¿Es Biblica la Doctrina de la Inmortalidad del Alma?<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-comfficeffice" /><o></o>
La New Catholic Encyclopedia expone incompletamente este asunto así: “La noción de que el alma sobreviva después de la muerte no se percibe fácilmente de la Biblia”. ¡Sería más exacto decir que la doctrina de la inmortalidad del alma no se halla en absoluto en la Biblia! Esa enciclopedia reconoce: “El mismísimo concepto del alma humana en el A[ntiguo] T[estamento] difiere del concepto de la filosofía griega y la moderna”.<o></o>
En el llamado Antiguo Testamento la palabra hebrea né·fesch, que por lo general se traduce “alma”, aparece 754 veces. En el llamado Nuevo Testamento la palabra griega psy·kjé, que también se traduce comúnmente “alma”, aparece 102 veces. Al examinar cómo se usan estas palabras en la Biblia, surge un cuadro sorprendente.<o></o>
En Génesis 2:7 leemos que Dios sopló en las narices de Adán el aliento de vida, y Adán “vino a ser alma viviente [né·fesch, en hebreo]”. Note lo siguiente: A Adán no se le dio un alma viviente; él llegó a ser alma viviente. En otras palabras, ¡el recién creado Adán era un alma! Con razón la New Catholic Encyclopedia llega a esta conclusión: “Según el A[ntiguo] T[estamento] el alma no se refiere a una parte del hombre, sino al hombre completo... al hombre como ser viviente”.<o></o>
Otros textos bíblicos confirman esto. Por ejemplo, Levítico 7:20 hace referencia al “alma que coma la carne del sacrificio de comunión”. Levítico 23:30 dice: “En cuanto a cualquier alma que haga trabajo de clase alguna”. Proverbios 25:25 dice: “Como agua fría a un alma cansada, así es un buen informe procedente de un país distante”. Y Salmo 105:18 nos dice: “Con grilletes afligieron sus pies, en hierros entró su alma”. Ahora bien, ¿qué es lo que puede comer carne, hacer trabajo, refrescarse con agua y ser puesto en hierros? ¿Es alguna parte espiritual separada del hombre, o es el hombre mismo? La contestación es obvia.<o></o>
Es interesante notar que no solo el hombre es un alma. Génesis 1:20 nos dice que en un período de creación Dios dijo: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”. Sí, ¡hasta los peces son almas! En otro período de creación, ¡Dios indicó que el ‘animal doméstico y el animal moviente y la bestia salvaje’ son almas! (Génesis 1:24; compárese con Levítico 11:10, 46; 24:18; Números 31:28; Job 41:21; Ezequiel 47:9.)<o></o>
Por lo tanto, en la Biblia “alma” no se refiere a ninguna sombra espiritual que abandone al cuerpo después de la muerte. Significa una persona o un animal, o la vida de que disfruta la persona o el animal.<o></o>
Todavía queda la pregunta: ¿Qué le sucede al alma cuando alguien muere? Puesto que el alma es la persona, está claro que el alma muere cuando la persona muere. En otras palabras, una persona muerta es un alma muerta. Muchos textos bíblicos confirman esto. “El alma que peca... ella misma morirá”, dice Ezequiel 18:4. En Jueces 16:30 leemos: “Y Sansón procedió a decir: ‘Muera mi alma con los filisteos’”. Otros textos muestran que las almas pueden ser cortadas de la existencia (Génesis 17:14), heridas a filo de espada (Josué 10:37), sofocarse (Job 7:15) y ahogarse (Jonás 2:5). Un alma difunta, o un alma muerta, es una persona muerta. (Levítico 19:28; 21:1, 11.)<o></o>
Entonces, ¿en qué condición están las almas muertas? Dicho de manera sencilla, la muerte es lo contrario de la vida. Todos nuestros sentidos están enlazados con nuestro cuerpo físico. Nuestras facultades de ver, oír y pensar dependen del funcionamiento apropiado de nuestros ojos, oídos y cerebro. Sin ojos no podemos ver. Sin oídos no podemos oír. Sin cerebro no podemos hacer nada. Cuando la persona muere, todos estos órganos físicos cesan de funcionar. Cesamos de existir.<o></o>
Por eso Eclesiastés 9:5, 10 dice: “En cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto [...] No hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [el sepulcro], el lugar adonde vas”. De manera similar, Salmo 146:3, 4 declara: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu [fuerza de vida], él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. Así, cuando la persona (el alma) muere, sencillamente deja de existir.<o></o>
‘Pero ¿no enseña el Nuevo Testamento que el alma es inmortal?’, quizás pregunten algunos. En absoluto. La New Catholic Encyclopedia admite: “El N[uevo] T[estamento] es fiel al entendimiento que sobre la muerte presenta el A[ntiguo] T[estamento]”. Es decir, el “Nuevo Testamento” enseña que el alma muere. Jesucristo no creía que el alma fuera inmortal. Preguntó: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno, o hacer un hecho malo?, ¿salvar un alma, o matarla?”. (Marcos 3:4.) El apóstol cristiano Pablo también apoyó el punto de vista del “Antiguo Testamento” acerca del alma cuando citó de Génesis 2:7: “Así también está escrito: ‘El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente’”. (1 Corintios 15:45.)<o></o>
Entonces, ¿cómo se convirtió en doctrina eclesiástica ese concepto platónico? La Encyclopædia of Religion and Ethics, por James Hastings, explica: “Cuando el evangelio cristiano salió por la puerta de la sinagoga judía y entró en la arena del Imperio Romano, una idea del alma fundamentalmente hebrea fue transferida a un entorno de pensamiento griego, y las consecuencias del proceso de adaptación no fueron mínimas”. Los maestros de la iglesia se esforzaron por hacer su mensaje “inteligible a un mundo de pensamiento griego” usando “los términos y conceptos ya fijos de la sicología griega”. Hubo teólogos judíos que también empezaron a manifestar “vigorosas influencias del platonismo” en sus escritos (Encyclopædia Judaica).<o></o>
De modo que la enseñanza bíblica sobre el alma fue descartada y sustituida por una doctrina que sin lugar a dudas era pagana. De ningún modo se puede justificar esto sobre la base de que al hacerlo el cristianismo sería más atractivo para las masas. Al predicar en Atenas, el mismísimo corazón de la cultura griega, el apóstol Pablo no enseñó la doctrina platónica del alma. Al contrario, predicó la doctrina cristiana de la resurrección aunque a muchos de sus oyentes griegos se les hizo difícil aceptar lo que dijo. (Hechos 17:22-32.)<o></o>
De hecho, el apóstol Pablo advirtió contra el mezclar la verdad bíblica con el paganismo, así: “¿Qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial?”. (2 Corintios 6:14, 15.) ¡No hay duda de que la cristiandad ha deshonrado a Dios al permitir que una enseñanza pagana se haya convertido en piedra angular de su filosofía y teología!<o></o>
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El alma según la Biblia
La palabra hebrea traducida por “alma” es né·fesch, y aparece 754 veces en las Escrituras Hebreas. ¿Qué significa né·fesch? Según The Dictionary of Bible and Religion, “normalmente se refiere al ser vivo entero, al individuo completo”. Eso es lo que se deduce de la descripción del alma que hace la Biblia en Génesis 2:7: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Observemos que el primer hombre “vino a ser” un alma. Es decir, Adán no tenía un alma, sino que era un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es médico. Por lo tanto, el vocablo alma designa aquí a la persona completa.<o></o>
La palabra traducida por “alma” (psy·kjé) aparece más de cien veces en el Nuevo Testamento. Al igual que né·fesch, este término a menudo se refiere a la persona completa. Por ejemplo, fijémonos en las siguientes expresiones: “Mi alma está perturbada” (Juan 12:27), “empezó a sobrevenirle temor a toda alma” (Hechos 2:43), “toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores” (Romanos 13:1), “hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14) y “unas pocas personas, es decir, ocho almas, fueron llevadas a salvo a través del agua” (1 Pedro 3:20). Está claro que psy·kjé, del mismo modo que né·fesch, designa a la persona completa. Según el escriturario Nigel Turner, esta palabra “denota lo que es característicamente humano, el yo personal, el cuerpo material en el que se ha infundido el rûah [espíritu] de Dios. [...] El énfasis se pone en todo el ser”.<o></o>
Es de interés que en la Biblia el término alma no solo se aplica a los seres humanos, sino también a los animales. Por ejemplo, al describir la creación de las criaturas marinas, Génesis 1:20 dice que Dios mandó: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”. Y en el siguiente día de la creación, Dios dijo: “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género” (Génesis 1:24; compárese con Números 31:28).<o></o>
Por consiguiente, en la Biblia la palabra alma hace referencia a una persona o un animal, o a la vida que estos poseen (La palabra alma a veces se refiere a la vida del ser humano o del animal, lo cual no altera su definición bíblica de "persona" o "animal". A modo de ilustración: tal como decimos que el hombre es un ser vivo, también podemos decir que tiene vida. De igual modo, el hombre es un alma, pero, mientras está vivo, puede decirse que tiene alma.Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés: "Han muerto todos los hombres que buscaban tu alma". Está claro que los enemigos de Moisés estaban tratando de quitarle la vida (Éxodo 4:19; compárese con Josué 9:24; Proverbios 12:10). Jesús usó la palabra de manera similar cuando dijo: "El Hijo del hombre [...] vino para [...] dar su alma en rescate en cambio por muchos" (Mateo 20:28; compárese con 10:28). En ambos casos la palabra alma significa "vida de una criatura"). La definición bíblica de alma es sencilla y coherente, y está libre de las complicadas filosofías y supersticiones humanas. Siendo ese el caso, la pregunta apremiante que debe plantearse es: Según la Biblia, ¿qué le sucede al alma en el momento de la muerte?<o></o>
Los muertos están inconscientes<o></o>
La condición de los muertos se expone claramente en Eclesiastés 9:5, 10, donde leemos: “Los muertos nada saben [...;] no hay obra, ni actividad mental, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro” (La Biblia, Ediciones Sigal). Por consiguiente, la muerte es un estado de inexistencia. El salmista escribió que cuando la persona muere “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4). Los muertos están inconscientes, inactivos.<o></o>
Al pronunciar sentencia contra Adán, Dios dijo: “Polvo eres y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Antes de que Dios lo formara del polvo del suelo y le diera vida, Adán no existía. Cuando murió, retornó a ese estado. Su castigo fue la muerte, no la transferencia a otro mundo. ¿Qué le ocurrió, entonces, a su alma? Como en la Biblia la palabra alma con frecuencia se refiere sencillamente a la persona, cuando decimos que Adán murió, estamos diciendo que el alma llamada Adán murió. Esto podría parecer extraño al que cree en la inmortalidad del alma. No obstante, la Biblia afirma: “El alma que peca... ella misma morirá” (Ezequiel 18:4). Levítico 21:1 habla de “un alma difunta” (“el cadáver”, Biblia de Jerusalén). Y a los nazareos se les dijo que no se acercaran a “ninguna alma muerta” (“cuerpo muerto”, Versión Moderna) (Números 6:6).<o></o>
Pero ¿qué puede decirse del relato de Génesis 35:18 sobre el trágico fallecimiento de Raquel mientras daba a luz a su segundo hijo? El texto dice: “Al ir saliendo el alma de ella (porque murió), lo llamó por nombre Ben-oní; pero su padre lo llamó Benjamín”. ¿Implica este pasaje que Raquel tenía un ser interior que a su muerte la abandonó? Ni mucho menos. Recordemos que el término alma también puede referirse a la vida que posee la persona. Así, en este caso, el “alma” de Raquel sencillamente denota su vida. Por eso, otras versiones de la Biblia, en vez de utilizar la expresión “ir saliendo el alma de ella”, optan por soluciones como “la abandonaba la vida” (Mariano Galván Rivera), “exhaló su último suspiro” (Nueva Reina-Valera) y “con su último aliento” (Levoratti-Trusso). No hay ningún indicio de que una parte misteriosa de Raquel sobreviviera después de su muerte.<o></o>
Un caso parecido es el de la resurrección del hijo de una viuda, que recoge el capítulo 17 de 1 Reyes. En el versículo 22 leemos que cuando Elías oró por el pequeño “Jehová escuchó la voz de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir”. También en este pasaje la palabra alma significa “vida”. Por esa razón, la versión Nueva Reina-Valera dice: “La vida del niño volvió a él, y revivió”. En efecto, fue la vida, no una entidad inmaterial, lo que regresó al muchacho. Esto concuerda con lo que Elías le dijo a la madre: “Mira, tu hijo [la persona completa] está vivo” (1 Reyes 17:23).<o></o>
¿Qué es el espíritu?<o></o>
La Biblia dice que cuando alguien muere, “sale su espíritu, él vuelve a su suelo” (Salmo 146:4). ¿Significa esto que un espíritu incorpóreo literalmente parte y sigue viviendo después de la muerte? Lo que dice el salmista a continuación elimina tal posibilidad: “En ese día de veras perecen sus pensamientos” (“se desvanecen todas sus ideas”, Salmo 145:4, Salterio español [146:4, NM]). Por consiguiente, ¿qué es el espíritu, y en qué sentido “sale” de la persona en el momento de la muerte?<o></o>
El significado primario de las palabras traducidas en la Biblia por “espíritu” (hebreo, rú·aj; griego, pnéu·ma) es “aliento”. De ahí que, en vez de “sale su espíritu”, la versión Reina-Valera (revisión de 1960) utilice la expresión “sale su aliento” (Salmo 146:4). Pero el vocablo espíritu implica mucho más que el aliento o la respiración. Por ejemplo, Génesis 7:22 dice respecto a la destrucción de la vida humana y animal en el diluvio universal: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza [o espíritu; hebreo rú·aj] de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió”. De manera que espíritu puede referirse a la fuerza de vida que está activa en todas las criaturas vivas, tanto humanas como animales, y que se sostiene mediante la respiración.<o></o>
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<SUP></SUP>Entonces, ¿por qué dice Eclesiastés 12:7 que cuando la persona muere “el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”? ¿Significa esto que el espíritu literalmente viaja por el espacio hasta la presencia de Dios? No, tal idea no está implícita. Puesto que el espíritu es la fuerza de vida, “vuelve al Dios verdadero” en el sentido de que toda esperanza de vida futura de la persona depende por completo de Dios. Solo él puede devolver el espíritu, o fuerza de vida, a una persona, y así hacer que viva de nuevo (Salmo 104:30). <SUP><o></o></SUP>