Los protestantes parecen haber renunciado hace mucho a su fe en María. Ella ya no tiene su patria allí, pese a que el propio Lutero jamás abandonó el culto mariano. Para la Iglesia católica el mito de María no es un embuste ni algo secundario. Forma parte casi de la esencia de la fe. Sus misterios incluso están garantizados como dogma con el sello de la verdad absoluta.
Una precisión más sobre la palabra mito; si mito significa una historia que trasciendo lo fáctico puede emplearse dicha palabra. Lo fundamental es, en cualquier caso, que aquí no nos hallamos ante una invención sino ante una historia real.
Una observación sobre los prostestantes: es cierto que entre ellos se ha impuesto una tendencia puritanizante. Primero se temió que María le arrebatase algo a Cristo. En el curso de la evolución, el solus Christus, "Cristo sólo" llegó a tal radicalismo que se creyó que existía una relación de competencia entre ambos, en lugar de advertir que en el rostro de la madre aparece el rostro mismo de Cristo y pone de manifiesto su verdadero mensaje.
Hoy, entre los protestantes, se dan de nuevo tímidos intentos de recuperar la figura de María. Se han percatado de que la eliminación total del elemento femenino del mensaje cristiano constituye también una reducción antropológica. Desde el punto de vista teológico y antropológico, es importante que la mujer ocupe el centro del cristianismo. A través de María y de las santas, lo femenino forma parte del núcleo de la religión cristiana. Eso no entraña competencia alguna con Cristo. Imaginar a Cristo y a María en una relación de competencia es soslayar la diferencia esencial entre ambos personajes. Cristo da a Juan, y a todos nosotros, una madre. Esto no es competencia, sino una forma más profunda de acercamiento. La madre y la virgen forma parte esencial de la visión cristiana de la naturaleza humana.
J. Ratzinger "Dios y el mundo, una conversación con Peter Seewald" Galaxia, 2005 283-284
Una precisión más sobre la palabra mito; si mito significa una historia que trasciendo lo fáctico puede emplearse dicha palabra. Lo fundamental es, en cualquier caso, que aquí no nos hallamos ante una invención sino ante una historia real.
Una observación sobre los prostestantes: es cierto que entre ellos se ha impuesto una tendencia puritanizante. Primero se temió que María le arrebatase algo a Cristo. En el curso de la evolución, el solus Christus, "Cristo sólo" llegó a tal radicalismo que se creyó que existía una relación de competencia entre ambos, en lugar de advertir que en el rostro de la madre aparece el rostro mismo de Cristo y pone de manifiesto su verdadero mensaje.
Hoy, entre los protestantes, se dan de nuevo tímidos intentos de recuperar la figura de María. Se han percatado de que la eliminación total del elemento femenino del mensaje cristiano constituye también una reducción antropológica. Desde el punto de vista teológico y antropológico, es importante que la mujer ocupe el centro del cristianismo. A través de María y de las santas, lo femenino forma parte del núcleo de la religión cristiana. Eso no entraña competencia alguna con Cristo. Imaginar a Cristo y a María en una relación de competencia es soslayar la diferencia esencial entre ambos personajes. Cristo da a Juan, y a todos nosotros, una madre. Esto no es competencia, sino una forma más profunda de acercamiento. La madre y la virgen forma parte esencial de la visión cristiana de la naturaleza humana.
J. Ratzinger "Dios y el mundo, una conversación con Peter Seewald" Galaxia, 2005 283-284