los restos de grupos terroristas han encontrado un lugar en el seno del emergente movimiento antiglobalización.

Cualquiera que lea, por ejemplo, la declaración de Sao Paulo descubrirá un plan para la conquista global del mundo basada en la mentira y en la violencia. En el texto se hace referencia a manidos tópicos como la maldad del capitalismo, pero, en el fondo, subyace el mensaje de siempre: el plan de conquista del mundo mediante dictaduras socialistas, la utilización de la agitación y la propaganda para intoxicar y adormecer a la población mundial, la apelación a palabras nobles como paz y justicia únicamente con fines propagandísticos, el uso de la buena fe de la gente sencilla, la creación de organizaciones pantallas y – deseo subrayarlo de manera especial - la infiltración en las iglesias para favorecer la toma del poder por los peores enemigos de la libertad que ha conocido el género humano. La verdad es que suena demasiado parecido al anuncio de “paz y seguridad” previo a la “destrucción repentina” (I Tesalonicenses 5, 3) como para pasarlo por alto.

Ignoro – sólo Dios lo sabe – si la bestia herida con la caída del muro de Berlín, una bestia diabólica engendrada sobre la mentira y la muerte, recibirá nueva vida. Sí sé que su corazón no puede ser más anticristiano y que su existencia innegable nos lleva a contemplar el terrorismo con nuevos ojos. No se trata de problemas aislados de alcance nacional, ni sus víctimas son únicamente una cuestión de ámbito local. Se trata, más bien, de una estrategia mundial, de una partida en un tablero de ajedrez universal, en la que los diferentes grupos terroristas son, al fin y a la postre, sólo peones y las víctimas, piezas desechadas en medio de una ola de sangre.

Pasar por alto ese hecho es comprensible en el caso de los que no saben – o no quieren saber – que la Historia es más que lo que aparece en los libros o se refleja en los diarios. No resulta, sin embargo, permisible para los creyentes. A decir verdad, estamos llamados a ver tras la guerra entre Persia y Grecia, la acción de planes y situaciones de carácter espiritual de mucho mayor calado (Daniel 10, 12-3). Si no tenemos en cuenta esos aspectos, si los pasamos por alto, si los sustituimos incluso por los análisis del mundo, no podremos juzgar de manera cabal un problema como el del terrorismo. No sólo. Por añadidura, seremos presa fácil de los demagogos y de los servidores del totalitarismo y, sin desearlo, podremos incluso transformarnos en caballos de Troya de una estrategia diabólica en el sentido más literal del término. El que tenga oídos para oír que oiga.




Artículos anteriores de esta serie:


1.- VICTIMAS Y TERRORISTAS
2.- Compasión y terrorismo
3.- Esperanza y consuelo
4.- Terrorista y pecado
5.- Terrorismo y restauración

César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.

© C. Vidal, Libertad digital, ProtestanteDigital.com (España, 2006).

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