Fundamentalismos
En el seno del protestantismo una de las manifestaciones de esta actitud fundamentalista es que la proclamación del Evangelio se reduce a una adoración-sacralización del texto bíblico. También reduce el concepto Evangelio a una salvación espiritual y no a una dinámica; y la noción teológica paulina se entiende desde esa perspectiva que la inspiración del texto bíblico es directa y plena lo que conduce a una peligrosa literalidad poco respetuosa del mensaje, de la propia comprensión que los autores de los libros de la Biblia nos muestran de lo que estaban haciendo., aparecen numerosas contradicciones.
Las inquietudes que mueven esta deformación son acertadas y responden en muchas ocasiones a una angustia, a una incertidumbre propia de tiempos de crisis, aunque la respuesta a la que se llega es errónea.
Es una fidelidad de la letra y no del Espíritu que cae en una especie de terrorismo espiritual , que transforma a Dios en un tirano.
Esta malformación responde a otra forma de sacralización, no del texto, sino de quien lo lee.
En el seno del protestantismo esto ha dado lugar a cultos en exceso espiritualistas, donde el testimonio de las personas que han tenido una experiencia de cambio en su vida, tiene más lugar en la celebración – incluso un lugar más importante- que la celebración de la Palabra, e incluso que su lectura.
Se termina utilizando el texto bíblico como plataforma para “contarse” y se cae en un narcisismo espiritual que no se corresponde con una visión de la complejidad del ser humano.
Esta actitud que sublima la religiosidad tiene su paralelo en una religiosidad popular desvirtuada, excesivamente volcada en los cultos a las devociones marianas o lugares determinados como Lourdes, Fátima o el Roció.
Además de esta situación en las relaciones eclesiales, en los propios documentos se viene acostumbrando a citar los textos bíblicos que saca de contexto los mismos.
Los desafíos o retos que el Evangelio plantea a las formas de iglesia y sus tradiciones se ven relativzados, comprometiendo, así, lo que se quiere facilitar, es decir el camino de la unidad hipotecado el texto bíblico.
En el seno del protestantismo una de las manifestaciones de esta actitud fundamentalista es que la proclamación del Evangelio se reduce a una adoración-sacralización del texto bíblico. También reduce el concepto Evangelio a una salvación espiritual y no a una dinámica; y la noción teológica paulina se entiende desde esa perspectiva que la inspiración del texto bíblico es directa y plena lo que conduce a una peligrosa literalidad poco respetuosa del mensaje, de la propia comprensión que los autores de los libros de la Biblia nos muestran de lo que estaban haciendo., aparecen numerosas contradicciones.
Las inquietudes que mueven esta deformación son acertadas y responden en muchas ocasiones a una angustia, a una incertidumbre propia de tiempos de crisis, aunque la respuesta a la que se llega es errónea.
Es una fidelidad de la letra y no del Espíritu que cae en una especie de terrorismo espiritual , que transforma a Dios en un tirano.
Esta malformación responde a otra forma de sacralización, no del texto, sino de quien lo lee.
En el seno del protestantismo esto ha dado lugar a cultos en exceso espiritualistas, donde el testimonio de las personas que han tenido una experiencia de cambio en su vida, tiene más lugar en la celebración – incluso un lugar más importante- que la celebración de la Palabra, e incluso que su lectura.
Se termina utilizando el texto bíblico como plataforma para “contarse” y se cae en un narcisismo espiritual que no se corresponde con una visión de la complejidad del ser humano.
Esta actitud que sublima la religiosidad tiene su paralelo en una religiosidad popular desvirtuada, excesivamente volcada en los cultos a las devociones marianas o lugares determinados como Lourdes, Fátima o el Roció.
Además de esta situación en las relaciones eclesiales, en los propios documentos se viene acostumbrando a citar los textos bíblicos que saca de contexto los mismos.
Los desafíos o retos que el Evangelio plantea a las formas de iglesia y sus tradiciones se ven relativzados, comprometiendo, así, lo que se quiere facilitar, es decir el camino de la unidad hipotecado el texto bíblico.