Propuesta al webmáster
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Armando: Vosotros hablais asi y os llamais
cristianos y
hermanos de los romanistas, wao!
Demócrito: Yo no me considero hermano en la fe de los romanistas. Puedo ser conciudadano, vecino, compañero de trabajo, familiar, en fin, todo menos hermano. En cuanto a si soy cristiano o no, eso lo dirá Dios en su momento cuando me llegue la hora de estar en su presencia.
Armando: Segun persivo, este es un foro mayoritariamente lo que vosotros llamais "romanista".
Ellos nos dejan participar (cosa que no hacen los foros "evangelicos"...
Demócrito: ¡¡¡
Este todavía no se ha enterado en qué foro está!!! Este foro ha sido fundado por un evangélico, no por romanistas. Este es el testimonio de Arturo, su fundador. A ver si te informas mejor, que estás más despistado que un pulpo en un garaje.
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TESTIMONIO DE ARTURO<o
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Queridos hermanos:
Mi nombre es Arturo tengo 50 años, trabajo en una empresa de Telecomunicaciones desde los dieciocho años, estoy casado y tengo un solo hijo de 22 años, también creyente.
Conocí el evangelio en el año 1966, con dieciséis años. Nací en el seno de una familia católica; y fui educado en el nacional-catolicismo de la época, como la inmensa mayoría de los españoles. Unos años antes de mi conversión el Espíritu obró el que sintiera dentro de mí un gran vacío existencial, en un principio traté de remediarlo incrementando mis actividades religiosas: ejercicios espirituales, comulgaba con más frecuencia, visitaba al Cristo de Medinaceli todo los primeros viernes del mes. Todo fue inútil, aquello no hacía más que agravar mi situación; poco a poco me fui alejando de la iglesia católica, pero mi enorme vacío seguía ahí, entonces me enfrasqué en mis estudios con más fuerza, y trataba de estar distraído siempre con algo, cine, novelas, amigos, aficiones, cualquier cosa que no me hiciera sentir ese enorme vacío. Era por completo ajeno a las cosas de Dios.
En el año 1965 entré a trabajar en una galería de arte próxima al museo del Prado, vendiendo cuadros a los turistas.
Allí un compañero me advirtió que tuviera cuidado señalando a otro llamado Paco porque era protestante; yo lo miraba con cierto recelo. Un día estábamos charlando y de improviso me preguntó: Si tú mueres hoy ¿a donde irías? Quedé sorprendido por su extraña pregunta, y no sabía qué contestarle, pues había llegado a un estado en que no sabía qué había tras la muerte, si nada, cielo, infierno o purgatorio. Dubitativo balbuceé: Al purgatorio. Entonces él me dijo con mucha convicción: Pues yo voy a cielo. Aquello me sorprendió y me molestó, entonces le pregunté escéptico ¿Es que tú eres mejor que los demás? Respondió: ¡No! Es que Cristo murió por mí.
A continuación me preguntó cuáles eran los diez mandamientos. Se lo recité según los había aprendido de la iglesia católica, a lo que él me dijo que así no eran, y me los recitó según vienen en la Escritura. Fue como una bofetada para mí cuando dijo: “No te harás imágenes de nada de lo que hay en el cielo, ni en la tierra ni debajo de las aguas de la tierra, no te inclinarás ante ellas”. Le espeté rápidamente que eso sólo lo decía la Biblia protestante que era falsa.
Yo tenía al corriente de todas estas cosas a mi madre que me aconsejaba que abandonara ese trabajo, no me fuera convencer aquel individuo, y que siendo protestante no encontraría otro trabajo en ningún lugar. También me dijo que la verdad estaba en la Biblia y que debíamos estudiarla, me dio dinero y me mandó comprar una, advirtiéndome que me asegurara que fuese católica y que me la envolviesen bien para que nadie la viera. ¡Qué sorpresa la nuestra cuando vimos que decía lo mismo! Pero yo no andaba buscando la verdad, sino machacar a Paco, busqué en mis libros de texto argumentos para tapar la boca a aquel hereje. Me pareció encontrarlo en el papado “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. Las discusiones prosiguieron por varios meses. Me habló también de Juan 3:16; Efesios 2:8 y de otros muchos pasajes que mi madre y ello comparábamos en la Biblia Nácar Colunga.
Una tarde de septiembre de 1966 discutía con él, en un lateral del museo del Prado, el tema de Pedro y el papado, pero mientras mi mente andaba ocupada en aquella discusión, mi espíritu simultáneamente comprendía que Dios me conocía por mi nombre desde antes de la fundación del mundo, y que me amaba hasta tal grado que dio a Su propio Hijo por mi mísera persona; fue en ese momento que creí, sintiendo un gozo desconocido antes por mí, nadie me había dicho que se sentía ese gozo y que era el gozo de la salvación. Le dije a Paco, no puedo seguir luchando estoy entre la espada y la pared, le confesé mi conversión a Cristo. Él se gozó y me explicó que había dicho bien, que la espada era Su Palabra.
Sentía tanta alegría, que no tuve paciencia para esperar al autobús y comencé a correr paseo del Prado hacia abajo pues vivía en el barrio de Embajadores, quería transmitir todo aquello a mis padres; llegué a casa jadeante, pero no esperé al ascensor y subí los escalones de dos; entré en mi casa atropelladamente, y en mi ignorancia le dije a mi madre: ¡Mamá, mamá, soy protestante! A lo que ella asustada respondió:
No digas eso hijo mío que nuestra familia es muy decente y nunca ha habido protestantes en ella. Accedió a recibir a un pastor en casa, ella no cesaba de estudiar la Palabra; pocos días después se entregó a Cristo y unos meses después mi padre. Nos había ocurrido lo más maravilloso de nuestras vidas, no sólo nos sentíamos redimidos de nuestros pecados sino que nuestras vidas habían sido cambiadas de forma radical, y no porque nosotros nos lo hubiéramos propuesto, sino porque el Espíritu Santo había operado ese cambio. ¡Bendito sea el Señor!
Con un martillo rompí todos los ídolos que adornaban mi casa y a los que anteriormente rezaba.
Nuestro deseo era que todo mundo conocieran aquello que nosotros ahora conocíamos y que pudieran sentir lo que nosotros sentíamos, hablábamos del Evangelio a todo el mundo que se nos ponía a tiro. Y muchos creyeron. Al año nos bautizaron a mi padre, mi madre y a mí en el río Jarama.
Sentía terror a perder lo que ahora tenía, a veces pensaba que yo era como la semilla de la parábola del sembrador que cayó sobre piedras y creció rápidamente; y después al no tener raíces me secaría. Y me repetía una y otra vez a mí mismo este pasaje: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo,” (Filipenses 1:6.)
En el año 1993 me conecte por primera vez a Internet con el anhelo de encontrar estudios bíblicos, introduje términos teológicos en el buscador y la respuesta era siempre la misma: no encontrado. Probé en inglés y la información era abrumadora, además de gratuita, como mis conocimientos de inglés son escasos, continúe insistiendo, por fin encontré una web cristiana en castellano, era bilingüe, pero para bajarte un estudio bíblico tenías antes que introducir el número de tú tarjeta visa. Aquello me indignó, y le dije a mi hijo que entonces tenía 15 años: ¿Tú eres capaz hacer una página web? Él me contestó: Es muy fácil, se programa en Html. Le di unos cuantos estudios bíblicos en un disquete y le dije que íbamos a hacer una página web cristiana donde los estudios bíblicos serían gratis, me indignaba que se hiciera comercio con las cosas de Dios aprovechándose del hambre de las almas, cuando la salvación la recibimos por gracia. Y con los cuatro megas de espacio que regalaba Compuserve hicimos una pequeña web cristiana, pensaba que eso lo vería muy poca gente, cual fue nuestra sorpresa al recibir muchos e-mails de personas que daban gracias a Dios por este sitio. Un matrimonio que estaba tramitando su divorcio había retirado los papeles del abogado y habían comenzado una nueva vida en Cristo por un estudio que encontraron allí sobre el amor de Dios, y otros muchos casos en los que el Señor utilizó este medio para bendecir a creyentes e inconversos.
Sentí que el Señor acababa de poner una gran responsabilidad sobre mis hombros, aquello era demasiado para mí, yo no podría con ello, acudí a mi pastor y al consejo de iglesia para que ellos auspiciaran la Web, ellos tendrían más conocimientos y preparación que yo para llevarla adelante, pero me dieron pares y nones y no se quisieron involucrar, cuando la Web estaría bajo su completa dirección y nosotros sólo pondríamos el soporte técnico y correríamos con todos los gastos.
Sentí del Señor que tenía que proseguir con La Web Cristiana y que Él nos guiaría y supliría en lo que no sabemos: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10.)
Hoy esta Web tiene de setecientas mil a un millón y medio de visitas al mes.
En septiembre de 1994 mi madre partió con el Señor.
Nuestras vidas se han visto una vez más bendecidas en muchos aspectos y hemos avanzado más en Su camino.
Durante los 34 años que camino junto al Señor he vivido muchas experiencias donde han quedado manifiestos Su gran Amor, Soberanía, Providencia y Poder. Sin entrar en detalles no escribiría este larguísimo mensaje, sino varios libros. Que esto que escribo sea para honra y gloria de Dios y que su bendición sea sobre toda su Iglesia. Somos un solo cuerpo estemos en Chile, Argentina, Méjico, España o donde Él tenga bien disponer.
Queda por supuesto que la Web Cristiana,
www.iglesia.net queda a vuestra entera disposición para publicar estudios o lo que el Señor ponga en vuestros corazones.
Vuestro hermano.
Arturo