Como en el foro andamos muy ecuménicos se me ocurrió que era prudente volver a pegar un artículo que circuló hace unos años y me parece muuuy bueno, para que todos conozcamos. Tiene que ver con evangélicos, ecumenismo y fundamentalismo
LO QUE SIGNIFICA SER EVANGÉLICO
POR JOSÉ M. ABREU O.
PROFESOR JUBILADO DEL DPTO. DE FILOSOFÍA Y LETRAS
ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN .
Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre
LO ESENCIALMENTE EVANGÉLICO
I. Tres cuestiones previas:
Es evidente que, desde la II Guerra mundial, el crecimiento de los cristianos evangélicos se ha acelerado de una manera impresionante, especialmente en los llamados países del Tercer Mundo, en donde tal crecimiento ha sido particularmente explosivo. Sin embargo, a pesar de esta expansión mundial, los cristianos evangélicos a menudo han sufrido de una mala imagen en la prensa y en los medios de comunicación, lo cual ha sido la causa de frecuentes confusiones y de una pésima presentación pública. Por causa de esta mala imagen en los medios, muchos identifican a los cristianos evangélicos como "furibundos pietistas de estrechos puntos de vista y de pensamientos rígidos". No es poco frecuente encontrar calificativos que presentan a los evangélicos como "fanáticos", "anti intelectuales" , "simplistas", "ingenuos", "irracionales" y, el más común de todos: "fundamentalistas".
¿Qué es lo que hay en la fe evangélica que es capaz de producir una combinación de, por un lado, tal popularidad que le permite crecer tan rápidamente, y, por otro lado, tal impopularidad que levanta tanto enojo y rechazo?
1.1 En primer lugar, es necesario dejar en claro que la fe evangélica no es una innovación reciente, o una nueva rama del cristianismo. Por el contrario, el reclamo permanente de los evangélicos ha sido y es que el cristianismo evangélico es el originalmente apostólico. Este reclamo procede desde el momento mismo de la Reforma Protestante, cuando a menudo los reformadores fueron acusados por la Iglesia Católica Romana de ser "innovadores". Los reformadores protestantes se veían a sí mismos no como "innovadores" del cristianismo, sino como "renovadores", que buscaban regresar al tiempo de los comienzos del cristianismo para recuperar el auténtico y original evangelio apostólico. Este ha sido y es el permanente reclamo de la fe evangélica.
Lutero lo afirmó una y otra vez: "Nosotros no enseñamos nada nuevo, sólo repetimos y establecemos cosas viejas, las cuales los Apóstoles y todos los grande maestros de la fe han enseñado antes que nosotros". Frente a la acusación de que el mensaje de la Reforma era "una nueva enseñanza", los reformadores gritaban: "¡No! Es una vieja enseñanza". Esta ha sido y es una permanente persuasión de los creyentes evangélicos; no estamos inventando nada, no estamos descubriendo nada nuevo, sólo estamos redescubriendo lo que los antiguos padres de la Iglesia, juntamente con los Apóstoles, han enseñado antes que nosotros.
Sin embargo, aún después de la Reforma del siglo XVI, se ha divulgado la misma acusación, y vez tras vez los evangélicos han respondido de la misma manera. A la acusación de que los evangélicos han introducido "nuevas doctrinas" a la fe cristiana, la respuesta ha sido la misma: "¡NO! Es el simple y viejo Cristianismo".
En los comienzos de su carrera como evangelista internacional, el Rvdo. Billy Graham fue acusado por muchos críticos no de aportar una novedad, sino de haber llevado el mensaje religioso a un retroceso de 100 años. Billy Graham replicaba a sus acusadores: "¡NO!, no exactamente 100 años, sino 1900 años, hasta la época del Libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando los cristianos fueron acusados de haber alborotado con su predicación al Imperio Romano".
1.2. En segundo lugar, la fe evangélica no es una desviación del cristianismo ortodoxo. Los creyentes evangélicos han dicho siempre que nos son un riachuelo afluente del río del cristianismo, sino la misma fuente central de la fe cristiana. Los cristianos evangélicos no tienen ninguna dificultad de firmar y recitar el llamado Credo de los Apóstoles o el Credo Niceno sin la más mínima reserva mental, sin necesidad de cruzar los dedos detrás de la espalda mientras lo hacen. El pueblo evangélico, a despecho de la simpatía o antipatía que pueda despertar, se siente heredero de la más noble estirpe de la fe cristiana.
El término "evangélico" fue ampliamente usado durante el siglo XVIII, en relación con el llamado "Avivamiento Evangélico" asociado a la predicación de Juan Wesley y Gerge Whitefield; pero ya en el siglo XVII fue también aplicado a los Puritanos en Inglaterra y a los Pietistas en Alemania. Los reformadores del siglo XVI no se llamaron a sí mismos "protestantes" sino "evangelici vir", en Latín; es decir, "hombres evangélicos", y este fue el término adoptado por el mismo Lutero.
Antes de Lutero, en el siglo XV, el inglés Juan Wycliffe, llamado "la estrella de la mañana" de la Reforma Protestante, fue conocido como "Doctor Evangelicus". Todos estos líderes religiosos del pasado han sido considerados como "proto-evangélicos" porque todos atribuyeron la absoluta autoridad espiritual a la Biblia y la Salvación única y exclusivamente a la muerte expiatoria de Jesucristo. Pero tal enseñanza puede incluso remontarse aún más hacia atrás, hasta el gran padre de la Iglesia Agustín de Hipona, quien proclamó la Gracia de Dios como único remedio para el pecado humano. Y si se remonta aún más atrás, el término tiene que derivar de los escritos del Nuevo Testamento llamados "Evangelios", del cual los cristianos evangélicos dicen tomar esta denominación.
Es en tiempos más recientes cuando el término "evangélico" ha llegado a ser común y corriente, confundiéndose con frecuencia con la palabra "evangelicalismo". Sin embargo, este último término surgió durante el siglo XIX, tanto en Inglaterra como en los EE.UU., para denominar el esfuerzo de un grupo de líderes evangélicos que alcanzaron prominencia nacional en la lucha por las reformas sociales.
Inspirados en sus convicciones religiosas evangélicas, abogaron por la libertad de los esclavos y la abolición de la esclavitud misma. Entre estos líderes destacan los ingleses Charles Simeon, en Cambrige, William Wilberforce, quien mantuvo una campaña de predicación en contra de la esclavitud en Africa, Anthony A. Cooper y J.C.Ryle, en Liverpool, y el norteamericano Charles G. Finney. De este esfuerzo nació el llamado "evangelio social", que no fue otra cosa que la identificación del evangelismo con las reformas sociales. Esta aplicación del evangelismo a las luchas sociales es lo que se conoce como "evangelicalismo".
En los EE.UU., los grandes predicadores del "evangelicalismo" social, Theodore Well, discípulo de Finney, D. L. Moody y Charles Hodge se destacaron por sus predicaciones contra la esclavitud y por el desarrollo de instituciones universitarias del más alto nivel académico, entre ellas la Universidad de Princeton. De entre los muchos discípulos de estos predicadores destacaron los hermanos Arthur y Lewis Tappan, exitosos hombres de negocios que generosamente financiaron las campañas de reformas sociales y fundaron misiones para la evangelización, la distribución de Biblias, escuelas cristianas y financiaron el movimiento antiesclavitud.
1.3. En tercer lugar, el término "evangélico" no es sinónimo de "fundamentalismo". Estos términos tienen diferentes historias y diferentes connotaciones. El "Fundamentalismo", que hoy es usado como una horrible palabra, tuvo un origen muy respetable. Se originó en una serie de doce folletos titulados en Inglés: The Fundamentals , los cuales fueron distribuidos gratuitamente por millones durante los años 1909 y 1915 por Lyman y Milton Stewart. Cada folleto contenía varios artículos de diferentes autores. "Los Fundamentales" contenían las básicas doctrinas del cristianismo tales como la autoridad de las Escrituras, la divinidad, encarnación, concepción virginal, muerte expiatoria, resurrección corporal y regreso personal de Jesucristo, la divinidad del Espíritu Santo, el pecado, la salvación personal y el juicio eterno, la adoración, la evangelización y la obra misionera en todo el mundo.
El término "fundamentalismo" fue acuñado por quienes habían asumido las orientaciones del naciente modernismo teológico, que, con una aproximación racionalista y filosófica a la fe cristiana, negaba precisamente las doctrinas defendidas en los folletos. De modo que "fundamentalista" vino a ser todo aquel que defendiera las verdades centrales de la fe cristiana basado sobre todo en la enseñanza de la Biblia. Es comprensible, entonces, que en sus orígenes, el término llegara a ser sinónimo de "evangélico", y como muchos de sus autores pertenecían al movimiento del evangelio social, se identificó más concretamente con el "evangelicalismo". Sin embargo, paulatinamente, el fundamentalismo fue identificado, en la óptica popular, con ciertas extravagancias doctrinales, lo que provocó que en 1950 un grupo de líderes evangélicos norteamericanos, encabezados por el evangelista Billy Graham, promovieran lo que ellos llamaron "El Nuevo Evangelicalismo" a fin de distinguirse del "fundamentalismo" que ellos rechazaban.
Por esta causa, algunos autores, entre ellos James Barr, en su libro: "Fundamentalismo" y el Obispo Jack Spong con su libro "Rescatando la Biblia del fundamentalismo", contribuyeron a la asociación de los fundamentalistas con las peyorativas imágenes de "ignorancia", "intolerancia" y "fanatismo" con las cuales se ha pretendido, injustificadamente, asociar la vieja identificación original que tuvo el movimiento de "los fundamentales" con el evangelicalismo de principios de siglo con los evangélicos en general en la actualidad, tal como lo hizo el documento presentado por Juan Pablo II ante la Conferencia Episcopal Latinoamericana realizada en Santo Domingo.
Pero es necesario dejar claro que la mayoría de los evangélicos rechaza la etiqueta de "fundamentalistas" porque están en desacuerdo con muchas de las actitudes fundamentalistas en un buen número de importantes aspectos. Ciertamente hay una dificultad para establecer cuáles son los puntos básicos del fundamentalismo, pues nunca se definieron sus propios elementos distintivos para diferenciarse del evangelicalismo, ni tampoco se publicó nunca una cuerpo de doctrinas básicas aceptables que permitiera distinguirlo del evangelicalismo. Por esa razón es que lo que se conoce como fundamentalismo a veces resulta ser simples caricaturas y no verdaderos retratos. Por consiguiente, más que un cuerpo de doctrinas o de grupos "fundamentalistas" se debe hablar con mayor propiedad de ciertas tendencias o actitudes "fundamentalistas", las cuales, en cierta manera, no son exclusivas ni prerrogativas de los evangélicos.
Hay, por lo menos, diez de dichas tendencias que se pueden considerar para diferenciar al fundamentalismo del evangelicalismo.
1. En relación con el pensamiento académico: los fundamentalistas dan la impresión de que repudian toda manifestación del pensamiento académico o la erudición, incluyendo disciplinas científicas, por lo cual se aproximan bastante hacia actitudes anti-intelecturales y oscurantistas. Sin embargo, los auténticos evangélicos reconocen que toda verdad procede de Dios y que el intelecto dado por Dios es un aspecto vital de la creación del hombre como Imagen de Dios mismo, de modo que es un insulto a Dios el negarse a pensar , y se honra a Dios cuando a través de la ciencia y del pensamiento se puede alcanzar una mejor comprensión de la Escritura como Palabra de Dios.
2. En relación con la naturaleza de la Biblia: los fundamentalistas dicen creer que "cada palabra de la Biblia es literalmente verdad". Es decir, el fundamentalismo se caracteriza por un exagerado "literalismo". En cambio, la actitud verdaderamente evangélica, aunque afirma que las enseñanzas de la Biblia son verdaderas, reconoce que estas verdades pueden presentarse en formas figurativas o poéticas, en vez de "literales", y que por lo tanto requieren ser estudiadas e interpretadas.
3. En relación con la inspiración bíblica: los fundamentalistas tienden a considerar la inspiración de la Biblia en alguna forma de procesos mecánicos, mediante los cuales los autores humanos tienen un papel totalmente pasivo y no juegan ninguna función. Por eso, el punto de vista fundamentalista sobre la Biblia se aproxima al dictado mecánico, como dictada por Dios mismo. Este punto de vista es próximo al punto de vista islámico sobre el Corán, el cual es considerado como dictado por Dios mismo a través del ángel Gabriel, y Mahoma solamente contribuyó con copiar debidamente este dictado.
La posición auténticamente evangélica enfatiza, sin embargo, la doble realidad de la autoría de la Biblia; es decir, la Biblia como Palabra de Dios dada a través de la palabra humana, de modo que los autores humanos de la Biblia siempre se mantuvieron en plena posesión de sus facultades mentales e intelectuales. La posición evangélica sobre la inspiración de la Biblia es semejante a la asumida frente a la naturaleza de la persona de Cristo: Dios verdadero y Hombre verdadero en una sola persona.
4. En relación con la interpretación de la Biblia: los fundamentalistas parecen suponer que ellos pueden aplicar los textos directamente a sí mismos tal como si hubieran sido escritos primariamente para ellos. Ellos, por lo tanto, ignoran la separación cultural que existe entre el mundo bíblico y el mundo contemporáneo. La posición auténticamente evangélica es la de asumir la tarea de hacer una transposición cultura en la cual se identifica el mensaje fundamental de la Biblia, extraído de su contexto cultura original, para entonces poder hacer la recontextualización al mundo contemporáneo que permita la aplicación de ese mensaje para el hombre de hoy.
5. En relación con el movimiento ecuménico: los fundamentalistas tienden a ir, más allá de toda sospecha, hacia el puro, simple, acrítico y, frecuentemente, vociferante repudio, al punto que la misma palabra "ecuménico" se ha cargado de un significado diabólico. La auténtica posición evangélica, aun cuando se manifiesta crítica ante el pensamiento liberal y la falta de principios metodológicos del Concilio Mundial de Iglesias Protestantes, busca discernir y afirmar un ecumenismo que se fundamente sobre las bases de la Biblia y que garantice la libertad de poder rechazar aquellas cosas que parezcan no tener soporte bíblico.
6. En relación con la Iglesia: los fundamentalistas tienen una clara tendencia hacia una eclesiología separatista y, por consiguiente, a retirarse de toda comunidad que no concuerde con cada punto particular de sus propias posiciones doctrinales. Parecen olvidar que tanto Lutero como Calvino fueron verdaderamente renuentes al cisma, y que lo que buscaban era una Iglesia Católica auténticamente reformada. La mayoría de los evangélicos, mientras por un lado afirman que es correcto creer en y buscar la pureza doctrinal y ética de la Iglesia, también creen que tal perfecta pureza no es posible obtenerla en este mundo. En consecuencia, la actitud verdaderamente evangélica es la búsqueda de un equilibrio entre una fuerte disciplina ética y doctrinal y la tolerancia y flexibilidad, aunque reconocen que tal equilibrio no siempre es fácil de lograr.
7. En relación con el mundo: los fundamentalistas tienden a asimilar en una forma acrítica los valores y normas o estándares de la sociedad (como es el caso de la llamada "teología de la prosperidad). Aunque se reconoce que los evangélicos, como otros grupos religiosos, no siempre pueden escaparse de las influencias de los valores del mundo, especialmente en el estilo de vida de una sociedad de consumo, al menos en la teoría buscan la no conformación con los valores de este mundo y se muestran ansiosos para responder al llamado del Señor para penetrar como sal y luz y así contrarrestar e iluminar su decadencia.
8. En relación con la raza: los fundamentalistas han mostrado la tendencia, al menos en los EE.UU. y en países como Sud Africa, simpatizar con el mito de la supremacía de la raza blanca, y a menudo defienden la segregación, incluso en la Iglesia. El racismo, sin duda, puede ser encontrado también entre evangélicos, pero la inmensa mayoría de los evangélicos claman, proclaman y practican la igualdad racial, originada en la creación, y la supremacía de Cristo como la fuerza que rompe la pared racial, social y sexual en el propósito divino de crear una sola y unida humanidad.
9. En relación con la misión cristiana: los fundamentalistas tienen la tendencia a insistir en que "evangelismo" y "misión" son términos sinónimos, que por lo tanto la única vocación de la Iglesia es la evangelización. Los evangélicos, sin embargo, mientras continúan afirmando la prioridad de la evangelización no por ello abandonan el sentido de compromiso por la responsabilidad social de la proclamación del Evangelio, y por lo tanto, la verdadera actitud evangélica es rechazar el divorcio entre la predicación y la acción, entre la proclamación y la demostración del poder del Evangelio.
10. En relación con la escatología: los fundamentalistas dogmatizan sobre el futuro, aunque, de seguro, ellos no tienen el monopolio sobre el dogmatismo. Pero la tendencia fundamentalista es ir hacia considerables detalles acerca del cumplimiento de las profecías, dividiendo la historia de la salvación en rígidos períodos o dispensaciones , y mostrando cierta identificación con los ideales políticos del Sionismo. La posición genuinamente evangélica es la de afirmar con vigilante expectación el retorno personal, visible, glorioso y triunfante del Señor Jesucristo pero desechando toda especulación sobre detalles en los cuales existen diversos puntos de vista sobre el orden de los acontecimientos del futuro.
II. Lo que es esencialmente evangélico:
Hasta ahora hemos considerado lo que no es la fe evangélica, con el fin de eliminar la confusión que se ha ido estableciendo en la conciencia pública y en los medios. Debemos considerar ahora, desde una perspectiva más positiva, lo que consideramos es realmente la fe evangélica. Es importante reconocer que el movimiento evangélico ha crecido ampliamente en todo el mundo, pero de una manera demasiado diversificada e inorgánica. Esto explica los muchos intentos hechos para tratar de ordenar un espectro religioso tan amplio y tan diverso. Hace algunos años, en forma burlona, el editor del "Church of England Newspaper" sugirió que había 57 variedades de evangélicos, correspondientes a las 57 variedades de una reconocida marca de productos alimenticios. Otros han pretendido reconocer hasta 60 clases distintas. Alguien trató de clasificar a los diversos grupos en "12 tribus", en una obvia referencia a las tribus de Israel. Algunos otros observadores reducen este número a la mitad.
En 1975, después del Congreso sobre Evangelización Mundial de Lausana, el profesor alemán Peter Beyerhaus, distinguió seis diferentes agrupaciones evangélicas:
1. El "Nuevo Evangelicalismo": que se distanció de la actitud anticientífica y del conservadurismo político y social del fundamentalismo. Un representante muy distinguido es el Rvdo. Bily Graham, el evangelista norteamericano más famoso de la segunda mitad del presente siglo. Son más abiertos a las cuestiones sociales y a la colaboración con el ecumenismo evangélico.
2. Los "Fundamentalistas Estrictos": que permanecen en una actitud separatista absolutamente incomprensible. Políticamente ultracon-servadores.
3. Los "Evangélicos Confesionales": dan muchísima importancia a la confesión de fe evangélica básica (Sola Escritura, Sola Gracia, Sólo Cristo y la Justificación por la Fe)) y rechazan todo lo que consideran error en las doctrinas contemporáneas.
4. Los Pentecostales y Carismáticos : hay una gran diversidad de expresiones y están en permanente formación de nuevos grupos.
5. Los "Evangélicos Radicales": que aceptan y reconocen un compromiso social y político como condición indispensable para dar un fuerte testimonio evangélico en las acciones sociales.
6. Los "Evangélicos Ecuménicos": que han desarrollado una participación crítica en el movimiento ecuménico.
Treinta años después de Lausana, en el libro "Ecumenical Faith in Evangélical Perspective", Gabriel Kacker publicó una lista similar en seis categorías:
1. "Fundamentalistas": polémicos y separatistas.
2. "Viejos Evangélicos": énfasis en la conversión personal y evangelización de masas.
3. "Nuevo Evangelicalismo": reconocen la responsabilidad social sin dejar de proclamar el evangelio en forma apologética, al estilo de Bily Graham.
4. "Evangélicos por la paz y la justicia": activistas socio-políticos.
5. Carismáticos Evangélicos: enfatizan la obra del Espíritu Santo, especialmente los dones de lengua y sanidad, y recientemente en la adoración.
6. "Evangélicos Ecuménicos": intensamente preocupados por la unidad y la cooperación entre las diversas confesiones cristianas.
Esta agrupación es bastante exacta, pero con la observación de que, con frecuencia, los grupos se traslapan unos a otros, como es el caso de los movimientos carismáticos en las Denominaciones no pentecostales clásicas.
Sin embargo, en medio de tal diversidad, existen elementos fundamentales que todos los evangélicos tienen en común. Primero hay que señalar que ha existido una continuidad histórica tanto en la fe como en la práctica que puede ser trazada en todos los siglos de la historia del cristianismo, a veces en sombras y debilidades, a veces en ardientes y brillantes avivamientos. ¿En qué consiste esta continuidad que es posible discernir en medio de tan gran diversidad?
Esta especie de "anatomía evangélica" tiene las siguientes características: cuatro proclamas generales y seis doctrinas fundamentales. Las cuatro proclamas generales son:
1. Ser evangélico significa vivir un "Cristianismo Práctico": Es decir, un estilo total de vida en la práctica del discipulado o seguimiento de Cristo Jesús, como modelo.
2. Ser evangélico significa seguir un "Cristianismo llano y simple": nada puede ni debe añadirse al cristianismo tal como está contenido en el Nuevo Testamento.
3. Ser evangélico significa seguir "Un solo y único Evangelio": la búsqueda de la unidad debe estar fundada en el común y supremo mandamiento de proclamar la verdad del Evangelio a toda criatura en todo el mundo.
4. Ser evangélico significa un "Cristianismo racional": es decir, mantener un prudente control sobre las emociones y creencias religiosas populares, para evitar los peligros del sincretismo religioso y cultural.
Siguiendo a estas cuatro proclamaciones, están seis doctrinas fundamentales, dentro de la más genuina tradición de la Reforma Protestante:
1. La Supremacía de las Sagradas Escrituras por encima de toda tradición eclesiástica ( porque la Biblia es la única inspirada por Dios).
2. La Suprema Majestad de Jesucristo: Verdadero Dios y Verdadero Hombre, que murió en sacrificio por el pecado.
3. La Soberanía del Espíritu Santo sobre la Iglesia: la cual se ejerce a través de la variedad de vitales dones, ministerios y operaciones.
4. La absoluta necesidad de la conversión como condición indispensable para el discipulado cristiano: es un encuentro directo y personal con Dios, el cual es efectuado por la iniciativa de Dios mismo.
5. La prioridad del evangelismo: la proclamación del Evangelio como una expresión de la adoración a Dios.
6. La importancia total del discipulado cristiano: la Iglesia es la comunidad viva de creyentes que siguen a Jesucristo como sus discípulos.
Tal vez, esta "anatomía" pueda comprimirse aún más mediante cuatro palabras sintetizadoras; estas cuatro prioridades constituyen una definición de consenso del significado básico y común de "lo evangélico".
1. Conversionismo : la convicción de que toda persona necesita arrepentimiento y cambio de vida.
2. Biblicismo: un especial respeto por la autoridad de la Biblia.
3. Crucicentrismo: la centralidad absoluta del sacrificio expiatorio de Jesucristo en la Cruz.
4. Activismo: el creer en el Evangelio tiene que expresarse en un esfuerzo por comunicar la salvación a otros (evangelismo y misiones).
Es necesario hacer notar que, a pesar de los cambios continuamente experimentados por los evangélicos en toda la gran variedad de denominaciones, Iglesias, grupos y movimientos, estas fundamentales características expuestas anteriormente han permanecido perfectamente marcadas a través de los siglos. Con todo, también es de observar que todo intento de simplificación corre el riesgo de caer en desenfoques y en el cuadro síntesis expuesto quizás resulte difícil compendiar tan diversas categorías: ¿cómo distinguir entre la actividad divina y la actividad humana? ¿Cómo distinguir entre lo primario y lo secundario? ¿entre lo que es central y lo que es periférico? ¿entre el centro y la circunferencia?
Por estas mismas razones, en un intento de clarificación aún mayor, se debe observar que lo esencialmente evangélico se caracteriza por las siguientes orientaciones teológicas:
1. Una comprensión Trinitaria del Evangelio (teología):
(a) La suprema autoridad de Dios Padre a través de• Su Palabra
(b) La Majestad de Jesucristo por su Cruz y su Resurrección.•
(c) La Soberanía del Espíritu Santo sobre la Iglesia.•
2. Una comprensión Trinitaria de la actuación de Dios en el mundo (la vida):
(a)• Llamamiento permanente a la Conversión.
(b) Obediencia a la Gran Comisión• de Proclamar el evangelio a toda criatura.
(c) Seguimiento de Jesús en la• Iglesia, a través de una vida de completa entrega al discipulado de Jesucristo: la Iglesia como la comunión viva de los santos.
Por último, lo esencialmente evangélico se reduce a una sola cosa:
La Suprema y Soberana Actividad de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en: la revelación de su plan de salvación (La Escritura), la realización de este plan de salvación (la obra redentora de Jesucristo en la Cruz) y el transformador ministerio del Espíritu Santo en la creación de una humanidad nueva: la Iglesia de Jesucristo.
Todas las diversidades aparentes en el rico, variado y complejo mundo del cristianismo evangélico se resume perfectamente bajo esta confesión de fe absolutamente Trinitaria: "para la Gloria de Dios Padre, en Jesucristo y mediante la oración intercesora del Espíritu Santo".
LO QUE SIGNIFICA SER EVANGÉLICO
POR JOSÉ M. ABREU O.
PROFESOR JUBILADO DEL DPTO. DE FILOSOFÍA Y LETRAS
ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN .
Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre
LO ESENCIALMENTE EVANGÉLICO
I. Tres cuestiones previas:
Es evidente que, desde la II Guerra mundial, el crecimiento de los cristianos evangélicos se ha acelerado de una manera impresionante, especialmente en los llamados países del Tercer Mundo, en donde tal crecimiento ha sido particularmente explosivo. Sin embargo, a pesar de esta expansión mundial, los cristianos evangélicos a menudo han sufrido de una mala imagen en la prensa y en los medios de comunicación, lo cual ha sido la causa de frecuentes confusiones y de una pésima presentación pública. Por causa de esta mala imagen en los medios, muchos identifican a los cristianos evangélicos como "furibundos pietistas de estrechos puntos de vista y de pensamientos rígidos". No es poco frecuente encontrar calificativos que presentan a los evangélicos como "fanáticos", "anti intelectuales" , "simplistas", "ingenuos", "irracionales" y, el más común de todos: "fundamentalistas".
¿Qué es lo que hay en la fe evangélica que es capaz de producir una combinación de, por un lado, tal popularidad que le permite crecer tan rápidamente, y, por otro lado, tal impopularidad que levanta tanto enojo y rechazo?
1.1 En primer lugar, es necesario dejar en claro que la fe evangélica no es una innovación reciente, o una nueva rama del cristianismo. Por el contrario, el reclamo permanente de los evangélicos ha sido y es que el cristianismo evangélico es el originalmente apostólico. Este reclamo procede desde el momento mismo de la Reforma Protestante, cuando a menudo los reformadores fueron acusados por la Iglesia Católica Romana de ser "innovadores". Los reformadores protestantes se veían a sí mismos no como "innovadores" del cristianismo, sino como "renovadores", que buscaban regresar al tiempo de los comienzos del cristianismo para recuperar el auténtico y original evangelio apostólico. Este ha sido y es el permanente reclamo de la fe evangélica.
Lutero lo afirmó una y otra vez: "Nosotros no enseñamos nada nuevo, sólo repetimos y establecemos cosas viejas, las cuales los Apóstoles y todos los grande maestros de la fe han enseñado antes que nosotros". Frente a la acusación de que el mensaje de la Reforma era "una nueva enseñanza", los reformadores gritaban: "¡No! Es una vieja enseñanza". Esta ha sido y es una permanente persuasión de los creyentes evangélicos; no estamos inventando nada, no estamos descubriendo nada nuevo, sólo estamos redescubriendo lo que los antiguos padres de la Iglesia, juntamente con los Apóstoles, han enseñado antes que nosotros.
Sin embargo, aún después de la Reforma del siglo XVI, se ha divulgado la misma acusación, y vez tras vez los evangélicos han respondido de la misma manera. A la acusación de que los evangélicos han introducido "nuevas doctrinas" a la fe cristiana, la respuesta ha sido la misma: "¡NO! Es el simple y viejo Cristianismo".
En los comienzos de su carrera como evangelista internacional, el Rvdo. Billy Graham fue acusado por muchos críticos no de aportar una novedad, sino de haber llevado el mensaje religioso a un retroceso de 100 años. Billy Graham replicaba a sus acusadores: "¡NO!, no exactamente 100 años, sino 1900 años, hasta la época del Libro de los Hechos de los Apóstoles, cuando los cristianos fueron acusados de haber alborotado con su predicación al Imperio Romano".
1.2. En segundo lugar, la fe evangélica no es una desviación del cristianismo ortodoxo. Los creyentes evangélicos han dicho siempre que nos son un riachuelo afluente del río del cristianismo, sino la misma fuente central de la fe cristiana. Los cristianos evangélicos no tienen ninguna dificultad de firmar y recitar el llamado Credo de los Apóstoles o el Credo Niceno sin la más mínima reserva mental, sin necesidad de cruzar los dedos detrás de la espalda mientras lo hacen. El pueblo evangélico, a despecho de la simpatía o antipatía que pueda despertar, se siente heredero de la más noble estirpe de la fe cristiana.
El término "evangélico" fue ampliamente usado durante el siglo XVIII, en relación con el llamado "Avivamiento Evangélico" asociado a la predicación de Juan Wesley y Gerge Whitefield; pero ya en el siglo XVII fue también aplicado a los Puritanos en Inglaterra y a los Pietistas en Alemania. Los reformadores del siglo XVI no se llamaron a sí mismos "protestantes" sino "evangelici vir", en Latín; es decir, "hombres evangélicos", y este fue el término adoptado por el mismo Lutero.
Antes de Lutero, en el siglo XV, el inglés Juan Wycliffe, llamado "la estrella de la mañana" de la Reforma Protestante, fue conocido como "Doctor Evangelicus". Todos estos líderes religiosos del pasado han sido considerados como "proto-evangélicos" porque todos atribuyeron la absoluta autoridad espiritual a la Biblia y la Salvación única y exclusivamente a la muerte expiatoria de Jesucristo. Pero tal enseñanza puede incluso remontarse aún más hacia atrás, hasta el gran padre de la Iglesia Agustín de Hipona, quien proclamó la Gracia de Dios como único remedio para el pecado humano. Y si se remonta aún más atrás, el término tiene que derivar de los escritos del Nuevo Testamento llamados "Evangelios", del cual los cristianos evangélicos dicen tomar esta denominación.
Es en tiempos más recientes cuando el término "evangélico" ha llegado a ser común y corriente, confundiéndose con frecuencia con la palabra "evangelicalismo". Sin embargo, este último término surgió durante el siglo XIX, tanto en Inglaterra como en los EE.UU., para denominar el esfuerzo de un grupo de líderes evangélicos que alcanzaron prominencia nacional en la lucha por las reformas sociales.
Inspirados en sus convicciones religiosas evangélicas, abogaron por la libertad de los esclavos y la abolición de la esclavitud misma. Entre estos líderes destacan los ingleses Charles Simeon, en Cambrige, William Wilberforce, quien mantuvo una campaña de predicación en contra de la esclavitud en Africa, Anthony A. Cooper y J.C.Ryle, en Liverpool, y el norteamericano Charles G. Finney. De este esfuerzo nació el llamado "evangelio social", que no fue otra cosa que la identificación del evangelismo con las reformas sociales. Esta aplicación del evangelismo a las luchas sociales es lo que se conoce como "evangelicalismo".
En los EE.UU., los grandes predicadores del "evangelicalismo" social, Theodore Well, discípulo de Finney, D. L. Moody y Charles Hodge se destacaron por sus predicaciones contra la esclavitud y por el desarrollo de instituciones universitarias del más alto nivel académico, entre ellas la Universidad de Princeton. De entre los muchos discípulos de estos predicadores destacaron los hermanos Arthur y Lewis Tappan, exitosos hombres de negocios que generosamente financiaron las campañas de reformas sociales y fundaron misiones para la evangelización, la distribución de Biblias, escuelas cristianas y financiaron el movimiento antiesclavitud.
1.3. En tercer lugar, el término "evangélico" no es sinónimo de "fundamentalismo". Estos términos tienen diferentes historias y diferentes connotaciones. El "Fundamentalismo", que hoy es usado como una horrible palabra, tuvo un origen muy respetable. Se originó en una serie de doce folletos titulados en Inglés: The Fundamentals , los cuales fueron distribuidos gratuitamente por millones durante los años 1909 y 1915 por Lyman y Milton Stewart. Cada folleto contenía varios artículos de diferentes autores. "Los Fundamentales" contenían las básicas doctrinas del cristianismo tales como la autoridad de las Escrituras, la divinidad, encarnación, concepción virginal, muerte expiatoria, resurrección corporal y regreso personal de Jesucristo, la divinidad del Espíritu Santo, el pecado, la salvación personal y el juicio eterno, la adoración, la evangelización y la obra misionera en todo el mundo.
El término "fundamentalismo" fue acuñado por quienes habían asumido las orientaciones del naciente modernismo teológico, que, con una aproximación racionalista y filosófica a la fe cristiana, negaba precisamente las doctrinas defendidas en los folletos. De modo que "fundamentalista" vino a ser todo aquel que defendiera las verdades centrales de la fe cristiana basado sobre todo en la enseñanza de la Biblia. Es comprensible, entonces, que en sus orígenes, el término llegara a ser sinónimo de "evangélico", y como muchos de sus autores pertenecían al movimiento del evangelio social, se identificó más concretamente con el "evangelicalismo". Sin embargo, paulatinamente, el fundamentalismo fue identificado, en la óptica popular, con ciertas extravagancias doctrinales, lo que provocó que en 1950 un grupo de líderes evangélicos norteamericanos, encabezados por el evangelista Billy Graham, promovieran lo que ellos llamaron "El Nuevo Evangelicalismo" a fin de distinguirse del "fundamentalismo" que ellos rechazaban.
Por esta causa, algunos autores, entre ellos James Barr, en su libro: "Fundamentalismo" y el Obispo Jack Spong con su libro "Rescatando la Biblia del fundamentalismo", contribuyeron a la asociación de los fundamentalistas con las peyorativas imágenes de "ignorancia", "intolerancia" y "fanatismo" con las cuales se ha pretendido, injustificadamente, asociar la vieja identificación original que tuvo el movimiento de "los fundamentales" con el evangelicalismo de principios de siglo con los evangélicos en general en la actualidad, tal como lo hizo el documento presentado por Juan Pablo II ante la Conferencia Episcopal Latinoamericana realizada en Santo Domingo.
Pero es necesario dejar claro que la mayoría de los evangélicos rechaza la etiqueta de "fundamentalistas" porque están en desacuerdo con muchas de las actitudes fundamentalistas en un buen número de importantes aspectos. Ciertamente hay una dificultad para establecer cuáles son los puntos básicos del fundamentalismo, pues nunca se definieron sus propios elementos distintivos para diferenciarse del evangelicalismo, ni tampoco se publicó nunca una cuerpo de doctrinas básicas aceptables que permitiera distinguirlo del evangelicalismo. Por esa razón es que lo que se conoce como fundamentalismo a veces resulta ser simples caricaturas y no verdaderos retratos. Por consiguiente, más que un cuerpo de doctrinas o de grupos "fundamentalistas" se debe hablar con mayor propiedad de ciertas tendencias o actitudes "fundamentalistas", las cuales, en cierta manera, no son exclusivas ni prerrogativas de los evangélicos.
Hay, por lo menos, diez de dichas tendencias que se pueden considerar para diferenciar al fundamentalismo del evangelicalismo.
1. En relación con el pensamiento académico: los fundamentalistas dan la impresión de que repudian toda manifestación del pensamiento académico o la erudición, incluyendo disciplinas científicas, por lo cual se aproximan bastante hacia actitudes anti-intelecturales y oscurantistas. Sin embargo, los auténticos evangélicos reconocen que toda verdad procede de Dios y que el intelecto dado por Dios es un aspecto vital de la creación del hombre como Imagen de Dios mismo, de modo que es un insulto a Dios el negarse a pensar , y se honra a Dios cuando a través de la ciencia y del pensamiento se puede alcanzar una mejor comprensión de la Escritura como Palabra de Dios.
2. En relación con la naturaleza de la Biblia: los fundamentalistas dicen creer que "cada palabra de la Biblia es literalmente verdad". Es decir, el fundamentalismo se caracteriza por un exagerado "literalismo". En cambio, la actitud verdaderamente evangélica, aunque afirma que las enseñanzas de la Biblia son verdaderas, reconoce que estas verdades pueden presentarse en formas figurativas o poéticas, en vez de "literales", y que por lo tanto requieren ser estudiadas e interpretadas.
3. En relación con la inspiración bíblica: los fundamentalistas tienden a considerar la inspiración de la Biblia en alguna forma de procesos mecánicos, mediante los cuales los autores humanos tienen un papel totalmente pasivo y no juegan ninguna función. Por eso, el punto de vista fundamentalista sobre la Biblia se aproxima al dictado mecánico, como dictada por Dios mismo. Este punto de vista es próximo al punto de vista islámico sobre el Corán, el cual es considerado como dictado por Dios mismo a través del ángel Gabriel, y Mahoma solamente contribuyó con copiar debidamente este dictado.
La posición auténticamente evangélica enfatiza, sin embargo, la doble realidad de la autoría de la Biblia; es decir, la Biblia como Palabra de Dios dada a través de la palabra humana, de modo que los autores humanos de la Biblia siempre se mantuvieron en plena posesión de sus facultades mentales e intelectuales. La posición evangélica sobre la inspiración de la Biblia es semejante a la asumida frente a la naturaleza de la persona de Cristo: Dios verdadero y Hombre verdadero en una sola persona.
4. En relación con la interpretación de la Biblia: los fundamentalistas parecen suponer que ellos pueden aplicar los textos directamente a sí mismos tal como si hubieran sido escritos primariamente para ellos. Ellos, por lo tanto, ignoran la separación cultural que existe entre el mundo bíblico y el mundo contemporáneo. La posición auténticamente evangélica es la de asumir la tarea de hacer una transposición cultura en la cual se identifica el mensaje fundamental de la Biblia, extraído de su contexto cultura original, para entonces poder hacer la recontextualización al mundo contemporáneo que permita la aplicación de ese mensaje para el hombre de hoy.
5. En relación con el movimiento ecuménico: los fundamentalistas tienden a ir, más allá de toda sospecha, hacia el puro, simple, acrítico y, frecuentemente, vociferante repudio, al punto que la misma palabra "ecuménico" se ha cargado de un significado diabólico. La auténtica posición evangélica, aun cuando se manifiesta crítica ante el pensamiento liberal y la falta de principios metodológicos del Concilio Mundial de Iglesias Protestantes, busca discernir y afirmar un ecumenismo que se fundamente sobre las bases de la Biblia y que garantice la libertad de poder rechazar aquellas cosas que parezcan no tener soporte bíblico.
6. En relación con la Iglesia: los fundamentalistas tienen una clara tendencia hacia una eclesiología separatista y, por consiguiente, a retirarse de toda comunidad que no concuerde con cada punto particular de sus propias posiciones doctrinales. Parecen olvidar que tanto Lutero como Calvino fueron verdaderamente renuentes al cisma, y que lo que buscaban era una Iglesia Católica auténticamente reformada. La mayoría de los evangélicos, mientras por un lado afirman que es correcto creer en y buscar la pureza doctrinal y ética de la Iglesia, también creen que tal perfecta pureza no es posible obtenerla en este mundo. En consecuencia, la actitud verdaderamente evangélica es la búsqueda de un equilibrio entre una fuerte disciplina ética y doctrinal y la tolerancia y flexibilidad, aunque reconocen que tal equilibrio no siempre es fácil de lograr.
7. En relación con el mundo: los fundamentalistas tienden a asimilar en una forma acrítica los valores y normas o estándares de la sociedad (como es el caso de la llamada "teología de la prosperidad). Aunque se reconoce que los evangélicos, como otros grupos religiosos, no siempre pueden escaparse de las influencias de los valores del mundo, especialmente en el estilo de vida de una sociedad de consumo, al menos en la teoría buscan la no conformación con los valores de este mundo y se muestran ansiosos para responder al llamado del Señor para penetrar como sal y luz y así contrarrestar e iluminar su decadencia.
8. En relación con la raza: los fundamentalistas han mostrado la tendencia, al menos en los EE.UU. y en países como Sud Africa, simpatizar con el mito de la supremacía de la raza blanca, y a menudo defienden la segregación, incluso en la Iglesia. El racismo, sin duda, puede ser encontrado también entre evangélicos, pero la inmensa mayoría de los evangélicos claman, proclaman y practican la igualdad racial, originada en la creación, y la supremacía de Cristo como la fuerza que rompe la pared racial, social y sexual en el propósito divino de crear una sola y unida humanidad.
9. En relación con la misión cristiana: los fundamentalistas tienen la tendencia a insistir en que "evangelismo" y "misión" son términos sinónimos, que por lo tanto la única vocación de la Iglesia es la evangelización. Los evangélicos, sin embargo, mientras continúan afirmando la prioridad de la evangelización no por ello abandonan el sentido de compromiso por la responsabilidad social de la proclamación del Evangelio, y por lo tanto, la verdadera actitud evangélica es rechazar el divorcio entre la predicación y la acción, entre la proclamación y la demostración del poder del Evangelio.
10. En relación con la escatología: los fundamentalistas dogmatizan sobre el futuro, aunque, de seguro, ellos no tienen el monopolio sobre el dogmatismo. Pero la tendencia fundamentalista es ir hacia considerables detalles acerca del cumplimiento de las profecías, dividiendo la historia de la salvación en rígidos períodos o dispensaciones , y mostrando cierta identificación con los ideales políticos del Sionismo. La posición genuinamente evangélica es la de afirmar con vigilante expectación el retorno personal, visible, glorioso y triunfante del Señor Jesucristo pero desechando toda especulación sobre detalles en los cuales existen diversos puntos de vista sobre el orden de los acontecimientos del futuro.
II. Lo que es esencialmente evangélico:
Hasta ahora hemos considerado lo que no es la fe evangélica, con el fin de eliminar la confusión que se ha ido estableciendo en la conciencia pública y en los medios. Debemos considerar ahora, desde una perspectiva más positiva, lo que consideramos es realmente la fe evangélica. Es importante reconocer que el movimiento evangélico ha crecido ampliamente en todo el mundo, pero de una manera demasiado diversificada e inorgánica. Esto explica los muchos intentos hechos para tratar de ordenar un espectro religioso tan amplio y tan diverso. Hace algunos años, en forma burlona, el editor del "Church of England Newspaper" sugirió que había 57 variedades de evangélicos, correspondientes a las 57 variedades de una reconocida marca de productos alimenticios. Otros han pretendido reconocer hasta 60 clases distintas. Alguien trató de clasificar a los diversos grupos en "12 tribus", en una obvia referencia a las tribus de Israel. Algunos otros observadores reducen este número a la mitad.
En 1975, después del Congreso sobre Evangelización Mundial de Lausana, el profesor alemán Peter Beyerhaus, distinguió seis diferentes agrupaciones evangélicas:
1. El "Nuevo Evangelicalismo": que se distanció de la actitud anticientífica y del conservadurismo político y social del fundamentalismo. Un representante muy distinguido es el Rvdo. Bily Graham, el evangelista norteamericano más famoso de la segunda mitad del presente siglo. Son más abiertos a las cuestiones sociales y a la colaboración con el ecumenismo evangélico.
2. Los "Fundamentalistas Estrictos": que permanecen en una actitud separatista absolutamente incomprensible. Políticamente ultracon-servadores.
3. Los "Evangélicos Confesionales": dan muchísima importancia a la confesión de fe evangélica básica (Sola Escritura, Sola Gracia, Sólo Cristo y la Justificación por la Fe)) y rechazan todo lo que consideran error en las doctrinas contemporáneas.
4. Los Pentecostales y Carismáticos : hay una gran diversidad de expresiones y están en permanente formación de nuevos grupos.
5. Los "Evangélicos Radicales": que aceptan y reconocen un compromiso social y político como condición indispensable para dar un fuerte testimonio evangélico en las acciones sociales.
6. Los "Evangélicos Ecuménicos": que han desarrollado una participación crítica en el movimiento ecuménico.
Treinta años después de Lausana, en el libro "Ecumenical Faith in Evangélical Perspective", Gabriel Kacker publicó una lista similar en seis categorías:
1. "Fundamentalistas": polémicos y separatistas.
2. "Viejos Evangélicos": énfasis en la conversión personal y evangelización de masas.
3. "Nuevo Evangelicalismo": reconocen la responsabilidad social sin dejar de proclamar el evangelio en forma apologética, al estilo de Bily Graham.
4. "Evangélicos por la paz y la justicia": activistas socio-políticos.
5. Carismáticos Evangélicos: enfatizan la obra del Espíritu Santo, especialmente los dones de lengua y sanidad, y recientemente en la adoración.
6. "Evangélicos Ecuménicos": intensamente preocupados por la unidad y la cooperación entre las diversas confesiones cristianas.
Esta agrupación es bastante exacta, pero con la observación de que, con frecuencia, los grupos se traslapan unos a otros, como es el caso de los movimientos carismáticos en las Denominaciones no pentecostales clásicas.
Sin embargo, en medio de tal diversidad, existen elementos fundamentales que todos los evangélicos tienen en común. Primero hay que señalar que ha existido una continuidad histórica tanto en la fe como en la práctica que puede ser trazada en todos los siglos de la historia del cristianismo, a veces en sombras y debilidades, a veces en ardientes y brillantes avivamientos. ¿En qué consiste esta continuidad que es posible discernir en medio de tan gran diversidad?
Esta especie de "anatomía evangélica" tiene las siguientes características: cuatro proclamas generales y seis doctrinas fundamentales. Las cuatro proclamas generales son:
1. Ser evangélico significa vivir un "Cristianismo Práctico": Es decir, un estilo total de vida en la práctica del discipulado o seguimiento de Cristo Jesús, como modelo.
2. Ser evangélico significa seguir un "Cristianismo llano y simple": nada puede ni debe añadirse al cristianismo tal como está contenido en el Nuevo Testamento.
3. Ser evangélico significa seguir "Un solo y único Evangelio": la búsqueda de la unidad debe estar fundada en el común y supremo mandamiento de proclamar la verdad del Evangelio a toda criatura en todo el mundo.
4. Ser evangélico significa un "Cristianismo racional": es decir, mantener un prudente control sobre las emociones y creencias religiosas populares, para evitar los peligros del sincretismo religioso y cultural.
Siguiendo a estas cuatro proclamaciones, están seis doctrinas fundamentales, dentro de la más genuina tradición de la Reforma Protestante:
1. La Supremacía de las Sagradas Escrituras por encima de toda tradición eclesiástica ( porque la Biblia es la única inspirada por Dios).
2. La Suprema Majestad de Jesucristo: Verdadero Dios y Verdadero Hombre, que murió en sacrificio por el pecado.
3. La Soberanía del Espíritu Santo sobre la Iglesia: la cual se ejerce a través de la variedad de vitales dones, ministerios y operaciones.
4. La absoluta necesidad de la conversión como condición indispensable para el discipulado cristiano: es un encuentro directo y personal con Dios, el cual es efectuado por la iniciativa de Dios mismo.
5. La prioridad del evangelismo: la proclamación del Evangelio como una expresión de la adoración a Dios.
6. La importancia total del discipulado cristiano: la Iglesia es la comunidad viva de creyentes que siguen a Jesucristo como sus discípulos.
Tal vez, esta "anatomía" pueda comprimirse aún más mediante cuatro palabras sintetizadoras; estas cuatro prioridades constituyen una definición de consenso del significado básico y común de "lo evangélico".
1. Conversionismo : la convicción de que toda persona necesita arrepentimiento y cambio de vida.
2. Biblicismo: un especial respeto por la autoridad de la Biblia.
3. Crucicentrismo: la centralidad absoluta del sacrificio expiatorio de Jesucristo en la Cruz.
4. Activismo: el creer en el Evangelio tiene que expresarse en un esfuerzo por comunicar la salvación a otros (evangelismo y misiones).
Es necesario hacer notar que, a pesar de los cambios continuamente experimentados por los evangélicos en toda la gran variedad de denominaciones, Iglesias, grupos y movimientos, estas fundamentales características expuestas anteriormente han permanecido perfectamente marcadas a través de los siglos. Con todo, también es de observar que todo intento de simplificación corre el riesgo de caer en desenfoques y en el cuadro síntesis expuesto quizás resulte difícil compendiar tan diversas categorías: ¿cómo distinguir entre la actividad divina y la actividad humana? ¿Cómo distinguir entre lo primario y lo secundario? ¿entre lo que es central y lo que es periférico? ¿entre el centro y la circunferencia?
Por estas mismas razones, en un intento de clarificación aún mayor, se debe observar que lo esencialmente evangélico se caracteriza por las siguientes orientaciones teológicas:
1. Una comprensión Trinitaria del Evangelio (teología):
(a) La suprema autoridad de Dios Padre a través de• Su Palabra
(b) La Majestad de Jesucristo por su Cruz y su Resurrección.•
(c) La Soberanía del Espíritu Santo sobre la Iglesia.•
2. Una comprensión Trinitaria de la actuación de Dios en el mundo (la vida):
(a)• Llamamiento permanente a la Conversión.
(b) Obediencia a la Gran Comisión• de Proclamar el evangelio a toda criatura.
(c) Seguimiento de Jesús en la• Iglesia, a través de una vida de completa entrega al discipulado de Jesucristo: la Iglesia como la comunión viva de los santos.
Por último, lo esencialmente evangélico se reduce a una sola cosa:
La Suprema y Soberana Actividad de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en: la revelación de su plan de salvación (La Escritura), la realización de este plan de salvación (la obra redentora de Jesucristo en la Cruz) y el transformador ministerio del Espíritu Santo en la creación de una humanidad nueva: la Iglesia de Jesucristo.
Todas las diversidades aparentes en el rico, variado y complejo mundo del cristianismo evangélico se resume perfectamente bajo esta confesión de fe absolutamente Trinitaria: "para la Gloria de Dios Padre, en Jesucristo y mediante la oración intercesora del Espíritu Santo".