La envidia es lo opuesto a la alegría. Si la alegría se relaciona con la gratitud por lo que Dios nos da, la envidia es la falta de gratitud.
Es el anhelo destructivo de ser otra persona, de tener la vida de otra persona, o algún aspecto de ella, por rechazar lo que somos en realidad.
La confianza en Dios es la certeza profunda, de que Dios quiere lo mejor para nosotros. Esta intención divina (Emunah) en hebreo, está presente en todo lo que hacemos. "Siempre recibimos exactamente lo que merecemos y necesitamos".
La envidia es una forma de decirle a Dios: "Tu no sabes lo que es mejor para mí, o talvez ni siquiera te importa, si te importara, me darías lo que tiene mi hermano o esa tal persona y yo no estaría atascado con esto que tengo o me has dado"
Imagínese que nuestra vida es como ir con Dios en un auto, y Dios es el que maneja, pero cuando sentimos envidia de las posesiones, la fama, o el poder de otra persona, es como si le dijéramos a Dios, que no nos gusta su manera de conducir o por donde lo hace, a nadie le gusta tener un coopiloto en su auto que le diga esto. Si expresamos este sentimiento constantemente, Dios puede decir: "Si conduces mejor que yo, hazlo tú", y nos pasa el volante. ¡Ahora si mejor nos ponemos el cinturón!
Si no valoramos lo que tenemos, podemos perderlo. Si perseguimos lo que no es nuestro, arriezgamos lo que se nos ha dado. En otras palabras, si codiciamos la casa de nuestro vecino, la pequeña casa que nos ha servido tan bién terminará en ruinas.
Hay algo más en riesgo: La salud, la familia, e incluso la vida son prestadas. Si no confiamos en el plan de Dios con sus innumerables detalles, el plan se pone en peligro. Si nos concentramos en lo que no tenemos, arriesgamos lo bueno que hay en nuestrsa vidas en este momento, así como lo que Dios tiene para nosotros en el futuro.
Debemos diferenciar la envidia y el deseo de cambiar para bién y crecer espiritualmente. Todos tenemos personas que nos inspiran, y que atraen nuestra atención de muchas formas, incluso por lo que han logrado, espiritual o material, pero debemos tener cuidado cuando este sentimiento, intenta decirnos que nosotros no obtenemos lo mismo, porque Dios nos mira con menos cuidado que a la tal persona.
He ahí la peor tentación, he ahí la caida!.
Greivin.
Es el anhelo destructivo de ser otra persona, de tener la vida de otra persona, o algún aspecto de ella, por rechazar lo que somos en realidad.
La confianza en Dios es la certeza profunda, de que Dios quiere lo mejor para nosotros. Esta intención divina (Emunah) en hebreo, está presente en todo lo que hacemos. "Siempre recibimos exactamente lo que merecemos y necesitamos".
La envidia es una forma de decirle a Dios: "Tu no sabes lo que es mejor para mí, o talvez ni siquiera te importa, si te importara, me darías lo que tiene mi hermano o esa tal persona y yo no estaría atascado con esto que tengo o me has dado"
Imagínese que nuestra vida es como ir con Dios en un auto, y Dios es el que maneja, pero cuando sentimos envidia de las posesiones, la fama, o el poder de otra persona, es como si le dijéramos a Dios, que no nos gusta su manera de conducir o por donde lo hace, a nadie le gusta tener un coopiloto en su auto que le diga esto. Si expresamos este sentimiento constantemente, Dios puede decir: "Si conduces mejor que yo, hazlo tú", y nos pasa el volante. ¡Ahora si mejor nos ponemos el cinturón!
Si no valoramos lo que tenemos, podemos perderlo. Si perseguimos lo que no es nuestro, arriezgamos lo que se nos ha dado. En otras palabras, si codiciamos la casa de nuestro vecino, la pequeña casa que nos ha servido tan bién terminará en ruinas.
Hay algo más en riesgo: La salud, la familia, e incluso la vida son prestadas. Si no confiamos en el plan de Dios con sus innumerables detalles, el plan se pone en peligro. Si nos concentramos en lo que no tenemos, arriesgamos lo bueno que hay en nuestrsa vidas en este momento, así como lo que Dios tiene para nosotros en el futuro.
Debemos diferenciar la envidia y el deseo de cambiar para bién y crecer espiritualmente. Todos tenemos personas que nos inspiran, y que atraen nuestra atención de muchas formas, incluso por lo que han logrado, espiritual o material, pero debemos tener cuidado cuando este sentimiento, intenta decirnos que nosotros no obtenemos lo mismo, porque Dios nos mira con menos cuidado que a la tal persona.
He ahí la peor tentación, he ahí la caida!.
Greivin.