“EL VIAJE”
Hay un versículo en la Biblia, que para mi es muy explícito. Lo escribe el rey Salomón, y en él nos dice una de las conclusiones a las que llegó después de analizar su vida. Recordemos que dice la Palabra que ningún otro hombre ha tenido las riquezas y todo lo que Salomón ha tenido.
El caso es que el rey Salomón se da cuenta de esto, y nos dice ahí en Eclesiastés 7:29
"Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al hombre y se reveló en forma sencilla a él, pero este se ha encargado de complicarse la vida.” (versión Biblia “Dios Habla Hoy amplificada”)
Salomón mismo, en el capítulo 3 de Proverbios, nos dice estas palabras.
“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”
(Proverbios.3:6)
Llama la atención que la palabra usada aquí como “caminos” viene de la raíz hebrea “darak” , cuya traducción más precisa es “viajes”. Por esa razón aquí primero dice: “caminos” y luego se refiere a “veredas”. Es muy interesante ver que esta palabra hebrea comparándola con la palabra usada en Juan 14:6, en donde el Señor Jesús se proclama a sí mismo como el camino, es la palabra griega “hodos”, y ésta puede también traducirse como "viaje".
Así que bien podemos decir que en ambos pasajes, la palabra traducida como “camino”, también nos sugiere que nuestra vida es un viaje que hemos de emprender. De hecho ya lo hemos emprendido, pues ya estamos viajando desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre.
De manera que aplicando la palabra “viaje” a este texto de Proverbios, éste nos diría: “Reconócelo en todos tus viajes...” De hecho en la Biblia versión “Dios habla hoy”, este mismo versículo se lee así: “Ten presente al Señor en todo tu recorrer”; y es que cada situación por la que hemos pasado desde el día en que fuimos concebidos, ha sido precisamente eso...un viaje. Un viaje que encierra en si mismo varios viajes, por eso este proverbio nos indica...”en todos tus viajes” (en plural).
Cada situación, cada problema, cada prueba, cada fracaso, cada acierto, todo..., absolutamente todo, cierra y comienza con un nuevo viaje.
El viaje que comenzó al ser concebidos, el viaje que comenzó cuando recién nacimos, el viaje cuando entramos a la escuela; el viaje de la adolescencia; el viaje de nuestra juventud; el trascendente viaje de cuando nos casamos; o el terrible viaje de un divorcio; o una enfermedad o luto. El maravilloso viaje de ser padres; tíos, abuelos, etc. Cada viaje es un viaje diferente. Un viaje que termina y da paso a uno que comienza.
Pero hay algo que debemos resaltar. En el Señor, en cada uno de estos viajes se cumple la perfecta voluntad de Dios. Es aquí en donde se cumple la promesa de Romanos 8:28: “todas las cosas les ayudan a bien” a todo aquel que le conoce. Y todas las cosas son todas las cosas. Cada viaje, todo lo que ha sucedido. Todo, nos ayuda a bien.
La diferencia está en que cuando una persona que no conoce a Dios ha cometido algún error, éste le atormenta y sigue en ese mismo viaje arrastrando la condenación del mismo sin llegar a ningún sitio. Sigue cargando un equipaje pesado que no quiere dejar. De manera que no puede terminar ese viaje y comenzar uno nuevo. Sigue viajando ese viaje malo sin fin, atormentado y en absoluta condenación.
En un viaje no existe el punto de partida, pues cada metro recorrido ya quedó atrás. Lo que cuenta es el momento mismo del viaje, y la esperanza de llegar al destino.
En cambio en el Señor, en cada uno de nuestros viajes, aún los errores o tropiezos que tenemos son transformados en propósitos perfectos, por eso decimos que se cumple la perfecta voluntad de Dios en nosotros. Aún los pecados y errores que cometemos en un viaje, Él los entreteje de tal manera a nuestro viaje, que cuando volteamos para atrás ya no veremos más ese pecado o ese error. Esto es lo que experimentó David cuando se decía a si mismo: “Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” , en lugar de estar recordando y atormentándose con esa pesada loza de ir cargando ese costal lleno de piedras pesadas en su vida, cuando él recordaba algún viaje pasado lo hacía para proclamar los beneficios, es decir.....las bendiciones de aquellos viajes.
Y este es el único motivo por el cual debemos recordar algo que sucedió en otro viaje. De hecho, a esto le llamo: “LOS PARA QUÉs DE OTROS VIAJES”. Porque Dios siempre tiene un propósito para cada circunstancia, un ¿para qué? específico.
La respuesta a estos para qué’s es sencilla, así como Dios mismo lo es...sencillo.
La respuesta a los “para qué’s” de las circunstancias que recordamos de cada viaje anterior son para que podamos vivir este nuevo viaje que estamos viajando justo en este momento.
Recordemos nuevamente su palabra...”todas las cosas nos ayudan a bien” . Y esto es que cada experiencia, por mala o buena que haya sido, y que recordemos de otros viajes, son para perfeccionarnos en este nuevo viaje.
Y cuando decimos perfeccionarnos, no estamos diciendo que seamos perfectos. De hecho lo más seguro es que en este nuevo viaje es que nos volvamos a equivocar en muchas ocasiones, y que incluso estas den comienzo a otros viajes.
No nos referimos a la perfección de “no cometer errores”, no existe nadie que sea perfecto. La perfección a la que se refiere la Biblia, significa madurez. La perfección que busca el Señor en nuestra vida es madurez. Y una persona madura es aquella que usa las experiencias de viajes pasados, para tratar de no cometerlas en el presente o más adelente.
Algo muy cierto, es que resulta muy difícil madurar sin haber vivido las experiencias de otros viajes. La diferencia está en el efecto que esas experiencias produzcan en este nuevo viaje. ¿Quién lleva el equipaje (o la carga) en nuestro viaje? ¿Nosotros o Jesús?
De manera que cuando me doy cuenta que aquella circunstancia aparentemente terrible y desastrosa que me sucedió en aquel otro viaje, no solamente ya no existe, sino que ahora me sirve porque me ha madurado. No puedo mas que reconocer y dar gracias a mi Dios por su amor incondicional por mi.
Esto se convierte en un parte aguas en la vida de un creyente, pues muchas veces se nos ha enseñado que todo el “historial” del viaje se va acumulando en nuestro currículum como una loza pesada que vamos cargando provocando condenación y frustración en nuestra vida.
Se nos ha enseñado que de todo ese viajesototote un día tendremos que dar cuentas, y hasta se nos ha dicho que en el cielo se proyectará una película de toda nuestra vida. ¡Esto es trágico con tan solo pensarlo! Diría Pablo....”¡Entonces por demás murió Cristo!”
(Paréntesis: con este respecto, sería muy interesante que leyera el estudio “EL JUICIO FINAL”, para poder ampliar nuestro criterio un poco más).
Pero cuando me doy cuenta que su promesa de que todas las cosas me han ayudado para bien en mi vida son una realidad, ¿en donde encuentro siquiera un huequito para dar cabida a la amargura y para la condenación que a muchos tiene atados y atormentados? Y lo que es peor, para aceptar las acusaciones de los “hermanos” que bienintencionadamente nos exhortan con sus bibliazos que matan.
Recordemos esto, Dios me ama tal y como soy, y de la misma manera haga o no haga nada para merecer su amor. ¿Entonces porque debo sentirme mal con las acusaciones y condenaciones de alguien que no sea mi Padre celestial?
En el capítulo 3 de Eclesiastés, Salomón habla de “tiempos”, como se lee en la versión “Reina Valera”. Lo cierto es que en ese capítulo la palabra usada para tiempo” es la palabra hebrea “eth”, y llama la atención que también proviene de la raíz “dareth” , haciendo referencia de “viajes”. Y dice ahí que hay tiempo para todo, de manera que tomando en cuenta lo anterior, también podríamos decir que hay varios viajes o varios tiempos en nuestra vida. Pero que cada uno de ellos, Dios los hace hermosos, como se lee en el v.11.
Y dice ahí este versículo 11, por si gusta leerlo junto conmigo, “11Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de que es infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará por él.”
EL EQUIPAJE.
Aquí hay algo que debemos tomar muy en cuenta. No debemos recordar viajes pasados y traerlos al presente. Salvo en la única excepción que hemos mencionado anteriormente. No debemos hacer esto. Sin embargo, esto es justo lo que hacemos.
Para cada viaje llevamos un equipaje específico, ¿cierto?. Si yo viajo al Polo Norte no llevaría el mismo equipaje que llevaría si viajo a una playa soleada, o viceversa. Pues de esta misma manera, en cada viaje que emprendemos llevamos nuestro equipaje correspondiente. En cada viaje llevamos equipaje nuevo. Y ese equipaje nos lo provee nuestro Dios. Nuestro equipaje no es casualidad, en Él no hay equipajes casuales. Esto es lo que significa Romanos 8:28 “a los que a su propósito son llamados”. Cada parte de nuestro equipaje Él nos lo provee con un propósito específico. Él es el proveedor de todo nuestro equipaje en cada uno de nuestros viajes.
Por esta razón el Rey Salomón decía: “Reconócelo en todos tus caminos...”. En otras palabras lo que Salomón nos dice es: “Reconoce que Dios es quién te provee de tu equipaje para tu viaje.”
Y esto es muy importante, pues es muy común creer que debemos llevar el mismo equipaje para todos nuestros viajes. Y esto no es así. Llevar el mismo equipaje a todos los viajes, es estar cargando el mismo costal de pecados, de errores, amarguras, ataduras, heridas, etc., para todos lados, y sin llegar a ninguna parte.
El equipaje que Dios nos provee es fácil de llevar, por eso nos dice: Mi carga es ligera.
Él nunca nos proveerá de un equipaje que pese varias toneladas, y que no lo podamos llevar.
Este es el motivo por el cual para muchas personas (aún creyentes), llega el momento en que no pueden más con su equipaje, y deciden terminar con su viaje. O se quedan paradas y no quieren caminar más. Pensemos en esto, es muy serio.
Traen al presente cosas que han sucedido incluso años atrás y esto provoca que se haga una mezcla de equipajes que...bueno...es un verdadero lío. ¿Y qué es lo que esto provoca? Que la carga sea tan pesada, que ésta es prácticamente imposible de llevar. En cambio el Señor nos dice: Mi equipaje es ligero de llevar. ¿Acaso hay alguna comparación en esto? Ninguna, ¿verdad?. Pero muchas veces es lo que hacemos, cargamos como burros equipajes de otros viajes tan pesados, que son pesadísimos para nosotros.
Cada circunstancia de nuestra vida cierra y da comienzo con un nuevo viaje. Recordemos esto, no es un sólo viaje, son varios. Son varias veredas. Y cada viaje lleva consigo un equipaje nuevo y distinto al del viaje anterior.
En la medida que comprendamos esto, se revelara en nuestros corazones de una manera tremenda, la promesa de que “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”.
EL COMIENZO DE UN NUEVO VIAJE
Cuando comenzamos un nuevo viaje es forzoso haber terminado el anterior. Como mencionamos en el punto anterior, cada circunstancia de nuestra vida cierra y da comienzo con un nuevo viaje. Y es que cada viaje es exclusivo, como veíamos. No es un solo viajezote. No. Cada etapa es uno nuevo que no tiene nada que ver con el anterior.
Y no porque no recordemos lo que ha sucedido en el viaje anterior. No es que nos dé amnesia. Esto no es así. De lo que estamos hablando, es de que en cada viaje hemos decidido dejar atrás el anterior, no volver a traer recuerdos de viajes anteriores a este nuevo viaje. Y esto es un asunto de tomar decisiones. Y estas decisiones nadie las va a tomar por mi. Son decisiones en el nombre poderoso de Jesucristo, nuestro Señor. Y aquí está la clave.
Esto es parecido a un funeral. Para hacer un funeral se necesita un muerto, ¿cierto?. Y en este funeral (fin de cada viaje) el muerto es precisamente el viaje anterior. Todo lo que sucedió ya no existe más. Ha muerto. Y ahora esta enterrado 20 metros bajo tierra. ¿Entendemos esto?
Somos muy dados a andar recordando y cargando equipajes de viajes pasados y los traemos a este nuevo viaje, vez tras vez, tras vez. Hacemos preguntas como:“¡¿Recuerdas lo que me hiciste el 15 de Marzo del año 2000?!” – “¡Pues por eso no te perdono..., por lo que me hiciste ese día!”-Le sentenciamos. Es decir, desenterramos al muerto una, y otra, y otra, y otra vez.
¡Por favor!, lo que sucedió el 15 de Marzo de 2000 ya está enterrado. ¡Esta muerto! Esto es lo que Dios hace cuando le pedimos perdón por alguna circunstancia específica de la que nos hemos arrepentido. La entierra, la hecha al fondo del mar, y nunca más la recuerda. Eso es perdonar.
¿Por qué entonces recodar las cosas que sucedieron ayer mismo? Si ya están muertas. No existen más. ¿Quiénes somos nosotros para desenterrar algo que Dios ya no recuerda?
Cuando entendemos y llevamos esto a la práctica, es cuando comprendemos el verdadero significado de palabras como: “que no se ponga el sol sobre tu enojo”. En otras palabras el Señor nos está diciendo: “No dejes que termine tu viaje de este día, si no has enterrado las cosas que debes enterrar. Y cuando lo hagas, nunca más las vuelvas a desenterrar.”
EL PROPÓSITO DE CADA VIAJE
Cuando comenzamos un viaje, inmediatamente tenemos en mente el destino final del mismo. Yo salgo de aquí, para llegar allá. ¿No es así? Pues bien, esta misma idea es la que se le ha metido en la cabeza al creyente de lo que es la vida cristiana. Un principio, un fin. Un comienzo..., un destino. En este caso ¿cuál sería el comienzo de nuestro viaje? La creación. ¿Y cuál es el destino? El cielo. Nuestra morada celestial, ¿no es así como pensamos?
Pero...., con el comienzo de mi viaje, que es mi creación (nacimiento), y con mi destino, que es el cielo cuando yo muera..... ¿entonces qué significan todos los años de mi vida..., o de mi viaje? ¿Será que es el viaje en sí? Si. Pero.....¿entonces para qué es este viaje?, ¿será que es para llegar al destino solamente? No sé si podemos entender este planteamiento.
Esto es lo que nos han metido en la cabeza. Un punto de partida, un destino. Salgo de aquí, llego allá. Y si, relativamente eso es lo que sucede, pero esto no es el todo. Y esto produce que mi esperanza sea así de escueta.
Porque todo esto implica que la vida, es decir...nuestro viaje, resulta que es un sólo viaje que tiene un principio y tiene un fin. Y esto es comparable a lo que nos enseñan en la escuela: “la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir”. ¿Será que esto es la vida?
¿Esto significa entonces que nacimos porque teníamos que nacer, y vamos a morir porque tenemos que morir para irnos al cielo?
Pues bien, en estos viajes no hay un lugar a donde llegar, el significado de cada viaje, es el viaje mismo. El propósito de cada viaje es conocer y reconocer a nuestro Padre como nuestro todo.
Lo maravilloso y divertido de un viaje, es disfrutar cada centímetro recorrido. No solamente es salir de aquí para llegar allá. Cuando me doy cuenta de que todo lo que me rodea es para que yo lo disfrute, que fue creado por mi Padre para que lo reconozca a él como mi todo...¡Wow!..., mi viaje será tan placentero que ni cuenta me daré de que estoy viajando. Entonces disfrutare cada centímetro y cada segundo de mi viaje.
Se nos ha enseñado también a que debemos casi –casi ganarnos a pulso la voluntad de Dios. ¿Cuántas veces no hemos escuchado a alguien decir: “Estas cumpliendo la voluntad de Dios”? o algo como: “¿Estás seguro de andar en los caminos del Señor, porque yo no lo veo?”
Volvamos a escribir esto, pues es trascendente que lo entendamos: El propósito de mi viaje, es mi viaje. No es conocer a donde voy. El destino está ya incluido en mi viaje.
De manera que el propósito del viaje es conocer a quién me provee mi viaje. Es conocer a Dios, no conocer a donde voy. Por tanto estoy ya cumpliendo la voluntad de Dios.
Cuando Jesús oró: “Padre...hágase tu voluntad...” es que él ya estaba cumpliendo la voluntad del Padre en su vida.
“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”, todo mi viaje está en cada paso que doy justo en este momento. Y la palabra reconócelo en el hebreo también significa: Conocer a una persona de tal manera, porque estamos unidos a él. No es el reconocer a alguien porque alguien nos ha hablado de esa persona. No. Aquí el reconocer es conocer a esa persona en persona. De manera que en mi viaje estoy cumpliendo la voluntad de Dios, por la sencilla razón de que estoy viajando unido a él. Ni siquiera viajo solo, voy viajando junto a él. Esto es pedir que se haga su voluntad, viajar junto a él.
Cuando nuestro Señor Jesús proclamó: “Yo soy el camino...” (Juan 14:6) nos está diciendo: ”¡Yo soy tu viaje!”. De manera que mi viaje es encontrarme con Jesús en cada experiencia que me suceda. Encuentro que todo el propósito de cada uno de mis viajes es siempre el mismo...¡Conocerle!, ¡disfrutarle!, ¡dejarme amar por él! No necesito hacer nada, solo disfrutar mi viaje.
Se nos ha enseñado que debemos hacer algo para....., así que volvamos a repetir lo anterior:
¡No necesito hacer nada, solo disfrutar mi viaje!
En la medida que entendamos esto, nos daremos cuenta que la eternidad NO comienza cuando muramos, o cuando llegue a mi "destino" en este viaje. ¡NO es así! Debemos saber que......¡El viaje que viajamos en este preciso momento es ya parte de la eternidad! Porque una vez que entendamos esto, nuestra vida no sólo será “una vida cristiana”, sino que nuestra vida será EN CRISTO.
Nosotros estamos EN Cristo. Dice la palabra que estamos sentados juntamente con él, en este preciso momento. (Efesios 2:6)
Aquella idea que durante tanto tiempo ha estado en mi mente acerca de que el cielo es mi destino final cuando yo muera, ahora va a tomar otra perspectiva.
Dios es el propósito de mi viaje. Y como mi viaje lo viajo con él, de esta manera ya estoy en el cielo con él, justo en este preciso momento. A la luz de esta tremenda verdad, (por favor leamos detenidamente Efesios 2:4-7).
Además de que pasajes como el que dijo el Señor Jesús: “en la casa de mi Padre muchas moradas hay...., voy pues a preparar morada para ustedes”, no los debemos ubicar siempre en el futuro distante como normalmente lo hemos aprendido. Porque eso es justo lo que hemos estado haciendo, creyendo en que sólo hay un destino final, al final del viaje. ¡No, no y no!..., si fuera sólo así...!¿qué sentido tendría toda nuestra vida?!, ¡¿Acaso sería un desperdicio?!...¡Jesús ya preparó esa morada para mi en el momento preciso que en que proclamó en la cruz.....CONSUMADO ES! ¡Yo ya vivo en mi morada celestial, es parte de mi viaje, de mi eternidad!
¿Acaso no dice la escritura que estamos sentados en los lugares celestiales juntamente con Cristo?, ¿En donde está Cristo ahora? Entonces...¿en dónde me encuentro yo en este momento?
El rey Salomón nos habla acerca de esto en Eclesiastés 3. Decíamos que él habla de estos viajes, refiriéndose a ellos como “tiempos”, y termina diciendo en el v.12:
"Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”
En la versión de la Biblia “Dios habla Hoy”, este mismo pasaje se lee así:
"Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios así nos lo ha concedido. 14Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. 15Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Todo es eterno. Y Dios restaura todo lo malo y lo triste que el pasado nos causó”
Otra situación en la que es muy común caer, es que queremos conocer a Dios en base a las experiencias de viajes anteriores. Por eso muchas congregaciones añoran revivir lo que “aquél día” (hace como 10 años) experimentaron. De manera que como ahora no sucede tal y como sucedió “aquél día” , pues ya no sienten lo mismo. Como que Dios se ha olvidado de ellos, pues ya no se manifiesta como aquella vez. Añoran lo que sucedió en el pasado, y anhelan lo que pasara mañana... Me pregunto......¿Y lo que pasa en el presente, en dónde lo metemos?
No debemos tener a Dios como “la gran experiencia” que me sucedió en mis viajes anteriores.. Cuando decimos que Dios es el mismo ayer, hoy, y siempre, creemos que Dios es la misma experiencia que he sentido antes, y que sentiré mañana. Esto NO es así.
Por eso también es tan común escuchar en algunas congregaciones frases como: “¡¿Y cómo estuvo la alabanza hoy?”- “Mmmhh..., pues hoy no estuvo tan prendida como la de aquel domingo de semana santa.” Y resulta que aquel famoso “domingo de semana santa”, también fue hace como diez años. Además de que Dios no es ninguna “experiencia”, ¿podemos entender? Él es el propósito y el anhelo de cada día de nuestra vida, pero no es una “experiencia” bonita que ya vivimos.
Aunque no lo aceptemos, muchas veces los creyentes “sentimos” conocer a Dios tanto como la palma de nuestras manos. Creemos tener ya toda la verdad revelada. Así que como ya conozco perfectamente a Dios, nos pasa como aquel niño que ya se sabe todas la etapas de su juego de Nintendo..., termina por aburrirse de él. Ya se las sabe de memoria, así que ya no le trae chiste el jueguito. Ya no le satisface. No quiero profundizar mucho en esto, pero esto es muy serio. Muchos tienen a su “dios Nintendo”, ya conocen todas sus “experiencias.” Por eso ya nada les atrae, y andan de congregación en congregación buscando “experiencias” nuevas, que sí les atraigan.
(Aprevechando, le recomiendo que lea el estudio titulado: "Innovando", busquelo en el foro)
Dios es para conocerle y disfrutarlo hoy, y para conocerle mañana, y así...conocerle día tras día de nuestra vida. Nuestro Dios es para reconocerle en cada uno de nuestros viajes, pero de una manera fresca y diferente en cada uno de ellos. Sus misericordias son nuevas (y diferentes) cada mañana. Esto nos lo demuestra en toda su creación. No hay nada que sea igual ni que se repita de la misma manera. Es absurdo pensar que todo el amor de Dios, es lo que ya hemos experimentado. Que ya conocemos todo acerca de Dios. ¿Suena descabellado, verdad? Pero esta es la realidad en la que viven muchos creyentes. Por eso siguen buscando dioses y verdades alternativos.
Así que llegó la hora de tomar una decisión y de enterrar esa creencia también. Y a partir de este momento, dediquémonos a disfrutar del amor de Dios en este....mi nuevo viaje y con mi nuevo equipaje.
Y como diría el rey Salomón... el fin de este discurso es: “Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”, terminamos este viaje justo como lo comenzamos. Reconociéndolo a Él en cada uno de ellos.
Así que.....¡Buen viaje!
Que Dios nos siga bendiciendo en su infinito amor, y en su infinita misericordia, en cada uno de nuestros viajes. Amén.
Hay un versículo en la Biblia, que para mi es muy explícito. Lo escribe el rey Salomón, y en él nos dice una de las conclusiones a las que llegó después de analizar su vida. Recordemos que dice la Palabra que ningún otro hombre ha tenido las riquezas y todo lo que Salomón ha tenido.
El caso es que el rey Salomón se da cuenta de esto, y nos dice ahí en Eclesiastés 7:29
"Solamente he encontrado lo siguiente: que Dios hizo perfecto al hombre y se reveló en forma sencilla a él, pero este se ha encargado de complicarse la vida.” (versión Biblia “Dios Habla Hoy amplificada”)
Salomón mismo, en el capítulo 3 de Proverbios, nos dice estas palabras.
“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”
(Proverbios.3:6)
Llama la atención que la palabra usada aquí como “caminos” viene de la raíz hebrea “darak” , cuya traducción más precisa es “viajes”. Por esa razón aquí primero dice: “caminos” y luego se refiere a “veredas”. Es muy interesante ver que esta palabra hebrea comparándola con la palabra usada en Juan 14:6, en donde el Señor Jesús se proclama a sí mismo como el camino, es la palabra griega “hodos”, y ésta puede también traducirse como "viaje".
Así que bien podemos decir que en ambos pasajes, la palabra traducida como “camino”, también nos sugiere que nuestra vida es un viaje que hemos de emprender. De hecho ya lo hemos emprendido, pues ya estamos viajando desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre.
De manera que aplicando la palabra “viaje” a este texto de Proverbios, éste nos diría: “Reconócelo en todos tus viajes...” De hecho en la Biblia versión “Dios habla hoy”, este mismo versículo se lee así: “Ten presente al Señor en todo tu recorrer”; y es que cada situación por la que hemos pasado desde el día en que fuimos concebidos, ha sido precisamente eso...un viaje. Un viaje que encierra en si mismo varios viajes, por eso este proverbio nos indica...”en todos tus viajes” (en plural).
Cada situación, cada problema, cada prueba, cada fracaso, cada acierto, todo..., absolutamente todo, cierra y comienza con un nuevo viaje.
El viaje que comenzó al ser concebidos, el viaje que comenzó cuando recién nacimos, el viaje cuando entramos a la escuela; el viaje de la adolescencia; el viaje de nuestra juventud; el trascendente viaje de cuando nos casamos; o el terrible viaje de un divorcio; o una enfermedad o luto. El maravilloso viaje de ser padres; tíos, abuelos, etc. Cada viaje es un viaje diferente. Un viaje que termina y da paso a uno que comienza.
Pero hay algo que debemos resaltar. En el Señor, en cada uno de estos viajes se cumple la perfecta voluntad de Dios. Es aquí en donde se cumple la promesa de Romanos 8:28: “todas las cosas les ayudan a bien” a todo aquel que le conoce. Y todas las cosas son todas las cosas. Cada viaje, todo lo que ha sucedido. Todo, nos ayuda a bien.
La diferencia está en que cuando una persona que no conoce a Dios ha cometido algún error, éste le atormenta y sigue en ese mismo viaje arrastrando la condenación del mismo sin llegar a ningún sitio. Sigue cargando un equipaje pesado que no quiere dejar. De manera que no puede terminar ese viaje y comenzar uno nuevo. Sigue viajando ese viaje malo sin fin, atormentado y en absoluta condenación.
En un viaje no existe el punto de partida, pues cada metro recorrido ya quedó atrás. Lo que cuenta es el momento mismo del viaje, y la esperanza de llegar al destino.
En cambio en el Señor, en cada uno de nuestros viajes, aún los errores o tropiezos que tenemos son transformados en propósitos perfectos, por eso decimos que se cumple la perfecta voluntad de Dios en nosotros. Aún los pecados y errores que cometemos en un viaje, Él los entreteje de tal manera a nuestro viaje, que cuando volteamos para atrás ya no veremos más ese pecado o ese error. Esto es lo que experimentó David cuando se decía a si mismo: “Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” , en lugar de estar recordando y atormentándose con esa pesada loza de ir cargando ese costal lleno de piedras pesadas en su vida, cuando él recordaba algún viaje pasado lo hacía para proclamar los beneficios, es decir.....las bendiciones de aquellos viajes.
Y este es el único motivo por el cual debemos recordar algo que sucedió en otro viaje. De hecho, a esto le llamo: “LOS PARA QUÉs DE OTROS VIAJES”. Porque Dios siempre tiene un propósito para cada circunstancia, un ¿para qué? específico.
La respuesta a estos para qué’s es sencilla, así como Dios mismo lo es...sencillo.
La respuesta a los “para qué’s” de las circunstancias que recordamos de cada viaje anterior son para que podamos vivir este nuevo viaje que estamos viajando justo en este momento.
Recordemos nuevamente su palabra...”todas las cosas nos ayudan a bien” . Y esto es que cada experiencia, por mala o buena que haya sido, y que recordemos de otros viajes, son para perfeccionarnos en este nuevo viaje.
Y cuando decimos perfeccionarnos, no estamos diciendo que seamos perfectos. De hecho lo más seguro es que en este nuevo viaje es que nos volvamos a equivocar en muchas ocasiones, y que incluso estas den comienzo a otros viajes.
No nos referimos a la perfección de “no cometer errores”, no existe nadie que sea perfecto. La perfección a la que se refiere la Biblia, significa madurez. La perfección que busca el Señor en nuestra vida es madurez. Y una persona madura es aquella que usa las experiencias de viajes pasados, para tratar de no cometerlas en el presente o más adelente.
Algo muy cierto, es que resulta muy difícil madurar sin haber vivido las experiencias de otros viajes. La diferencia está en el efecto que esas experiencias produzcan en este nuevo viaje. ¿Quién lleva el equipaje (o la carga) en nuestro viaje? ¿Nosotros o Jesús?
De manera que cuando me doy cuenta que aquella circunstancia aparentemente terrible y desastrosa que me sucedió en aquel otro viaje, no solamente ya no existe, sino que ahora me sirve porque me ha madurado. No puedo mas que reconocer y dar gracias a mi Dios por su amor incondicional por mi.
Esto se convierte en un parte aguas en la vida de un creyente, pues muchas veces se nos ha enseñado que todo el “historial” del viaje se va acumulando en nuestro currículum como una loza pesada que vamos cargando provocando condenación y frustración en nuestra vida.
Se nos ha enseñado que de todo ese viajesototote un día tendremos que dar cuentas, y hasta se nos ha dicho que en el cielo se proyectará una película de toda nuestra vida. ¡Esto es trágico con tan solo pensarlo! Diría Pablo....”¡Entonces por demás murió Cristo!”
(Paréntesis: con este respecto, sería muy interesante que leyera el estudio “EL JUICIO FINAL”, para poder ampliar nuestro criterio un poco más).
Pero cuando me doy cuenta que su promesa de que todas las cosas me han ayudado para bien en mi vida son una realidad, ¿en donde encuentro siquiera un huequito para dar cabida a la amargura y para la condenación que a muchos tiene atados y atormentados? Y lo que es peor, para aceptar las acusaciones de los “hermanos” que bienintencionadamente nos exhortan con sus bibliazos que matan.
Recordemos esto, Dios me ama tal y como soy, y de la misma manera haga o no haga nada para merecer su amor. ¿Entonces porque debo sentirme mal con las acusaciones y condenaciones de alguien que no sea mi Padre celestial?
En el capítulo 3 de Eclesiastés, Salomón habla de “tiempos”, como se lee en la versión “Reina Valera”. Lo cierto es que en ese capítulo la palabra usada para tiempo” es la palabra hebrea “eth”, y llama la atención que también proviene de la raíz “dareth” , haciendo referencia de “viajes”. Y dice ahí que hay tiempo para todo, de manera que tomando en cuenta lo anterior, también podríamos decir que hay varios viajes o varios tiempos en nuestra vida. Pero que cada uno de ellos, Dios los hace hermosos, como se lee en el v.11.
Y dice ahí este versículo 11, por si gusta leerlo junto conmigo, “11Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de que es infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará por él.”
EL EQUIPAJE.
Aquí hay algo que debemos tomar muy en cuenta. No debemos recordar viajes pasados y traerlos al presente. Salvo en la única excepción que hemos mencionado anteriormente. No debemos hacer esto. Sin embargo, esto es justo lo que hacemos.
Para cada viaje llevamos un equipaje específico, ¿cierto?. Si yo viajo al Polo Norte no llevaría el mismo equipaje que llevaría si viajo a una playa soleada, o viceversa. Pues de esta misma manera, en cada viaje que emprendemos llevamos nuestro equipaje correspondiente. En cada viaje llevamos equipaje nuevo. Y ese equipaje nos lo provee nuestro Dios. Nuestro equipaje no es casualidad, en Él no hay equipajes casuales. Esto es lo que significa Romanos 8:28 “a los que a su propósito son llamados”. Cada parte de nuestro equipaje Él nos lo provee con un propósito específico. Él es el proveedor de todo nuestro equipaje en cada uno de nuestros viajes.
Por esta razón el Rey Salomón decía: “Reconócelo en todos tus caminos...”. En otras palabras lo que Salomón nos dice es: “Reconoce que Dios es quién te provee de tu equipaje para tu viaje.”
Y esto es muy importante, pues es muy común creer que debemos llevar el mismo equipaje para todos nuestros viajes. Y esto no es así. Llevar el mismo equipaje a todos los viajes, es estar cargando el mismo costal de pecados, de errores, amarguras, ataduras, heridas, etc., para todos lados, y sin llegar a ninguna parte.
El equipaje que Dios nos provee es fácil de llevar, por eso nos dice: Mi carga es ligera.
Él nunca nos proveerá de un equipaje que pese varias toneladas, y que no lo podamos llevar.
Este es el motivo por el cual para muchas personas (aún creyentes), llega el momento en que no pueden más con su equipaje, y deciden terminar con su viaje. O se quedan paradas y no quieren caminar más. Pensemos en esto, es muy serio.
Traen al presente cosas que han sucedido incluso años atrás y esto provoca que se haga una mezcla de equipajes que...bueno...es un verdadero lío. ¿Y qué es lo que esto provoca? Que la carga sea tan pesada, que ésta es prácticamente imposible de llevar. En cambio el Señor nos dice: Mi equipaje es ligero de llevar. ¿Acaso hay alguna comparación en esto? Ninguna, ¿verdad?. Pero muchas veces es lo que hacemos, cargamos como burros equipajes de otros viajes tan pesados, que son pesadísimos para nosotros.
Cada circunstancia de nuestra vida cierra y da comienzo con un nuevo viaje. Recordemos esto, no es un sólo viaje, son varios. Son varias veredas. Y cada viaje lleva consigo un equipaje nuevo y distinto al del viaje anterior.
En la medida que comprendamos esto, se revelara en nuestros corazones de una manera tremenda, la promesa de que “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”.
EL COMIENZO DE UN NUEVO VIAJE
Cuando comenzamos un nuevo viaje es forzoso haber terminado el anterior. Como mencionamos en el punto anterior, cada circunstancia de nuestra vida cierra y da comienzo con un nuevo viaje. Y es que cada viaje es exclusivo, como veíamos. No es un solo viajezote. No. Cada etapa es uno nuevo que no tiene nada que ver con el anterior.
Y no porque no recordemos lo que ha sucedido en el viaje anterior. No es que nos dé amnesia. Esto no es así. De lo que estamos hablando, es de que en cada viaje hemos decidido dejar atrás el anterior, no volver a traer recuerdos de viajes anteriores a este nuevo viaje. Y esto es un asunto de tomar decisiones. Y estas decisiones nadie las va a tomar por mi. Son decisiones en el nombre poderoso de Jesucristo, nuestro Señor. Y aquí está la clave.
Esto es parecido a un funeral. Para hacer un funeral se necesita un muerto, ¿cierto?. Y en este funeral (fin de cada viaje) el muerto es precisamente el viaje anterior. Todo lo que sucedió ya no existe más. Ha muerto. Y ahora esta enterrado 20 metros bajo tierra. ¿Entendemos esto?
Somos muy dados a andar recordando y cargando equipajes de viajes pasados y los traemos a este nuevo viaje, vez tras vez, tras vez. Hacemos preguntas como:“¡¿Recuerdas lo que me hiciste el 15 de Marzo del año 2000?!” – “¡Pues por eso no te perdono..., por lo que me hiciste ese día!”-Le sentenciamos. Es decir, desenterramos al muerto una, y otra, y otra, y otra vez.
¡Por favor!, lo que sucedió el 15 de Marzo de 2000 ya está enterrado. ¡Esta muerto! Esto es lo que Dios hace cuando le pedimos perdón por alguna circunstancia específica de la que nos hemos arrepentido. La entierra, la hecha al fondo del mar, y nunca más la recuerda. Eso es perdonar.
¿Por qué entonces recodar las cosas que sucedieron ayer mismo? Si ya están muertas. No existen más. ¿Quiénes somos nosotros para desenterrar algo que Dios ya no recuerda?
Cuando entendemos y llevamos esto a la práctica, es cuando comprendemos el verdadero significado de palabras como: “que no se ponga el sol sobre tu enojo”. En otras palabras el Señor nos está diciendo: “No dejes que termine tu viaje de este día, si no has enterrado las cosas que debes enterrar. Y cuando lo hagas, nunca más las vuelvas a desenterrar.”
EL PROPÓSITO DE CADA VIAJE
Cuando comenzamos un viaje, inmediatamente tenemos en mente el destino final del mismo. Yo salgo de aquí, para llegar allá. ¿No es así? Pues bien, esta misma idea es la que se le ha metido en la cabeza al creyente de lo que es la vida cristiana. Un principio, un fin. Un comienzo..., un destino. En este caso ¿cuál sería el comienzo de nuestro viaje? La creación. ¿Y cuál es el destino? El cielo. Nuestra morada celestial, ¿no es así como pensamos?
Pero...., con el comienzo de mi viaje, que es mi creación (nacimiento), y con mi destino, que es el cielo cuando yo muera..... ¿entonces qué significan todos los años de mi vida..., o de mi viaje? ¿Será que es el viaje en sí? Si. Pero.....¿entonces para qué es este viaje?, ¿será que es para llegar al destino solamente? No sé si podemos entender este planteamiento.
Esto es lo que nos han metido en la cabeza. Un punto de partida, un destino. Salgo de aquí, llego allá. Y si, relativamente eso es lo que sucede, pero esto no es el todo. Y esto produce que mi esperanza sea así de escueta.
Porque todo esto implica que la vida, es decir...nuestro viaje, resulta que es un sólo viaje que tiene un principio y tiene un fin. Y esto es comparable a lo que nos enseñan en la escuela: “la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir”. ¿Será que esto es la vida?
¿Esto significa entonces que nacimos porque teníamos que nacer, y vamos a morir porque tenemos que morir para irnos al cielo?
Pues bien, en estos viajes no hay un lugar a donde llegar, el significado de cada viaje, es el viaje mismo. El propósito de cada viaje es conocer y reconocer a nuestro Padre como nuestro todo.
Lo maravilloso y divertido de un viaje, es disfrutar cada centímetro recorrido. No solamente es salir de aquí para llegar allá. Cuando me doy cuenta de que todo lo que me rodea es para que yo lo disfrute, que fue creado por mi Padre para que lo reconozca a él como mi todo...¡Wow!..., mi viaje será tan placentero que ni cuenta me daré de que estoy viajando. Entonces disfrutare cada centímetro y cada segundo de mi viaje.
Se nos ha enseñado también a que debemos casi –casi ganarnos a pulso la voluntad de Dios. ¿Cuántas veces no hemos escuchado a alguien decir: “Estas cumpliendo la voluntad de Dios”? o algo como: “¿Estás seguro de andar en los caminos del Señor, porque yo no lo veo?”
Volvamos a escribir esto, pues es trascendente que lo entendamos: El propósito de mi viaje, es mi viaje. No es conocer a donde voy. El destino está ya incluido en mi viaje.
De manera que el propósito del viaje es conocer a quién me provee mi viaje. Es conocer a Dios, no conocer a donde voy. Por tanto estoy ya cumpliendo la voluntad de Dios.
Cuando Jesús oró: “Padre...hágase tu voluntad...” es que él ya estaba cumpliendo la voluntad del Padre en su vida.
“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”, todo mi viaje está en cada paso que doy justo en este momento. Y la palabra reconócelo en el hebreo también significa: Conocer a una persona de tal manera, porque estamos unidos a él. No es el reconocer a alguien porque alguien nos ha hablado de esa persona. No. Aquí el reconocer es conocer a esa persona en persona. De manera que en mi viaje estoy cumpliendo la voluntad de Dios, por la sencilla razón de que estoy viajando unido a él. Ni siquiera viajo solo, voy viajando junto a él. Esto es pedir que se haga su voluntad, viajar junto a él.
Cuando nuestro Señor Jesús proclamó: “Yo soy el camino...” (Juan 14:6) nos está diciendo: ”¡Yo soy tu viaje!”. De manera que mi viaje es encontrarme con Jesús en cada experiencia que me suceda. Encuentro que todo el propósito de cada uno de mis viajes es siempre el mismo...¡Conocerle!, ¡disfrutarle!, ¡dejarme amar por él! No necesito hacer nada, solo disfrutar mi viaje.
Se nos ha enseñado que debemos hacer algo para....., así que volvamos a repetir lo anterior:
¡No necesito hacer nada, solo disfrutar mi viaje!
En la medida que entendamos esto, nos daremos cuenta que la eternidad NO comienza cuando muramos, o cuando llegue a mi "destino" en este viaje. ¡NO es así! Debemos saber que......¡El viaje que viajamos en este preciso momento es ya parte de la eternidad! Porque una vez que entendamos esto, nuestra vida no sólo será “una vida cristiana”, sino que nuestra vida será EN CRISTO.
Nosotros estamos EN Cristo. Dice la palabra que estamos sentados juntamente con él, en este preciso momento. (Efesios 2:6)
Aquella idea que durante tanto tiempo ha estado en mi mente acerca de que el cielo es mi destino final cuando yo muera, ahora va a tomar otra perspectiva.
Dios es el propósito de mi viaje. Y como mi viaje lo viajo con él, de esta manera ya estoy en el cielo con él, justo en este preciso momento. A la luz de esta tremenda verdad, (por favor leamos detenidamente Efesios 2:4-7).
Además de que pasajes como el que dijo el Señor Jesús: “en la casa de mi Padre muchas moradas hay...., voy pues a preparar morada para ustedes”, no los debemos ubicar siempre en el futuro distante como normalmente lo hemos aprendido. Porque eso es justo lo que hemos estado haciendo, creyendo en que sólo hay un destino final, al final del viaje. ¡No, no y no!..., si fuera sólo así...!¿qué sentido tendría toda nuestra vida?!, ¡¿Acaso sería un desperdicio?!...¡Jesús ya preparó esa morada para mi en el momento preciso que en que proclamó en la cruz.....CONSUMADO ES! ¡Yo ya vivo en mi morada celestial, es parte de mi viaje, de mi eternidad!
¿Acaso no dice la escritura que estamos sentados en los lugares celestiales juntamente con Cristo?, ¿En donde está Cristo ahora? Entonces...¿en dónde me encuentro yo en este momento?
El rey Salomón nos habla acerca de esto en Eclesiastés 3. Decíamos que él habla de estos viajes, refiriéndose a ellos como “tiempos”, y termina diciendo en el v.12:
"Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. 14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.”
En la versión de la Biblia “Dios habla Hoy”, este mismo pasaje se lee así:
"Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, 13pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios así nos lo ha concedido. 14Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadirle ni nada que quitarle; Dios lo ha hecho así, para que ante él se guarde reverencia. 15Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Todo es eterno. Y Dios restaura todo lo malo y lo triste que el pasado nos causó”
Otra situación en la que es muy común caer, es que queremos conocer a Dios en base a las experiencias de viajes anteriores. Por eso muchas congregaciones añoran revivir lo que “aquél día” (hace como 10 años) experimentaron. De manera que como ahora no sucede tal y como sucedió “aquél día” , pues ya no sienten lo mismo. Como que Dios se ha olvidado de ellos, pues ya no se manifiesta como aquella vez. Añoran lo que sucedió en el pasado, y anhelan lo que pasara mañana... Me pregunto......¿Y lo que pasa en el presente, en dónde lo metemos?
No debemos tener a Dios como “la gran experiencia” que me sucedió en mis viajes anteriores.. Cuando decimos que Dios es el mismo ayer, hoy, y siempre, creemos que Dios es la misma experiencia que he sentido antes, y que sentiré mañana. Esto NO es así.
Por eso también es tan común escuchar en algunas congregaciones frases como: “¡¿Y cómo estuvo la alabanza hoy?”- “Mmmhh..., pues hoy no estuvo tan prendida como la de aquel domingo de semana santa.” Y resulta que aquel famoso “domingo de semana santa”, también fue hace como diez años. Además de que Dios no es ninguna “experiencia”, ¿podemos entender? Él es el propósito y el anhelo de cada día de nuestra vida, pero no es una “experiencia” bonita que ya vivimos.
Aunque no lo aceptemos, muchas veces los creyentes “sentimos” conocer a Dios tanto como la palma de nuestras manos. Creemos tener ya toda la verdad revelada. Así que como ya conozco perfectamente a Dios, nos pasa como aquel niño que ya se sabe todas la etapas de su juego de Nintendo..., termina por aburrirse de él. Ya se las sabe de memoria, así que ya no le trae chiste el jueguito. Ya no le satisface. No quiero profundizar mucho en esto, pero esto es muy serio. Muchos tienen a su “dios Nintendo”, ya conocen todas sus “experiencias.” Por eso ya nada les atrae, y andan de congregación en congregación buscando “experiencias” nuevas, que sí les atraigan.
(Aprevechando, le recomiendo que lea el estudio titulado: "Innovando", busquelo en el foro)
Dios es para conocerle y disfrutarlo hoy, y para conocerle mañana, y así...conocerle día tras día de nuestra vida. Nuestro Dios es para reconocerle en cada uno de nuestros viajes, pero de una manera fresca y diferente en cada uno de ellos. Sus misericordias son nuevas (y diferentes) cada mañana. Esto nos lo demuestra en toda su creación. No hay nada que sea igual ni que se repita de la misma manera. Es absurdo pensar que todo el amor de Dios, es lo que ya hemos experimentado. Que ya conocemos todo acerca de Dios. ¿Suena descabellado, verdad? Pero esta es la realidad en la que viven muchos creyentes. Por eso siguen buscando dioses y verdades alternativos.
Así que llegó la hora de tomar una decisión y de enterrar esa creencia también. Y a partir de este momento, dediquémonos a disfrutar del amor de Dios en este....mi nuevo viaje y con mi nuevo equipaje.
Y como diría el rey Salomón... el fin de este discurso es: “Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas”, terminamos este viaje justo como lo comenzamos. Reconociéndolo a Él en cada uno de ellos.
Así que.....¡Buen viaje!
Que Dios nos siga bendiciendo en su infinito amor, y en su infinita misericordia, en cada uno de nuestros viajes. Amén.