El diablo toma forma humana

18 Noviembre 1998
12.218
21
blogs.periodistadigital.com
El diablo toma forma humana

Si se nos presentara el diablo peludo, con rabo, cuernos y alas de murciélago, ¿quién le haría caso? Pero lo que ocurre es que él se presenta con forma humana o mejor dicho hace que los humanos se conviertan en tentadores.

Cuando Jesús expuso a sus apóstoles que el Hijo del Hombre tenía que sufrir mucho, Pedro se puso a increparle diciendo que esto no le podía ocurrir. La respuesta fue muy dura: “Apártate de mi Satanás porque eres para mi un motivo de escándalo”.

En muchas ocasiones aún sin darnos cuenta podemos ser para los otros un tentador. Queremos confortar, animar a alguien que está hundido pero nuestras palabras en vez de animarlo a tomar con garbo su cruz le damos un falso consuelo: “Pobre cómo te ha sucedido esto, cómo es posible que te hagan esto, no hay derecho…” Y en estas ocasiones estas no ayudan sino todo lo contrario. La vida es un camino de esfuerzo, de aceptar –no con resignación- pero si con fortaleza, las adversidades, los contratiempos.

Hoy empezamos la cuaresma, tiempo de conversión. Tomemos conciencia de nuestro papel de cristianos frente a nuestros hermanos que sufren; ayudémosles a caminar por la vida llevando sus propias cruces, no a regañadientes sino con fortaleza de ánimo. Seamos para los demás un Cirineo, que ayuda a llevar las adversidades, socorre al necesitado, consuela al afligido.

Limosna, ayuno, oración son los tres puntales de este tiempo que la Iglesia recomienda a sus fieles desde los primeros siglos.

El primer domingo de cuaresma se lee en la Eucaristía el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús aparta al Tentador con la propia Palabra de Dios. Leer un fragmento de la Escritura es también una buena práctica cuaresmal que nos ayudará a la conversión.

“Conviértete y cree en el Evangelio”, son las palabras que el sacerdote proclama al imponernos la ceniza en signo de penitencia.

Texto: Hna. Maria Núria Gaza - www.mivocacion.com
 
Re: El diablo toma forma humana

A veces vale más una mirada, un gesto, una lágrima compartida, una mano sobre el hombro o una caricia que mil palabras de consuelo para el que está sufriendo.
Debemos pedir a Dios discernimiento para saber qué decir o qué hacer en cada momento cuando nos encontramos ante la enfermedad ajena, ante el dolor ajeno. Sólo siendo instrumentos de Cristo podemos ser agua para el sediento, pan para el hambriento y vestido para el indigente. Tanto si la sed, el hambre y la indigencia son materiales como si, como tanto ocurre hoy en día, son espirituales.
Dijo el Señor: venid a mí los que estéis trabajados y cargados.
Pues bien, nos corresponde a nosotros ser raíles de la vía que lleva a los necesitados a Cristo. Eso es ser verdaderamente cristiano: ser de Cristo y llevar a otros a Cristo. Siempre por, mediante y en el Espíritu Santo, sin el cual nada somos, nada podemos.