SUCESION APOSTOLICA

Re: SUCESION APOSTOLICA

EL CARÁCTER MONARQUICO Y LA ESTRUCTURA COLEGIAL DE LA AUTORIDAD ECLESIASTICA
La Iglesia estuvo al principio bajo la dirección de los Apóstoles. Según las necesidades, constituyeron éstos colaboradores (diáconos, presbíteros) para las tareas, que se aumentaban dentro de la comunidad cristiana (Hechos 6, 1; 14, 23; 15, 2 ss.). Sus funciones y diversas relaciones sólo poco a poco fueron fijadas y delimitadas de un modo correspondiente a la situación de entonces. El desarrollo se hizo de tal modo que la estructura de la autoridad eclesiástica, dada al principio sólo en germen, llegó a plasmarse claramente: la dirección de las comunidades estuvo a cargo de obispos, que se sentían unidos colegialmente en un común trabajo y responsabilidad.

Es un hecho histórico incontrovertible que ya en el siglo II las comunidades cristianas eran regidas por obispos. En el Occidente se habla ya del episcopado monárquico desde la mitad del siglo II, en Asia Menor y Siria aparece ya a comienzos del mismo siglo.

Ireneo de Lyon (+ 202), el discípulo de San Policarpo (y éste discípulo del Apóstol Juan) luchó contra los gnósticos y para rebatir sus novedades invoca el testimonio de la tradición apostólica. El fin principal era demostrar la existencia de ésta. Para ello alega la sucesión ininterrumpida de los obispos. Como la doctrina de los Apóstoles es garantizada por la sucesión apostólica, “nosotros podemos enumerar los obispos de las Iglesias particulares puestos por los Apóstoles y sus sucesores hasta nuestros días” (San Ireneo, Adv. Haer., III, 3, 1). Según esto, en tiempo de Ireneo, cada Iglesia tenía su obispo particular. Ireneo enumera los nombres de los obispos de Roma desde Lino hasta Eleuterio. A Lino le fue entregado por los Apóstoles el ministerio episcopal para regir la Iglesia. (Ibídem III, 3, 3)

Eusebio nos ha proporcionado valiosos testimonios sobre la historia del episcopado en su Historia de la Iglesia, cuyo valor estriba precisamente en que contiene muchos extractos de fuentes anteriores, que Eusebio tenía todavía a mano.

a) En las narraciones de Eusebio sobre la lucha contra el montanismo y sobre las disputas acerca de la celebración de la Pascua se puede advertir que en el año 150 cada Iglesia era generalmente gobernada por un obispo particular. El montanismo puso en duda la Jerarquía de la Iglesia y le contrapuso el derecho de los “profetas”. Contra estas tendencias se levantaron los obispos de muchas Iglesias, primero individualmente, y, después, como esto no bastaba, reunidos en Sínodos (Eusebio, HE V, 3, 4; V, 16; V, 17; V, 20, 2; V, 12, 1 ss). La decisión sobre el día de la celebración de la Pascua está también en manos de obispos particulares, que muchas veces son citados nominalmente (S. Ireneo V 23, 3 ss.; V, 24, 8).

b) Eusebio consultó las cartas que el Obispo Dionisio de Corinto (año 170) dirigió a las diversas Iglesias en Grecia, Creta, Nicomedia, el Ponto y también a Roma. De los datos y citas de Eusebio se deduce que las mencionadas Iglesias eran regidas por obispos monárquicos (S. Ireneo, IV, 23, 1 ss.). En Atenas, por ejemplo, después del martirio de Publio, Quadrato tenía la sede episcopal, de la que es nombrado primer titular Dionisio Areopagita (San Ireneo, IV, 23, 3 s.)

c) Eusebio conocía también las “Memorias” de Hegesipo, un cristiano de Palestina, que, por el año 160, recorría las regiones del Mediterráneo y visitaba muchos obispos para confirmar su doctrina y comprobar la sucesión apostólica. En Corinto trató con Primo, el obispo del lugar (S. Ireneo, IV, 23, 2); en Roma pudo convencerse de la “ininterrumpida ‘Diadoché’ (transmisión) de la pura doctrina”, gracias, precisamente, a la ininterrumpida sucesión de los obispos (S. Ireneo IV, 22, 3), también en Jerusalén pudo seguir la sucesión de los obispos hasta los Apóstoles (S. Ireneo, IV, 22, 4)

El testimonio más importante para la existencia del episcopado monárquico lo son las cartas de Ignacio de Antioquia. De ellas se deduce que en las comunidades de Asia Menor entre los siglos I y II existía una firme constitución jerárquica de la autoridad eclesiástica en tres grados: el obispo, el colegio de presbíteros y los diáconos. En todas partes ejercía toda la jurisdicción un obispo particular. Ignacio cita nominalmente a Onésimo, obispo de Efeso; a Damas, obispo de Magnesia; a Polibio, obispo de Trallia; a Policarpo, obispo de Esmirna. Esta forma de gobierno no sólo existía en Asia Menor, sino también en todo el mundo. Era para Ignacio algo esencial e inseparable de la Iglesia (S.Ignacio, Carta a los efesios, 3, 2). Tan esencial como la unidad en el Sacrificio y en el Ágape fraternal: “Sólo existe una carne de Nuestro Señor Jesucristo y sólo un cáliz para unirse a su Sangre, un solo altar, como también un solo obispo en unión con el colegio de los presbíteros y con los diáconos, mis consiervos” (S. I., Carta a los filadelfios, 4). El obispo es la imagen del Padre (S.I., Carta a los traíllanos, 3, 1). Por consiguiente, la obediencia al obispo es condición y señal de pertenecer a la Iglesia: “Donde aparezca el obispo, allí esté también la multitud, como donde está Jesucristo allí está la Iglesia católica” (S.I., Carta a los esmirniotas, 8, 2). “Todos los que pertenecen a Dios y a Jesucristo, están junto al obispo” (S.I., carta a los filadelfios, 3, 2). Por ello, nada se puede hacer sin el obispo, pues sólo se está con Jesús “si se está sometido a su obispo” (S.I., carta a los traíllanos, 2, 1). Ignacio no dice nada sobre el origen, fundamentos y justificación del episcopado monárquico; esto es para él un dato firme y evidente, transmitido por la tradición. La fuerza del testimonio de Ignacio a favor del episcopado monárquico llega, por consiguiente, hasta el siglo I.

No es, pues, cierto que el episcopado monárquico se haya establecido por primera vez en la lucha contra la Gnosis y el marcionismo.

El primer y más claro ejemplo de una comunidad dirigida monárquicamente es la comunidad primitiva de Jerusalén. Después de la partida de Pedro, ocasionada por la persecución de Herodes, es Santiago el supremo director de la comunidad. En todos los asuntos que se tratan en Jerusalén sobresale como la autoridad decisiva. Pablo se dirigió a Santiago tanto en su primera como en su segunda visita a la comunidad de Jerusalén (Gal 1, 19; Hechos 21, 18 ss.). En el concilio de los Apóstoles le corresponde un papel de dirección por el obispo del lugar. Santiago tuvo como sucesores otros obispos, como lo demuestra la lista de sucesión presentada por Hegesipo (Eusebio, HE, IV, 23, 4). Así resume K. Holl su juicio sobre la primitiva Iglesia: “Encontramos en la comunidad cristiana desde el principio una jerarquía legítima, una estructura determinada por Dios, un derecho divino de la Iglesia”. Complemento de esto es lo que afirma Fr. Heiler: “encontramos en la primitiva comunidad en forma embrionaria la jerarquía completa de la Iglesia católica, el triple oficio: diaconado, presbiterado y episcopado”.

Por el contrario, la autoridad en las comunidades pagano-cristianas (se les dice pagano-cristianas porque la conformaban “gentiles” convertidos a Cristo) estaba confiada a un colegio de presbíteros (Hechos 14, 23; 20, 17; 1 Tes 5, 12; Fil 1, 1; Ef 4, 11; Heb 13, 17; 1 Tim 4, 14; 5, 17; Tit 1, 5). La suprema dirección sobre las comunidades fundadas por San Pablo se la reservó a sí mismo el Apóstol de las Gentes; las disposiciones necesarias las de por cartas o por medio de sus compañeros o por legados especiales; él es el modelo original del obispo monárquico. Las especiales circunstancias de las comunidades pagano-cristianas hacen oportuna esta estructura, como ocurre todavía hoy en las regiones de misiones. El libertinaje y la arrogancia democrática de los corintios, los sueños apocalípticos de los tesalonicenses, los celos exagerados y soberbios de los “súper apóstoles” muestran la razón de esta manera que el Apóstol tenía de gobernar las comunidades. Por intenso servicio de correos era informado Pablo sobre el estado de las comunidades por él fundadas y dirigidas, mientras enviaba una y otra vez a sus compañeros con especiales misiones a las comunidades. Mantiene, pues, Colson como posible que, junto a la jerarquía estable de ámbito local, existía una “jerarquía itinerante”, mensajeros “en mission á travers une province”, en su mayoría compañeros de Pablo, que ocupaban el primer puesto después de él.

Pero también en las comunidades paulinas se dio una evolución hacia el episcopado monárquico. Donde las comunidades estaban ya organizadas más sólidamente y habían conseguido una cierta estabilidad e independencia, entró en vigor el gobierno monárquico. El mismo Pablo constituyó a Tito y Timoteo como obispos estacionarios en Creta y en Efeso.

El obispo, autoridad suprema de su Iglesia, no se debe considerar como algo aislado. Ha de trabajar en colaboración con los presbíteros y diáconos de su comunidad y ha de estar en contacto con los obispos de toda la Iglesia.

El animado comercio epistolar entre los diversos obispos, los repetidos viajes de información, que se emprendían para constatar la unanimidad en la doctrina y tradición, y, sobre todo, los frecuentes sínodos, más o menos universales, con sus conclusiones obligatorias para todos, demuestran que la conciencia de la unión colegial estaba viva entre los obispos de los primeros siglos. A las normas de los obispos dadas colegialmente se les atribuyó no sólo la fuerza de la suma cuantitativa de éstos, sino una autoridad especial. Además, se tenía conciencia de que tales conclusiones y normas debían cumplir los presupuestos de la auténtica colegialidad. Se atendía, por ello, a la extensión y, en todo, se buscaba el consentimiento y armonía con la Iglesia de Roma. Se sabía que, sin la colaboración del obispo de Roma, que, como sucesor de Pedro, era también la cabeza del colegio de los obispos, no se daba una auténtica colegialidad episcopal.

El episcopado monárquico está en el punto medio de dos líneas igualmente esenciales para la Iglesia: la línea vertical, histórica, de la sucesión apostólica y la horizontal de la unidad católica. En las listas de la ininterrumpida sucesión de los obispos encuentra su más clara expresión y su comprobación más segura el fundamento jerárquico del episcopado. Pero, a su vez, por medio del vínculo colegial, el obispo se ve unido a la comunidad del episcopado universal y participa en la doctrina infalible y en la Gracia garantizadas a la Iglesia universal por las promesas de Cristo y por el Espíritu siempre vivo en ella. Por medio de la sucesión apostólica recibe el obispo, como un don, la herencia del poder apostólico y de la tradición, y, como un sagrado deber, el cuidado de la comunión fraterna y de la unidad en la fe.
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

catòlica dijo:

EL CARÁCTER MONARQUICO Y LA ESTRUCTURA COLEGIAL DE LA AUTORIDAD ECLESIASTICA
La Iglesia estuvo al principio bajo la dirección de los Apóstoles. Según las necesidades, constituyeron éstos colaboradores (diáconos, presbíteros) para las tareas, que se aumentaban dentro de la comunidad cristiana (Hechos 6, 1; 14, 23; 15, 2 ss.). Sus funciones y diversas relaciones sólo poco a poco fueron fijadas y delimitadas de un modo correspondiente a la situación de entonces. El desarrollo se hizo de tal modo que la estructura de la autoridad eclesiástica, dada al principio sólo en germen, llegó a plasmarse claramente: la dirección de las comunidades estuvo a cargo de obispos, que se sentían unidos colegialmente en un común trabajo y responsabilidad.

Es un hecho histórico incontrovertible que ya en el siglo II las comunidades cristianas eran regidas por obispos. En el Occidente se habla ya del episcopado monárquico desde la mitad del siglo II, en Asia Menor y Siria aparece ya a comienzos del mismo siglo.

Ireneo de Lyon (+ 202), el discípulo de San Policarpo (y éste discípulo del Apóstol Juan) luchó contra los gnósticos y para rebatir sus novedades invoca el testimonio de la tradición apostólica. El fin principal era demostrar la existencia de ésta. Para ello alega la sucesión ininterrumpida de los obispos. Como la doctrina de los Apóstoles es garantizada por la sucesión apostólica, “nosotros podemos enumerar los obispos de las Iglesias particulares puestos por los Apóstoles y sus sucesores hasta nuestros días” (San Ireneo, Adv. Haer., III, 3, 1). Según esto, en tiempo de Ireneo, cada Iglesia tenía su obispo particular. Ireneo enumera los nombres de los obispos de Roma desde Lino hasta Eleuterio. A Lino le fue entregado por los Apóstoles el ministerio episcopal para regir la Iglesia. (Ibídem III, 3, 3)

Eusebio nos ha proporcionado valiosos testimonios sobre la historia del episcopado en su Historia de la Iglesia, cuyo valor estriba precisamente en que contiene muchos extractos de fuentes anteriores, que Eusebio tenía todavía a mano.

a) En las narraciones de Eusebio sobre la lucha contra el montanismo y sobre las disputas acerca de la celebración de la Pascua se puede advertir que en el año 150 cada Iglesia era generalmente gobernada por un obispo particular. El montanismo puso en duda la Jerarquía de la Iglesia y le contrapuso el derecho de los “profetas”. Contra estas tendencias se levantaron los obispos de muchas Iglesias, primero individualmente, y, después, como esto no bastaba, reunidos en Sínodos (Eusebio, HE V, 3, 4; V, 16; V, 17; V, 20, 2; V, 12, 1 ss). La decisión sobre el día de la celebración de la Pascua está también en manos de obispos particulares, que muchas veces son citados nominalmente (S. Ireneo V 23, 3 ss.; V, 24, 8).

b) Eusebio consultó las cartas que el Obispo Dionisio de Corinto (año 170) dirigió a las diversas Iglesias en Grecia, Creta, Nicomedia, el Ponto y también a Roma. De los datos y citas de Eusebio se deduce que las mencionadas Iglesias eran regidas por obispos monárquicos (S. Ireneo, IV, 23, 1 ss.). En Atenas, por ejemplo, después del martirio de Publio, Quadrato tenía la sede episcopal, de la que es nombrado primer titular Dionisio Areopagita (San Ireneo, IV, 23, 3 s.)

c) Eusebio conocía también las “Memorias” de Hegesipo, un cristiano de Palestina, que, por el año 160, recorría las regiones del Mediterráneo y visitaba muchos obispos para confirmar su doctrina y comprobar la sucesión apostólica. En Corinto trató con Primo, el obispo del lugar (S. Ireneo, IV, 23, 2); en Roma pudo convencerse de la “ininterrumpida ‘Diadoché’ (transmisión) de la pura doctrina”, gracias, precisamente, a la ininterrumpida sucesión de los obispos (S. Ireneo IV, 22, 3), también en Jerusalén pudo seguir la sucesión de los obispos hasta los Apóstoles (S. Ireneo, IV, 22, 4)

El testimonio más importante para la existencia del episcopado monárquico lo son las cartas de Ignacio de Antioquia. De ellas se deduce que en las comunidades de Asia Menor entre los siglos I y II existía una firme constitución jerárquica de la autoridad eclesiástica en tres grados: el obispo, el colegio de presbíteros y los diáconos. En todas partes ejercía toda la jurisdicción un obispo particular. Ignacio cita nominalmente a Onésimo, obispo de Efeso; a Damas, obispo de Magnesia; a Polibio, obispo de Trallia; a Policarpo, obispo de Esmirna. Esta forma de gobierno no sólo existía en Asia Menor, sino también en todo el mundo. Era para Ignacio algo esencial e inseparable de la Iglesia (S.Ignacio, Carta a los efesios, 3, 2). Tan esencial como la unidad en el Sacrificio y en el Ágape fraternal: “Sólo existe una carne de Nuestro Señor Jesucristo y sólo un cáliz para unirse a su Sangre, un solo altar, como también un solo obispo en unión con el colegio de los presbíteros y con los diáconos, mis consiervos” (S. I., Carta a los filadelfios, 4). El obispo es la imagen del Padre (S.I., Carta a los traíllanos, 3, 1). Por consiguiente, la obediencia al obispo es condición y señal de pertenecer a la Iglesia: “Donde aparezca el obispo, allí esté también la multitud, como donde está Jesucristo allí está la Iglesia católica” (S.I., Carta a los esmirniotas, 8, 2). “Todos los que pertenecen a Dios y a Jesucristo, están junto al obispo” (S.I., carta a los filadelfios, 3, 2). Por ello, nada se puede hacer sin el obispo, pues sólo se está con Jesús “si se está sometido a su obispo” (S.I., carta a los traíllanos, 2, 1). Ignacio no dice nada sobre el origen, fundamentos y justificación del episcopado monárquico; esto es para él un dato firme y evidente, transmitido por la tradición. La fuerza del testimonio de Ignacio a favor del episcopado monárquico llega, por consiguiente, hasta el siglo I.

No es, pues, cierto que el episcopado monárquico se haya establecido por primera vez en la lucha contra la Gnosis y el marcionismo.

El primer y más claro ejemplo de una comunidad dirigida monárquicamente es la comunidad primitiva de Jerusalén. Después de la partida de Pedro, ocasionada por la persecución de Herodes, es Santiago el supremo director de la comunidad. En todos los asuntos que se tratan en Jerusalén sobresale como la autoridad decisiva. Pablo se dirigió a Santiago tanto en su primera como en su segunda visita a la comunidad de Jerusalén (Gal 1, 19; Hechos 21, 18 ss.). En el concilio de los Apóstoles le corresponde un papel de dirección por el obispo del lugar. Santiago tuvo como sucesores otros obispos, como lo demuestra la lista de sucesión presentada por Hegesipo (Eusebio, HE, IV, 23, 4). Así resume K. Holl su juicio sobre la primitiva Iglesia: “Encontramos en la comunidad cristiana desde el principio una jerarquía legítima, una estructura determinada por Dios, un derecho divino de la Iglesia”. Complemento de esto es lo que afirma Fr. Heiler: “encontramos en la primitiva comunidad en forma embrionaria la jerarquía completa de la Iglesia católica, el triple oficio: diaconado, presbiterado y episcopado”.

Por el contrario, la autoridad en las comunidades pagano-cristianas (se les dice pagano-cristianas porque la conformaban “gentiles” convertidos a Cristo) estaba confiada a un colegio de presbíteros (Hechos 14, 23; 20, 17; 1 Tes 5, 12; Fil 1, 1; Ef 4, 11; Heb 13, 17; 1 Tim 4, 14; 5, 17; Tit 1, 5). La suprema dirección sobre las comunidades fundadas por San Pablo se la reservó a sí mismo el Apóstol de las Gentes; las disposiciones necesarias las de por cartas o por medio de sus compañeros o por legados especiales; él es el modelo original del obispo monárquico. Las especiales circunstancias de las comunidades pagano-cristianas hacen oportuna esta estructura, como ocurre todavía hoy en las regiones de misiones. El libertinaje y la arrogancia democrática de los corintios, los sueños apocalípticos de los tesalonicenses, los celos exagerados y soberbios de los “súper apóstoles” muestran la razón de esta manera que el Apóstol tenía de gobernar las comunidades. Por intenso servicio de correos era informado Pablo sobre el estado de las comunidades por él fundadas y dirigidas, mientras enviaba una y otra vez a sus compañeros con especiales misiones a las comunidades. Mantiene, pues, Colson como posible que, junto a la jerarquía estable de ámbito local, existía una “jerarquía itinerante”, mensajeros “en mission á travers une province”, en su mayoría compañeros de Pablo, que ocupaban el primer puesto después de él.

Pero también en las comunidades paulinas se dio una evolución hacia el episcopado monárquico. Donde las comunidades estaban ya organizadas más sólidamente y habían conseguido una cierta estabilidad e independencia, entró en vigor el gobierno monárquico. El mismo Pablo constituyó a Tito y Timoteo como obispos estacionarios en Creta y en Efeso.

El obispo, autoridad suprema de su Iglesia, no se debe considerar como algo aislado. Ha de trabajar en colaboración con los presbíteros y diáconos de su comunidad y ha de estar en contacto con los obispos de toda la Iglesia.

El animado comercio epistolar entre los diversos obispos, los repetidos viajes de información, que se emprendían para constatar la unanimidad en la doctrina y tradición, y, sobre todo, los frecuentes sínodos, más o menos universales, con sus conclusiones obligatorias para todos, demuestran que la conciencia de la unión colegial estaba viva entre los obispos de los primeros siglos. A las normas de los obispos dadas colegialmente se les atribuyó no sólo la fuerza de la suma cuantitativa de éstos, sino una autoridad especial. Además, se tenía conciencia de que tales conclusiones y normas debían cumplir los presupuestos de la auténtica colegialidad. Se atendía, por ello, a la extensión y, en todo, se buscaba el consentimiento y armonía con la Iglesia de Roma. Se sabía que, sin la colaboración del obispo de Roma, que, como sucesor de Pedro, era también la cabeza del colegio de los obispos, no se daba una auténtica colegialidad episcopal.

El episcopado monárquico está en el punto medio de dos líneas igualmente esenciales para la Iglesia: la línea vertical, histórica, de la sucesión apostólica y la horizontal de la unidad católica. En las listas de la ininterrumpida sucesión de los obispos encuentra su más clara expresión y su comprobación más segura el fundamento jerárquico del episcopado. Pero, a su vez, por medio del vínculo colegial, el obispo se ve unido a la comunidad del episcopado universal y participa en la doctrina infalible y en la Gracia garantizadas a la Iglesia universal por las promesas de Cristo y por el Espíritu siempre vivo en ella. Por medio de la sucesión apostólica recibe el obispo, como un don, la herencia del poder apostólico y de la tradición, y, como un sagrado deber, el cuidado de la comunión fraterna y de la unidad en la fe.



Buen artìculo PERO, no tiene sustentaciòn BIBLICA, ni una Teología Bìblica de fondo. Es màs bien una sìntesis de la doctrina catòlica per se sobre LA SUCESION APOSTOLICA. De todas formas es muy bueno el artìculo en su dimensiòn històrica y panfletaria.
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Kepale dijo:
Buen artìculo PERO, no tiene sustentaciòn BIBLICA, ni una Teología Bìblica de fondo. Es màs bien una sìntesis de la doctrina catòlica per se sobre LA SUCESION APOSTOLICA. De todas formas es muy bueno el artìculo en su dimensiòn històrica y panfletaria.
Sí tiene sustentación bíblica, solo lee el Libro de los Hechos de los Apóstoles, y ve los tres oficios, el papel especial de Pedro y sus recorridas para confirmar la fe de las comunidades, y la Unidad de fe y doctrina de las distintas comunidades. Además estoy seguro que muchos amigos foristas aceptarán el artículo porque, aunque no haga referencia explícita a la biblia, sí muestra el testimonio de los discípulos de los Apostoles.

Una nota relacionada: En términos prácticos, cuando un presbítero es nombrado obispo, se le hace entrega de un libro que contiene los nombres de todos los obispos unidos a él (nuevo obispos) y que forman una línea ininterrumpida hasta los Apóstoles. Si alguien tiene dudas de la existencia de la tal "Sucesión" pues solo debería pedirle a un obispo que le muestre ese libro y verificar los nombres que aparecen allí y ya.
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Kepale dijo:
Buen artìculo PERO, no tiene sustentaciòn BIBLICA, ni una Teología Bìblica de fondo. Es màs bien una sìntesis de la doctrina catòlica per se sobre LA SUCESION APOSTOLICA. De todas formas es muy bueno el artìculo en su dimensiòn històrica y panfletaria.


Quizás me equivoco, pero parece que no siquiera has leído el aporte de la forista "Católica" en el cual se mencione varios versículos como "<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>

Hechos 14, 23; 20, 17; 1 Tes 5, 12; Fil 1, 1; Ef 4, 11; Heb 13, 17; 1 Tim 4, 14; 5, 17; Tit 1, 5). <o:p></o:p>

<o:p></o:p>

Ya que eres el responsable del epígrafe hubiera podido hacer algún comentario a estos pasajes. Porque personalmente veo que hay sustento Bíblico, para que los foristas visitantes entiendan a que te refieres o cuales son tus argumentos a estos pasajes. Es que de otra manera seguiremos con estas dudas.<o:p></o:p>

<o:p></o:p>

Por cierto ya que nadie responde a tu quinta pregunta, podrías contestar tu o tu propio pastor, gracias. <o:p></o:p>


<o:p></o:p>
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

MISTICO dijo:

Quizás me equivoco, pero parece que no siquiera has leído el aporte de la forista "Católica" en el cual se mencione varios versículos como "<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>

Hechos 14, 23; 20, 17; 1 Tes 5, 12; Fil 1, 1; Ef 4, 11; Heb 13, 17; 1 Tim 4, 14; 5, 17; Tit 1, 5). <o:p></o:p>

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Ya que eres el responsable del epígrafe hubiera podido hacer algún comentario a estos pasajes. Porque personalmente veo que hay sustento Bíblico, para que los foristas visitantes entiendan a que te refieres o cuales son tus argumentos a estos pasajes. Es que de otra manera seguiremos con estas dudas.<o:p></o:p>

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Por cierto ya que nadie responde a tu quinta pregunta, podrías contestar tu o tu propio pastor, gracias. <o:p></o:p>


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Sí, en parte es correcto lo que señalas, catòlica ha mencionado textos bìblicos, lo que trato de decir es que desarrolla màs lo histórico que lo teológico.

Al respecto de lo que me solicitas puedo aportate de manera personal la siguiente reflexiòn acerca de la SUCESION APOSTOLICA y con esto creo que por mi parte cierro este tema ya que es como decirte mi propia conclusión al respecto y espero que sea un aporte.

Para mi entender, la SUCESION APOSTOLICA, la cual no hay que confundir con la primacìa o no del obispo de Roma, es un asunto bien interesante que descansa segùn mi entender en 2 hilos y en un fundamento, por usar un lenguaje figurado.

1er hilo viene a ser la sucesiòn històrica. Es un hilo cierto hasta cierta debilidad y ésta consiste en que las listas de obispos y obispos desde los apòstoles hasta determinado obispo sea este catòlico, anglicano u ortodoxo, estas secuencias històricamente hablando han tenido algunos cuestionamientos, es decir no es tan facil establecer una continuidad matemàtica, lo que no quita una continuidad espiritual. Con esto estoy diciendo que pienso que los obispos catòlicos, los angliacanos y ortodoxos son verdaderamente sucesores de los apòstoles, incluyendo al honorable obispo de Roma, al cual se le ha adjudicado el tìtulo de PAPA, lo que sin duda es discutible, pero ese no es el tema.


2do hilo es de caracter un poco `gnòstico, ya que estos pensaban en la transmisiòn de poderes màginos de un sujeto a otro por sucesion. No estoy diciendo que la sucesiòn apostòlica tenga su origen en los gnòsticos sino que algunos grupos sobre todo ortodoxos enseñan la Sucesiòn Apostòlica como una forma personal de un obispo de transmitir por medio de un ceremonial los poderes heredados de los apòstoles. En la sucesiòn apostòlica hay transmisiòn de un poder pero no de forma màgica.

3 er fundamento. Si no es de forma màgina entonces de que forma es que se transmsite? Pues bien la sucesiòn apostólica es UN GESTO DEL ESPIRITU SANTO. Un gesto del E.Santo por medio de los apostoles, transmitiendo a los presbìteros, a los obispos, a los Ungidos de Dios, a los cuales el Espìritu Santo apartò para el orden pastoral, administrativo de la iglesia. La Sucesiòn Apostòlica es la transmisiòn de una Unciòn del Espìritu Santo de forma gestual. Cuando hablo de gestual me refiero a la forma eclesiàstica que este rito o imposiciòn de manos ha tenido su manifestaciòn. En ese sentido toda iglesia que es parte del Cuerpo de Cristo, ha recibido esa imparticiòn sea por medio de los obispos, sean estos catòlicos, anglicanos o metodistas. Sea por medio de los ancianos o presbìteros, sea por medio del presbiterio de las Asambleas pentecostales etc. El asunto está que un sacerdote, un pastor, etc. es un hombre apartado previamente por Dios, pero ratificado, ordenado, o consagrado por medio de un acto gestual eclesiástico, al cual en algunos lenguajes se le llama sacramento, en otros ordenaciòn sacramental, en otros ordenaciòn ministerial ,etc. El asunto es que no puede haber iglesia sin Sucesion Apostòlica porque de ellos, de los apostoles, en ùltima instancia de Cristo proviene esta hermosa savia del Cuerpo de Cristo.
Así que mi ultima pregunta acerca de metodistas etc. está de esa manera constestada. Claro que sí, los sacramentos oficiados por un presbìtero metodista o evangèlico tiene valor porque su ordenaciòn la tiene ya que ha sido efectuada por medio del gesto del Espìritu en esa determinada comunidad eclesial que Dios ha permitido y alimentado, de lo contrario la iglesia solo sería la catòlica romana, o la anglicana o los ortodoxos y la iglesia es TODO EL CUERPO DE CRISTO. Hieren al Cuerpo de Cristo los que desprecian al obispo de Roma, los que ofenden a los anglicanos, los que desprecian a los Patriarcas como el de Constantinopla, lo mismo los que desvirtuan o denigran la obra de Juan Wesley o el mover de el ministerio de Billy Graham. Estos son ministerios de Dios, basados en una SUCESION APOSTOLICA que es històrica de alguna manera, transmite un Poder, pero sobre todo es ESPIRIRUAL, al ser el Gesto del Espìritu indicando que sigue ordenando y apartando hombres, Timoteos y Titos para la obra de Dios con un ministerio pastoral, diaconal, prebiteral, obispal o apostòlico en el sentido general del tèrmino.
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Mca dijo:
Estimada no se entiende tu planteo ... puedes explicarnos. Gracias.

Hola Mca.

No soy estimada sino estimado.

¿acaso ignoras lo que es una profecia con imposición de manos?

A mi me ocurrió, te lo explico: es que un ministerio de Dios (presviterio), sin pedirselo ni el haberlo premeditado, se acerque involuntariamente (llevado por el Espíritu) a imponer las manos a alguien a la vez que Dios se usa de este para dar una profecia a aquel que le son impuestas las manos.

Según dice el texto anteriormente citado es una manera en la que Dios da los dones a sus hijos.

El Señor te bendiga
 
SUCESION APOSTOLICA

Kepale dijo:
Sucesion apostòlica es una doctrina de anglicanos,ortodoxos, presbiterianos y catòlicos mediante la cual explican que hay una sucesion ininterrumpida desde los apostoles hasta los actuales obispos y que éstos son los depositarios de la Sana Doctrina y los únicos que tienen poder para ordenar pastores, sacerdotes o presbìteros.

Para mí el único "hilo sucesorio" es la fe.

Gálatas 3,7
Por lo tanto, debéis saber que los verdaderos descendientes de Abraham son los que tienen fe. <o:p></o:p>

Gálatas 3,8
La Escritura, previendo que también entre los no judíos iba Dios a reconocer como justos a los que tuvieran fe, había anunciado a Abraham esta buena noticia: “Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti.” <o:p></o:p>

Gálatas 3,14
Esto sucedió para que la bendición que Dios prometió a Abraham alcance también, por medio de Cristo Jesús, a los no judíos; y para que por medio de la fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha prometido.

Bendiciones.
<o:p></o:p>
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Aleluya Amen dijo:
Hola Mca.

No soy estimada sino estimado.

¿acaso ignoras lo que es una profecia con imposición de manos?

A mi me ocurrió, te lo explico: es que un ministerio de Dios (presviterio), sin pedirselo ni el haberlo premeditado, se acerque involuntariamente (llevado por el Espíritu) a imponer las manos a alguien a la vez que Dios se usa de este para dar una profecia a aquel que le son impuestas las manos.

Según dice el texto anteriormente citado es una manera en la que Dios da los dones a sus hijos.

El Señor te bendiga


2 Tim 1,6 "Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos"

1 Tim 4,14 “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio"

1 Tim 5,22 “No impongas con ligereza las manos a ninguno ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro. »
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Aleluya Amen dijo:
Hola Mca.

No soy estimada sino estimado.

¿acaso ignoras lo que es una profecia con imposición de manos?

A mi me ocurrió, te lo explico: es que un ministerio de Dios (presviterio), sin pedirselo ni el haberlo premeditado, se acerque involuntariamente (llevado por el Espíritu) a imponer las manos a alguien a la vez que Dios se usa de este para dar una profecia a aquel que le son impuestas las manos.

Según dice el texto anteriormente citado es una manera en la que Dios da los dones a sus hijos.

El Señor te bendiga
ok, Estimado, entiendo ahoa tu planteo, pero es el mismo planteo que hacía Jim Jones y David Koresh -entre otros- el de haber recibido una "profecía" de parte del Espíritu Santo la cual los llevó ... a donde los llevó. ¿Qué o quién me garantiza que esas "profecías modelo XXI" sean santas y correctas? Otro "profeta" está haciendo estragos espirituales y sociales en Miami, es el "apostol" don Miguel de Jesús quien fundó el Ministerio Creciendo en Gracia basado en una "profecía" recibida en vivo y en directo la cual le decía que él era el sucesor del apóstol Pablo (!!!).
Yo prefiero decir lo que decía San Agustín (lee mi firma). Bendiciones.
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Kepale dijo:
2 Tim 1,6 "Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos"

1 Tim 4,14 “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio"

1 Tim 5,22 “No impongas con ligereza las manos a ninguno ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro. »
esas citas dicen lo correcto ... esa sucesión es la que nos garantiza que la fe recibida no es un invento modelo siglo XXI de nadie ...
 
Re: SUCESION APOSTOLICA

Mca dijo:
esas citas dicen lo correcto ... esa sucesión es la que nos garantiza que la fe recibida no es un invento modelo siglo XXI de nadie ...


[SIZE=3]Si seguimos tu razonamiento católico romano entonces tendrìamos que cerrar todas las iglesias bautistas, metodistas, presbiterianas, pentecostales, etc. porque según Uds. estas iglesias no tienen SUCESION APOSTOLICA y por lo tanto sus sacramentos no tienen valor. Abrìa que decir que sòlo la iglesia catòlica es la verdadera y que no hay salvaciòn fuera de ella. Que lindo verdad?
Es un planteamiento tan sectario como el de ciertos evangèlicos sobre todo pentecostales y otros que dicen que la iglesia catòlica es la gran ramera, que el PAPA es el anticristo y que los católicos son unos idólatras que van para el infierno. Que lindo,. verdad?
Ambas posturas parten de que el Espìritu Santo se fue de una parte de la iglesia y vive solo en una sola denominaciòn. Hay evangèlicos que creen que en la iglesia catòlica no hay Espìritu Santo., Hay catòlicos que creen que los evangèlicos son unos herejes sin Espìritu Santo, sin ninguna Suceciòn Apostòlica y dignos del infierno.[/SIZE]