El Reino de Dios

Re: El Reino de Dios

Saludos Justo.

Me parece un buen tema, y para empezar quiero aportar el siguiente estudio breve que habla sobre el Reino de Dios. Espero y podamos comentarlo.

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El Significado de ‘Mesías’<o:p></o:p>

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El Reino del Mesías, ¿qué significa eso? Esta es una buena pregunta, pues Jesús es el Mesías o Cristo. Y es que la palabra hebrea Maschiaj (‘Mesías’) equivale a Kjristós (‘Cristo’)en el idioma griego, y a su vez, Cristo quiere decir: “El ungido de Dios” en nuestro idioma español. En el Antiguo Testamento los reyes judíos de Israel eran previamente “ungidos” por los sumos sacerdotes parar ser nombrados para ese cargo. Ese ungimiento consistía en que el sumo sacerdote vertía aceite sobre la cabeza del escogido que se convertiría en rey. Por ejemplo: Saúl, David, Salomón, etc ( 1 Samuel 10:1; 16:13; 1 Reyes 1:33-35). En otras palabras, Saúl, David, Salomón, y sus sucesores se convirtieron en CRISTOS para poder reinar sobre el pueblo Hebreo. Saúl era un Cristo (“ungido”) , David era un Cristo (“ungido”), Salomón era un Cristo (“ungido”), y sus sucesores. Todos estos reyes reinaron desde la capital JERUSALÉN (1 Reyes 2:11; 11:42).



El Reino de Jehová<o:p></o:p>

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El Reino de Jehová Dios comenzó cuando el pueblo hebreo pidió a Dios tener un rey como las demás naciones. En un comienzo el pueblo hebreo estuvo gobernado por los llamados “Jueces de Israel”, los cuales hacían el papel de jueces y gobernantes. Así, por ejemplo, Samuel, Gedeón, Barak, y Sansón fueron cuatro de varios jueces que tuvo Israel.

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Con Saúl empieza la dinastía real judía. Pero éste, al no llegar a ser un rey fiel a Dios, es reemplazado por el joven David. Con David Dios hace un pacto muy interesante, el cual veremos en detalle más adelante, pues éste nos dará mucha luz sobre el futuro del mundo entero. Lo importante por ahora es señalar que Dios llama a la dinastía davídica como: “su reino”. Es decir, el reino de Dios estuvo representado por los reyes que se iniciaron con David, Salomón, etc. En 1 Crónicas 28:5 veremos que David llama a su dinastía como “el reino de Jehová”: “Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel”. También en 1 Crónicas 29:23 se nos dice de Salomón: “Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...”. Esto es muy importante, pues el reino de Dios no es una nueva doctrina introducida por Jesús en su ministerio, sino que era un asunto bien conocido aún por el pueblo hebreo de los tiempos de David. De modo que cuando Jesús habla del reino de Dios, sus oyentes sabían perfectamente a qué se refería Jesús con esa frase. Pero lo que hace Jesús es enseñarles a sus paisanos sobre la manera cómo ellos podían participar en ese reino que se reanudará con su segunda venida a la tierra prometida. Pero este punto es para otro acápite.

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La Promesa de Dios a David<o:p></o:p>

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Como dijimos arriba, Dios le hizo un pacto a David el cual es crucial para entender en verdad quién era Jesús según la carne. En primer término, Dios le dijo a David lo siguiente: “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo...y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente” (2 Samuel 7:12-16).

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En esta promesa de Dios a David se enfatizan cinco puntos importantes: la simiente de David, la simiente del reino, la casa de la simiente, el trono de la simiente, y la relación padre-hijo entre la simiente de David y el Dios Todopoderoso. Es decir, Dios le prometió a David una descendencia real, y un hijo singular que establecería su reino para siempre en la tierra prometida. Además, notemos que Dios tiene dos tronos: El trono desde donde Él gobierna, el cual está en el cielo, y el trono en la tierra. Salomón se sentó en el trono terrenal de Dios. Este es el trono que también se le prometió a Jesucristo. Esto lo veremos más adelante.

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En Jeremías 33:20, 21 leemos: “Así ha dicho Jehová: Si Pudiereis Invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono...”. Esto significa que si Dios no cumpliera con su pacto con David, dejaría antes de haber noche y día en nuestra tierra. Su promesa es tan firme y segura con el anochecer y el amanecer en nuestro planeta.

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Ahora bien, hoy no hay un trono terrestre de Jehová en Jerusalén. Dios descontinuó la línea real ‘judío-davídica’ por un tiempo debido a que los descendientes de David fueron impíos. Esto está registrado en Ezequiel 21:25-27: “Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto o será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto, A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto o será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Aquí Ezequiel habla del impío rey judío Sedequías, quien fuera destronado por el rey Nabuconodosor de Babilonia en 586 AC. Con Sedequías terminó transitoriamente la dinastía davídica sobre Israel, y se puede afirmar que por espacio de más de 2,500 años no ha existido un reino de Dios en Jerusalén. No obstante, Ezequiel asegura que esta interrupción temporal se levantará y se establecerá el reino de Dios en la persona de otro descendiente real Judío y de la casa de David.

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Jesús: El Cristo de Dios<o:p></o:p>

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Jesucristo, o también llamado: “Jesús el Cristo”, es un personaje muy importante para todos los cristianos. Es interesante que Jesús sea llamado el Cristo (o “el Ungido”) de Dios. Esto nos hace recordar a los reyes Saúl, David, Salomón, etc. Estos fueron ungidos para ser reyes sobre Israel, ¡y también Jesucristo! El evangelista Mateo empieza diciendo en su evangelio: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1). Esto quiere decir que Jesús es de “sangre azul” y por tanto, un legítimo heredero del trono de David, o del reino de Dios. ¿Recuerda que Ezequiel profetizó que la tiara y la corona se le daría a uno que tendrá el derecho al trono de David? Pues bien, ése es Jesús el Cristo. Por eso, son pocos los “cristianos” que han llegado a entender lo dicho por el ángel Gabriel a María: “Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Ver Lucas 1:31-33). Esta profecía dada por Gabriel a María no es comprendida por millones de llamados “cristianos”---¡Y es trágico! Y es nefasto también que millones de cristianos no crean literalmente las palabras de Pedro, cuando al hablar de Jesús, dice: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono (Hechos 2:29,30). ¿A cuál de los cristos se refería Pedro? La respuesta está en el verso 31. Aquí se habla del Cristo que fue resucitado. Entonces se refiere a Jesús el Cristo---Nuestro Señor y Salvador.<o:p></o:p>

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Se ha querido espiritualizar el pacto de Dios con David creando confusión y disensión entre los creyentes. Y es que la mayoría de cristianos tiene un fobia a todo aquello que tiene que ver con los judíos. Hay definitivamente un antisemitismo dentro del mundo católico y aún entre los protestantes. Los prejuicios contra el pueblo hebreo bloquean el sano entendimiento y la justa interpretación de las Santas Escrituras. Incluso hay iglesias cristianas que sostienen que el Antiguo Testamento ha quedado obsoleto, y por tanto, la iglesia no debiera prestarle mucha atención. ¡Qué tragedia! Pasar por alto el Antiguo Testamento es obscurecer el entendimiento cabal del Nuevo Testamento.

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Jesús Anuncia el Reino de Dios<o:p></o:p>

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Cuando Jesús apareció hace dos milenios en el mundo, vino para anunciar las “buenas noticias” del reino de Dios. En Lucas 4:43 él dijo claramente: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios porque para esto he sido enviado. Sí mi amigo, muchos cristianos no saben para qué Dios envió a Jesús al mundo---¡Y esta es otra tragedia! Usted puede preguntarle a cualquier hombre que se precie de ser cristiano, ¿para qué Cristo vino al mundo?, y de seguro que no sabrá responderle como Cristo lo reveló en Lucas 4:43. La mayoría le dirá que Cristo vino a “salvarnos”, lo cual es sólo media verdad. La verdad total es que él vino a anunciar el Reino de Dios como el evangelio o buenas noticias de Dios para el mundo sufrido. Y este Reino de Dios (el evangelio verdadero) se traducirá en la salvación de todos aquellos que lo creen o aceptan por fe (Romanos 1:16).

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Sí, Jesús vino decirnos que el reino se había acercado, aunque aún faltaría un tiempo para que arribara totalmente (Mateo 10:7). Sin embargo, durante su ministerio de tres años y medio aproximadamente, Jesús dio a “saborear” un poco los efectos benéficos de su reino venidero en el presente. Por ejemplo, cuando él expulsaba a los demonios, y libertaba a los poseídos de la opresión diabólica, Jesús decía que su reino “había llegado” (Mateo 12:28). Y ¿por qué esto? Porque eso es precisamente lo que Cristo hará con Satanás y sus demonios al volver para restaurar el reino de Dios en la tierra---¡neutralizará a las fuerzas demoníacas espirituales! (Ver Apocalipsis 20:2,3).

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Los eruditos en Biblia están unánimemente de acuerdo que el mensaje central de Jesucristo es el Reino de Dios. Este se halla en todo el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis, sin contar con el Antiguo Testamento. Jesús se preocupó de explicarles a sus seguidores las condiciones para participar de él cuando regresara por segunda vez. A Nicodemo, un fariseo de renombre, Jesús le dijo que tenía que “nacer de nuevo” para entrar en él (Juan 3:3,5). También dijo que de los “pobres en espíritu” era su reino (Mateo 5:3). También él explicó que su reino no era de este “mundo malo” sino del siglo venidero de justicia (Juan 18:36). Reveló que difícilmente un rico podría entrar en él (Lucas 18:24). Exigió que los hombres se hicieran inocentes como los niños para poder ingresar con él a su reino (Mateo 18:3). Alabó a los que reconocían que se debía amar a Dios y al prójimo, y a estos les dijo que estaban muy cerca al reino (Marcos 12:32-34). También afirmó que el reino se inauguraría con su iglesia cuando regresara nuevamente al mundo en persona y con sus ángeles (Mateo 25:31,34). Jesús enseñó que debíamos pedir y buscar su reino diariamente en nuestras oraciones (Mateo 6:10,33).

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La Pregunta de los Apóstoles<o:p></o:p>

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Después de resucitar de la tumba, Jesús continuó predicando o enseñando acerca del reino de Dios a sus discípulos. Según lo registrado por Lucas en Hechos 1:3, 6,7, Jesús permaneció 40 días más entre sus allegados discípulos, a los cuales les seguía enseñando sobre el reino que él establecería en Israel en un futuro. Dice así Hechos 1:3: “A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Ahora bien, observe que Jesús se centra en su mensaje del reino, y se asegura que sus discípulos entiendan bien todo lo relacionado al tema. Como es lógico, cuando un maestro enseña sobre una materia o tema surgen preguntas de los alumnos. Y así fue. Después del seminario intensivo de Cristo de 6 semanas, los discípulos le preguntan a Jesús algo importantísimo, pues el maestro ya estaba a punto de partir al cielo: “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Nótese que los discípulos aprendieron que el reino de Dios le sería restaurado a Israel. Jesús NO les había estado enseñando un nuevo reino que se establecería en el cielo, o “en el corazón de los creyentes” sino en ISRAEL Esto debe quedar bien claro. Nuevamente: Jesús había estado enseñando que el reino se restauraría en Israel, y punto.

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Ahora bien, es interesante que los discípulos usen a palabra “restaurarás” en la pregunta. Esto quiere decir que ese reino existió, fue derrocado, y nuevamente será restablecido con un rey descendiente del rey David. Esto también significa que el reino tiene las mismas características que tuvo al comienzo, es decir: Tuvo un rey humano, un territorio (en este caso la tierra prometida, Israel), leyes, súbditos, conflictos territoriales con sus vecinos, etc. Es claro, entonces, que el reino de Dios tendrá las mismas características que tuvo al comienzo de su fundación, pero con la diferencia que estará compuesto por hombres probos y glorificados con inmortalidad.

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La Respuesta de Jesús<o:p></o:p>

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La respuesta no se dejó esperar y fue muy clara: “Y les dijo: No os toca vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Señor puso en su sola potestad” (Hechos 1:7). Es decir, el tiempo de la restauración del reino de David no lo podían saber sus discípulos, ni tampoco él, como Maestro, sino sólo Dios el Padre. Permanecería en el misterio.

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En otra ocasión, cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba a Jerusalén montado en un asno, exclamaron: “Bendito el reino de nuestro padre David que viene” (Marcos 11:10). No obstante, los discípulos se equivocaron en el tiempo más no en la verdad de que el reino de David se restauraría en Jerusalén. Debido a esto Jesús se ve precisado a decir la famosa Parábola de la Diez Minas. Dice esta parábola en Lucas 19:11,12 así: “Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver”. ¿Por qué pensaron los discípulos que el reino se manifestaría inmediatamente? La respuesta está en el versículo 11: “por cuanto estaba cerca de Jerusalén”. ¿Y qué importancia tenía que Jesús estuviese cerca de Jerusalén? Es simple, pues el reino de Dios estuvo localizado en Jerusalén, la ciudad capital del reino davídico. Eso lo explicamos antes.

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Los Cristianos son “Cristos” como Jesús<o:p></o:p>

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Si bien Jesucristo es “El Cristo” esperado para tomar el trono de David su padre, él tendrá asistentes en su reino que tendrán su título nobiliario de “príncipes” del reino de Cristo. El apóstol Pablo fue claro al decir que “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió (Gr. ‘Krio’, de donde deriva la palabra Gr. ‘Kjristos’= Cristo), es Dios” (2 Corintios 1:21). Sí, los cristianos han sido ungidos por el Espíritu Santo de Dios para ser reyes y sacerdotes con Cristo y coherederos del reino para sentarse en sus respectivos tronos de autoridad. Dice Apocalipsis 5:10 “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra”. Sí, en Jerusalén habrá tronos para los apóstoles también, pues dice el Salmo 122:5 : “Porque allá (en Jerusalén) están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David”. Además recordemos que Jesús les dijo sus doce apóstoles: “...y os sentéis en tronos juzgando (gobernando) a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:30). “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lucas 19:28).

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La Promesa de Jesús no fue el Cielo<o:p></o:p>

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Es claro, entonces, que Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo para que vivan como angelitos alados y tocando un arpa. La verdad es otra, pues él dijo: “Bienaventurados los mansos por ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Y en Apocalipsis 5:10 se dice claramente que reinaremos sobre la tierra. El sabio rey Salomón expresó: “El justo no será removido jamás; pero los impíos no habitarán la tierra” (Proverbios 10:30). También dice él: “Porque los rectos habitarán la tierra, y los PERFECTOS permanecerán en ella (Proverbios 2:21). Ahora bien, ¿quiénes son los perfectos? La respuesta viene de los labios de Jesús: “Sed, pues, vosotros PERFECTOS, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Aquí vemos que los perfectos son los que siguen a Jesús. De modo que los cristianos tendrán como herencia la tierra, y permanecerán en ella. No obstante, esta tierra será renovada, y transformada con la presencia benefactora de Cristo y su reino milenario. Por eso Pedro dice: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13,14).

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Resumen<o:p></o:p>

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1.- El Reino de Dios es el tema central de toda la Biblia, y es el evangelio de Cristo.

2.- El Reino de Dios comenzó con la monarquía de los reyes de Israel.

3.- La capital del Reino de Dios fue (...y será) Jerusalén.

4.- El Reino de Dios finalizó temporalmente con el rey judío impío Sedequías en 586 AC.

5.- Dios prometió a David que no le faltaría un varón que reine en su reino.

6.- El profeta Ezequiel profetizó que la dinastía real judía sería reanudada con un varón noble de David.

7.- Jesucristo es el hijo de David, y el Cristo designado para ser el sucesor al trono de David.

8.- Jesucristo vino a anunciar su próximo reinado, pero antes vino a preparar el camino para entrar en él

9.- Jesús habló que el reino de David sería restaurado, y que sus apóstoles reinarían con él.

10.-Jesús afirmó que Jerusalén es la ciudad del gran Rey.

11.-Jesús enseñó que su reino estaría conformado mayormente por los pobres de este mundo.

12.-Jesús enseñó que debíamos anunciar a otras personas el evangelio del reino de Dios.

13.-Jesús exigió un “nuevo nacimiento” para poder participar de él.

14.-Jesús enseñó que la iglesia heredaría el reino en su segunda venida personal y visible a la tierra.

15.-Jesús enseñó que en su reino desaparecerían las injusticias y toda suerte de mal en la tierra.

16.-Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo una vez que murieran.

17.-El Reino de Cristo durará diez siglos.

18.-Los que no se arrepienten de sus pecados quedarán excluidos para siempre del reino y morirán.

19.-Los que creen en el Reino de Dios, y viven para él, serán salvos.

20.-Salvación es entrar al Reino de Dios con inmortalidad.
 
Re: El Reino de Dios

1.- El Reino de Dios es el tema central de toda la Biblia, y es el evangelio de Cristo.

No estoy tan seguro de que ese sea el tema central, hay libros dentro de A.T. que hablan de este tipo de reino, pero otros ni lo nombran. ¿No será mejor mirar la biblia como la palabra de Dios para nuestra salvación ?

2.- El Reino de Dios comenzó con la monarquía de los reyes de Israel.

Dios es Dios desde siempre, ¿para qué necesita reyes?

3.- La capital del Reino de Dios fue (...y será) Jerusalén.
Id. a la 3

4.- El Reino de Dios finalizó temporalmente con el rey judío impío Sedequías en 586 AC.
Id. a la 3

5.- Dios prometió a David que no le faltaría un varón que reine en su reino.

El de David...rey del Pueblo de Dios

6.- El profeta Ezequiel profetizó que la dinastía real judía sería reanudada con un varón noble de David.

Sí, es cierto anunció a un mesías

7.- Jesucristo es el hijo de David, y el Cristo designado para ser el sucesor al trono de David.
Pero Él también dijo: mi reino no es de este mundo...

8.- Jesucristo vino a anunciar su próximo reinado, pero antes vino a preparar el camino para entrar en él
También dijo que estaría con nosotros hasta el final de los tiempos.

9.- Jesús habló que el reino de David sería restaurado, y que sus apóstoles reinarían con él.
Y que hay que ser como niños par entrar en él, y que se parece a un grano de moztaza.....

10.-Jesús afirmó que Jerusalén es la ciudad del gran Rey.
Y también dijo que sería destruída...

11.-Jesús enseñó que su reino estaría conformado mayormente por los pobres de este mundo.
Id. a la 9

12.-Jesús enseñó que debíamos anunciar a otras personas el evangelio del reino de Dios.
Así es

13.-Jesús exigió un “nuevo nacimiento” para poder participar de él.

Nacer del espíritu...

14.-Jesús enseñó que la iglesia heredaría el reino en su segunda venida personal y visible a la tierra.

?????, que yo sepa dijo : el reino ya está entre Uds.(Lu 18,20-21)
15.-Jesús enseñó que en su reino desaparecerían las injusticias y toda suerte de mal en la tierra.

Más bien dijo felices los perseguidos por causa mía...

16.-Jesús nunca prometió a sus seguidores llevárselos al cielo una vez que murieran.

¿Y para qué le entregó la llave a sus apóstoles?

17.-El Reino de Cristo durará diez siglos.

veo que eres milenarista....

18.-Los que no se arrepienten de sus pecados quedarán excluidos para siempre del reino y morirán.

La misericordia de Dios es infinita....

19.-Los que creen en el Reino de Dios, y viven para él, serán salvos.

Jesús dijo: y porqué decís Señor, Señor y no haceis lo que digo....

20.-Salvación es entrar al Reino de Dios con inmortalidad.

Y si el reino de Dios ya está aquí como dijo Jesus, ¿para qué necesitamos la inmortalidad para entrar en él?


Conclusión:

-Jesús sólo dió aproximaciones del Reino: mi Reino se parece a , es como, mi reino no es de este mundo... nunca dijo explícitamente en qué consistía.



Pregunta: ¿podemos a través de la Biblia saber en qué consiste el Reino de Dios?

 
Re: El Reino de Dios

Jesús es el Rey de Reyes.

Apoc. 17:
14. Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son sus llamados, sus escogidos, y sus fieles."

Apoc. 19:
11. Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra.

12. Sus ojos resplandecen como llamas de fuego, y muchas diademas ciñen su cabeza. Lleva escrito un nombre que nadie conoce sino sólo él.

13. Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es "el Verbo de Dios".

14. Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio.

15. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. "Las gobernará con puño de hierro."* Él mismo exprime uvas en el lagar del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso.

16. En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.


El tiene un Reino.
La Iglesia de Jesucristo constituye su Reino aquí en la Tierra.
Daniel vió que este "reino" en los últimos días saldría desde la "montaña" y cubriría toda la faz de la tierra, Dan. 2:44-45



Es a demás evidente que aquellos que sigan al Rey de Reyes serán copartícipes, cogobernantes, co...etc., con El en Su Reino:

Apoc. 1:
5. y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y por cuya sangre nos ha librado de nuestros pecados,

6. al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.



Apoc. 5:
9. Y entonaban este nuevo cántico: "Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.

10. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra."




Saludos en Cristo, Rey de Reyes, Hijo del Padre,
Mormn=Cristiano
 
El Reino de Dios

REINO DE DIOS o REINO DE LOS CIELOS

<o:p></o:p>Se trata de la esfera en la que Dios reina, en la que Su voluntad es respetada y cumplida. De principio a fin de <st1:personname productid="LA BIBLIA" w:st="on">la Biblia</st1:personname> se presenta el Reino de Dios en siete fases sucesivas.<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(a) El paraíso.<o:p></o:p>

Creador del universo, Dios es asimismo su Rey glorioso (Sal. 10:16; 24:1-2, 9-10; 29:10; 47:7-8; 93:1; Dt. 16:14). Él es el Rey de las naciones, el Soberano del mundo entero. El paraíso era una teocracia donde Adán había sido llamado a dominar sobre los animales y a dominar la tierra, en estrecha dependencia de Dios (Gn. 1:28; 2:15-17). Por el pecado, el hombre se apartó voluntariamente de su sometimiento al Señor, poniéndose bajo el imperio del diablo. Es por usurpación que Satanás vino a ser el príncipe de este mundo, llegando a poseer todos sus reinos y la gloria de ellos (cfr. Lc. 4:5-6). Desde aquel momento, toda la obra de Dios a través de la historia tiende a la restauración del reino perdido, y a la vindicación de Su justicia, sobre bases perfectas e inamovibles.<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(b) La teocracia en Israel.<o:p></o:p>

Dejando de lado, provisionalmente, a las naciones después de Babel, Dios se suscita un pueblo escogido, que sea para él «un reino de sacerdotes» (Éx. 19:4-6). El mismo Señor es el juez, legislador, Rey y salvador de Israel (Is. 33:22; 44:6). Rige por medio de Moisés y de los jueces, sus sucesores. Llega después el momento en que el pueblo reclama a Samuel un soberano humano falible, prefiriéndolo al Rey divino, santo, temible y formidable (1 S. 8:4-9, 17-20).<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(c) El Reino de Dios, anunciado por los profetas.<o:p></o:p>

En el momento en que desaparece la teocracia estricta, el Señor anuncia su restablecimiento de una manera mucho más gloriosa. Un día, el Hijo de David ocupará el trono eternamente (2 S. 7:15-16). Nacerá de una virgen, en Belén, sufrirá para expiar los pecados, y establecerá el reino universal de justicia y de paz sobre la tierra, y después en los nuevos cielos y en la nueva tierra (Is. 7:14; Mi. 5:1; Is. 53; 2:1-4; 11:1-10; 65:17-25; Sal. 2:6-9; 72:8, 11).<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(d) El Reino, ofrecido y rechazado en la primera venida de Cristo.<o:p></o:p>

Desde Su nacimiento, Jesús es presentado como rey (Mt. 2:1-6; Lc. 1:32, 33). Juan el Bautista y Él mismo anunciaron a los judíos que el reino de los cielos se había acercado (Mt. 3:2; 4:17; 12:28; Lc. 10:9), que estaba «en medio de ellos» (Lc. 17:20-21). Es como Rey que Jesús se presenta en Jerusalén (Mt. 21:4-9; Lc. 19:38); también es rechazado en su carácter de rey por Su propio pueblo (Lc. 19:11-14; Jn. 18:37; 19:15, 19-22).<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(e) El Reino de Dios, escondido en los corazones.<o:p></o:p>

Su carácter en la actualidad lo describe Juan con estas palabras: «El reino y... paciencia de Jesucristo» (Ap. 1:9). Habiendo sido rechazado, el reino, en su aspecto visible y glorioso, es retirado por ahora. Cristo ha partido «para recibir un reino y volver» (Lc. 19:12). En Su ausencia se desarrolla el período de <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname>, caracterizada por «los misterios del reino de los cielos» (Mt. 13:11). En efecto, el período de <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname>, y su misma existencia, presentan aspectos desconcertantes, que precisan de una revelación especial. Tiene su comienzo en Pentecostés, y la entrada en este reino espiritual es por el nuevo nacimiento (Mt. 16:28; 11:11-12; Jn. 3:3, 5; Col. 1:12-13; Hch. 20:24-25). Las parábolas «del reino» ilustran la mezcla de bien y mal que caracteriza a la presente dispensación. Como ejemplo se puede tomar la parábola de la cizaña (Mt. 13:24-30, 36-43): Cristo hace una siembra en el mundo, poniendo en él a «los hijos del reino»; por su parte, el diablo pone entre ellos a «los hijos del maligno». En Su paciencia, el Señor los deja subsistir juntos hasta el momento de la siega; se debe enfatizar, sin embargo, que la presencia de los «hijos del maligno» tiene lugar en «el campo», que es el mundo (Mt. 13:38), no en <st1:personname productid="la Iglesia. Esta" w:st="on">la Iglesia. Esta</st1:personname> tiene que ejercer una estricta disciplina (Mt. 18:15-17; 1 Co. 5:11-13). Este periodo acabará en un juicio.<o:p></o:p>

Un gran error frecuentemente cometido ha sido el de confundir el presente periodo con el del glorioso reino venidero. Con frecuencia, las Iglesias poderosas y establecidas en el mundo han querido identificar su período de dominio con el del Reino de Dios, que sólo podrá ser establecido de una manera autoritaria y visible por el retorno personal y en gloria del Señor Jesucristo. Debido a la identificación del Reino con <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname>, se ha intentado poner fin a las «herejías», reales o supuestas, mediante el hierro y el fuego. Se ha querido imponer la autoridad de <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname> mediante medios mundanos y carnales, como la alianza del trono y el altar, las maniobras políticas, el poder temporal y la riqueza eclesiástica. En nuestro tiempo presente se está desarrollando a su vez una «teología de la liberación» que pretende poner a <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname> al servicio de los pobres, apoyando las revoluciones guerrilleras y campesinas, asumiendo muchos postulados del llamado «liberalismo teológico», en lugar de tener en cuenta el llamado del apóstol Santiago a la paciencia frente a todas las injusticias, esperando la venida del Señor, el único con derecho y capacidad personales para juzgar y establecer la justicia en la tierra (cfr. Stg. 5:7 y vv, anteriores). En suma, todas estas tendencias olvidan el carácter de gracia y de paciencia de Dios, no de juicio y poder, de esta presente era. Se olvida que en la ausencia del Rey divino, <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname>, Su esposa, comparte Su humillación y rechazo por parte del mundo. Y por ello es asimismo la pequeña manada a la que el Padre le ha placido dar el Reino (Lc. 12:32; cfr. 2 Ti. 2:12). Será a la venida del Señor, pero no antes, que se sentará con Él en Su trono.<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(f) El Reino glorioso.<o:p></o:p>

Establecido sobre la tierra durante mil años (Ap. 20:1-10). (Véase MILENIO.) Entonces se cumplirán las promesas de los profetas. Esta era finalizará con la destrucción de la tierra y de los cielos y con el Juicio Final (Ap. 20:11-15).<o:p></o:p>

<o:p></o:p>(g) El Reino eterno.<o:p></o:p>

Después del triunfo final y definitivo del Señor, se establecerá el estado eterno en el que Cristo entregará el Reino al Dios y Padre, después de haber suprimido, durante Su reinado y victoria final, todo poder hostil (cfr. 1 Co. 15:24-26), para que «Dios sea todo en todos» en unos nuevos cielos y nueva tierra en los que morará la justicia (cfr. 2 P. 3:13) (Cfr. asimismo Dn. 7:14, 27; Ap. 22:3-5; 2 Ti. 4:18).<o:p></o:p>

Bibliografía:<o:p></o:p>

Chafer, L. S.: «Teología Sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, 1974);<o:p></o:p>

Peters, G. N. H.: «The Theocratic Kingdom» (Kregel Publications, Grand Rapids, reimpr. 1978 de edición 1884);<o:p></o:p>

Trotter, W.: «Kingdom of God», en Bible Treasury, oct./ dic. 1899; ene./jul. 1900 (reimpr. 1969: H. L. Heijkoop, 58 Blijhamsterstraat, Winschoten, Holanda);<o:p></o:p>

Walvoord, J. F.: «The Millenial Kingdom» (Zondervan, Grand Rapids, 1959). (Véase también Bibliografía bajo MILENIO.)<o:p></o:p>
 
Re: El Reino de Dios

Mormn=Cristiano dijo:
Jesús es el Rey de Reyes.



Apoc. 17:
14. Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son sus llamados, sus escogidos, y sus fieles."

Apoc. 19:
11. Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero. Con justicia dicta sentencia y hace la guerra.

12. Sus ojos resplandecen como llamas de fuego, y muchas diademas ciñen su cabeza. Lleva escrito un nombre que nadie conoce sino sólo él.

13. Está vestido de un manto teñido en sangre, y su nombre es "el Verbo de Dios".

14. Lo siguen los ejércitos del cielo, montados en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio.

15. De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. "Las gobernará con puño de hierro."* Él mismo exprime uvas en el lagar del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso.

16. En su manto y sobre el muslo lleva escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.


El tiene un Reino.
La Iglesia de Jesucristo constituye su Reino aquí en la Tierra.
Daniel vió que este "reino" en los últimos días saldría desde la "montaña" y cubriría toda la faz de la tierra, Dan. 2:44-45

Parece que Daniel vió algo distinto a Jesús...



Es a demás evidente que aquellos que sigan al Rey de Reyes serán copartícipes, cogobernantes, co...etc., con El en Su Reino:

Eso, ni discutirlo, pero no contesta mi pregunta: ¿En qué consiste el Reino de Dios, según Jesús?

Apoc. 1:
5. y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y por cuya sangre nos ha librado de nuestros pecados,

6. al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.



Apoc. 5:
9. Y entonaban este nuevo cántico: "Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.

10. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra."




Saludos en Cristo, Rey de Reyes, Hijo del Padre,
Mormn=Cristiano

No hay discusión en que Cristo es el Rey de Reyes, eso lo afirmamos todos los cristianos. Espero una respuesta más explícita.

Bendiciones e iluminación.

 
Re: El Reino de Dios

El Reino de Dios se divide en 3 fases:

1.-El Reino de la Gracia

2.-El Reino Milenial

3.-El Reino Eternal de Dios

Y sí el El Reino de Dios fue EL TEMA PRINCIPAL de la predicación de Jesucristo.

Reino es el territorio que ocupa un estado que, con sus habitantes estan sujetos a un Rey.
 
Re: El Reino de Dios

Estimados:
pido disculpas por la duplicidad del mensaje, fue un error técnico, les invito a continuar en el otro.



Bendiciones