Re: ¿Puede haber algún Vacio que Jesucristo no pueda llenar?
No, no hay ningún vacío que Cristo no pueda llenar. Ahora bien, a veces no sabemos bien qué es lo que necesitamos y llegamos a pensar que Dios no nos presta mucha atención al no concedernos nuestras peticiones. Lo cierto es que Dios siempre nos da aquello que necesitamos para nuestra santificación. Y la santificación es un proceso que en no pocas veces es doloroso.
Cristo nos dijo que todos debíamos llevar nuestra propia cruz. Por eso pasamos por pruebas, por momentos de seria dificultad en la que parece que todo lo que hay alrededor nuestro se hunde. La diferencia entre el cristiano y el que no lo es, es que el primero sabe que aunque el mundo entero se derrumbe a su alrededor, él tiene una mano a la cual agarraese. El incrédulo se hunde con el mundo. El cristiano se mantiene en pie con Cristo.
Recuerda que la vida cristiana es un proceso. No todo se nos da en una primera instancia. Lo importante es que, cada cierto tiempo, podamos hacer un repaso de lo que hemos dejado atrás y nos encontremos con que estamos más cerca de la meta. Esto fue lo que dijo San Pablo:
Fil 3,7-14
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.