Fallece Julián Marías

19 Julio 2005
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Fallece en Madrid a los 91 años el filósofo Julián Marías tras una larga enfermedad<o:p></o:p>
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El filosofo y escritor Julián Marías murió este jueves en Madrid en su domicilio familiar, a los 91 años, tras una larga enfermedad, informaron fuentes familiares. Los restos mortales de Marías serán trasladados al tanatorio de la Paz, en la carretera de Colmenar, y serán enterrados este viernes, en el cementerio madrileño de la Almudena. Nacido en 1914 en Valladolid, fue discípulo y continuador de la obra de José Ortega y Gasset. En 1964 fue elegido miembro de número de la Real Academia Española de la Lengua.
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Julián Marías nació el 17 de junio de 1914 en Valladolid. Formó parte de la llamada "escuela de Madrid", fue discípulo de Xabier Zubiri, Manuel García Morente y de José Ortega y Gasset y fue senador por designación real de 1977 a 1979. Su obra filosófica está presidida por el concepto de "razón vital".

Marías es autor de más de 50 libros, entre ellos "Historia de la Filosofía", "La escolástica en su mundo y en el nuestro", "El curso del tiempo" o "Nuevos ensayos de filosofía". En 1989 publicó el primer volumen de sus memorias, "Una vida presente", que abarca el periodo 1914-51. Era conocida también su labor como articulista y crítico de temas culturales en el periódico ABC y la revista Blanco y Negro.

En los útlimos años, Julián Marías había manifestado su decepción porque "la filosofía se haya abandonado". "Hasta en Alemania, que era un país con una interesante trayectoria filosófica, se ha perdido la vocación por la filosofía. Y eso que la sociedad contemporánea la necesita más que nunca", decía. Por eso, asumía, con cierto sentido del humor, que "los filósofos somos cuatro gatos sin ninguna importancia social".

En 1964 fue elegido miembro de número de la Real Academia Española de la Lengua. En 1971 fue elegido correspondiente de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico. Julián Marías era miembro de la "Hispanic Society for the History of Idees", y de la "Councilof Scholars" de la Biblioteca del Congreso de Washington.
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Libertad Digital, 15 de diciembre de 2005
 
Re: Fallece Julián Marías

<TABLE width=600 align=center border=0><TBODY><TR><TD>Julián Marías Aguilera 1914-2005
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Filósofo católico español discípulo de José Ortega y Gasset. Nacido en Valladolid el 17 de junio de 1914, falleció en Madrid el 15 de diciembre de 2005. Trasladada su familia a Madrid en 1919, estudió en el Colegio Hispano y luego en el Instituto Cardenal Cisneros, donde en 1931 concluyó el Bachillerato. En la Universidad de Madrid cursó filosofía en los años de la República (1931-1936), donde escuchó lecciones de Ortega, Zubiri, Gaos, Besteiro, García Morente, &c. Participó en el famoso «viaje de estudios» de 1933, y en 1934 publicó junto con Carlos Alonso del Real y Manuel Granell el libro Juventud en el mundo antiguo, dedicado a narrar aquel novedoso crucero universitario por el Mediterráneo. Se licenció en junio de 1936, poco antes de iniciarse la guerra civil. Militarizado al servicio de la República, escribió habitualmente en las ediciones de ABC y Blanco y Negro publicadas en el Madrid de la guerra. Terminada la contienda tuvo que purgar unos meses en las prisiones del franquismo. En 1941 aparece la primera edición de su Historia de la Filosofía, que logró gran difusión. En 1942 fue víctima de un famoso escándalo cuando su tesis doctoral, dirigida por Zubiri, fue suspendida por el tribunal correspondiente, con el voto en contra de Manuel García Morente. Según se corría en ambientes clericales católicos, la justificación para haber suspendido la tesis la habrían encontrado en la siguiente leyenda, que veinte años después, en 1961, todavía propalaba un canónigo de la catedral de Oviedo, famoso por su voluntad de coronar como rey al mismísimo general Francisco Franco:
</TD></TR></TBODY></TABLE><TABLE cellPadding=10 width=600 align=center background=../../000/fondoa.gif border=0><TBODY><TR><TD>«...salió de los tórculos –¡claro está!– de la Editorial "Revista de Occidente". Algunos habrá que den a ésta por fenecida. ¿No murieron –se dirán– El Sol, Crisol... y demás "compañeros de viaje", que fraguaron la horrenda y sin igual catástrofe de nuestra Patria? ¿Y cómo –añadirán– no se ha cegado ya esa fuente venenosa y "fatídica" (¡basta su solo nombre!) que sigue aún manando ponzoña?... Lo ahora dicho extiéndase al orteguiano "Instituto de Humanidades", que, según parece, subsiste aún, dirigido por Julián Marías. Precisamente en el ABC (del 25 de agosto de 1959) a Marías se le llama "profesor de Humanidades". Pero no crea el caro lector que se trata de "Humanidades clásicas", pues en éstas don Julián debe de andar aún muy flojo, máxime en las latinas. Digo esto, porque en cierta ocasión –no muy lejana– el señor Marías hubo de hablar sobre la Suma Teológica de Santo Tomás; y como su pericia en la sabia lengua del Lacio no llegaría siquiera a lo elemental, no utilizó o no pudo utilizar el texto latino de la Summa, sino que se acogió a una traducción francesa de la misma. Saben los medianamente doctos que el Doctor Angélico en el Prólogo de esa gran obra maestra dice que la escribe "ad eruditionem incipientium": "para enseñanza de los principiantes" de los que comienzan el estudio de la Teología. El texto galo, pues, vierte: "pour... les commensants"; pero don Julián, confundiendo esta última palabra con "commersants", tradujo y dijo: que Santo Tomás había escrito la Suma "para enseñanza o uso de los comerciantes" (!!). Ello vino causando la regocijada hilaridad de no pocos. Según dicho diario madrileño (fecha "ut supra") el señor Marías salió hacia la India para dar unas conferencias. Estuve por mandar un telegrama "en sánscrito" a los sutiles indios, concebido en estos términos: "Orteguianas doctrinas [de] don Julián [están] menos perfiladas que las [de] Buda. ¡Ortega niega [hasta el] Nirvana búdico! Salúdales Loredo, antiorteguiano ovetense". Postdata: "el señor Marías les hablará en latín..., el de la Suma". En fin... ¡Oh! qué de ficción y bambolla existe en este pícaro mundo... de las "conferencias".» (Cesáreo Rodríguez y García-Loredo –Canónigo de la S. I. C. B. M. y Profesor de la Universidad de Oviedo–, El «esfuerzo medular» del krausismo frente a la obra gigante de Menéndez Pelayo, Imprenta La Cruz, Oviedo 1961, págs. 332-333, nota 148.)
</TD></TR></TBODY></TABLE><TABLE width=600 align=center border=0><TBODY><TR><TD>Casado en 1941 con la profesora y escritora Dolores Franco Manero [-1977, La preocupación de España en su literatura. Antología, prólogo de Azorín, Adán, Madrid 1944, 420 págs., España como preocupación. Antología, Guadarrama, Madrid 1960, 570 págs.], tuvieron cinco hijos varones (Julián 1945-1949, Miguel 1947 –economista y cinéfilo–, Fernando 1949 –catedrático de Historia del Arte–, Javier 1951 –escritor y novelista–, Álvaro 1953 –músico–).
En 1948, vuelto Ortega a España, fundan el Instituto de Humanidades, en Madrid, del que Julián Marías es secretario, y motor tras el fallecimiento de Ortega en 1955. En 1949 participa en París en la Semana de los Intelectuales Católicos. En 1951 interviene en las Conversaciones de Gredos. Ese mismo año, siendo Francisco Javier Sánchez Cantón decano de la Facultad de Filosofía y Letras, pudo presentar de nuevo su tesis doctoral («La Metafísica del conocimiento en Gratry» –141 págs., T-2151–, que, entre tanto, ya había publicado), convirtiéndose en doctor por la Universidad de Madrid. Marginado de la Universidad española realizó numerosas estancias docentes en universidades norteamericanas y europeas. Fecundo escritor y conferenciante, miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 1964, tras la restauración borbónica fue senador por designación real entre 1977 y 1979.
En 1982, cuando el papa Juan Pablo II creó el Consejo Internacional Pontificio para la Cultura, fue Julián Marías el único español entonces integrante del mismo. Julián Marías viene colaborando activamente con las más altas instituciones católicas, así por ejemplo, en el encuentro «La ciencia en el contexto de la cultura humana» organizado por el Consejo Pontificio de Cultura junto con la Academia Pontificia de Ciencias (del 30 septiembre a 4 de octubre de 1991), en el simposio presinodal que se celebró en el Vaticano del 11 al 14 de enero de 1999, &c.
En 1996 se le concedió, compartido con el periodista italiano Indro Montanelli, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Un jurado integrado por Carlos Luis Álvarez, Adela Cortina, José Manuel Diego Carcedo, Ricardo Díez Hochleitner, Rodrigo Fernández Carvajal, Emilio Lamo de Espinosa, José María Martín Patino, Hans Meinke, Nicolás Sánchez Albornoz, Ricardo Senabre, Jesús de la Serna, Alfonso Sobrado Palomares, presidido por Domingo García-Sabell y actuando de secretario el párroco católico Javier Gómez Cuesta: «en don Julián Marías Aguilera, el Jurado ha estimado su nítida y dilatada trayectoria intelectual, prolongada a lo largo de más de medio siglo y con una amplia proyección cultural y académica en numerosos países. Su obra literaria y sus aportaciones al pensamiento actual le han convertido en una de las figuras más destacadas de la intelectualidad iberoamericana de este siglo. A la claridad y rigor de sus libros y ensayos hay que añadir también una amplia labor periodística de análisis y divulgación, llevada a cabo día tras día en múltiples medios de comunicación nacionales y extranjeros.»
</TD></TR></TBODY></TABLE><TABLE cellPadding=10 width=600 align=center background=../../000/fondoa.gif border=0><TBODY><TR><TD>«El Padre. No está bien que sea yo quien escriba este artículo. Es poco elegante que el padre hable del hijo o el hijo del padre. Pero el padre cumple ochenta años el 17 de junio y el hijo ha tenido que oír en su vida demasiadas sandeces en boca de imbéciles o de malvados. En este país casi nadie recuerda nada; de los que recuerdan; muchos falsean; y los que no tienen edad simplemente no saben. Además, en la literatura y el cine hay tradición de hijos justicieros, o vengativos o rencorosos. No me importa hacer por una vez ese papel. Este es un artículo, así pues, rencoroso, como podrían serlo los que escribieran los vástagos de otros republicanos, fuera cual fuese la profesión de sus padres.
Este padre tenía seguramente dos vocaciones, por recuperar la palabra antigua pero vigente en su juventud: la de escritor y la de profesor. La segunda no pudo cumplirla, la primera sí, y mucho, pero a duras penas durante bastantes años. El padre estuvo en el bando republicano durante la Guerra Civil; escribía en el Abc de Madrid y en Hora de España: colaboró con Besteiro –tan ensalzado hoy por los socialistas y por casi todo el mundo–, hasta su rendición y aun después. Al terminar la contienda, fue denunciado por su mejor amigo y por un profesor de arqueología que luego reinó en su cátedra durante largos decenios (el supuesto amigo también obtuvo la suya más adelante, en Santiago, y aún se las dio de izquierdista). Pasó un tiempo en la cárcel y pudo ser fusilado. Fue juzgado cuando lo que había que demostrar era la inocencia; tuvo suerte, y algún bendito testigo al que cuando el juez le espetó: "Oiga, le recuerdo que usted ha sido llamado como testigo de cargo", tuvo el valor de contestar: "Ah, yo creía que se me había llamado para decir la verdad". Pudo salir, pero se encontró con la hostilidad y el veto del régimen victorioso. Por razones políticas le fue suspendida la tesis en 1942, no pudo ser doctor hasta 1951, año en el que por fin se le permitió publicar artículos en la prensa diaria. Cuando la cátedra de su maestro Ortega hubo de cubrirse en 1953, un influyente miembro del Opus escribió que si el padre llegaba a ocuparla la consecuencia sería clara y funesta: nada menos que "la República". El padre no opositó. Se sabe que cuando fue propuesto para la Real Academia, Franco se lamentó con estas palabras: "Es un enemigo del régimen, pero no puedo hacer nada. Sobre la Academia no tenemos control directo". Cuando amainó la ira y se pudo pensar que el padre se incorporara por fin a la Universidad, él no estaba dispuesto a solicitar el certificado de adhesión al régimen que por fuerza obtuvieron cuantos sí se incorporaron a ella; todos, también los legendarios héroes que fueron expulsados más tarde.
¿Qué ocurría con los compañeros de generación mientras tanto, durante la guerra y la victoria? Algunos han muerto ya y otros están vivos y son muy celebrados: unos con justicia, otros sin tanta. Todos fueron cambiando, unos pronto, otros tardíamente. Algunos reconocieron sus debilidades o equivocaciones del pasado; otros las ocultaron; algunos hasta las negaron y tergiversaron, biografía-ficción debería llamarse el género. No importa mucho hoy día. Pero en los años treinta y cuarenta y cincuenta sí importó bastante. Y así, mientras al padre le pasaba cuanto vengo contando, el otro filósofo tildaba en un libro de "jolgorio plebeyo" a la República y ocupaba el saneado puesto de delegado de Tabacalera en una provincia; el novelista eximio se ofrecía como delator y luego recibía alguna condecoración franquista; el poeta, el humanista, el filólogo, el otro novelista: todos de Falange, colaboradores del diario Arriba, o rectores de Universidad, o intérpretes entre Franco y Hitler; fue ministro quien luego pudo defender al pueblo, tuvo cargos institucionales el historiador que lanzó soflamas en plena guerra contra "los tibios". Nadie les ha pasado cuentas, y está bastante bien que así sea. La etapa democrática los ha jaleado y los considera maestros. Lo serán sin duda, de sus disciplinas.
Mientras tanto el padre republicano y vetado ha sido más bien ignorado por esta etapa democrática, por los herederos de Julián Besteiro. No ha tenido reconocimientos oficiales, igual que en tiempos de Franco. Ni siquiera un mísero Premio Nacional de Ensayo, que se ha otorgado hasta a autores noveles con obras más bien escolares. Nada de esto es grave, no creo que al padre le importe mucho. Pero el hijo ha tenido que escuchar muchas sandeces en boca de imbéciles y de malvados. En otro periódico ha escrito una semblanza pacífica. El hijo se disculpa por hacer hoy público en este su resentimiento.» Javier Marías, El País, 16 de junio de 1994.
</TD></TR></TBODY></TABLE><TABLE width=600 align=center border=0><TBODY><TR><TD>
Bibliografía cronológica seleccionada de Julián Marías:
  • Juventud en el mundo antiguo. Crucero universitario por el Mediterráneo, Espasa Calpe, Madrid 1934, 309 págs. (junto con Manuel Granell y Carlos Alonso del Real.)
  • Miguel de Unamuno, Espasa Calpe, Madrid 1943, 220 págs.
  • Historia de la filosofía, con un prólogo de Xavier Zubiri, Revista de Occidente, Madrid 1941, 413 págs. (28ª ed. en 1976.) Traducida al inglés en 1967.
  • La filosofía del Padre Gratry. La restauración de la Metafísica en el problema de Dios y de la persona, Escorial, Madrid 1941, 278 págs.
  • El tema del hombre, Revista de Occidente, Madrid 1943, 378 págs.
  • San Anselmo y el insensato y otros estudios de filosofía, Revista de Occidente, Madrid 1944, 272 págs.
  • Introducción a la filosofía, Revista de Occidente, Madrid 1947.
  • La filosofía española actual. Unamuno, Ortega, Morente, Zubiri, Espasa Calpe, Madrid 1948, 147 págs.
  • El método histórico de las generaciones, Revista de Occidente, Madrid 1949, 192 págs.
  • Ortega y tres antípodas. Un ejemplo de intriga intelectual, Revista de Occidente, Buenos Aires 1950, 220 págs.
  • Biografía de la Filosofía, Emecé, Buenos Aires 1954, 270 págs.
  • Ensayos de teoría, Barna, Barcelona 1954, 307 págs.
  • Idea de la Metafísica, Columba, Buenos Aires 1954, 68 págs.
  • La estructura social. Teoría y método, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid 1955, 308 págs.
  • Filosofía actual y existencialismo en España, Revista de Occidente, Madrid 1955, 376 págs.
  • El oficio del pensamiento, Biblioteca Nueva, Madrid 1958, 281 págs.
  • La Escuela de Madrid. Estudios de filosofía española, Emecé, Buenos Aires 1959, 362 págs.
  • Ortega. I. Circunstancia y vocación, Revista de Occidente, Madrid 1960, 569 págs.
  • Los españoles, Revista de Occidente, Madrid 1962, 258 págs.
  • La España posible en tiempo de Carlos III, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid 1963, 232 págs.
  • El tiempo que ni vuelve ni tropieza, Edhasa, Barcelona 1964, 236 págs.
  • Análisis de los Estados Unidos, Guadarrama, Madrid 1968, 218 p´gs.
  • Antropología metafísica. La estructura empírica de la vida humana, Revista de Occidente, Madrid 1970, 318 págs.
  • Visto y no visto. Crónicas de cine, Guadarrama, Madrid 1970, 2 vols.
  • Imagen de la India e Israel: una resurrección, Revista de Occidente, Madrid 1973, 149 págs.
  • Problemas del cristianismo, BAC, Madrid 1979, 138 págs.
  • La mujer en el siglo XX, Alianza, Madrid 1980, 236 págs.
  • España inteligible. Razón histórica de las Españas, Alianza, Madrid 1985, 424 págs.
  • La mujer y su sombra, Alianza, Madrid 1986, 216 págs.
  • Una vida presente. Memorias, Alianza, Madrid 1988-1989, 3 vols.: I (1914-1951), II (1951-1975), III (1975-1989).
  • La felicidad humana, Alianza, Madrid 1989, 386 págs.
  • Generaciones y constelaciones, Alianza, Madrid 1989, 284 págs.
  • Cervantes, clave española, Alianza, Madrid 1990, 286 págs.
  • Acerca de Ortega, Espasa Calpe, Madrid 1991, 276 págs.
  • La educación sentimental, Alianza, Madrid 1992, 228 págs.
  • Razón de la filosofía, Alianza, Madrid 1993, 294 págs.
  • Mapa del mundo personal, Alianza, Madrid 1993.
  • El cine de Julián Marías. Escritos sobre cine, compilación de Fernando Alonso, Royal Books, Barcelona 1994, 2 vols.
  • Tratado de lo mejor, Alianza, Madrid 1995.
  • Persona, Alianza, Madrid 1996.
  • Tratado sobre la convivencia, Martínez Roca, Barcelona 2000.
  • Obras completas, Revista de Occidente, Madrid 1958-1970, 8 vols.
Selección bibliográfica sobre Julián Marías:
  • Juan Soler Planas, El pensamiento de Julián Marías, Revista de Occidente, Madrid 1973, 256 págs.
  • Harold C. Raley, La visión responsable. La filosofía de Julián Marías, prólogo de José Luis Pinillos, Espasa Calpe (Selecciones Austral 26), Madrid 1977, 368 págs.
  • Homenaje a Julián Marías, Espasa Calpe, Madrid 1984, 770 págs.
  • Clara Z. Hernández-Castro, Las ideas literarias de Julián Marías, una relación estrecha con su filosofía, UMI, Ann Arbor 1991, 440 págs.
  • Harold C. Raley, Julián Marías: una filosofía desde dentro, Alianza (Alianza Universidad 866), Madrid 1997, 364 págs.
  • Helio Carpintero, Julián Marías, Diputación Provincial de Valladolid, 2001.
  • Marcin Czajkowski, El tema de Dios en la filosofía de Julián Marías, Universidad de Navarra, Pamplona 2001, 89 págs.
Sobre Julián Marías en el Proyecto Filosofía en español: Textos de Julián Marías en el Proyecto Filosofía en español:
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Re: Fallece Julián Marías

Ha muerto Marías: Cebrián descansa en paz

Hispanidad, Madrid, jueves 15 de diciembre de 2005
por Eulogio López

El hoy fallecido Julián Marías es el prototipo de hombre de la postguerra (de la postguerra de la II Guerra Mundial). En 1962, cuando Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián disfrutaban las mieles del servilismo al Régimen, Marías firmaba con otros intelectuales un documento, el primero desde que terminara la Guerra Civil, contra la falta de libertades. El discípulo de Zubiri y de Ortega nunca aceptó la dictadura.
Luego llegó la transición, los modelos ideológicos cambiaron. Se impuso la generación progre, la representada por Juan Luis Cebrián, y resultó que Julián Marías fue condenado por El País y sus medios al ostracismo. Sus artículos ya no eran bien recibidos, su militancia antifranquista y su verbo claro y pluma aún más sincera desapreció del discurso cultural imperante, y especialmente de los medios «democráticos». La razón era muy simple: Julián Marías era, antes que ninguna otra cosa, católico, sin apellidos. Como diría Clive Lewis, pertenecía «al mero cristianismo». Y lo que resultaba más insoportable para los polancos o cebrianes: era católico a fuer de demócrata. La ecuación que constituye el basamento de toda la progresía quedaba en el aire: o cristiano o demócrata, pero ambas cosas, nunca jamás. Y como no se le podía quitar el sombrero de demócrata ni estaba dispuesto a ocultar su sombrero de cristiano, pues, qué remedio, había que condenarle al silencio.
En cierta ocasión, veinte años atrás, acudí a su domicilio para hacerle una entrevista. Le pregunté qué es lo que más deseaba en el mundo (uno es capaz de formular preguntas así de profundas, oiga usted) y me contestó que, tras la muerte de su esposa, lo que más anhelaba era morirse. Lógico, ¿no? Para un tipo de fe, la muerte es el más esperado de los acontecimientos. Sólo quien ama la vida puede desear la muerte. La progresía ya puede descansar tranquila: Marías ha dejado de ser un incordio viviente que contradecía sus postulados... y hasta sus prejuicios.
Es una gran noticia la de hoy: Marías está donde quería y Cebrián ya puede descansar tranquilo, en paz.
 
Re: Fallece Julián Marías

Luis Fernando dijo:
...veinte años atrás, acudí a su domicilio para hacerle una entrevista...

¿Eres periodista LF? Cesar Vidal, Julián Marías, etc.

Si no quieres no me respondas, que ya se que en esto de internet decir nada sobre uno mismo es peligroso.

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Re: Fallece Julián Marías

Si te fijas, el artículo está firmado por Eulogio López.
Y te puedo asegurar que yo no me llamo así
 
Fallece Julián Marías

Luis Fernando dijo:
Si te fijas, el artículo está firmado por Eulogio López.
Y te puedo asegurar que yo no me llamo así.
Julián Marías era una buena persona, un buen pensador y un buen católico.
Tres pecados imperdonables hoy en día.

Descanse en paz.
 
Re: Fallece Julián Marías

Lo peor de Julián Marías es que yo ose decir algo medianamente bueno de él en este foro. A partir de esos momentos, será un señor digno de toda sospecha
 
Fallece Julián Marías

Luis Fernando dijo:
Lo peor de Julián Marías es que yo ose decir algo medianamente bueno de él en este foro. A partir de esos momentos, será un señor digno de toda sospecha.

Pues para mí Julián Marías era un sabio y al que no le guste, que le eche azúcar. No podemos acomodar nuestro pensamiento para quedar bien con todo el mundo, de algún lugar nos va a llegar siempre la patada o el insulto inevitables.