La oración de un astrónomo protestante

19 Julio 2005
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www.regresoacasa.org
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Kepler, Johannes (1571-1630)

Célebre astrónomo alemán, nacido en Weil der Stadt, localidad cercana a Stuttgart, el 27 de diciembre de 1571 y fallecido en Ratisbona el 15 de noviembre de 1630. Enunció las leyes que describen el movimiento de los planetas y es uno de los puntales de la teoría heliocéntrica.

Kepler llevó una vida infeliz, marcada en su juventud por enfermedades físicas -una desafortunada viruela debilitó irreversiblemente su vista y semiparalizó sus manos- y desgracias familiares y personales de todo tipo, entre otras ver condenada por brujería a su madre, quien aunque pudo salvarse de la hoguera, permaneció en prisión de por vida.

Hacia 1600 fue Kepler víctima de la persecución religiosa contra los protestantes y perdió su puesto docente. En 1611 fallecieron tanto su primera esposa, que sufría de problemas psiquiátricos severos, como uno de sus cinco hijos (su segunda esposa, con la que tuvo otros siete vástagos, falleció también antes que él, al igual que todos sus hijos).

Los acuciantes problemas económicos que padeció durante toda su vida y la persecución que sufrió por sus ideas religiosas le hicieron refugiarse en diversas ciudades alemanas y austriacas. Kepler murió cuando aún no había llegado a los sesenta años en Ratisbona el 15 de noviembre de 1630, durante un viaje emprendido para tratar de obtener ciertas cantidades de dinero que le debían.

A pesar de que su vida es muy desgraciada, escribe:

Te doy gracias, Dios Creador, porque me has concedido la felicidad de estudiar lo que Tú has hecho, y me regocijo de ocuparme de Tus obras. Me ha cabido el honor de mostrar a los hombres la gloria de tu Creación, o, por lo menos, de aquella parte de Tu infinito reino que ha sido accesible a mis escasas luces.

Día vendrá en el que podremos leer a Dios en la Naturaleza como lo leemos en las Sagradas Escrituras.

Hasta ahora he proclamado la obra de Dios creador. Queda ahora por cerrar la continuación de las demostraciones, para elevar finalmente al cielo los ojos y las manos y, piadoso y suplicante, rogar al Padre de las luces:

Oh tú que despiertas en nosotros, por la luz de la naturaleza, el deseo de la luz de la gracia, a fin de conducirnos por ella a la luz de gloria: te doy gracias, Señor Creador, que me has deleitado con lo que has hecho y me has recogido con la obra de tus manos.

Ahora yo he terminado la obra de mi profesión, habiendo empleado todas las fuerzas del talento que tú me has dado; he manifestado la gloria de tus obras a los hombres que lean estas demostraciones, por lo menos en la medida en que la estrechez de mi inteligencia ha podido captar su infinitud; mi espíritu ha estado atento a filosofar correctamente.

Si he producido alguna cosa indigna de tus designios, yo, gusanillo nacido y alimentado en el bando del pecado, inspírame tú lo que quieres que sepan los hombres, a fin de que me corrija.

Si he caído en la temeridad frente a la belleza admirable de tus obras o si he buscado mi propia gloria ante los hombres, mientras avanzaba en una obra destinada a tu gloria, benigno, misericordioso, perdóname.

Dígnate, en fin, velar en tu bondad para que estas demostraciones sirvan para tu gloria y para la salvación de las almas en lugar de serles obstáculo.
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Re: La oración de un astrónomo protestante

Demócrito dijo:
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Kepler, Johannes (1571-1630)

Célebre astrónomo alemán, nacido en Weil der Stadt, localidad cercana a Stuttgart, el 27 de diciembre de 1571 y fallecido en Ratisbona el 15 de noviembre de 1630. Enunció las leyes que describen el movimiento de los planetas y es uno de los puntales de la teoría heliocéntrica.

Kepler llevó una vida infeliz, marcada en su juventud por enfermedades físicas -una desafortunada viruela debilitó irreversiblemente su vista y semiparalizó sus manos- y desgracias familiares y personales de todo tipo, entre otras ver condenada por brujería a su madre, quien aunque pudo salvarse de la hoguera, permaneció en prisión de por vida.

Hacia 1600 fue Kepler víctima de la persecución religiosa contra los protestantes y perdió su puesto docente. En 1611 fallecieron tanto su primera esposa, que sufría de problemas psiquiátricos severos, como uno de sus cinco hijos (su segunda esposa, con la que tuvo otros siete vástagos, falleció también antes que él, al igual que todos sus hijos).

Los acuciantes problemas económicos que padeció durante toda su vida y la persecución que sufrió por sus ideas religiosas le hicieron refugiarse en diversas ciudades alemanas y austriacas. Kepler murió cuando aún no había llegado a los sesenta años en Ratisbona el 15 de noviembre de 1630, durante un viaje emprendido para tratar de obtener ciertas cantidades de dinero que le debían.

A pesar de que su vida es muy desgraciada, escribe:

Te doy gracias, Dios Creador, porque me has concedido la felicidad de estudiar lo que Tú has hecho, y me regocijo de ocuparme de Tus obras. Me ha cabido el honor de mostrar a los hombres la gloria de tu Creación, o, por lo menos, de aquella parte de Tu infinito reino que ha sido accesible a mis escasas luces.

Día vendrá en el que podremos leer a Dios en la Naturaleza como lo leemos en las Sagradas Escrituras.

Hasta ahora he proclamado la obra de Dios creador. Queda ahora por cerrar la continuación de las demostraciones, para elevar finalmente al cielo los ojos y las manos y, piadoso y suplicante, rogar al Padre de las luces:

Oh tú que despiertas en nosotros, por la luz de la naturaleza, el deseo de la luz de la gracia, a fin de conducirnos por ella a la luz de gloria: te doy gracias, Señor Creador, que me has deleitado con lo que has hecho y me has recogido con la obra de tus manos.

Ahora yo he terminado la obra de mi profesión, habiendo empleado todas las fuerzas del talento que tú me has dado; he manifestado la gloria de tus obras a los hombres que lean estas demostraciones, por lo menos en la medida en que la estrechez de mi inteligencia ha podido captar su infinitud; mi espíritu ha estado atento a filosofar correctamente.

Si he producido alguna cosa indigna de tus designios, yo, gusanillo nacido y alimentado en el bando del pecado, inspírame tú lo que quieres que sepan los hombres, a fin de que me corrija.

Si he caído en la temeridad frente a la belleza admirable de tus obras o si he buscado mi propia gloria ante los hombres, mientras avanzaba en una obra destinada a tu gloria, benigno, misericordioso, perdóname.

Dígnate, en fin, velar en tu bondad para que estas demostraciones sirvan para tu gloria y para la salvación de las almas en lugar de serles obstáculo.
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Ejemplar! Gracias por compartirlo!

Greivin.
 
La oración de un astrónomo protestante

GreivinII. dijo:
Ejemplar! Gracias por compartirlo!
Greivin.
Hay científicos que piensan que la ciencia es incompatible con la existencia
de Dios. Otro, como Kepler, encuentran en ella un medio de encuentro con
Él y convierten su trabajo en oración.

Bendiciones.
 
Re: La oración de un astrónomo protestante

Demócrito dijo:
Hay científicos que piensan que la ciencia es incompatible con la existencia
de Dios. Otro, como Kepler, encuentran en ella un medio de encuentro con
Él y convierten su trabajo en oración.

Bendiciones.

*********************

Hola a todos,

Que hermosas palabras dijo una vez ese hombre, quien es hoy ahora famoso por descifrar fundamentos tal altos en materia de la astronomía. Ahora sabemos que sus pronunciamientos en relación a los planetas, a la consecusión de los días, etc., sufrieron la terrible denostación de la ICR de aquellos tiempos (la santa inquisición); ya Galileo tuvo una vez que contradecirse de que la tierra era redonda para evitar morir en la hoguera.

Yo también soy astronómo aficionado, y a partir de lo he leído aquí en este tema, sólo puedo decir la que obra de Dios también está presente en lo alto del infinito.

Saludos,

David López
México
 
La oración de un astrónomo protestante

David_Lopez dijo:
Hola a todos,
Que hermosas palabras dijo una vez ese hombre, quien es hoy ahora famoso por descifrar fundamentos tal altos en materia de la astronomía. Ahora sabemos que sus pronunciamientos en relación a los planetas, a la consecusión de los días, etc., sufrieron la terrible denostación de la ICR de aquellos tiempos (la santa inquisición); ya Galileo tuvo una vez que contradecirse de que la tierra era redonda para evitar morir en la hoguera.

Yo también soy astronómo aficionado, y a partir de lo he leído aquí en este tema, sólo puedo decir la que obra de Dios también está presente en lo alto del infinito.

Saludos,

David López
México
David, supongo que siendo astrónomo rezarás el salmo 19 con pleno
conocimiento de causa.

SALMO 19

1 El cielo proclama la gloria de Dios;
de su creación nos habla la bóveda celeste.
2 Los días se lo cuentan entre sí;
las noches hacen correr la voz.
3 Aunque no se escuchan palabras
ni se oye voz alguna,
4 el mensaje llega a toda la tierra
y hasta el último rincón del mundo,
hasta donde el sol tiene su hogar.
5 Y el sol sale como un novio de la habitación nupcial,
alegre como un atleta al emprender su camino.
6 Nace el sol por un lado del cielo
y da la vuelta hasta llegar al otro,
sin que nada pueda huir de su calor.

7 La enseñanza del Señor es perfecta,
porque da nueva vida.
El mandato del Señor es fiel,
porque hace sabio al hombre sencillo.
8 Los preceptos del Señor son justos,
porque traen alegría al corazón.
El mandamiento del Señor es puro
y llena los ojos de luz.
9 El temor del Señor es limpio
y permanece para siempre.
Los decretos del Señor son verdaderos,
todos ellos son justos,
10 ¡son de más valor que el oro fino,
más dulces que la miel del panal!
11 Son también advertencias a este siervo tuyo,
y le es provechoso obedecerlas.

12 ¿Quién se da cuenta de sus propios errores?
¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas!
13 Quítale el orgullo a tu siervo;
no permitas que el orgullo me domine.
Así seré un hombre sin tacha
y estaré libre de gran pecado.

14 Sean aceptables a tus ojos
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, refugio y libertador mío.
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