A continuación me gustaría exponer algunas cuestiones sobre el diablo que a mi no me quedan del todo claro, o que me acarrean confusión, como algunos de ustedes saben, y los demás deberían saberlo, no soy cristiano, aunque crea en Dios, la Trinidad, Cristo y varios más de los dogmas cristianos, soy un hereje como herejes hay pocos (busquen en Google la vida de Agrippa y entenderán), por lo que, aunque comprendo que se le mencione en la Biblia en variadas ocasiones, simplemente disiento de la vasta mayoría de cristianos que le consideran un ser espiritual real que merodea por allí haciendo maldad y media.
He aquí el asunto, cuando me aproximo a las cuestiones relativas de Cristo no puedo sino maravillarme de la revolución que causó en el sentido doctrinal, me refiero a que si bien en la antigüedad se mantenía siempre una suerte de dualidad entre bien y mal, carne (malvada) y espíritu (bueno) en las doctrinas religiosas y espirituales, aunque los hebreos se hayan destacado por su monoteísmo, los demás monoteístas o henoteístas, por ejemplo la sociedad de Eleusis, donde se inició Sócrates, los pitagóricos, donde se inició Platón, los sacerdotes de Thot en Egipcio, etc., se mantenían similares a la dualidad del Zoroastro, una tensión continua entre lo bueno y lo malo, colocando tanta realidad a lo bueno como a lo malo, es decir, como si lo "malo" fuese algo en sí mismo y no la falta del otro, por ejemplo los Pitagóricos creían que había cosas malas en sí, ciertos frutos eran en sí mismos perversos, un ejemplo más cercano y claro está en los maniqueos, quienes consideraban que las cosas poseían bondad y maldad inherentes a ellos, había frutas en si buenas y otras en sí malas.
Esta tendencia que acentúa caracteres morales diversos a las cosas, y no solo a las acciones, nos es más apreciable en Platón, quien sostenía que el cuerpo era malo, era la prisión del alma y debía ser poco menos que detestado, en fin, que había una deidad del bien y otra del mal que batallaban continuamente, no solo en un plano espiritual, sino en el material. Sin embargo aquello cesa en Cristo, en quien se consuman los polos opuestos, cuando Platón, como los pitagóricos y muchos otros, sostenían que el cuerpo era malo, Dios se manifestó en la carne, mientras que unos sostenían que las Leyes eran en sí mismas sacras, Cristo consuma la Ley al advertir que las leyes en sí mismas no son sacras, mas que cuando se hacen por amor al prójimo, el ágape es aquello a lo cual se dirigía, y debe dirigir, toda Ley.
No faltan quienes dicen que en Cristo hay dualidad, pues era Hombre y Dios (y si alguien no cree en lo mismo, dudo que este sea el epígrafe adecuado), y aquello nos recuerda a Osiris, quien murió y resucitó, sin embargo esto es falso, pues no hay dualidad en Cristo, no es medio-Dios, medio-Hombre, sino todo Hombre, y todo Dios, tan Hombre como cualquiera de nosotros, tan Dios como el único Dios, y he aquí donde Osiris fracasa, al resucitar incompleto no es lo suficientemente Hombre, ni lo suficientemente Dios.
Así pues en Cristo la unidad que consuma la dualidad, es decir, si la dualidad es tesis y antítesis, Cristo es la síntesis, de modo tal que se nos presenta como sí un rey, pero un rey sin palacio, sí un hombre humilde en tierras ocupadas, pero a la vez el ser más poderoso del Universo pues "sin él nada de lo que es, hubiese sido hecho".
Y esto nos acerca más al tema que nos ocupa, si en efecto Cristo es la consumación, y si en efecto él es el ágape máximo, pues siendo que Dios es la bondad, y el ágape es bueno, Dios es el ágape, el amor desinteresado, que se deja crucificar por amor al prójimo y aún desfalleciente pide perdón por nosotros, ¿puede haber cabida para una criatura que sea el contrario de Cristo?, ¿puede haber un ser que sea su opuesto, en vez de todo amor, todo odio, en vez de amor desinteresado, egocéntrico, que sea la desesperación y dolor en persona?
Esto supondría que aún persiste la dualidad, y si bien no se le coloca en un término de "deidad" al diablo, está muy próximo a ello, lo único que le separa es la definición que cada uno emplee al término "deidad", si bien no es creador, como tampoco era Horus (aunque se le considera deidad aún así), sí se trata de un ser espiritual con voluntad propia. Muy pocas veces se medita a profundidad sobre este asunto, que a mi parecer es fundamental, si en efecto Cristo es la consumación de la dualidad que marcó a las demás religiones y que en verdad se trata de una superación real sobre de las demás doctrinas. Algunos dicen que el diablo "deambula" por allí, pero tal cosa es absurda, pues lo que "deambula" debe estar en un lugar, pero si solo lo material puede "estar", ¿cómo es que se mueve lo que no ocupa un espacio? Es el mismo error del alma y el espíritu, "está dentro del cuerpo", discúlpenme pero no tiene sentido, no puede ser que el cuerpo sea un frasco donde está alojado algo que carece de propiedades que le permitan "estar" en un lugar.
Si no está en la Tierra, es decir, si no es material, pero se insiste en que existe como un ente espiritual de razón y voluntad propia, y peor aún, se insiste en que no hay bondad en él, generamos invariablemente una dualidad entre Dios vs. Diablo, le otorgamos al diablo características que no existen en sí mismas, pues el mal no es en sí mismo, sino que es en virtud de la falta de bien, la desesperanza es la falta de esperanza, etc., si el diablo es todas estas cosas, simplemente no existe sino en virtud de Dios, es decir, que el diablo es la ausencia de Dios, pero la "ausencia" no es una cosa en sí, por lo que el diablo no existe.
El diablo, cuando dejó de ser metáfora y se le hizo real, es decir, cuando se inventó al diablo en el medioevo partiendo de Pan y muchas otras deidades de connotaciones sexuales y agresivas de los paganos, no se meditó con prudencia el hecho en que se niega de inmediato que en Cristo se sobrepasen, se vean consumadas, las doctrinas dualistas de los paganos, relegando a la doctrina cristiana a un mismo nivel intelectual que las doctrinas paganas, separadas solamente por la fe de las personas que prefieren creer en uno en vez del otro.
Lo peor del caso es que al inventarse al diablo se le hizo padre de la mentira, y la Iglesia veía en todo cuanto no se apegase a su visión, algo diabólico, la filosofía era el diablo (menos la autorizada), la ciencia era el diablo, la herbolaria de las parteras era el diablo (ellas son las brujas perseguidas, eran parteras que conocían las características de las plantas que producían abortos). Es decir, que el diablo fue tanto un escudo como un arma para infundir terror en las personas, mientras que Cristo decía lo opuesto, que no debían temer, sino amar, pues no se puede amar lo que se teme, y aquello no se pierde solamente en la edad media, hasta el día de hoy muchos son los cristianos le tienen un miedo increíble al diablo, creyendo que se puede aparecer en cualquier momento.
Lo peor del caso es cuando se deslindan algunos cristianos de sus responsabilidades y méritos al adjudicarle lo malo al diablo, lo bueno a Dios, si ocurre una masacre, es obra del diablo, si algún conocido pierde la fe es igualmente obra del diablo, aquello es una excusa para no admitir que el Hombre es el lobo del Hombre, que es capaz de asesinar impunemente y sin misericordia, y que es igualmente capaz de perder su fe. Lo mismo, aunque no sea el tema, con Dios, lo bueno que les pasa en sus vidas es obra de Dios, los logros que consiguen es gracias a Dios, quitándose el mérito de sus propias obras.
Éstas son algunas de las cuestiones desconcertantes acerca del diablo, no solo no tiene sentido que exista, sino que se convierte en un escudo y espada psicológica.
He aquí el asunto, cuando me aproximo a las cuestiones relativas de Cristo no puedo sino maravillarme de la revolución que causó en el sentido doctrinal, me refiero a que si bien en la antigüedad se mantenía siempre una suerte de dualidad entre bien y mal, carne (malvada) y espíritu (bueno) en las doctrinas religiosas y espirituales, aunque los hebreos se hayan destacado por su monoteísmo, los demás monoteístas o henoteístas, por ejemplo la sociedad de Eleusis, donde se inició Sócrates, los pitagóricos, donde se inició Platón, los sacerdotes de Thot en Egipcio, etc., se mantenían similares a la dualidad del Zoroastro, una tensión continua entre lo bueno y lo malo, colocando tanta realidad a lo bueno como a lo malo, es decir, como si lo "malo" fuese algo en sí mismo y no la falta del otro, por ejemplo los Pitagóricos creían que había cosas malas en sí, ciertos frutos eran en sí mismos perversos, un ejemplo más cercano y claro está en los maniqueos, quienes consideraban que las cosas poseían bondad y maldad inherentes a ellos, había frutas en si buenas y otras en sí malas.
Esta tendencia que acentúa caracteres morales diversos a las cosas, y no solo a las acciones, nos es más apreciable en Platón, quien sostenía que el cuerpo era malo, era la prisión del alma y debía ser poco menos que detestado, en fin, que había una deidad del bien y otra del mal que batallaban continuamente, no solo en un plano espiritual, sino en el material. Sin embargo aquello cesa en Cristo, en quien se consuman los polos opuestos, cuando Platón, como los pitagóricos y muchos otros, sostenían que el cuerpo era malo, Dios se manifestó en la carne, mientras que unos sostenían que las Leyes eran en sí mismas sacras, Cristo consuma la Ley al advertir que las leyes en sí mismas no son sacras, mas que cuando se hacen por amor al prójimo, el ágape es aquello a lo cual se dirigía, y debe dirigir, toda Ley.
No faltan quienes dicen que en Cristo hay dualidad, pues era Hombre y Dios (y si alguien no cree en lo mismo, dudo que este sea el epígrafe adecuado), y aquello nos recuerda a Osiris, quien murió y resucitó, sin embargo esto es falso, pues no hay dualidad en Cristo, no es medio-Dios, medio-Hombre, sino todo Hombre, y todo Dios, tan Hombre como cualquiera de nosotros, tan Dios como el único Dios, y he aquí donde Osiris fracasa, al resucitar incompleto no es lo suficientemente Hombre, ni lo suficientemente Dios.
Así pues en Cristo la unidad que consuma la dualidad, es decir, si la dualidad es tesis y antítesis, Cristo es la síntesis, de modo tal que se nos presenta como sí un rey, pero un rey sin palacio, sí un hombre humilde en tierras ocupadas, pero a la vez el ser más poderoso del Universo pues "sin él nada de lo que es, hubiese sido hecho".
Y esto nos acerca más al tema que nos ocupa, si en efecto Cristo es la consumación, y si en efecto él es el ágape máximo, pues siendo que Dios es la bondad, y el ágape es bueno, Dios es el ágape, el amor desinteresado, que se deja crucificar por amor al prójimo y aún desfalleciente pide perdón por nosotros, ¿puede haber cabida para una criatura que sea el contrario de Cristo?, ¿puede haber un ser que sea su opuesto, en vez de todo amor, todo odio, en vez de amor desinteresado, egocéntrico, que sea la desesperación y dolor en persona?
Esto supondría que aún persiste la dualidad, y si bien no se le coloca en un término de "deidad" al diablo, está muy próximo a ello, lo único que le separa es la definición que cada uno emplee al término "deidad", si bien no es creador, como tampoco era Horus (aunque se le considera deidad aún así), sí se trata de un ser espiritual con voluntad propia. Muy pocas veces se medita a profundidad sobre este asunto, que a mi parecer es fundamental, si en efecto Cristo es la consumación de la dualidad que marcó a las demás religiones y que en verdad se trata de una superación real sobre de las demás doctrinas. Algunos dicen que el diablo "deambula" por allí, pero tal cosa es absurda, pues lo que "deambula" debe estar en un lugar, pero si solo lo material puede "estar", ¿cómo es que se mueve lo que no ocupa un espacio? Es el mismo error del alma y el espíritu, "está dentro del cuerpo", discúlpenme pero no tiene sentido, no puede ser que el cuerpo sea un frasco donde está alojado algo que carece de propiedades que le permitan "estar" en un lugar.
Si no está en la Tierra, es decir, si no es material, pero se insiste en que existe como un ente espiritual de razón y voluntad propia, y peor aún, se insiste en que no hay bondad en él, generamos invariablemente una dualidad entre Dios vs. Diablo, le otorgamos al diablo características que no existen en sí mismas, pues el mal no es en sí mismo, sino que es en virtud de la falta de bien, la desesperanza es la falta de esperanza, etc., si el diablo es todas estas cosas, simplemente no existe sino en virtud de Dios, es decir, que el diablo es la ausencia de Dios, pero la "ausencia" no es una cosa en sí, por lo que el diablo no existe.
El diablo, cuando dejó de ser metáfora y se le hizo real, es decir, cuando se inventó al diablo en el medioevo partiendo de Pan y muchas otras deidades de connotaciones sexuales y agresivas de los paganos, no se meditó con prudencia el hecho en que se niega de inmediato que en Cristo se sobrepasen, se vean consumadas, las doctrinas dualistas de los paganos, relegando a la doctrina cristiana a un mismo nivel intelectual que las doctrinas paganas, separadas solamente por la fe de las personas que prefieren creer en uno en vez del otro.
Lo peor del caso es que al inventarse al diablo se le hizo padre de la mentira, y la Iglesia veía en todo cuanto no se apegase a su visión, algo diabólico, la filosofía era el diablo (menos la autorizada), la ciencia era el diablo, la herbolaria de las parteras era el diablo (ellas son las brujas perseguidas, eran parteras que conocían las características de las plantas que producían abortos). Es decir, que el diablo fue tanto un escudo como un arma para infundir terror en las personas, mientras que Cristo decía lo opuesto, que no debían temer, sino amar, pues no se puede amar lo que se teme, y aquello no se pierde solamente en la edad media, hasta el día de hoy muchos son los cristianos le tienen un miedo increíble al diablo, creyendo que se puede aparecer en cualquier momento.
Lo peor del caso es cuando se deslindan algunos cristianos de sus responsabilidades y méritos al adjudicarle lo malo al diablo, lo bueno a Dios, si ocurre una masacre, es obra del diablo, si algún conocido pierde la fe es igualmente obra del diablo, aquello es una excusa para no admitir que el Hombre es el lobo del Hombre, que es capaz de asesinar impunemente y sin misericordia, y que es igualmente capaz de perder su fe. Lo mismo, aunque no sea el tema, con Dios, lo bueno que les pasa en sus vidas es obra de Dios, los logros que consiguen es gracias a Dios, quitándose el mérito de sus propias obras.
Éstas son algunas de las cuestiones desconcertantes acerca del diablo, no solo no tiene sentido que exista, sino que se convierte en un escudo y espada psicológica.