Dios en las cárceles

19 Julio 2005
2.650
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www.regresoacasa.org
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"Dios en las cárceles", de Begoña Rodríguez

David Amado / Forum Libertas

Dios no está en las cárceles de paseo, sino transformando vidas: algunos de esos testimonios estremecen en este libro. Begoña Rodríguez ha escrito un libro valiente. En él habla de Dios en las cárceles, pero no como si se encontrara de visita o de paso. Habla del Dios que se acerca a todos los hombres, que habita en lo alto de los cielos y desciende a lo más hondo del abismo. Nos lo cuenta a través del testimonio de los que viven en ellas. Eso es lo más impresionante de este libro.

Juan Pablo II visitaba a los presos. Lo mismo hacen muchos obispos, como el cardenal Rouco Varela, que ha escrito un prólogo para esta obra. También hay cientos de sacerdotes, religiosas y voluntarios católicos que van a las cárceles, porque Jesús quiere estar allí compartiendo la vida de los encarcelados y ofreciéndoles la posibilidad de cambiar.

De eso trata este libro. Begoña Rodríguez recoge el testimonio de muchos presos que en medio de las sombras de una prisión han experimentado la verdadera libertad espiritual. Personas que, gracias a las asociaciones y a los movimientos católicos de las cárceles, han conseguido abandonar su vida sin sentido y de destrucción para abrazarse a la llamada de Dios. Hoy ya no conciben una vida sin Él y han encontrado en el ejercicio confesional el verdadero sentido del perdón. Dios en las cárceles saca a la luz algunos de estos testimonios para que a su vez sean Luz para aquellos que pasen por similares circunstancias.

Cuando uno va recorriendo los distintos capítulos de este libro se topa con experiencias de sanación, incluso un milagro, con oraciones que brotan de los labios de un condenado a muchos años de cárcel o de un enfermo de sida que sabe no va a vivir mucho tiempo. Y, sin embargo, es un libro de experiencias positivas que abre el corazón a la esperanza porque, también en las cárceles, vemos lo bueno que es Dios.

Y hay que decir que no se trata de un libro reduccionista, que exalta al preso y denigra el sistema o se olvida de las víctimas. Nada de eso, lo que hace es contar la misericordia de Dios para con el encarcelado. Los que se han acercado a ellos para ejercer esa noble obra de misericordia, que santo Tomás decía que era la más perfecta de las corporales, como es visitar a un preso, se han visto ellos mismos sorprendidos por la fuerza de la gracia.

Dios en las cárceles es un libro de testimonios, de esos en los que palpas la acción de Dios directamente; en el que percibes cómo la vida de las personas cambia al encontrarse con Cristo; y en el que indirectamente te sientes interpelado en tu pequeñez y necesitas confesar que Dios te ha liberado.

Es un libro llamado a hacer mucho bien, y no sólo a los presos o a quienes dedican su tiempo a la pastoral penitenciaria, sino a todos. Cuando un hermano, en este caso encarcelado, te habla de lo que Dios ha hecho con él, no puedes menos que estremecerte.
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DIOS EN LAS CÁRCELES
No hay cadenas… si se tiene a Cristo
Begoña Rodríguez
Editorial Voz de Papel
Madrid 2005
141 páginas
12 euros

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Re: Dios en las cárceles

Demócrito dijo:
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"Dios en las cárceles", de Begoña Rodríguez

David Amado / Forum Libertas

Dios no está en las cárceles de paseo, sino transformando vidas: algunos de esos testimonios estremecen en este libro. Begoña Rodríguez ha escrito un libro valiente. En él habla de Dios en las cárceles, pero no como si se encontrara de visita o de paso. Habla del Dios que se acerca a todos los hombres, que habita en lo alto de los cielos y desciende a lo más hondo del abismo. Nos lo cuenta a través del testimonio de los que viven en ellas. Eso es lo más impresionante de este libro.

Juan Pablo II visitaba a los presos. Lo mismo hacen muchos obispos, como el cardenal Rouco Varela, que ha escrito un prólogo para esta obra. También hay cientos de sacerdotes, religiosas y voluntarios católicos que van a las cárceles, porque Jesús quiere estar allí compartiendo la vida de los encarcelados y ofreciéndoles la posibilidad de cambiar.

De eso trata este libro. Begoña Rodríguez recoge el testimonio de muchos presos que en medio de las sombras de una prisión han experimentado la verdadera libertad espiritual. Personas que, gracias a las asociaciones y a los movimientos católicos de las cárceles, han conseguido abandonar su vida sin sentido y de destrucción para abrazarse a la llamada de Dios. Hoy ya no conciben una vida sin Él y han encontrado en el ejercicio confesional el verdadero sentido del perdón. Dios en las cárceles saca a la luz algunos de estos testimonios para que a su vez sean Luz para aquellos que pasen por similares circunstancias.

Cuando uno va recorriendo los distintos capítulos de este libro se topa con experiencias de sanación, incluso un milagro, con oraciones que brotan de los labios de un condenado a muchos años de cárcel o de un enfermo de sida que sabe no va a vivir mucho tiempo. Y, sin embargo, es un libro de experiencias positivas que abre el corazón a la esperanza porque, también en las cárceles, vemos lo bueno que es Dios.

Y hay que decir que no se trata de un libro reduccionista, que exalta al preso y denigra el sistema o se olvida de las víctimas. Nada de eso, lo que hace es contar la misericordia de Dios para con el encarcelado. Los que se han acercado a ellos para ejercer esa noble obra de misericordia, que santo Tomás decía que era la más perfecta de las corporales, como es visitar a un preso, se han visto ellos mismos sorprendidos por la fuerza de la gracia.

Dios en las cárceles es un libro de testimonios, de esos en los que palpas la acción de Dios directamente; en el que percibes cómo la vida de las personas cambia al encontrarse con Cristo; y en el que indirectamente te sientes interpelado en tu pequeñez y necesitas confesar que Dios te ha liberado.

Es un libro llamado a hacer mucho bien, y no sólo a los presos o a quienes dedican su tiempo a la pastoral penitenciaria, sino a todos. Cuando un hermano, en este caso encarcelado, te habla de lo que Dios ha hecho con él, no puedes menos que estremecerte.
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DIOS EN LAS CÁRCELES
No hay cadenas… si se tiene a Cristo
Begoña Rodríguez
Editorial Voz de Papel
Madrid 2005
141 páginas
12 euros

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Hola hno. Demócrito

creo que es muy lógico que el Señor obre mucho en las carceles, de hecho he oido que es el lugar en que, en proporción, se registran mas conversiones.

El Señor no viene a buscar a justos sino a pecadores al arrepentimiento.

En otro tiempo creo que eramos como muchos que están en las carceles, solo que las circunstancias de nuestra vida por voluntad de Dios hicieron que no llegaramos a ser reclusos, a otros el Señor los tiene que llevar allí para que escuchen el llamado.

El Señor te bendiga
 
Dios en las cárceles

Aleluya Amen dijo:
Hola hno. Demócrito

creo que es muy lógico que el Señor obre mucho en las carceles, de hecho he oido que es el lugar en que, en proporción, se registran mas conversiones.

El Señor no viene a buscar a justos sino a pecadores al arrepentimiento.

En otro tiempo creo que eramos como muchos que están en las carceles, solo que las circunstancias de nuestra vida por voluntad de Dios hicieron que no llegaramos a ser reclusos, a otros el Señor los tiene que llevar allí para que escuchen el llamado.

El Señor te bendiga

Buena reflexión.

Es verdad que hay una cárcel física, donde están los presos que han
cometido algún delito, y hay una cárcel espiritual en la que nuestro
verdadero yo vive aprisionado por nuestros errores y pecados. Esta
última es, sin duda, la peor y Dios es el único que nos puede liberar.

Bendiciones.
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Re: Dios en las cárceles

Algunos otros, en su afán de servir a Dios y predicar el evangelio a tiempo y fuera de tiempo, tuvieron que ser encarcelados para que pudieran dedicar un tiempo a escribir y así poder contar actualmente con prueba documental de este ministerio y además direcciones escritas para nuestros tiempos (Pablo)

La carcel no siempre fue un castigo por ser pecador, sino, un instrumento de Dios para acercarse al hombre y éste a Dios.

Greivin.
 
Dios en las cárceles

Greivin. dijo:
Algunos otros, en su afán de servir a Dios y predicar el evangelio a tiempo y fuera de tiempo, tuvieron que ser encarcelados para que pudieran dedicar un tiempo a escribir y así poder contar actualmente con prueba documental de este ministerio y además direcciones escritas para nuestros tiempos (Pablo). La carcel no siempre fue un castigo por ser pecador, sino, un instrumento de Dios para acercarse al hombre y éste a Dios.

Greivin.

Conozco a un cristiano evangélico que encontró a Dios precisamente en
la cárcel. Había caído en la droga y fue condenado a varios años de cárcel
por atraco a mano armada y tenencia ilícita de armas. Pues bien, en la
cárcel encontró su libertad, pues en ella encontró a Dios. Para quien ama
a Dios no existe más cárcel que su ausencia.

Demócrito
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